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Ledesma transmitió el espíritu Puma y el equipo hizo el click que necesitaba
Durante seis años, los Pumas debieron conformarse con el calificativo de ser competitivos ante los mejores del mundo. Con solamente cuatro partidos de este nuevo ciclo, no parece descabellado dejarse llevar por la sensación de que el triunfo de ayer representa algo más que otra epopeya aislada.
El éxito 23-19 frente a los Wallabies en Gold Coast representa ganar por primera vez dos partidos en un mismo Rugby Championship , el quinto en siete años en el certamen con las potencias del sur, el segundo como visitante ante Australia, donde la Argentina no ganaba desde 1983, con aquel recordado 18-3. Su mayor valía, no obstante, radica en la incidencia que tendrá sobre el futuro próximo del equipo si se lo sabe capitalizar.
El tackle salvador de Tomás Lavanini sobre Israel Folau en la última acción del partido, a centímetros del in-goal propio, simboliza el corazón de este equipo. El triunfo se construyó con momentos brillantes de rugby y se sostuvo con temple y corazón. Tantas veces los argentinos llegaron al minuto 60 con posibilidades, tantas veces se desinflaron en ese lapso y acabaron lamentando una buena actuación que no alcanzó.
Ayer, los últimos 20 minutos estuvieron lejos de ser técnica y tácticamente sobresalientes. Por el contrario, hubo imperfecciones que ante este tipo de equipos se suelen pagar caras cuando la diferencia es mínima (20-19). Pero también tuvieron la capacidad de generar errores en el rival a partir de la presión y el tackle. En ese lapso, el corazón hizo la diferencia. Suficiente para imponerse a una potencia como Australia.
Durante la primera hora de juego había pasado lo contrario: los Pumas utilizaron eficientemente la pelota y si no sacaron una mayor diferencia fue por un par de errores defensivos que propiciaron sendos tries y por tres conquistas propias que no se materializaron por situaciones milimétricas.
La capacidad de defender
Esa tenacidad para defender la victoria, similar a la que se dio en Mendoza en el reciente triunfo frente a Sudáfrica, es por ahora el mayor activo que le proporcionó el entrenador Mario Ledesma a partir de su reciente asunción, un proceso que en realidad comenzó a principios de año al frente de este grupo de jugadores pero en el Súper Rugby y bajo el nombre de Jaguares. De alguna forma, junto con su ilustre staff de entrenadores (con Gonzalo Quesada y Nicolás Fernández Miranda, entre otros), logró transmitir el mismo espíritu que tenían los Pumas cuando él jugaba, que le permitía superar con actitud a rivales superiores técnicamente.
La diferencia de este grupo, en buena parte merced a todo el proceso que le precedió, que cambió el paradigma de un juego orientado a los forwards a uno mucho más integral, y al contexto de elite en el que están inmersos (Rugby Championship, Súper Rugby), tiene argumentos rugbísticos mucho más sólidos.
Aquel equipo que alcanzó su apogeo en el Mundial 2007 estaba conformado por estrellas del rugby europeo. Sin embargo, penaba cada vez que se enfrentaba a las potencias del sur: la última victoria había sido en 1997 (ante Australia). El ingreso en el Rugby Championship llamaba a acortar esa brecha. Durante seis años, el acercamiento fue intermitente. Un empate en 2012, un triunfo por año entre 2014 y 2016. Pasos cortos, no siempre en la dirección correcta. La compleja transición que siguió al Mundial 2015, por ejemplo, no se manejó con acierto.
Con la llegada de Ledesma, el equipo parece haber hecho el click que necesitaba para conjugar la capacidad técnica que insinuaba con la fortaleza mental para compensar algunas deficiencias que todavía persisten.
El scrum todavía requiere de mucho trabajo, pero al menos van apareciendo jugadores de recambio que a medida que sumen rodaje se irán asentando. Ayer no hubo "europeos" en la primera línea, como en las dos primeras fechas. La defensa, más allá de que fue clave al final, sufrió algunos lapsus en el inicio. La salida del campo propio no tuvo la claridad necesaria. En cambio, el breakdown se manejó con acierto y se controló muy bien a David Pocock. El maul resultó un arma letal cada vez que se utilizó, aunque faltó remate. Y el line-out fue casi perfecto, sobre todo el defensivo. Todas cuestiones que tienen solución con una de las premisas preferidas de Ledesma: el laburo. La otra es la locura, pero esa parte ya parece saldada.
Esta victoria ante Australia ya quedó en la historia de los Pumas por toda la carga que liberó. Ahora la misión es alimentarla en cada partido (el próximo, en Vélez, ante los All Blacks), en cada entrenamiento. Para que no se quede en la hazaña. Para que haya sido más que una hazaña.
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