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Llegó a la Argentina a los 14 años, desafió el idioma y cumplió el sueño de su vida: “Iba al entrenamiento con el diccionario”
Como si se tratara de una película, “Kato” hizo el viaje Osaka-Parque Patricios con una idea en mente: sentir en primera persona la pasión argentina por el fútbol... desde adentro del campo de juego
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Yusuke Kato habla un español muy argentino. Después de todo, llegó a nuestro país para jugar en la séptima división del Club Atlético Huracán con sólo 14 años. En ese entonces, Iuske (así se pronuncia su nombre en japonés) era un inquieto niño que tenía muy claro su sueño: ser futbolista profesional. El deporte de la redonda todavía no se había desarrollado lo suficiente en su país, aunque estaba “de moda” por la serie animada Supercampeones.
Con el objetivo de formarse, los padres decidieron acompañar la esperanza de su hijo y contrataron una empresa para que hiciera experiencia en un lugar con mayor tradición futbolística. El destino elegido fue la Argentina, una nación que seducía a Yusuke por la pasión con la que se vivía el juego. “Para mí era muy importante la afición. Si no, ¿para qué juego?”, reflexiona en diálogo con LA NACIÓN, casi 25 años después, este exfutbolista nacido en Osaka, Japón, y que considera a la Argentina su “segundo país”.
Kato se retiró de la actividad profesional hacia fines de 2021. Como le sucede a la mayoría de los jugadores, la transición no fue fácil: “Al principio no lo podía aceptar, porque los jugadores siempre quieren jugar. No podía aceptar que me retiré”. Casi un año y medio después, Yusuke encontró su espacio en una Academia de Fútbol de Tailandia, donde busca “devolverle algo” al país que le dio trabajo en su época de jugador. Claro: la estrambótica carrera de este exdelantero de 36 años incluye destinos como Bangladesh, Mongolia, Indonesia, India, y la propia Tailandia. Por eso, no planea quedarse para siempre en ese país. Él, su hijo y su esposa están acostumbrados a viajar por el mundo.
“Me gusta este trabajo. Pero no quiero estar solo en Tailandia. Quiero devolverle algo a todos los países en los que jugué. Ahora le estoy devolviendo algo a Tailandia y me siento feliz la verdad, estoy contento”. Actualmente, su tarea consiste en darle herramientas a los más chicos, algo que, admite, le brinda “felicidad”. “Están jugando mejor por mí”, dice, orgulloso pero humilde.
Clases en la UBA y un nombre imposible
Tras ese breve primer paso por Argentina como adolescente, Yusuke tuvo que volver a su país de origen para terminar los estudios secundarios. Transcurrido ese tiempo, regresó a Sudamérica con 18 años para desarrollar su carrera profesional. Una de las barreras más importantes a flanquear era la del idioma. Por ese motivo, empezó a estudiar español para extranjeros en la UBA, mientras seguía entrenando en inferiores. “No entendía casi nada al principio. Iba con el diccionario al entrenamiento”, admite Kato, tal como lo llamaban sus compañeros. “No me podían llamar Yusuke. Era más fácil Kato”, rememora.
El proceso de adaptación, sin embargo, no fue largo. “A los 19 ya entendía casi todo”, cuenta Yusuke, quien en sus primeros tiempos en el país vivió con el exfutbolista Takashi Watari, traductor de Naohiro Takahara en Boca. “Eso me ayudó mucho”, admite. Su personalidad alegre, optimista y sociable lo llenó de amigos en Buenos Aires, lo cual facilitó su aprendizaje del idioma. “Después de debutar en Primera, viviendo solo casi todos los días juntándome con mis amigos, hablando mucho, aprendí español. Tengo muchos amigos allá en Argentina. Es mi segundo país. Siempre lo extraño mucho”. Yusuke estuvo en Buenos Aires entre los 18 y los 22 años, años clave en la vida de cualquier persona.
En paralelo, por supuesto, tenía la difícil tarea de ganarse un puesto en Huracán. A fuerza de trabajo, Kato llamó la atención del entrenador Antonio “Turco” Mohamed, quien le dio la oportunidad de jugar en el primer equipo. “Estaba jugando en la cuarta, jugué bien, justo ese día vino el Turco a mirarnos y ahí me subió. ¡Tuve una suerte!”, narra.
Kato formó parte del plantel de Huracán que consiguió el ascenso a la Primera División en 2007, tras vencer a Godoy Cruz en la promoción. Ya había jugado 12 partidos en el torneo Nacional B e ingresó en el encuentro de ida frente al Tomba por un lugar en la máxima categoría. “Yo tenía 20 años, podía correr como un perro. La verdad no me sentía mucho como ‘son mucho más fuertes que yo y no puedo hacer nada’. No pensaba nada. Yo sólo quería jugar bien, quería ayudar a mis compañeros. Jugaba con la cabeza en blanco”. Ya en el torneo de Primera división disputaría apenas dos partidos.
En busca de continuidad, fue cedido a préstamo a Defensores de Belgrano. A la distancia, ensaya un fuerte mea culpa sobre su paso por el Dragón: “Yo era joven, no respetaba nada. Por eso siempre estuve de suplente. No pudimos ascender”. Incluso, le ofrecieron extender el préstamo, pero rechazó la propuesta. El motivo era profundamente económico: el Globo no le pagaba lo que correspondía, que era la mitad de su salario (la otra parte estaba a cargo de Defe). Su hipótesis era que, si volvía a Parque Patricios, se le pagaría el sueldo. Con medio sueldo no le alcanzaba para vivir, recuerda.
Por desgracia, a pesar de volver a La Quema, su situación financiera no se modificó. Por decisión del presidente Carlos Babington, ni siquiera podía entrenar con el equipo de Primera. “No podía hacer nada. Estaba jugando con los chicos de cuarta, a veces de reserva. Era una época muy jodida”, señala. Una lesión en la rodilla lo llevó a rescindir su contrato. Al margen de la cuestión económica, Kato admite que nunca pudo adaptarse a la Primera porque su cabeza “no estaba preparada”. A la vez, aclara que le está “muy agradecido” a Huracán.
Más allá de la invaluable experiencia personal, desde el punto de vista profesional, Yusuke se fue de Argentina con una gran enseñanza, a partir de la cual construyó su carrera, que desarrolló mayormente en Asia. “Me sirvió como jugador. El fútbol argentino es difícil. Hay que aguantar la pelota, usar el cuerpo. Es todo diferente. Cuando jugué en Asia podía hacer cualquier cosa. Yo soy delantero, pero en Asia empecé a jugar como mediocampista porque no me llegaba la pelota”.
Uno de los países donde Kato jugó fue Bangladesh, que fue noticia durante el Mundial Qatar 2022 por el amor de sus habitantes por la selección argentina. Casualmente, Iuske tuvo la oportunidad de estar en Bangladesh cuando Argentina ganó la Copa América 2021. “Festejaron mucho. ¡Cómo gritaron cuando terminó el partido! A mí me sorprendía mucho, no entendía porque a los bangladesís no les gustaba mucho Argentina. Me dijeron que hace poco la selección fue a Bangladesh a jugar un amistoso. Les gustan los mejores jugadores. Ahora es Messi, entonces, a todos les gusta Messi”, subraya.
El resto de su carrera, Yusuke siempre buscó el calor de la gente. De hecho, es una de las primeras cosas que recuerda de cada lugar. En India jugó en el Dempo SC, donde no había una gran afición. Pero en otros puntos del país llegó a divertirse en estadios colmados de hasta 50.000 personas: “Fue impresionante”. En el Gresik Utd, de Indonesia, tenía un gran respaldo de la hinchada, y vivía los partidos con un gran “clima”. No eran muchos, pero sí “muy calientes”.
¿Y Argentina?
Desde su partida, el exfutbolista sólo volvió al país en 2018. Estuvo de visita una semana, y espera que no sea la última. Aguarda, incluso, por una oportunidad laboral en la Argentina. Por lo pronto, sigue en diálogo con personalidades como Paolo Goltz, Eduardo Domínguez o Cristian Sánchez Prette. De hecho, en 2016, cuando América jugó el Mundial de Clubes en Japón, Yusuke se reunió con el actual defensor de Colón. Juntos fueron a comer con sus respectivas familias.
Goltz guarda un buen recuerdo de su vínculo con Kato: “Era muy buena persona, siempre estaba de humor, lo cargábamos mucho”. Respecto de sus aptitudes como futbolista, indicó que “tenía buen manejo de pelota y llegaba bastante al gol, definía bien”. Sobre sus preferencias futbolísticas en Argentina, el japonés asegura que Huracán “es mi club, y Boca me dio la pasión”. “Soy hincha de los dos”, dice sobre esa ambigüedad no tan común por estos lados.
Argentina está presente en cada momento de su vida. El propio Yusuke se encarga de recordarlo en sus posteos de Instagram, donde periódicamente interactúa con sus amigos argentinos. Su hijo de seis años tiene una camiseta del equipo Albiceleste. Él sale a correr con la indumentaria de Huracán. En cada detalle, Kato muestra el pedazo de argentinidad que lleva consigo a donde vaya. Mientras tanto, añora con, en algún momento, volver al país a trabajar. Cuando se le consulta si en un futuro quisiera ser ayudante de campo de algún entrenador, responde, entusiasta: “¡Ojalá!”.
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