Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
La yegua que resultó más veloz que el rayo que la dejó tuerta y atormentada
Dicen que aquella tarde de septiembre de 2016 con olor a tierra mojada se hizo de noche de golpe. Que el cielo gris que se vislumbraba sobre la zona rural de Arteaga llamaba la atención de todo santafesino que hubiera visto mil y un temporales en la zona. Y por la madrugada, una tormenta eléctrica sorprendió a la manada. En medio de la oscuridad, la única luz impactante que asomó tras un estruendo fue la que bajó desde las nubes a velocidad supersónica para impactar sobre el haras Juan Antonio, en uno de los corrales, donde había una decena de potrancas. El rayo no se descargó ni en un árbol ni en los postes de los corrales, sino que viajó directo a la tierra, cerca de ellas. Dos yeguas murieron. Otra, Dormía Sola, quedó con medio cuerpo paralizado.
"Cuando amaneció y recorrimos el lugar, la potranca estaba parada al lado de los cuerpos de las otras dos. Estaba con la cabeza y una oreja torcidas, había quedado descoordinada y muy asustada. Apenas movía la mano y la pata izquierdas y de ese lado no se dejaba ni acariciar. Ya ahí nos dimos cuenta de que con un ojo no veía. Lo tenía inflamado; parecía que se le iba a estallar. Tampoco podía comer, porque tenía inmóvil un labio", describe Daniel Sesma, que fue domador y es encargado del campo desde hace 10 años. Él encabezó el grupo de atención y curaciones, y hoy es uno de los tres propietarios de Dormía Sola. En lo inmediato, hubo que sedarla para que el veterinario, Antonio Ibáñez, pudiera diagnosticarla. Cuando se le pasaba el efecto, la yegua volvía a entrar en pánico. "Cuando un animal muere por un rayo, se le pasa la mano por la piel y se le caen los pelos. Así estaban las otras. Dormía Sola tuvo que estar muy cerca, por el susto con el que quedó", amplía.
"Con todos esos problemas le costó muchísimo recuperarse. Tenía momentos en que se ponía muy nerviosa y se golpeaba contra los alambrados o las paredes del box. Pero estábamos decididos a ayudarla con todos los chicos del campo. Con el paso de los días, logramos que se tranquilizara y que aprendiera a andar sin lastimarse. En enero de 2017, la ubicamos con una generación de potrancas un año menor, para que no la pelearan ni le sacaran la comida, y entonces se sintió acompañada y terminó siendo la madrina del lote. Pero además, caminaba mucho todo el tiempo y optamos por un corral circular con tablas, así cuando llegaba a la madera no se dañaba", continúa la reconstrucción de la historia Sesma, que lleva 50 años viviendo para los caballos y gracias a ellos. Había algo más que restaurar en el camino: la vida de la potranca.
"La llevamos a la zona de boxes meses después, con la intención de dejarla para andar. Fue cuando mi hijo Nacho, que tenía por entonces 13 años, domó por primera vez a un caballo. La yegua resultó muy mansa y empezamos a notar que le gustaba correr, aunque lo hacía con la cabeza de costado. Pero se veía que tenía condiciones. Roberto [Vignati], que era el dueño y al que conozco desde hace 16 años, nos la regaló. Nos dijo que si la recuperábamos era nuestra. Así que decidimos darle una oportunidad, pero las secuelas de los ataques de nervios cada tanto le jugaban una mala pasada y el encierro lo potenciaba", narra Daniel desde Cruz Alta, Córdoba, donde vive con su familia.
Sus sobrinos pensaron en un plan B, luego de una escala en Villa María, donde Dormía Sola corrió dos veces, sin trascender. "Decidieron tenerla a box y corral, y con ese mecanismo de entrenamiento lograron serenarla bastante", asegura. Desde Arteaga, donde la yegua creció, hasta Ballesteros, el pueblo cordobés en el que hoy vive en uno de los boxes que hay en los fondos de la casa de la madre de Sesma, hay 170 kilómetros. "Está casi todo el tiempo libre, y cuando tiene hambre o ganas se mete sola en el box. Ya está canchera", comenta Daniel. Los que tomaron la posta fueron Rubén Astori, que atiende la carnicería de un supermercado, y Laureano Marchisone, uno de los policías de la localidad, que estudió veterinaria durante cuatro años. Ellos, con los que Daniel formó una sociedad, se reparten el tiempo libre para alimentarla, limpiarla, varearla y mimarla.
Ballesteros, situado a la misma distancia de la capital cordobesa, no llega a tener 5000 habitantes. Hasta hace un tiempo, pasaba el tren. Quedaron los rieles como huella. "Al costado de las vías, en una calle de tierra en la que se pasa la rastra pidiendo permiso al intendente, es donde se puede entrenarla, en una recta de unos 1500 metros", detalla Sesma. Todo bien campestre, artesanal y, sobre todo, dotado de una pasión que no se ata a los réditos. No obstante, la yegua está devolviéndoles gran parte de esa dedicación. "Era terriblemente loca dentro del box cuando vino y por eso tiene colgadas gomas de autos, para achicarle el lugar. Que se la pase caminando sigue ocurriendo, pero desde que llegó engordó bastante", añade Marchisone.
"Como andaba bien, al tiempo de que llegó, decidimos anotarla en Villa María, en una carrera extraoficial de 700 metros en noviembre de 2018, y ganó muy fácil. Al mes, porque queríamos saber si había sido casualidad o era buena, volvimos a inscribirla entre ganadores, contra caballos que habían tenido buenas carreras en Buenos Aires, para tener un mejor parámetro, y volvió a ganar cómoda. Ese día, empezamos a pensar en llevarla a Palermo", revela Sesma sobre la alazana, que va camino a los 5 años y compite con una careta que le tapa el ojo derecho, a modo de protección.
Subir la apuesta mantuvo en alza la cotización. Desde enero de 2019, la yegua fue llevada en seis ocasiones a Buenos Aires y ganó en tres, incluso la del estreno oficial, sobre 1000 metros en Palermo. Viene de vencer allí mismo las dos últimas veces y, dado que no había otra opción en las programaciones, estaba en los planes probarla a fin de mes en un handicap, una categoría superior, pero las carreras fueron canceladas al menos hasta el mes próximo, por el coronavirus. Ir y venir les cuesta no menos de 15.000 pesos. "La primera vez que la anotamos en Palermo sabíamos que era brava la carrera y nos dio una gran alegría, porque a la favorita la conocíamos de la zona. Después, se nos descarriló: tuvo algunos problemas de ovarios, propio de todas las yeguas, y hasta una de las veces que la llevamos a correr en una extraoficial se mancó porque le quedó mal el clavo de una herradura. Cosas que pasan", narra Laureano en uno de sus días libres, mientras les da de comer a los tres caballos a los que atiende. A uno de ellos también lo varea, incluso cuando les prestan una cancha circular a unos kilómetros de allí para movimientos más intensos.
El primer triunfo en Palermo
"Es nuestra obligación cuidarlos y salvarlos en casos así, y que crezcan bien. Después, si son buenos, mucho mejor. Y puede que ella sea una simple yegua, tal vez no de categoría clásica ni mucho menos, pero para nosotros es la mejor del mundo porque cuando tenía un año le ganó a la muerte", afirma Sesma. La alazana atormentada se aferró a la vida y alejó las pesadillas.
La última victoria
Otras noticias de Carreras
Por los cambios tecnológicos. Las cuatro carreras universitarias que la IA recomienda "no estudiar" para los próximos años
La Reina y el deporte. Las visitas a Wimbledon, la pasión por las carreras de caballos y el día que entregó la Copa del Mundo
El momento del impacto. Filmaba una carrera de ciclismo, la atropellaron y debió ser internada de urgencia
- 1
Polémica en Italia: el bisnieto de Benito Mussolini anotó un gol y el festejo de los hinchas encendió fuertes reacciones
- 2
El show de Luis Enrique en PSG: el entrenador se sorprendió al ver pocos periodistas en la conferencia de prensa
- 3
Racismo: las cuatro futbolistas de River siguen presas en San Pablo y podrían pasar Navidad tras las rejas
- 4
Las confesiones de Julián Álvarez: por qué decidió irse del City, qué aprendió en River y cómo ser uno más pese a los 70 millones de euros