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Lionel Messi, andate tranquilo
Con la misma soberbia y liviandad con la que se le exigió que sea un líder, ahora, en forma de campaña, se instaló el pedido colectivo para que Lionel Messi revea la decisión de abandonar la selección. El nacionalismo hoy tiene forma de camiseta de fútbol. ¿Cómo puede ser que el mejor futbolista del planeta nos abandone? Somos los más grandes del mundo, ¿en qué otro lugar va a estar mejor?
Todavía no llegó a hacer las valijas y a Messi lo volvimos a meter en la boca del lobo. El hashtag #notevayas en las redes sociales y las burdas campañas en Facebook esconden bajo el deseo de aliento una cuota de morbo y prepotente pertenencia: no te podés ir porque te quiero ver de nuevo en la cancha con la camiseta argentina. Es mi deseo y lo vas a cumplir. Esa mirada autorreferencial de medir, en este caso con Messi, cuanto mal ande dando vueltas por ahí y sacar conclusiones baratas terminó por estropear una relación amorosa entre el futbolista rosarino y la selección argentina que nunca fue completa. Un vínculo siempre contaminado por la comparación con Maradona y por el sano bajo perfil, impropio para un futbolista de su talla en un mundo donde manda el marketing.
Pocos se preguntaron qué sintió cuando se derrumbó en el césped antes de que consumara la derrota. El mal moderno de retener algo a cualquier precio y de ignorar la voluntad ajena. El máximo goleador histórico del seleccionado, con 55 tantos, está obligado ahora a cargar con la frustración ajena, como si no tuviera demasiado con la propia. Después de suplicarle que fuera como Maradona llegó la exigencia para que sea como un Dios argentino. Y él dijo basta a su manera. En forma escueta, sin grandes anuncios. Perdió las cuatro finales que disputó con la selección y a sus 29 años siente que se terminó un ciclo. ¿Qué hay de malo con eso?
Si un amigo, en crisis, nos confesara que quiere ponerle fin a su matrimonio tras años de frustraciones lo último que uno haría es recomendarle que mantenga esa relación a cualquier precio sin antes haberlo escuchado. Mucho menos, iniciar una campaña pública de aliento con bombos y platillos. No nos privemos de escuchar los motivos de su renuncia, tal vez nos quiera decir algo desde hace mucho tiempo.
Messi podés irte tranquilo. Si no nos volvemos a ver por estos lados, gracias por todo.
/av
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