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Lo dirigió Maradona pero se instaló en Málaga y se dedica a la gastronomía: “Acá no saben lo que es una crisis de verdad”
Walter Cáceres es recordado por todos por su apodo: “Cubito”; formó parte del plantel de Racing que el 10 encabezó en 1995; “Me gustaría volver a vivir a un país que tenga más seguridad”, asegura en diálogo con LA NACIÓN
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En Málaga, al sur de España, Walter Cáceres responde por su apodo, Cubito, aquél que lo llevó a defender el arco de Racing a finales de los 90′. Antes de iniciar el contacto con LA NACION se acomoda en las afueras de un bar donde él trabaja, en un rubro que lo ayudó a reinventarse fuera del país. “Está minado de argentinos acá”, desliza sobre esa suerte de cable a tierra que le sirvió para adaptarse a un país que lo cobija hace siete años.
“Me encanta vivir acá, para mí es fácil laburar en un bar, lo prefiero antes que tener que levantarme a las 6 de la mañana para ir a entrenar”, comenta, entre risas, Cubito, nacido en Monte Grande y cuya carrera profesional estuvo marcada por varios clubes del Ascenso, como Los Andes, Estudiantes de Buenos Aires y Barracas Central.
Con un oficio que aprendió a lo largo de los años, Cáceres aprendió todas las tareas que requiere un bar: camarero, bartender y hasta cocinero. “Hago de todo un poco; es un bar chiquito, que cuando viene mucha gente llega a tener hasta 30 mesas. También me animé a cocinar y presenté un plato que es el costillar al horno, algo que a la gente le gustó”, explica.
Además de lo humano y lo laboral, explicó cómo es vivir económicamente en un país donde subrayó que existe la estabilidad de precios: “Para una persona de clase media se vive bien, ahora si tenés una pareja con dos hijos, los dos tienen que trabajar. Con tu recibo de sueldo podés sacar el auto que vos quieras, te arman un plan de pago que la cuota es siempre la misma, no es que en tres meses aumenta. Hay estabilidad, aunque acá digan que las cosas no están bien. A mí me parece que ellos no saben lo que es una crisis de verdad”.
Y, en la misma línea, agrega sobre el ingenio para ir a un supermercado a la hora de abastecerse: “Según lo que compres, llenar el changuito, como le decimos nosotros, está 65 euros. Después si comprás cosas más caras, puede estar 80 euros. Hay que buscar el equilibrio; si cobrás un sueldo promedio de 1400 podés rebuscártelas. Acá la vida es costosa si te vas a Marbella, que alquilás una casa por 1000. Después está en uno buscar, como hacen los argentinos, que encuentran casas por 300 o alquilan pieza con baño por 100, sabiendo que en el día estás todo el tiempo afuera y solo la usás para dormir”.
Sin fecha de regreso al país, el ex Racing se mantiene en contacto con sus hermanos para conocer la actualidad de la Argentina: “Me gustaría volver a vivir a un país que tenga más seguridad, que uno pueda salir a las 2 de la mañana a pasear sin tener que ir en auto, mirando para todos lados a ver qué pasa”.
El recuerdo de un karaoke con el Chiqui Tapia
A poco de llegar a Barracas Central, Walter Cáceres recibió un llamado de Claudio Tapia, por aquel entonces presidente del Guapo. En Necochea, punto turístico del país donde se realizaba la pretemporada, el arquero formaba parte del equipo que se preparaba para el inicio del certamen en el Ascenso.
“Cubito, armate un karaoke que voy para allá”, fueron las palabras del Chiqui, quien viajaba asiduamente de Capital Federal a la Costa Atlántica para llevar a los jugadores que eran refuerzos de Barracas. Esa misma noche, con parlantes y música, los jugadores atravesaron un momento distendido en medio de una etapa donde las cargas físicas con y sin pelota son moneda corriente.
“Pasamos mucho tiempo en Barracas. Él te hacía sentir como si estuvieras en un equipo de Primera. Cuando llegabas a los entrenamientos tenías desayuno todas las mañanas y cuando se perdían cinco partidos seguidos, él decía ‘el lunes cobran’ y eso pasaba. En otros clubes me decían eso y no aparecía nadie”, ejemplifica Cáceres sobre el trato diario con el ahora presidente de la AFA, al cual considera un amigo.
Diego Maradona, DT de Racing: el breve paso que dejó su huella
En 1995, Diego Maradona decidió, junto a Carlos Fren, agarrar el timón de Racing, un club que necesitaba resultados. Con la inyección anímica que provocaba el 10, los jugadores miraban atentamente cada movimiento que enseñaba Pelusa. Uno de ellos era Cubito Cáceres, quien daba sus primeros pasos en el fútbol profesional.
“Fueron cuatro meses que futbolísticamente hablando fue lo mejor que me pasó en la carrera”, sintetiza el arquero que peleaba el puesto con Nacho González. Con un trato ameno con sus pares, Maradona logró amalgamar algunas cualidades del plantel para conseguir resultados inmediatos.
Una de las experiencias que más le quedaron marcadas fue cuando Diego, sentado en una pelota, les hablaba de sus partidos en el Napoli o en Barcelona, en una prueba cabal de querer transmitirles sus sapiencias. “El trato era entre amigos, parecía que lo conocía de toda la vida. Él era allegado al jugador y ayudaba mucho al arquero, nos hacía ir dos horas antes de las prácticas para que él nos pateara”, rememora con alegría.
Con la experiencia vivida en el fútbol, en las categorías más bajas del escalafón doméstico, Cáceres se retiró de la actividad profesional y encontró su futuro en España, donde considera que está alejado completamente de un entorno que le otorgó un sinfín de momentos que hasta el día de hoy recuerda.
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