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Las 100 preguntas a José Montesano: la historia del relator que perdió todo de chico, se vio en su propio velorio y transmite los partidos con el corazón
Nacido en Olavarría, donde la casa familiar fue afectada por una inundación en su infancia, el periodista disfruta hoy de dejar un mensaje a través de su rol, tras superar un cáncer; su relación íntima con los equipos de básquetbol y vóleibol.
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En una época en que la mayoría de los periodistas deportivos están en la mira, José Montesano se metió en el corazón de la gente relatando a las selecciones argentinas de básquet y de vóley por su pasión y carisma. Muy pocos han conseguido una conexión tan especial con los protagonistas y hoy sus latiguillos se repiten en gimnasios, escuelas, bares y oficinas. Nacido en Olavarría, una inundación le hizo perder casi todo lo que tenía, vino a estudiar a Buenos Aires y sin lobby ni contactos se fue ganando un lugar en los medios. En 2017, un cáncer lo puso contra las cuerdas, estuvo a punto de tirar la toalla, pero se terminó levantando al grito de “punto, punto, punto”. Cuatro años después, en un hecho inédito para el deporte olímpico, festejaba en un podio, medalla al cuello, junto al Heredero, el Nene Malo y sus otros “hijos” que le dio la profesión.
El Mosquito no apela a eufemismos para contar lo que sintió, sufrió y pensó, si hasta se vio en su propio velorio, porque su deseo, antes que nada, es dejar un mensaje. Y tampoco se pone el casete para opinar del periodismo actual, del fútbol, de su querido Independiente y de una vivencia familiar sumamente singular.
1. –”Honor al mérito ciudadano” declarado por el Concejo Deliberante de Olavarría. ¿Ésa la soñaste alguna vez?
–Para nada, realmente me sorprendió [risas]. Y está buenísimo para mí, es como pegar toda la vuelta, volver al punto de partida sin haberme ido nunca, en realidad. Me fui desde la distancia, pero no desde lo afectivo. Es muy difícil ser reconocido en el lugar de uno, y entiendo que hay un montón de gente que hace cosas mucho más importantes que las de uno y no tiene el reconocimiento, pero la verdad es que lo disfruto y me hace muy bien.
2. –¿Quién es José Montesano?
–Intento ser un buen tipo, básicamente. Creo haber sido un buen hijo, un buen hermano, un buen amigo, más o menos piola, e intento ser un buen padre, transmitirles valores a mis hijos. Me cuesta disfrutar de las cosas, ahí tengo una lucha intensa, aunque voy mejorando. Soy un poco obsesivo con los errores, no me gusta fallar.
3. –¿En qué, por ejemplo?
–En lo profesional: si digo mal un apellido o cometo un error soy de castigarme más de la cuenta. Me he quedado mal varias horas o incluso días después de un partido. Con la vida lo mismo, estoy mucho tiempo buscándole la vuelta, pierdo mucha energía. Pienso demasiado, y por adelantado, y es un desgaste que no tiene sentido. La vida me demostró, además, que no debo hacerlo, porque un día se apaga la luz de golpe y listo, se terminó.
4. –¿A qué te referís, concretamente?
–En pensar en mis hijas de acá a cinco años, ponele, y uno tiene que pensar en el aquí y ahora. Pensé un montón de cosas por adelantado de mi vida y mi vida fue absolutamente distinta a la que pensé. Uno se imagina teniendo un hijo, lo busca con esfuerzo, y de golpe aparecen tres. O tenés unos dolores corporales, vas al médico y de golpe te dicen que hay que hacerse quimioterapia y la vida también te vuelve a cambiar en un minuto.
5. –¿Cuándo y por qué te pusieron Mosquito?
–De muy pibe, cuando estaba en los boy scouts, en Olavarría, en la parroquia Monte Viggiano. Iba con mis dos hermanos, que son unos años mayores que yo, y sus amigos, entonces yo era el más chiquito del grupo. De físico y de edad, y una de las hermanas misioneras me dijo Pulga, después Piojo, más tarde Mosquito y quedó Mosquito nomás.
6. –Al lado de los jugadores de básquet y de vóley, el apodo encaja perfecto.
–Ja, ja, es cierto, siempre me joden los chicos con el tema de la altura. Mido 1.75, no soy tan petiso, pasa que al lado de esos gigantes quedo muy enano. Entonces me dicen “che, Mosquito, ¡cómo tenés que estirar el brazo!”, o “subite a un banquito”, esas cosas.
7. –Te voy a tener que pedir esa foto como boy scout...
–Imposible, porque perdimos todas las fotos y muchas cosas más en la inundación que hubo en Olavarría en 1980. Entraron casi dos metros de agua a casa, fue un espanto. Nosotros vivíamos a una cuadra del arroyo Tapalqué, que atraviesa la ciudad, y un domingo de fines de abril venía lloviendo mucho, el agua llegó al cordón de la vereda y mi padre dijo que nos fuéramos a lo de mi tío, que vivía a 10 cuadras del arroyo y en una zona más elevada. Fuimos los cinco para allá, con mis dos hermanos y mis viejos, pero con la idea de volver a la noche, porque desde la década del ‘50 no había inundaciones.
8. –No volvieron esa noche…
–No, un rato después el agua llegó también a la casa de mi tío y recién volvimos a casa 10 días después. Tengo recuerdos muy duros, no me los pude sacar de mi cabeza, como escuchar gritos de auxilio en medio del silencio. De lo de mis tíos nos terminaron sacando en una pala mecánica, nos subieron a un camión volquete de ruedas altas y nos llevaron a la Escuela N° 12 de Loma Negra, a unos 15 kilómetros de Olavarría, un poblado al lado de la fábrica de cemento de Amalita (Lacroze de Fortabat). Ahí éramos un montón de familias, por suerte había colchones, frazadas, nos dieron de comer y nos trataron de primera. Creo que fueron todas cosas donadas por Amalita. Además, nos habíamos ido sin nada, y tampoco levantamos las cosas en casa, nos fuimos con lo puesto. Y así nos quedamos viviendo 10 días en la escuela. Tenía 9 años.
9. –El regreso debe haber sido espantoso.
–Lo primero que recuerdo al entrar a mi casa es ver todo el piso levantado. Durante días era caminar por los alrededores y encontrarte con montañas de ropa y artefactos que la gente había tirado. Nosotros perdimos todo: libros, ropa, fotos, electrodomésticos… hasta un canario que teníamos. Y te queda la humedad para siempre en tu casa, además. Mi viejo tenía la farmacia en la esquina, la histórica farmacia que era de mi abuelo, y también perdió un montón de medicamentos, balanzas, porque el agua rompió la vidriera y se llevó las cosas. Además, no sólo perdés cosas materiales, también perdés la tranquilidad. Eso es tremendo. Porque después, apenas llovía un poco, la gente iba a ver cómo estaba el arroyo. Te queda esa psicosis. La reconstrucción fue dura, pero mi viejo con los empleados de la farmacia se pusieron el equipo al hombro y la sacaron adelante. Tuvo mucha conducta y cabeza mi viejo, la farmacia era el sustento de la familia. Pueblo Nuevo, se llamaba. Hoy hay una verdulería ahí.
10. –¿Practicaste deportes?
–Muy poco, algo de vóley, de básquet y de fútbol en Estudiantes de Olavarría. En fútbol llegué hasta la Octava, un día el técnico me dijo algo que no me gustó, que no pedía la pelota, y no volví más. Siempre me gustó el fútbol y estuve pendiente de cómo les iba a los nacidos en Olavarría: el Tero Di Carlo, los hermanos Hugo y Abel Alves, el Bocha Porté, Sergio Mandrini, Bernardo Ragg...
11. –¿De qué equipo sos hincha y quién era tu ídolo?
–De Independiente y mi ídolo es Bochini, obvio. Mi viejo y mis hermanos eran de River, pero yo me hice del Rojo por un empleado de la farmacia. Cada vez que veníamos a ver fútbol a Buenos Aires íbamos al Monumental; la primera vez que me trajeron a ver a Independiente fue un partido con Argentinos: se llovió todo y se suspendió. ¡Increíble la mala suerte! En el 94 vine con amigos de Olavarría la tarde que Independiente salió campeón ganándole por 4–0 a Huracán, fuimos a la popular visitante, donde había una reja que separaba a los hinchas. Y la campaña de Gallego de 2002 también la viví bastante de cerca, ya viviendo acá y trabajando en TyC Sports como cronista del noticiero.
12. –¿Hoy te hacés mala sangre cuando pierde?
–La última gran mala sangre que me hice fue cuando estuvimos en el Nacional B, después fui perdiendo el entusiasmo por el fútbol por varios motivos. Me alegra cuando le va bien a River, por mis hermanos y por mi hijo Emiliano, que también es de River. Y por mi viejo, que ya no está, pero le gustaba mucho.
13. –¿Por qué perdiste el entusiasmo?
–Me irrita el poco respecto hacia el deportista que hay en las canchas, no me banco la puteada del hincha al jugador. No me hace bien y no la comparto. No entiendo cómo un hincha putea a un jugador de su propio equipo. Esas cosas me fueron cansando, como también el tema de la seguridad y toda la logística que había que considerar para ir a la cancha: salir dos horas antes, si llevaba o no billetera, cómo iba, cómo volvía, toda una movida de 6 horas. Y después perdí el fanatismo con los desastres dirigenciales, hablo del fútbol en general, y que no pase nada.
14. –¿Trabajaste de algo antes de ser periodista?
–Entré a los 19 años a El Popular, el diario de Olavarría, en la parte administrativa. No tenía claro qué era lo que quería ser, empecé a estudiar comunicación en mi ciudad y dejé a los tres meses. Era un laburo piola, porque salía a las 3 de la tarde y eso me permitió empezar a hacer algo en periodismo en una FM local y luego en Canal 5 de Olavarría.
15. –¿A quién tenías como referente?
–Crecí escuchando a Víctor Hugo, me encantaba su forma de relatar, y también “Sport 80”, la tira deportiva. Los domingos en casa se escuchaba a Víctor Hugo y se esperaba a la noche para ver los goles en “Todos los goles”, con (Marcelo) Araujo y (Fernando) Niembro.
16. –¿Cuál fue tu primer laburo en periodismo?
–Un programa de radio en una FM de la ciudad, auspiciado por un boliche llamado Spaghetti. Eran dos horas los sábados, charlábamos de lo que había pasado la noche anterior, contábamos qué fiesta se venía, pasábamos música. Un tiempo después hicimos un programa en el canal de Olavarría llamado “Noni Noni”. Iba martes y jueves en vivo a las 11 de la noche, también bancado por un boliche. Yo era el notero, y apuntábamos a los pibes del secundario, pero rompió esa barrera, se hizo muy popular y a partir de ahí se generó un vínculo con la gente del canal, y surgió la posibilidad de hacer algo con el deporte. Lo primero que hice fue básquet. De chico, era de los que relataba cuando pateaba penales en la puerta de casa, esas cosas de pibe futbolero, pero nunca lo sentí para decir: “Uy, esto es lo mío”.
17. –¿Te acordás del primer partido que relataste?
–¡¿Cómo no me voy a acordar?! Me dijeron de hacer una prueba en un partido de básquet del ascenso entre Estudiantes de Olavarría y Gimnasia y Esgrima, con Juan Pablo Villeres de comentarista. Terminó el primer tiempo, me acerqué a la combi, pregunté qué les había parecido el relato, y ahí me dijeron: “Lo estamos tirando al aire ahora”. ¡Guau! Eso fue en 1992, ahí arranqué.
18. –¿Y el vóley?
–Empecé al poco tiempo, con las chicas de Racing de Olavarría. También hacía el básquet de Estudiantes y en algún momento el fútbol de Independiente, todos de mi ciudad. A la distancia, veo que Olavarría me sirvió como pretemporada y para terminar de decidirme y moldearme. Fueron 4 o 5 años en los que me cagaron bastante a palos, porque en un momento decidí venir a estudiar a Buenos Aires al Círculo de Periodistas y viajaba todos los fines de semana a Olavarría para relatar. Son 360 km, 5 o 6 horas de viaje en micro, me iba los viernes o jueves, porque a veces me tocaba relatar los jueves, llegaba los lunes a la mañana acá, justo para cursar.
19. –¿Por qué viniste a estudiar a Buenos Aires, si ya trabajabas en tu cuidad?
–Cuando sos del interior, si querés estudiar algo, por lo general te tenés que ir. En Olavarría había pocas carreras para seguir: maestra jardinera, maestro de grado, educación física, ingeniería, y poco más. Tardé en decidirme, porque tenía laburo y vivía tranquilo pero... por otro lado, necesitaba saber qué pasaba conmigo. Me daba cuenta de que relataba más o menos bien, pero era todo un poco amateur, nunca había hablado con alguien que me dijera “es por acá”, o “mejorá esto”. Los comentarios eran de mi familia, de mis amigos o de los vecinos.
20. –¿Cómo te decidiste?
–Fui a hablar con Fatiga Russo, el ex jugador de Huracán, que se había quedado a vivir en Olavarría. El me contactó con Quique Sacco, que es de Bolívar. Tomamos un café, le conté mi situación, y él me aconsejó que viniera a estudiar a Buenos Aires, que era necesario. En esa época, TN pasaba fragmentos de los partidos de básquet en su sección de polideportivo y los mandaban con el relato del canal de origen, así que ahí salía un minutito los fines de semana. “Si lo quiero hacer en serio, tengo que ir a Buenos Aires”, pensé, escuchando el consejo de Sacco, y en 1995 vine a estudiar al Círculo. Fui conociendo gente y animándome a encarar. Con lo tímido que soy, me resultó muy complicado, pero no me quedaba otra.
21. –¿A quién encaraste?
–Al primero fue a Víctor Hugo, me acuerdo. Venía en short, de jugar al fútbol 5 con mis hermanos, y de golpe se bajó Víctor Hugo de un taxi. Pensé: “Si no lo encaro ahora, no lo encaro más”, y fui de una, así como estaba. Me presenté, le comenté dónde trabajaba y dónde estudiaba, y le dije que me gustaría que escuchara algún relato mío, sin ningún compromiso. Y Víctor Hugo, un crack: me dijo que le dejara el material en la radio, lo llevé, y al poco tiempo me llamó su productora para hacer una prueba. La di y no me volvieron a llamar, pero eso es otra cosa.
22. –¿Con qué compañeros cursaste y qué docentes te marcaron?
–El gran amigo que me dio el Circulo es Diego Sagardía, ex Olé, de Olavarría como yo. Es casi un hermano, uno de los que me cuidaba en el hospital cuando me daban la quimio. De los docentes, Walter Vargas, que me hizo atractiva una materia como boxeo, que no me gustaba, También aprendí mucho con el Negro Lencina en básquet.
23. –¿Tu primer trabajo en Buenos Aires?
–En Radio Provincia, hacía campo de juego en las trasmisiones de básquet. También hice prensa de la Federación de Bochas. El salto lo di gracias a José Jozami, que fue el que me dio la gran mano en todo esto. Un fenómeno, José. Yo venía relatando TNA (Torneo Nacional de Ascenso) en Olavarría. En la temporada 1995/1996 Estudiantes llegó a la final con Obras, y entonces la final ya no la transmitía Canal 5 sino TyC Sports. La gente de TyC Sports viajó a Olavarría y yo, de puro caradura, llamé al hotel Savoy, donde se alojaban, y pedí que me pasaran con Jozami. Me atendió y me dijo que nos veíamos en la cancha. Cuando terminó el partido me acerqué y José ya se iba. Me preguntó dónde estudiaba, le conté que en el Círculo y me dijo: “Yo vivo a la vuelta, en Tucumán y Callao, anotá mi teléfono y nos vemos en Buenos Aires”.
24. –¿Te atendió?
–Sí, y cuando nos vimos le llevé un VHS con mis relatos de vóley y algunas notas que había hecho y me dijo, me acuerdo textual: “El vóley está bueno, el básquet también, en el fútbol hay mucha gente”. Se generó un vínculo, nos veíamos seguido, y en noviembre de 1997 me dijo que había una chance para hacer algo en TyC Sports. Me llamaron para hacer una prueba con un partido de vóley de varones. Fue un martes, y después de relatar en el estudio, me dijeron que me iban a llamar. Descreí un poco, pero esa misma noche me llamó el productor y me dijo: “El domingo arrancás”. Jugaban Obras de San Juan contra Regatas de Mendoza, el clásico cuyano, en Mendoza.
25. –¿Te temblaron las piernas?
–Fue muy fuerte. Corté y llamé a mis viejos, y no pude evitar el llanto. Me recibía en diciembre de ese año y ya le había dicho a mi viejo: “Me recibo y bancame en lo que puedas seis meses, que veo qué pasa, y si no aparece nada, vuelvo”. Y de golpe salió esta tremenda posibilidad. Lloré mucho cuando me lo dijeron, como lloré varios años después en diferentes momentos de mi vida.
26. –¿Sos de lágrima fácil, no?
–Después del cáncer hay una tecla que se activó en mí que no estaba tan activa, me he vuelto muy sensible.
27. –¿Cómo te fue con ese debut en Mendoza?
–Era un clásico que venía bastante picante, y encima duró como tres horas, fue eterno, una locura. Para mí era todo absolutamente nuevo, desde lo económico al traslado, desde el hotel donde parábamos a la manera de trabajar, pero me sentí muy acompañado por todo el equipo de laburo. Me ayudó mucho Quique Edelstein, el comentarista. También el productor Lucho Beneito. Estaba muy nervioso, al principio atado y un poco condicionado. Me cayó la ficha cuando dos horas antes del partido me llamó el Tano Zangara, periodista de Olavarría de gran trayectoria, para hacerme una nota. Por suerte, en la trasmisión me sentí muy contenido, tanto en lo profesional como en lo humano. Relaté ese partido y los siete que quedaban hasta fin de año porque Jozami no podía estar.
28. –¿Y después?
–Llegamos a diciembre de 1997, la liga de vóley entró en receso y el productor me dijo: “Hay una chance para hacer beach vóley en Villa Gesell”. Nunca lo había hecho, pero me animé. Después hice un casting para básquet y quedé, y ahí empecé a tener esas primeras confirmaciones que buscaba. Alternábamos con José en vóley, y por esas cosas del fixture me tocó relatar la final de Ferro de Hugo Conte y Waldo Kantor contra Luz y Fuerza de Necochea, en Necochea. Un equipo de pibes contra otro de mucho recorrido. Jozami relató el viernes, a mí me tocó el domingo y había pocas chances de que se diera el título ese domingo. Pero se dio y me salió un muy buen cierre de partido. “La luz de unos pibes y la fuerza de una ciudad”, dije algo así, y pegó y me sumó muchos puntos. Después se fue dando todo con naturalidad, porque una vez que estás adentro de un canal, se hace todo más sencillo: empecé en “Vóley de Primera” haciendo notas, luego en el programa “ABCdiario”, y se fueron sumando cosas.
29. –¿En esa época ya relatabas como ahora, poniendo mucho énfasis en lo emocional?
–Sí, sí, a las chicas del vóley de Racing de Olavarría les ponía sobrenombre, ese era mi estilo. También tenía que ver con relatar a Estudiantes y Racing, los equipos de mi ciudad, que yo quería que ganaran, entonces me involucraba emocionalmente. En TyC Sports, al principio, lo hacía con el freno de mano puesto y de a poco me fui soltando. Pero en un momento también me lo cuestioné, le ponía cierta resistencia a hacer lo que sentía, que era divertirme, fallar, errar, emocionarme, jugar con muletillas, apodos y tonos. Y en un momento dije: “Ya está, es lo que siento, lo que me sale, no me cuestiono más”.
30. –¿Relataste fútbol en TyC Sports?
–Hice algunos partidos y participaba en el programa El Nacional. Iba a la cancha con una cámara o dos, y salía un minuto. Así estaba armado el programa, eh, no me quejo.
31. –¿La pasaste mal en alguna cancha?
–Me robaron en la cancha de San Telmo, un día de semana a las dos de la tarde. Íbamos a hacer un móvil con el camarógrafo, el productor y un asistente, bajamos por la calle equivocada, ya en la isla, y nos aparecieron 10 o 15 pibes con armas en una calle sin salida y nos sacaron todo menos el auto: cámara, trípode, billeteras, remeras, ¡hasta los zapatos! Como eran varios pibes, cada uno se quería llevar algo. Se estaban por ir y uno me dijo “dame tus zapatos”. Terminé haciendo el móvil con las zapatillas del arquero suplente de San Telmo y por adentro yo decía: “La puta madre, alguno que está en la cancha viendo el partido tiene mis zapatos” (risas). Al final, el médico de San Telmo me llevó a casa en su auto, descalzo… porque le tuve que devolver las zapatillas al arquero suplente.
32. –¿Te putearon alguna vez en partidos de básquet o vóley?
–En algún partido se puso algo heavy. Recuerdo un Argentino de Junín y Ciclista, en el TNA. También en La Unión de Colón (Entre Ríos), que me vino alguno a putear, pero son pocas veces. En la final Rojas–Bolívar de vóley, también me han dicho algunas cositas. Por supuesto, en esos casos no reacciono, me la tengo que comer y punto. Si da para hablar, hablo, pero si vienen 15 o 20, calladito. Ahora ya no pasa, recibo amor todo el tiempo, está re bueno eso.
33. –En la ceremonia inaugural de tus primeros Juegos Olímpicos (Beijing 2008) te pasaste 45 minutos llorando. ¿Verdadero o falso?
–Verdadero. Recontra lloré, había 100 mil personas mirando esa maravilla in situ y yo era una de esas, no lo podía creer. Son esos momentos en que se te viene a la cabeza todo el recorrido: desde el diario El Popular hasta el casting en TyC Sports. Ese día no tenía que cubrir nada, sólo había ido a mirar.
34. –¿Sentís que te costó mucho ganarte un lugar, o no tanto?
–Mi camino fue de cero lobby, cero contacto, viniendo de Olavarría. Desde ese lugar la remé, creo que cualquier flaco del interior la rema en todos los ámbitos: es un cambio muy grande para la cabeza venir a una ciudad como Buenos Aires. Acá por ahí en el colegio tenés un compañero cuyo padre es amigo de alguien en Canal 9, por darte un ejemplo. Yo no conocía a nadie, y desde ese lugar se hizo duro.
35. –¿Cuándo se inicia tu vínculo más cercano con los jugadores de básquet?
–El primer torneo que cubrí fue el Mundial de Japón 2006. Hubo cosas que me sorprendieron. Recuerdo que en la previa fui a cubrir un amistoso a Obras contra Nueva Zelandia. Cuando me iba, me crucé a Oberto y me dijo: “¿Vos vas a Japón por TyC Sports? Vas a laburar tranquilo”. Me sorprendió que me dijera eso sin conocerme. Y a partir de ahí se fue dando un vínculo lindo con la generación dorada, trabajar con ellos era un placer. Mi relación más fuerte es con Carlitos Delfino, con Fabricio tengo buena, también con el Yacaré Kammerich y Paolo Quinteros, el Chapu ha sido un grande conmigo. Con Manu y Luis se da otro tipo de vínculo, de respeto y de laburo. Y después vinieron los otros chicos desde Londres 2012: Campazzo, Laprovítola...
36. –¿A Oveja Hernández lo conocías?
–Sí, sí, era al único que conocía, porque había dirigido a Estudiantes de Olavarría. Tampoco nos frecuentábamos, eh. El vínculo se afianzó con la selección, tomando café en algún viaje, charlando en algún hall. Tengo buen vínculo con sus hijos, también, que son mellizos.
37. –¿La primera vez que te quebraste en vivo?
–En el Preolímpico de México 2015. No lo pude manejar, me re quebré por toda la locura que era la zona mixta, porque la clasificación a Río se dio ganándole al local con 20.000 hinchas en el estadio, habiendo perdido dos días antes con el mismo rival, con Manu afuera como espectador. Empecé a entrevistar a Oveja y me di cuenta de que yo estaba más emocionado que él. “Es la primera vez que el entrevistado tiene que consolar al periodista”, me dijo (risas), después vino el Chapu y me abrazó, y Facu (Campazzo) me dijo “me vas a hacer llorar”. Al otro día me lo critiqué un poco, sentía que me había salido de mi lugar profesional, pero cuando llegué a Ezeiza, el remisero me dijo: “No me pude dormir hasta la madrugada de la emoción que me transmitieron”. También recibí comentarios de ese tipo y me di cuenta de que cuando a la gente le pasa lo mismo que a vos, está bueno, es el camino.
El primer quiebre
38. –¿Y cuándo nació el vínculo con los de vóley?
–Es más natural con los del vóley, porque cuando yo relaté a Hugo, Facundo iba a la cancha con 10 años. A ellos los vengo relatando desde que arrancaron la Liga, tuve más continuidad, en básquet arranqué a relatar la liga en 2014, antes hacía TNA.
39. –¿Cuál es la clave para tener una relación cercana al jugador pero al mismo tiempo no ser cholulo?
–El respeto es clave. Yo soy tímido, me cuesta pedir una nota, siento que los estoy jodiendo. Cuando los entrevisto, los hago desde un lugar de respeto y aprendizaje constante. Y desde entender que hay una cuestión laboral y un cariño especial al mismo tiempo, no son incompatibles. Yo nunca tuve el teléfono de Scola, por ejemplo, pero siempre supe que cuando necesitara la nota con Scola, Luis iba a estar ahí. Lo mismo con Facu (Campazzo) o tantos otros. Lo que más me cuesta en mi laburo es cerrar una nota, siento que estoy jodiendo, no me gusta.
40. –¿Y cómo hacés después de esos momentos de festejos para criticarlos, si tienen una mala actuación?
–Trato de ser respetuoso siempre, porque los deportistas esperan eso, que haya respeto. Después, la confianza me permite saber que a la hora de la entrevista va a haber un buen clima, a pesar de una derrota o de un momento duro, como cuando Scola jugó su último partido. Era un momento feo para hacer la entrevista, pero periodísticamente valía mucho.
41. –¿Está bien que el periodista sea amigo del protagonista? Los manuales dicen que hay que mantener cierta distancia.
–Hoy, en 2021, eso de la distancia, atrasa. Uno puede ser amigo de un técnico y hablar con educación y también criticarlo y el técnico también va a entenderlo. Si el vínculo se da naturalmente y no forzado, bienvenido.
42. –¿De quiénes te sentís más amigo?
–Cabeza Delfino es muy amigo. Con Hugo (Conte) hablo muchísimo. Tengo un vínculo especial con el Yaca Kammerichs, con el Tortu Deck, soy muy amigo de Javier Filardi y de Hernán Pesci, del vóley, y tengo una gran relación con Hernán Ferraro, el entrenador de Las Panteras. Con ellos puedo hablar o verme fuera de los partidos.
43. –¿Cómo manejás el equilibrio, en vivo, entre la emoción y lo periodístico? Imagino que tampoco te gustará que se te encasille sólo como alguien que hace emocionar al público.
–En 2015 lo pensé y me lo replanteé, pero después ya no, dejé que fluyera, que se diera naturalmente. Creo que todos tenemos un costado emocional muy fuerte, algunos lo podemos sacar más fácil y otros no lo sacan nunca, pero lo tienen.
44. –De la sensación de que sufrís las derrotas y disfrutás las victorias a la par de los jugadores, ¿está bien que sea así, o conviene no involucrarse tanto?
–A mí me pasa eso cuando juega la selección, porque están representando a la Argentina, y porque hay gente que quiero a la que me gusta que le vaya bien. Me enoja que una selección quede eliminada, porque nuestro laburo también depende de los resultados. Uno trabaja siempre con el mismo profesionalismo y responsabilidad, pero el laburo no se refleja igual si a una selección le va bien o si le va mal, vamos a ser sinceros. Se observa de otro modo, luce de otro modo. Y se puede trabajar mejor también. Lo vivo así, los protagonistas lo saben, y eso está re bueno para mí, porque me suman a las alegrías de las victorias.
45. –Algunos colegas dicen: “Yo no soy hincha de la selección, soy periodista”. Imagino que no coincidís.
–Para nada coincido. Yo soy hincha de la selección por todo lo que genera la selección en la gente. Es un sentimiento. Además, detrás de una gran actuación de la selección suele venir una competencia local más fuerte y un deporte más practicado. Siempre voy a querer que le vaya bien a la selección.
46. –”Las manos de todos los pibes arriba”. ¿Cuándo y por qué surgió?
–No recuerdo cuándo, habrá sido hace unos 10 años, creo que habré escuchado a Pablito Lescano y se me ocurrió. La metí un día y re pegó, en un ambiente donde todo es “uh, qué gorrazo”, o “uh, qué bloqueo” o “uh, qué muro”. Ese latiguillo no era del vóley y pegó.
47. –En la vida cotidiana, en los asados con amigos, ¿sos de pegar un grito medio sacado de repente?
–No, no (risas), soy tranquilo. Por ahí en el canal jodo un poco por los pasillos con algún latiguillo y los pibes se cagan de risa.
48. –¿Cómo vivieron tus hijas este boom que se generó con tu relato del vóley?
–Creo que es la primera vez que tomaron conciencia de por qué su papá falta 40 o 50 días en sus vidas. Tienen 11 años, y un par de veces vieron el partido en el colegio, entonces los compañeros les comentan. O los padres de sus amiguitas les dicen algo. Les da bastante pudor, también están en una edad especial con la vergüenza.
49. –¿Cómo hiciste para terminar festejando en el podio con los chicos del vóley?
–Después del triunfo contra Brasil, bajamos del pupitre con Hugo y llegamos a un lugar al que en teoría no deberíamos haber llegado, porque era pasando la zona mixta. Pero bueno, había terminado la competencia, era todo euforia y nos fuimos mandando, nadie nos paró, quedamos a unos 15 metros del podio, algún pibe me empezó a llamar, luego se sumó uno del cuerpo técnico, me fueron empujando, vino Solé y me colgó la medalla y me quedé saltando con ellos. “Esto también es tuyo, gracias por bancar”, me decían los pibes. Todo muy loco. Fue un minuto o dos, algo efímero en tiempo pero que será eterno en mi recuerdo.
El podio del vóley, 2021
Bronce del Vóley Argentino.
— JoseMontesano (@JoseMontesano) August 7, 2021
fue 3-2 a Brasil
¿ Saben lo qué significa?
Es único. Inimaginable. Hermoso
Disfruten Pibes es de uds.
Que linda sorpresa nos dió la vida.
Una ilusión que se hizo realidad.
Gracias de corazón ❣️ pic.twitter.com/6mfjeYYiqB
50. –¿Te trajiste la medalla?
–Nooo (risas), cuando me empecé a ir me di cuenta de que me llevaba la medalla de Solé, así que me la saqué y se la devolví.
51. –¿Viste alguna vez a un periodista en un podio olímpico?
–La verdad que no, nunca vi a nadie que no fuera de la delegación en un podio. Y pensar que cuatro años antes estaba tirado en el hospital, fusilado por la quimioterapia. Por eso, cuando bajé del podio dije: “listo, me puedo morir tranquilo”. Indefectiblemente, en ese momento se te viene todo a la cabeza, “pasé por eso para llegar a esto”, algo así. Fue una linda caricia, una buena que me dio la vida.
52. –¿Son de cargarte los jugadores?
–Me joden, sí, “viejo” de acá, “viejito” de allá, “¡cómo te emocionaste, eh!”, me dicen, o me tiran algún sobrenombre para que le diga a un compañero, cosas tranquilas.
53. –¿Cómo fue la historia con Campazzo y tus anteojos?
–Me lo manoteó haciendo la zona mixta después de la semifinal con Francia en el Mundial de China, en medio de todo ese quilombo ni me percaté. Alguno de los chicos me dijo después: “Estuve a punto de arrancarte la camisa pero me di cuenta de que estabas trabajando en vivo”. Después aparecieron tatuajes de Facu con mis lentes, ja, ja, todo muy loco.
El festejo en las semifinal del Mundial China 2019
54. –Sos amigo de Hugo Conte, ¿cómo vive el éxito de su hijo? ¿Y cómo lo vive Facu?
–Es difícil comentar a tu hijo. En los Juegos de Río, Facu se dobló el tobillo en el primer set, y Hugo enseguida se fue de la trasmisión. Es muy difícil tener equilibrio, pero creo que Hugo lo logra: estos Juegos los vivió con mucha intensidad y se mostró emocionado, se quebró varias veces, y eso está bueno. Al principio, Facu no quería que se supiese que era el hijo de Hugo, pero hoy lo viven de una manera bárbara, se nota que lo disfrutan y lo comparten. A Facu le hizo muy bien irse dos años a China.
55. –¿Llegás a disfrutar en la cobertura de un Juego Olímpico o es tanto el estrés que no se puede?
–La cobertura de un Juego es única, pero también es vértigo, adrenalina, correr de un lado al otro, son 15 días en los que trabajás al palo y dormís muy poco. Y trabajando en TyC Sports tenemos que estar sí o sí donde haya un argentino, ahí no podés fallar. Los deportistas viven en la Villa y no suele ser de fácil acceso, eso es complicado también. Y en mi caso sólo veo lo que cubro, no puedo ver los Juegos completos. La previa la vivo con mucha ansiedad y nerviosismo, hasta que acomodo la cabeza. Y al terminar los Juegos te agarra una caída de tensión de 15 o 20 días, pasás de 100 km por hora a 0, y eso cuesta. Obviamente no me quejo, eh, sólo cuento cómo lo vivo.
56. –¿Tuviste dudas de ir Japón por tu antecedente de cáncer?
–Sí, les había dicho a mis hijas que, si no me vacunaban, no iba. Eso lo tenía claro. El 30 de mayo me dieron la primera dosis y viajé así, pero en la previa fue un momento de mucha nebulosa.
57. –¿Cómo te manejaste en la pandemia siendo paciente de riesgo?
–Muy mal, me encerré, no salí a ningún lado por bastante tiempo, estaba sin laburar y no le encontraba la vuelta a la situación. Encima me llevo muy mal con la tecnología, así que me costó entender el tema del zoom y ayudar a mis hijas con sus clases virtuales cada vez que venían a casa, porque me había separado hacía poco tiempo. Terminé rescatando eso: el aprendizaje con la tecnología y poder compartir muchas horas con mis hijas. Pero en los primeros meses, el encierro me liquidó de la cabeza.
58. –¿Qué fue lo que más te sorprendió de lo que generó tu relato en los últimos Juegos?
–Todo me sorprendió, porque tuvo bastante más repercusión que con el Mundial de básquet. Me di cuenta allá cuando me empezaron a pedir notas de un montón de lugares. Traté de ser lo más respetuoso posible con el canal, que es el que me mandó a cubrir los Juegos y me banca. De golpe, que apareciera tanta gente posteando cosas sobre mi relato fue fuerte: Dalma Maradona, Manu, el Patón Guzmán, la cuenta oficial del Nápoli, Luquitas Rodríguez. Lo de Ruggeri y Vignolo me sorprendió muchísimo, porque en esta profesión nadie te regala un halago, mucho más si viene de gente que trabaja en otra señal deportiva y que ni siquiera te conocen. Todo eso fue un re mimo para mí.
La emoción junto a Hugo Conte
¡¡¡A SEMIS!!!@JoseMontesano @hugoconte7#Tokio2020EnTyCSports pic.twitter.com/NtbxhtPQRg
— TyC Sports (@TyCSports) August 3, 2021
59. –¿Sabés si la actuación en los Juegos tuvo algún efecto en la práctica del vóley acá?
–Sí, sí, y eso es lo más importante de todo. Me contaron que en algunos clubes se fueron a anotar 50 o 60 pibes, eso es lo que más me alegra. Que haya más canchas, más gente que lo juegue...
60. –¿Tenés como meta relatar fútbol de primera división?
–Como meta no lo tengo, pero me gustaría, aunque como te conté antes, descreo bastante del ambiente del fútbol y no sé cuán cómodo me sentiría si cualquiera te va a insultar sin motivo. No entiendo por qué la tenés que pasar mal en una cancha como periodista, sinceramente, y no sé si estaría dispuesto a convivir con eso.
61. –¿Cuál es el deporte que más te gusta?
–El fútbol.
62. –¿Cuál es más difícil para relatar: básquet o vóley?
–El vóley me resulta más difícil: son jugadas más cortas, es muy intenso, son 20 o 30 segundos al palo, bajás un toque, y de nuevo lo mismo, no tenés tiempo para descansar entre punto y punto. En básquet u otro deporte te permitís un descanso y hablar de otras cosas. En cuanto al deporte en sí, el básquet me parece más complejo: por las jugadas de ataque y defensa y también por el reglamento. Para relatarlo es más difícil el vóley y para entenderlo es más difícil el básquet. Yo siento que a mí me calza mejor el ritmo del vóley, me siento cómodo con ese ritmo de relato.
63. –¿No se ponen celosos los jugadores del vóleibol con los del básquetbol y viceversa?
–Ja, ja, esos son por ahí comentarios de la gente, “eh, te fuiste para el vóley”, “eh, te fuiste para el básquet”, pero siempre con buena onda. Los jugadores nunca me dijeron nada, además algunos tienen muy buen vínculo entre ellos, como De Cecco con Campazzo y Laprovittola, por ejemplo.
64. –¿Qué fue más meritorio: el subcampeonato mundial del básquetbol en China o el bronce del vóleibol en Tokio?
–Le veo cosas muy similares en cuanto al camino realizado, al tiempo de preparación afuera, a que no llegaban como candidatos, a que hicieron dos torneos increíbles y a que lo lograron, básicamente, con mucha cabeza, con la mentalidad de que se pusiera enfrente el que se pusiera, los tipos le iban a jugar de igual a igual. Son dos equipos, además, que se permiten disfrutar, y eso está buenísimo. Era impensado que el básquet consiguiera resultados tan rápido después de la generación dorada y lo del vóley también fue inesperado, quizás era más lógico que lo lograran en 2016.
65. –¿Algún deportista se enojó con vos alguna vez?
–Enojarse mal, no, sí tuve algún cruce. Me pasó con Oveja por pararlo en una zona mixta en China, cuando iba a la conferencia de prensa. Yo sabía que no tenía que pararlo, se calentó, después le pedí disculpas y todo bien.
66. –¿Cómo preparás el relato de un partido de básquet o vóley?
–Tenemos un productor periodístico, con lo cual hay una parte del laburo que lo hace otra persona, pero así y todo a mí me gusta buscar e investigar. Trato de ir a los entrenamientos y hablar con los técnicos y con los jugadores, enterarme del día a día. Eso a nivel clubes. Con la selección es más complejo porque obviamente uno busca datos del rival, de cómo llega y trato de ver sus partidos.
67. –¿Cuál es la clave de un buen relato para vos?
–Que la gente entienda lo que quiero trasmitir. Es clave el golpe de vista, la voz, los tonos, los matices, la repentización. Me permito jugar con los tonos y los ritmos: voy arriba, abajo, acelero, freno…
68. –¿Cómo cuidás la voz?
–No me cuido, la verdad, incluso fumé 30 años, di bastante ventaja. Agradezco no tener problemas; si me toca una seguidilla de partidos por ahí llego mal al último, como me pasó contra Francia la última vez, después de gritar mucho contra Italia. Estaba sin voz, y me di cuenta de que no la iba a poder recuperar, ahí me agarra desesperación y me pongo fastidioso. Lo peor que me puede pasar es sentir que no voy a estar bien de la voz. Esta vez, como tantas otras, me salvó Fernando Locaso, el médico de la selección, que me enchufó un duodecadrón y la pude pilotear.
69. –¿Seguís fumando?
–No. Fumaba mucho, un atado y medio por día, pero pude dejar en 2016. Lo había intentado muchas veces hasta que Juana, una de las mellis, me dijo un día, caminando por la calle, con 5 años: “La abuela me contó que tu papá fumaba mucho y que por eso se murió... Y yo no quiero que vos te mueras, papá”. Fue una trompada a los dientes. Al otro día fui a ver Tony Kamo, el mentalista, porque un amigo había conseguido dejar de fumar con él. No toqué más un cigarrillo. Me costó un huevo, eh, pero no fumé más. Dejé el 20 de junio de 2016 y el 29 de noviembre me detectaron el cáncer. No sé hasta qué punto eso habrá tenido que ver con la explosión del cáncer, no sé.
70. –¿Tu papá murió por el cigarrillo?
–Mi viejo fumaba mucho, también dejó y a los 15 días se murió de un infarto. Increíble, ¿no? Fue en el 2000, tenía 66 años. Lo extraño, me vio poco relatando y me da mucha tristeza, porque me acompañaba mucho en mis comienzos.
71. –El peor error que cometiste como periodista.
–En un partido entre Boca y Libertad de Sunchales, la agarró el correntino Fabián Ramírez Barrios en defensa, hizo un costa a costa, se mandó una volcada tremenda y yo empecé a gritar “triple, triple, triple”. El productor del móvil me gritó: “La volcó, ¿qué triple ni triple?”. Me quería morir. Pedí disculpas, justo vino un tiempo muerto, y después me costó volver a hablar. Como te decía al principio: me castigo mucho con el error. Ramírez Barrios sigue jugando y cada vez que lo cruzo, le digo “¿qué hacés, Pesadilla?”. Pasó a ser mi pesadilla (risas).
72. –¿Nunca te dieron ganas de ir al baño en pleno partido?
–Muchas veces, sí, me he tenido que ir entre set y set, incluso en algún final de set también. Accidente no llegó a haber, pero estuve al límite.
73. –La vez que estuviste más nervioso en un partido.
–El día que me tocó volver a transmitir después del cáncer, este 30 de agosto se cumplieron 4 años. Fue un partido de vóley masculino entre Argentina y Chile, en Jujuy, clasificatorio para el Mundial. Tenía muchos nervios, no sabía si iba a poder transmitir después de nueve meses sin hacerlo, qué me iba a pasar por la garganta, qué me iba a pasar por la cabeza, si me iba a quebrar. Antes del partido me dieron la sorpresa de regalarme una camiseta, darme un abrazo cada uno de los jugadores, todos en fila, el cuerpo técnico también, el técnico de Chile, no entendía nada, no me lo esperaba. “Gracias por no morirte”, me dijo uno de los jugadores. Y después de eso relaté, me costó meterme, sentía que estaba viviendo algo irreal.
74. –¿Qué les dirías a los pibes que quieren estudiar periodismo?
–Que lo hagan desde un lugar de mucho respeto. Para con el otro y para con el trabajo. Que se animen, que vayan detrás de lo que sienten. Es una profesión difícil y no muy independiente pero que vayan detrás de una ilusión, que es lo que nos mantiene vivos.
75. –¿Quiénes son los periodistas deportivos que más te gustan?
–Víctor Hugo me marcó. Alejandro Fabbri es un referente; Mariano Closs me parece el mejor relator desde hace mucho tiempo; me gustan el Flaco Simón, Matías Martín y Daniel Arcucci; Ariel Senosiain me parece crack y lo quiero un montón; no hay uno como Gonzalo Bonadeo en los Juegos Olímpicos, hace el laburo de 20. Y me gusta el perfil de Juan Martín Rinaldi, lo respeto muchísimo profesionalmente.
76. –Lo que menos te gusta del periodismo deportivo actual, ¿qué es?
–El “yoismo” no me lo banco. “Y porque yo, y porque yo, yo, yo, y nosotros y nosotros bla bla bla”. Cuando escucho que empiezan a hablar así, cambio. Tampoco me banco la falta de respeto. Hoy parece que está todo permitido, que vale todo, y no está bien. Tampoco me gusta que no haya un mensaje en una nota. A veces hablan una hora en radio o en tv y no te dejan ni un mensaje, nada.
77. –Hay muchos periodistas que se creen más importantes que los protagonistas, exceso de vedetismo. ¿Verdadero o falso?
–Verdadero.
78. –Hay muchos celos en el ambiente. ¿Verdadero o falso?
–Verdadero. Hay ego y envidia, como en cualquier laburo, pero como el nuestro tiene mucha exposición, se nota más.
79. –¿Conociste a Maradona y a Messi?
–A ninguno de los dos. Con Diego tuvimos un único contacto telefónico al aire cuando Argentina ganó la medalla dorada de vóley en los Panamericanos 2015. Ahí Diego felicitó a Hugo por el hijo. Por Diego siento una admiración profunda, porque está ligado a las máximas alegrías futbolísticas, desde el juvenil del ‘79 hasta el ‘86 y el ‘90. Me apenó muchísimo la manera en que murió porque en un momento lo había visto muy bien. Es increíble lo que ha generado en la gente después de su muerte, como que se magnificó todavía más. De Messi creo que a nivel individual es único, ha batido todo lo que un ser humano puede batir menos ganar el título del mundo con la selección. Me encantaría poder charlar con él de otras cosas que no sea el fútbol. Nunca voy a comparar a Maradona con Messi, porque son distintos, son únicos, los dos máximos exponentes del fútbol argentino y mundial, para mí.
80. –¿Tuviste antecedentes de familiares con cáncer?
–No.
81. –¿Cómo te enteraste que tenías cáncer?
–Venía con dolores en las piernas y en el abdomen, empecé a traspirar mucho, algo rarísimo, nunca me había pasado. Me ponía debajo del aire acondicionado y traspiraba. Esto fue en septiembre, octubre de 2016, empecé con terapia, pensé que quizá se debía a la abstinencia del tabaco, porque había dejado de fumar hacía poco. Hice kinesiología, me clavaba una B12 y los dolores seguían. Hasta que, en noviembre, después de un partido que relaté entre Bahía Básquet y Gimnasia de Comodoro, fuimos a cenar y tenía tanto dolor que no pude ni comer. El día siguiente fui a hacerme una ecografía, me dijeron que no estaba bien y me recomendaron hacer una resonancia. Me la hice el lunes y el martes fui a ver a mi médico clínico, Edgardo García Espina, que fue clave, porque apretó rápido todos los botones.
82. –¿Qué te dijo?
–Me pidió un par de cosas, me vio un ganglio inflamado y me internó en el Otamendi. Me mandaron a analizar el ganglio, estuve hasta el viernes con estudios, me derivó al equipo del hematólogo Julio Pose Cabarcos y había que ponerle nombre a la situación. Fui con uno de mis hermanos y con Daniela, mi esposa, y ahí me explicó que tenía un linfoma y en un momento me dijo que tenía que empezar con quimioterapia. Cuando pronunció esa palabra, me nublé, como si me hubiera ido del lugar, no me acuerdo más nada de la charla.
83. –¿Empezaste enseguida?
–La charla fue un martes y el domingo me internaron. Era todo muy rápido, eso me asustó. El lunes me hicieron extracción de médula y empecé con tres días de quimio. A la semana fuimos a ver a Pose y me dejaba para el final, iban pasando los pacientes y seguía esperando, eso me parecía extraño. Me dijo que el linfoma era de Burkitt, más complicado de lo que parecía, y por ese motivo me harían una quimio más fuerte. “Vamos a tener que cagarte a palos”, me dijo. Y me cagaron a palos, nomás.
84. –¿Cuánto tiempo duró la quimioterapia?
–Fueron 36 sesiones en total. Iba una semana a internarme, ahí te tienen las 24 horas conectado a una especie de suero durante varios días, volvía dos semanas a casa y otra vez a internarme. Así durante siete meses.
85. –¿Qué sentías?
–Que no tenía fuerza, que no podía dominar mi cuerpo. Hacés todo en slow, sentís que no vas a poder. A mí me dolía muchísimo la cabeza. Es una cagada, la verdad. Trataba de salir a caminar una o dos cuadras y me costaba un montón. Un par de veces me descompensé mal: no paraba de vomitar y sentía que la cabeza me explotaba. Me pasó de caer a la guardia a las 2 de la mañana y tener que quedarme internado. La quimio no sólo te liquida físicamente, sino también mentalmente. El tema es que yo tenía un 90 por ciento de la médula comprometida, me tenían que meter quimio para que llegue a la médula y para eso me dieron la peridural, un pinchazo en la columna, eso también fue heavy.
86. –¿Comías?
–Ese es otro quilombo, porque en un momento tenía la boca llena de ampollas, tenía llagas hasta en la garganta, entonces casi no podía hablar y comía solo cosas líquidas. Una situación que me avergonzó muchísimo, y me hizo sentir muy mal, fue un día que me bajé de un taxi, di un paso para subir al cordón, me patiné en un charquito y me caí. Horrible.
87. –¿Cómo les contaste a tus hijas?
–No era sencillo, las mellis tenían seis años. Jamás les nombré la palabra cáncer, porque tampoco iban a entender, sí que tenía algunos problemas de salud. Nunca fueron a la clínica a verme, eso estaba charlado con Daniela. A mí no me importaba estar pelado, pero sí me preocupaba qué les iba a decir a las chicas. Cuando se me fueron cayendo los mechones, mi hermano me rapó al ras, y les expliqué que hacía mucho calor y que estando sin pelo me iba a sentir mejor, más fresco. Pero un día, cara a cara con Catalina, me dijo: “Papi, ¿por qué tenés sólo tres pelos en la ceja?”. Me mató. Ahí le expliqué que estaba tomando una medicación que producía eso, pero sin detallar demasiado.
88. –Por como se te ve en la tele, me imagino que habrás llorado mucho en esos meses.
–Lloré muchísimo, sí, pero trataba de no quebrarme delante de mis hijas. Y jamás les dije que me podía morir. Ahora sí les cuento que tuve cáncer, pero no sé si lo terminan de entender, tienen 11 años. Igual, lucho por eso, por hablar del cáncer cuando puedo, por ponerlo sobre la mesa. Con su nombre, sin esquivarlo.
89. –No te gusta cuando dicen que alguien murió de “una cruel enfermedad”, ¿no?
–Es una boludez no nombrarlo, como algunos que se tocan el testículo o el pecho izquierdo. Entiendo que la palabra “cáncer” es sinónimo de muerte, pero me resulta increíble que en 2021 no se lo nombre como corresponde y se evite hablar del tema. La única manera de salvar vidas ante el cáncer es agarrarlo a tiempo, las veces que se puede, obviamente. Hay que generar conciencia, debe haber mayores controles.
90. –¿Cuál fue el momento más difícil para vos?
–La primera vez que me hablaron de la quimio caminé siete cuadras sin parar de llorar, sentía que me iba a morir, que aunque me dijesen lo que me dijesen, nadie me iba a sacar de la cabeza que me iba a morir. Después vinieron unos días en los que no podía hablar con amigos. Mandé a mis hermanos a que se lo dijeran a mi vieja. Las fiestas de fin de año fueron muy fuertes: yo salí de una quimio el 31 de diciembre a las 7 de la tarde y al otro día estuve con las nenas y no sabía si era el último comienzo de año que pasaba con ellas. En la Nochebuena tenía dolor, no podía caminar y lo trataba de disimular. Hubo un día, en febrero de 2017, que no tenía más ganas de nada, que sentía que no la podía remar más, estaba todo muy oscuro, negro. No quería hablar con nadie, me sentía muy débil de cuerpo y de cabeza. A veces es difícil dejarte ayudar cuando tenés cancer, porque te encerrás. Es un cimbronazo, un tsunami que te vuela la cabeza.
91. –¿Fuiste a terapia?
–Sí, y me hizo muy bien, desde lo profesional y lo humano. Creo que es necesario para un paciente con cáncer tener ayuda psicológica. Ese día que no podía más fue un viernes, te lo cuento y me pongo mal, porque se me vienen los recuerdos. Había quedado en ir a comer con mi hermano y no tenía ganas. Me tocaba terapia y el psicólogo me dijo ese día: “O sigue o se queda en el sillón de su casa, y en ese caso ya sabe cuál será el resultado”. Y ahí pude accionar. Estaba recontra oscuro, no veía nada de nada, pero accioné (se emociona).
92. –¿Qué te hizo accionar?
–El psicólogo me hacía ver todo el amor que recibía de mis hijas, de mi familia, de compañeros de trabajo, el afecto, la contención. Son momentos de transformaciones: de una semana a la otra tu cabeza y tu físico cambian mucho y uno se recluye. Pero empecé a permitirme que me vieran así como estaba. Una vez, estando internado, quería salir porque mis hijas empezaban segundo grado, y me puse como obligación estar con ellas ese primer día. Salí del Otamendi un domingo a las 8 de la noche, no me sentía bien, pero el lunes le puse un montón de huevos, pasé a buscar a las mellis y fui con ellas al colegio. Mis hijos fueron mi segunda quimio, los que me invitaron a no dejarme caer. Emiliano, mi hijo mayor, se quedaba la noche conmigo en el Otamendi, durmiendo a mi lado. Mis hermanos también, el Pelado Sagardía fue otro. Había un grupo que era “Los enfermeros” y se quedaban a pasar la noche conmigo, iban rotando. Yo les decía que se fueran, pero no me daban ni bola. Se preocupaban porque no me cayera a la madrugada si iba al baño, porque la quimio te hace orinar bastante. Más allá de la medicina y los médicos y las enfermeras, me sostuve en todo ese amor.
Día del padre, en pleno tratamiento
Gracias por hacerme tan feliz en la vida. Por ayudarme y ser mi mejor remedio en este día del padre. Emi, Juana y Cata los amo son lo + pic.twitter.com/uuz8pSRBQa
— JoseMontesano (@JoseMontesano) June 19, 2017
93. ¿Cómo lo llevó tu mamá?
–Mi vieja Delia tiene 92 años y es una persona de mucha fe y me lo demostró. Vive en Olavarría pero se subía a un colectivo o al auto de cualquier amigo y venía a verme, estaba siempre. Me mostró una fortaleza que no le había visto antes. Con ella hablaba de igual a igual, no le escondía nada. A mi médico, también le pedí que me dijera siempre la verdad. Con los días empecé a percibir algo extraño, y se lo dije al psicólogo: “Siento que hay un montón de gente que me está brindando amor como debe recibir la gente muy querida que se muere”. Sentía como si estuviera en mi propio velorio, era muy loco para mi cabeza. Al principio me había puesto a averiguar bastante en internet sobre la enfermedad, vas googleando, pero en un momento la corté porque no está bueno. Me puse en las manos de los médicos y dije “será por donde digan ellos”. Llegamos a hablar de autotrasplante de médula, era el as que me quedaba en la manga por si fallaba la quimio.
94. –¿Te visitaron deportistas en el sanatorio?
–Visitarme no, sí me mandaban muchos mensajes: Hugo (Conte), Carlitos (Delfino), Julio Velasco me mandó un mensaje desde Italia contándome que su hija había podía superar un cáncer similar al mío y que tenía que ser fuerte porque el mundo del vóley me estaba dando su amor. También me hablaron el Chapu, Leo Gutiérrez me invitó a su despedida en Mar del Plata pero yo no podía ni caminar. Y Oveja me dejó un mensaje el 1° de enero de 2017 a las 2 de la madrugada diciéndome que yo iba a poder, como había podido con un montón de situaciones, que tenía que ir para adelante. Lloré mucho al escucharlo, me pegó de manera especial. Y también quiero destacar cómo se portó el canal: 200 mil puntos. Me acompañó, me cubrió todo, me dio amor, fue todo buenísimo. Y mis compañeros de laburo donaron sangre y estuvieron siempre cerca. Son todas cosas muy importantes.
95. –¿Hubo algún mensaje inesperado?
–Un día me habían dado muy bajos los glóbulos blancos y tenían que inyectarme en la panza. Fui a Medicus, era uno de esos días en que veía todo recontra oscuro, y mientras esperaba las inyecciones me entró un mensaje del Lagarto Fleita, con quien no había hablado nunca, pero del que sabía que había superado un cáncer de testículos. Era un mensaje de voz en el que se presentó y luego me tiró un mensaje de recontra energía y de oración: “Vamos a estar acompañándote y vamos a rezar, pero ahora el que tiene la pelota sos vos. Después, la pelota puede pegar en el palo y entrar o pegar en el palo y salir”.
96. –¿Te cambió en algo el cáncer en el día a día?
–La verdad es que me sigo haciendo mala sangre por muchas pelotudeces que no tendría que hacerme. Trato de bajar un cambio: a veces lo logro y otras, no. Intento disfrutar más tiempo con la gente que quiero. Y aprendí a valorar muchísimo al personal de salud, a las enfermeras que me atendieron las paso a saludar, entendí la importancia de la función de cada una, comprendí lo que significa acompañar y recibir amor en ese momento. Lo de los médicos y la medicina es indiscutible, pero el amor tiene mucha importancia. Eso sentí yo, al menos. Te pongo un caso: Daniela Rodríguez, secretaria de la Asociación de Jugadores de Básquet, es una chica a la que quiero mucho, le digo que es mi ángel de la guarda. Tuvo mil quilombos de salud y me hablaba del amor, de lo espiritual, de lo que me iba a pasar. Un día me vino a ver al Otamendi a las 7 de la tarde, cuando venía de hacerse una punción por un cáncer dos horas antes. Muy fuerte. En eso sí me cambió el cáncer: siento la necesidad de ayudar.
97. ¿Cómo ayudás?
–Hablando del cáncer, dejando un buen mensaje, estando cerca del tipo que lo sufre y necesita hablar con alguien. Por ahí, si algún conocido me dice “¿por qué no le mandás un mensaje a Fulanito, que tiene cáncer, o que su mamá está pasando por esto”, le envío un mensaje o le hablo. O escribo por redes sociales. Trato de estar cerca, les digo que se dejen ayudar, que se permitan recibir amor, es una manera de transitarlo desde un lugar más tranquilo y más sano, se hace más liviano todo. Después, como me dijo Fleita, “la pelota puede dar en el palo y entrar o dar en el palo y salir”, pero que ese transitar no sea el de cerrarse, porque cuando ocurre eso, es muy triste y todo lo que viene es negativo y oscuro.
98. –¿Sentís que el cáncer es un tema ya superado o te genera cierta psicosis, como con la inundación?
–Tal cual, es como la inundación. Mirá: ir a los primeros controles me daba mucho cagazo. El primer año es complicado, además no coagulaba bien. Yo había recibido mucho corticoide por el dolor, así que mi cuerpo estaba deformado, lo sentía distinto. Hoy, los controles forman parte de mi vida, cada seis meses me hago el de sangre y cuando apareció algún dolor me mandaron a hacer una tomografía. Presto mucha atención a cualquier dolor o síntoma extraño y en ese caso llamo enseguida a mis médicos.
99. –Me hablaste bastante de tus mellizas pero no tanto de Emiliano, que por lo visto les lleva unos cuantos años.
–Emiliano tiene 30 años y apareció en mi vida a sus 17 años. No sabía de su existencia hasta que un día, en 2009, me llamó a casa una abogada de Olavarría para pedirme mis datos de filiación y decirme que tenía que hacerme un ADN porque había una mujer que decía que había tenido un hijo conmigo. Nos hicimos ambos el ADN y dio que éramos padre e hijo. El día que me dieron el resultado, le mandé un mensaje, hablamos y nos juntamos el 18 de julio de 2009 en Buenos Aires. No sabía qué podía resultar de ese encuentro, me dio mucho cagazo, la verdad. No sabía con qué individuo me iba a encontrar y cuáles serían sus expectativas. Conocía historias de padre e hijo similares a esta que no habían podido construir nada.
100. –¿Cómo resultó?
–Muy bien. Emiliano me la facilitó toda, lo único que trajo fue amor y buena onda, nada de resentimiento, nada de bronca. Me encontré con un gran pibe y de a poco pudimos ir construyendo un vínculo. Enseguida me dijo que quería llevar mi apellido y le contesté que por supuesto que sí, hoy lleva mi apellido y el de su madre. A los 18 años vino a estudiar a Buenos Aires y eso fortaleció nuestra relación. Lo curioso es que nos juntamos por primera vez el 18 de julio, el 19 se volvió a Olavarría y el 20 mi mujer me mostró un evatest positivo. Nosotros veníamos haciendo un tratamiento de fertilización, pero habíamos frenado en los últimos meses. Y al poco tiempo, en la primera ecografía, nos avisaron que eran mellizos. O sea: pasé de 0 a 3 hijos en unos días (risas). ¡Una historia de no creer!
El homenaje de TyC Sports cuando volvió a relatar
Ficha
- José Enrique Montesano.
- Nacimiento: 23/1/1971, en Olavarría, provincia de Buenos Aires.
- Estudios: Circulo de Periodistas Deportivos (1995-1997).
- Trabajos: Diario El Popular (administrativo), FM Integración 90.1, Canal 5 de Olavarría y TyC Sports desde 1997.
- Cubrió 4 realizaciones de los Juegos Olímpicos (2008, 2012, 2016 y 2020), además de mundiales, premundiales y preolímpicos de básquetbol y vóleibol, y fútbol del Nacional B.
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