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Le dio vida a una pelea histórica
El dramático round final, con las dos caídas de Maravilla, ayudó a darle al combate un epílogo épico e inolvidable
LAS VEGAS.– Cuando una pelea como ésta entra en la historia, se convierte en un cuento. En una narración sensible, pasional, llena de orgullo, de un nacionalismo útil y espectacular, que eleva a su protagonista, Sergio Maravilla Martínez, a una posición de líder, aguardada y deseada por los habitantes del planeta boxeo desde hace más de treinta años.
La reconquista del título mundial mediano (CMB) sobre el mexicano Julio César Chávez (h.) fue parte de un libreto esperado, en el cual un boxeador superior al rival le marca todas las diferencias posibles sobre el ring: jerarquía, talento, variantes y experiencia internacional. Sin embargo, mas allá de la holgada diferencia de puntos aquilatada en las tarjetas, hubo una falla en su sistema estratégico en el último round que casi convierte a su victoria más popular y resonante, en una catástrofe pugilística que no estaba en los plantes de nadie. Ni siquiera de su oponente. Y esto transformó el concepto de una victoria lucida , clara y limpia en un éxito, épico, valiente e inolvidable.
La caída de Maravilla en el último asalto y su soberbia resistencia hasta el final del match fue menester para rubricar su consagración con tres elementos claves que, siempre, los combates célebres deben tener: drama, sufrimiento y sangre.
Los 37 años de Martínez, que sostienen una máquina de pelea físicamente muy averiada, solventaron una esquema táctico de alto vuelo; la técnica y su jab derecho brindaron una exhibición notable, ideal para afianzar los principios básicos que tiene este deporte para ser considerado un arte. Supo manejar el tiempo y la distancia en modo estupendo y con una velocidad asombrosa. Su movilidad de piernas lo llevó, por pasajes, a gozar y jugar en el combate, desestimando lo poco que Chávez aportó en 33 minutos de acción y hasta relegando algo de claridad en la obtención de puntaje. Sus series de tres uppercuts continuados, visteos milimétricos y puntería con su tiro zurdo al cuerpo fueron maniobras admirables que quizá no transmitieron la excitación y la necesidad de remate que la atmósfera reclamaba.
De Chávez, un mediocre boxeador, guapo y tesonero, obnubilado al cabo de todo el encuentro, sólo se rescata su acierto del último round, cuando con un par de derechazos envió a la lona a Martínez y colocó a los casi 20.000 asistentes en una situación cercana al colapso cardíaco. Allí tiró todo, con alma y vida y tampoco pudo. El deterioro ligamentario de la rodilla derecha de Maravilla motivó un consumo de segundos adicionales para ponerse de pie, y ello magnificó el efecto de la escena cumbre; debió darse vuelta estando en el tapiz, cambiar su perfil y recién con el envión de su rodilla izquierda, ponerse de pie. El hecho se repitió, con más dramatismo, cuando de modo desprolijo y con empujones Chávez volvió a sacarlo de línea. Maravilla le dio a su campaña una nueva referencia: sobrevivir a lo inesperado. Todos los históricos del boxeo nacional pasaron por estas experiencias. De Monzón en adelante, después de aquella piña de Bennie Briscoe en el ring del Luna Park.
Su gran noche tuvo un marco inigualable que ningún otro pugilista argentino logró peleando en el exterior al cabo de toda la historia. Sus casi 3000 seguidores, que rompieron con todos los récords de aliento, parecían cabezas de agujas perdidas en un pajar de 15.000 mexicanos, que de a poco, se fueron callando y ocultando; bajando la cabeza, comprendiendo lo que ocurría en el ring. Fue parte de la euforia y la ambientación requerida para la composición ideal del cierre de un cuento perfecto motivado por un cultor de la vieja escuela boxística argentina –con motor norteamericano– , inmerso en un condicionamiento físico que le pone pausas y trabas a sus planes del futuro, abriendo acertijos para su próximo pelea.
Miguel Díaz, a pura victoria
Cuatro de sus cinco pupilos ganaron en la misma reunión
El entrenador argentino Miguel Díaz, radicado en Las Vegas, tuvo una jornada fructífera: consiguió cuatro victorias con sus pupilos, sobre cinco combates. Triunfó en el rincón de Walle Omatoso, Willie Nelson, Mike Lee y Román Martínez. Su única derrota fue con Roberto Marroquín frente a Guillermo Rigondeaux.
25,5 puntos de rating
Logró la pelea por Canal 7, con picos de más de 27. Por TyC Sports, superó los 14.
El fallo unánime
Las tarjetas que marcaron la victoria de Sergio Martínez fueron éstas: Stanley Christodoulou (117-110), Adelaide Byrd (118-109) y Dave Moretti (118-109).
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