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Juan Manuel Leguizamón, a los 35 años: "Me vuelvo loco por ir al Mundial"
Hace rato terminó el entrenamiento, pero Juan Manuel Leguizamón sigue en la cancha. Se prende en la competencia de patadas a los palos y se va victorioso, no sin antes exigirles a Santiago González Iglesias y Domingo Miotti que paguen la apuesta de flexiones de brazos. El calor no da tregua en una típica mañana de entrenamiento de Jaguares, que afina detalles antes de empezar otra temporada de Súper Rugby. "¡Dale, Highlander!", lo chicanean desde lejos. Se hace el distraído. "Ya se perdió el respeto a los más grandes", bromea.
No es casualidad que cada una de sus respuestas incluya la palabra "disfrutar". A los 35 años, el santiagueño sabe que le quedan unos pocos cartuchos en su carrera profesional y quiere exprimirlos al máximo. Hace unos meses quedó afuera de la última convocatoria de los Pumas, pero no siente que haya perdido vigencia. Al contrario: aprieta los dientes y se entrena con mayor motivación para cumplir el sueño de jugar su cuarto mundial, en Japón. Su gen competitivo es la razón de que "Legui" siga vigente tantos años después. "Me siento un privilegiado por estar en este lugar. No recuerdo haber disfrutado tanto el rugby como en estos últimos dos años", expresa para LA NACION, a la vez que se pone una bolsa de hielo en un hombro maltrecho.
–En abril se cumplirán 15 años de tu debut en los Pumas. ¿Qué diferencias hay entre ese Leguizamón y el de hoy?
–Los 15 años [ríe]. El tiempo lleva a mirar las cosas desde otro lado, a disfrutar de la mejor forma. Imaginá la cantidad de cosas que pasaron, pero hay algo que no cambió: el amor a lo que hago, a compartir con mis compañeros y jugar este deporte. Eso nunca va a cambiar. Podés preguntármelo dentro de 20 años y voy a decirte lo mismo.
–Sos el único sobreviviente del bronce de 2007. ¿Te genera algo?
–Nada, es un dato. Me gustaría que estuvieran muchos de ese equipo, pero se dio así. Imagino que varios querrían estar, y me toca a mí seguir disfrutando.
–¿Cómo recibiste la noticia cuando quedaste fuera de la ventana de noviembre?
–No voy a negártelo: me generó tristeza. Cuando uno está en competencia, lo único que quiere es estar, estar y estar. No estuve esa vez, pero para mí fue cuestión de pasar la página.
–¿Te hizo preguntarte si seguías vigente?
–No. Es obvio que me afectó porque estoy dando el 100% de mí para estar. Eso genera frustración, tristeza. Trato en esos momentos de darle lugar al trabajo y seguir adelante. Fue difícil; había 30 pibes de gira y éramos siete entrenándonos en Biei con Nacho Saint Bonnet, el preparador físico. Estaba enojado conmigo mismo, pero lo único que me importaba era entrenarme para estar bien físicamente.
–Y de la nada te llamó Barbarians y terminaste jugando contra los Pumas...
–[sonríe] La verdad es que jugar contra los chicos me volvió loco. Alguien me preguntó: "Che, ¿y vas a ir?". Obviamente. ¿Cómo no voy a ir? En definitiva, es un partido de rugby y hay que disfrutarlo, porque es lo que amamos hacer. Fue una forma increíble de terminar el año. A experiencias como esa hay que sacarles el jugo al máximo.
–Encima, ganaron e hiciste un try...
–Parecía hecho a propósito. Se dio así y hay que mirarlo como a un partido de exhibición. Habría estado bueno que terminaran la gira ganando.
El 2019 será un año cargado para el rugby argentino. Empezará con el Súper Rugby, seguirá con la ventana de junio, continuará con el Championship y alcanzará su clímax en el Mundial de Japón, desde septiembre. El interrogante es si los diversos equipos de la UAR afrontarán tantas competencias con los jugadores que actúan en Europa, hoy inhabilitados. Hubo excepciones con los primeras líneas a pedido del head coach, Mario Ledesma, pero no hay certezas de que cualquiera pueda ser citado.
–¿Qué se debería hacer?
–Lo único en que pienso es jugar al rugby. Es demasiado lo que tenemos que dar para ser parte del equipo que vaya al Mundial. El rugby ha evolucionado y hay que tener tanto en la cabeza que no podemos permitir estas distracciones. En los Pumas, como en cualquier otro seleccionado nacional, tienen que integrar el equipo los que el entrenador considere están mejor. Nunca vamos a discutir eso. Después, cómo tienen que hacer la regla es un tema de los entrenadores y la dirigencia. No hay dudas de que en los Pumas tienen que jugar los mejores...
–¿Es incómodo para el jugador tener que pronunciarse?
–Para nada. Está buenísimo porque la gente quiere saber, cuestiona y pregunta. Y qué mejor que nosotros para dar un punto de vista. El mío es ese.
–Hay mucha competencia en la tercera línea. Imaginemos un escenario en el que Isa, que juega en Europa, termina entrando a la lista y vos no. ¿Sería justo o injusto?
–Honestamente, yo no tengo dudas de que lo que decidan los entrenadores va a ser lo mejor para el equipo. Y si lo mejor para el equipo es que no esté yo y que esté Facu... Lo más importante para mí es el equipo. Si esa es la decisión, me dolerá, me frustraré, me enojaré o lo que sea, pero vamos con eso y hay que aprender. Quizás, si fuere así, yo no habrá dejado todo lo que tenía que dejar. Es muy fina la línea, pero lo más importante es que el equipo vaya a buscar algo bueno y esté preparado. Obviamente, me vuelvo loco por ir al Mundial.
–¿Es la zanahoria que perseguís este año?
–Sí. Sería mágico e increíble, por el tiempo, por mi familia, por todo lo que uno se esfuerza y por todo lo que uno disfruta de esto. Jugar un mundial es lo que todo deportista quiere. No sé en qué situación estoy, pero lo que es seguro es que voy a hacer absolutamente todo y bastante más para meterme.
–¿Qué es lo primero que vas a hacer cuando te retires?
–Me tomaría unas buenas vacaciones. De todas formas, no tengo ni idea de cuándo voy a dejar de jugar. Me gusta el presente.
–¿Vas a jugar hasta los 45, como Juan Carlos?
–¿Como mi viejo? [ríe] ¡No! Lo de mi viejo es demasiado. Vamos a ver. Tengo un año más de contrato con la UAR y después veremos. En septiembre/octubre sabré si seguiré jugando. Hoy tengo ganas de seguir un poquito más y no creo que cambie. Me siento bien como para seguir jugando. En el momento en que vea que no puedo sumar en ningún equipo, entonces sí dejaré. Sigo siendo un competidor, no solo en mi cabeza sino también en mi físico. Mientras así sea, seguiré.
El Súper Rugby
Leguizamón es un apasionado por el Súper Rugby. No dudó de abandonar la comodidad (y un buen sueldo) del club Lyon cuando la UAR lo convocó para sumarlo a Jaguares. El santiagueño se mudó no solamente para poder seguir en los Pumas: quería vivir la experiencia de jugar en el torneo de clubes más exigente del mundo.
Pasaron tres temporadas y franquicia argentina está asentada, con la clasificación para los playoffs en 2018 gracias a la mano de Mario Ledesma. Con el exhooker como head coach asumido en el seleccionado, otro expuma ilustre, Gonzalo Quesada, se hizo cargo como preparador de Jaguares. "No lo conocía como entrenador. Está en cada detalle y le da una importancia muy grande a la parte humana", lo describe Leguizamón.
Jaguares hará su debut el próximo sábado frente a Lions, en Vélez. "Estamos laburando un montón para llegar bien a ese partido. Sabemos de su dureza. Desde hace tres años es el subcampeón del Súper Rugby. Si vamos fortaleciendo y potenciando todos los aspectos del juego, las chances van a ser mayores", analiza el tercera línea.
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