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La última Copa América: Leo Rodríguez y los secretos de la vuelta olímpica más lenta de la historia
Uno de los últimos campeones en Ecuador 1993, el volante que jugaba con el N° 20 y brillaba contra Brasil, recuerda la conquista y se ilusiona: “Esta vez la Copa vuelve a la Argentina”
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Guayaquil. El 4 de julio de 1993. Calor pegajoso y humedad sofocante en el estadio Monumental. Por entonces, ganar era frecuente para la selección. El intuitivo de Diego Simeone, que trotaba abrazado al trofeo de la Copa América que también había alzado dos años antes en Chile, le susurra a su amigo Leo Rodríguez… ‘Despacito, despacito, vamos a dar despacito la vuelta olímpica, vamos a disfrutarla porque uno nunca sabe cuándo la puede volver a ganar…’ La historia la cuenta Leo Rodríguez. Hace silencio en la línea, está en Milán por trabajo. “Qué increíble esa frase, ¿no? Mirá el tiempo que ha pasado y no pudimos volver a ganarla…”, completa uno de los últimos campeones. Vaya olfato el de Simeone: van 28 años. Leo no volvería a jugarla. El ‘Cholo’ sí, en Uruguay 1995 y Paraguay 1999. Pero ya había comenzado el destierro hacia el desierto. Mañana intentará la Argentina, nuevamente, hacer las paces con sus demonios.
En tiempos de vitrinas vacías, Leo Rodríguez y la Copa América son la fusión de la abundancia. “Es un torneo que llevo en lo más profundo de mi corazón. Marcó mi carrera como futbolista. Cuando ganamos la segunda, en Ecuador, en 1993, jamás me hubiese imaginado que en los siguientes 28 años no volveríamos a conquistarla. ¿Quién podía imaginárselo? Con la cantidad y calidad de futbolistas que hemos disfrutado en estas tres décadas, y con la aparición de un Messi que es el mejor futbolista de la historia. Tuvimos la oportunidad de ganarla, claro, desde entonces jugamos cuatro finales y en tres morimos en la orilla, en los penales. Pero esta vez no tengo dudas: la vamos a traer de vuelta a la Argentina”. Leo jugó con Diego Maradona…, y subraya a Messi como el mejor de la historia.
Con la 20 en la espalda se volvió un símbolo de aquella época. Llevó ese número en todo el ciclo Basile. “La Copa del ’93 fue distinta a la del ’91, claro. La del ’91 fue perfecta, iba a ser muy difícil repetir algo así. Pero si la de Chile le dio un increíble impulso a mi carrera, de otra forma, la del Ecuador también fue importante para mí. Yo venía de Atalanta, donde había jugado poco en el último semestre, pero igualmente arranqué de titular en los tres primeros partidos [1-0 a Bolivia, 1-1 a México y 1-1 a Colombia]. No jugué mal, pero por el calor y la humedad de Ecuador, me costaba soportar los 90 minutos. Entonces ‘Coco’ decidió que era mucho mejor que fuera Pipo [Gorosito] de arranque y yo ingresara en la parte final. Por mi dinámica, tomando a los rivales ya casados, podía ser más beneficioso para la selección. Y se fue dando…”, detalla Leo, que en la final contra México (2-1), precisamente sustituyó a Gorosito. Gabriel Batistuta, y por duplicado, se encargó del resto.
Se acerca Brasil. Justo Brasil. A Leo Rodríguez se le acelera el pulso. Asoman los colmillos. Los recuerdos no pueden ser mejores. ¿Casualidad o presagio? “…Y en el momento más difícil de la Copa del 93, cuando la Argentina estaba quedando eliminada en los cuartos de final contra Brasil, nos íbamos y nos quedábamos sin un largo invicto en el ciclo del ‘Coco’, entré, encontré ese gol de cabeza y fuimos a los penales. Y pasamos a las semifinales. Por eso, la Copa del ’93 también me marcó. No sólo por ese gol, sino porque en las definiciones por penales con Brasil y con Colombia, en cuartos y semifinales, me tocó patear y convertir. A la Copa del ’93 cómo no la voy a llevar en el corazón”, cuenta.
El archivo no muerde: ganaba el ‘Scratch’ con gol de Müller; Leo reemplazó a José Basualdo en el minuto 54 y en el 69 empató. En los penales acertaron Gorosito, Simeone, Leo, Altamirano, Medina Bello, Goycochea atajó el remate de Boiadeiro y Jorge Borelli acertó el último. Afuera Brasil, con Zetti, Cafú, Roberto Carlos, Palinha, Cesar Sampaio, Zinho y Müller, entre otros. El equipo dirigido por Carlos Alberto Parreira, al año siguiente, sería campeón del mundo en los Estados Unidos. Claro, en Ecuador no estuvieron Dunga, Bebeto y Romario. Imposible saltearlo.
Cómo no entusiasmarse si Brasil ha sido fetiche en la carrera de Leo. En la Copa del ’91, su actuación contra la Canarinha lo vendió a Europa. Llegó desde San Lorenzo, fue al banco, convenció a Basile, desplazó de la titularidad a su compañero de cuarto –Diego Latorre– y frente al ‘Scratch’ desplegó todo su repertorio. Como enseguida lo expulsaron a Claudio Caniggia, ‘Coco’ le pidió a Leo que fuera bastonero y delantero. ¿Qué ocurrió? Colocó las tres asistencias para la victoria por 3-2 que puso a la selección camino al título. Su Copa sería consagratoria: lo distinguieron como el mejor del certamen y a la vuelta al país, lo compró el magnate Bernard Tapie para Olympique Marsella. Permaneció varias temporadas en el Viejo Continente, entre Toulon, Atalanta y Borussia Dortmund. Sin ninguna duda fue ese clásico con Brasil el que abrió la puerta.
Casualidad I. ¿O presagio? Como en la Copa de Chile, un Rodríguez parte de atrás, como suplente, y se convierte en una pieza importante del equipo. Leo 1991, Guido 2021. “Me da muchísimo placer el momento de Guido. Le tocó como a mí, arrancar afuera, y se ganó un lugar. Somos diferentes, él juega 30 metros más atrás que yo. Él es un volante de inicio, posicionalmente más parecido a lo que hacía Fernando Redondo en aquella selección, y yo tenía tareas más adelante. Pero esa coincidencia de apellidos, quizás, sea otra señal en el camino a la conquista del título”.
Casualidad II. ¿O presagio? Sergio Goycochea fue protagonista de la serie por penales que puso a la Argentina en la final de 1993. ¿Contra quién? Contra Colombia, sí. Acertaron Gorosito, Simeone, Batistuta, Leo Rodríguez –había reemplazado a Gustavo Zapata–, el ‘Beto’ Acosta, Borelli…, y otra vez Goyco, que desvió el remate de Aristizábal. Se repitió la situación, ahora con Emiliano Martínez. “Goyco es un símbolo. ‘Dibu’ nos dio el pase a la final y estamos muy contentos con él, pero Goyco, entre Italia ’90, la Copa del ’91, los penales del ’93… es un símbolo. Goyco es uno de los mejores arqueros de la historia de la selección. La imagen de Goyco es muy fuerte para todos los argentinos. ‘Dibu’ acaba de arrancar de manera inmejorable su carrera en la selección”, analiza Leo, que en Ecuador compartió el cuarto con Mancuso.
–En el técnico no hay equivalencias. El recorrido de Basile contra el primer trabajo de Scaloni…
–En el fútbol no hay una sola verdad. En el fútbol todo es posible. Obviamente que Scaloni llegó al cargo de una manera bastante particular, se pensaba que sólo sería una transición y terminó dirigiendo al equipo. Y la realidad es que nos ha llevado a esta final y creo que el proceso de selección está bueno. Él está trabajando bien. Lo conozco de su estadía en Bérgamo, el final de su carrera en Atalanta. Yo iba mucho y me tocó compartir comidas y charlas con él. Es un chico serio, preparado. Hizo su carrera prácticamente en Europa y, más allá de la experiencia mayor o menor, es un muy buen profesional, y merece el máximo respecto.
–¿Cómo se le juega a Brasil?
–De manera inteligente. Brasil es una enorme selección, con jugadores que están entre los mejores del mundo. Pero estamos 50-50 de ganar o perder. Se volverá innegociable la concentración. Y a nivel individual será importante que nuestros jugadores más desequilibrantes disfruten de una noche inspirada. Estamos iguales, por eso soy muy optimista. La Copa América vuelve a la Argentina.
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