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La transformación de Sandro Guzmán: de cuidar el arco de Vélez y Boca a quiropráctico
Fue una de las figuras más controvertidas del fútbol argentino; incursionó en el reggae, el rastafari y como DJ; hoy atiende un consultorio de quiropraxia en Haedo: “Empecé a vivir otra realidad”
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Sandro Guzmán se define como “emprendedor” de cosas, pero en los 90 era una de las figuras más controvertidas y reconocidas del fútbol argentino. Su carrera duró poco menos de una década, en la que pasó de defender el arco de Vélez y Boca a clubes del interior. Tras alejarse del fútbol se refugió en la cultura rastafari, el kiosco que tuvo en Ramos Mejía y sus viajes por la Argentina como DJ y cantante de reggae. Hoy, el suplente de José Chilavert pasa sus días detrás de las cortinas de un consultorio en Haedo, provincia de Buenos Aires, donde practica la medicina alternativa.
Pasaron 18 años desde que Guzmán colgó los guantes y se enfocó en su vida espiritual. Tanto es así que pocos son los recuerdos que divagan en sus memorias sobre aquellos años de gloria en el fútbol argentino, por el que hoy todavía lo reconocen en la calle o en su consultorio. “No tengo muchos recuerdos del fútbol, vivo más el presente. Pasó mucho tiempo y empecé a vivir otra realidad: orienté mi vida para otro lado. Si bien estoy agradecido por todo lo que me dio, fuera del fútbol soy algo”, enfatiza.
Entre 1994 y 2003, los años en que permaneció activo en la liga nacional, respiró fútbol y estuvo rodeado de personalidades del mundo deportivo. Jugó en la época dorada de Vélez, entre 1994 hasta 1996, club con el que ganó la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental. En aquellos años de gloria, El Fortín hilvanó una serie de triunfos que sirvieron para alzar la Copa del Torneo Apertura 1995 y Clausura 1996, además de la Copa Interamericana. Fue ahí que Guzmán dejó un arco por otro -aunque en Liniers era suplente de Chilavert- y confirmó su pase al club de la Ribera.
Contrario a lo que se piensa y se estila de los deportistas de elite, después del fútbol Guzmán le dio un giro de 180 grados a su vida: se convirtió al mundo rastafari, incursionó como DJ y cantante, practicó Muay Thai, MMA, Jiu-Jitsu y capoeira. “El fútbol me dejó un montón de enseñanzas: conocer gente, hacer algo que me apasionaba, más allá de tomarlo como un trabajo, es un deporte muy lindo”, expresa. Su pasado futbolero también estuvo marcado en Atlético Tucumán, Deportivo Español, All Boys, Miami Strickers y Argentino de Quilmes.
Recuerdos con Diego Maradona
A Guzmán siempre le tocó remar desde atrás. En el equipo de Carlos Bianchi sufrió a Chilavert, que no le daba lugar ni para los amistosos. De esta faceta de su vida, rescata algunas “cosas lindas” mediante el compañerismo que genera ese deporte, y que le sirvieron para expresarse en otras etapas de su vida. Las icónicas frases donde aseguraba que “iba a dejar su vida por el arco de Boca” también las emplea en su día a día.
“Recuerdo cosas lindas por haber estado en clubes grandes como Vélez, Boca o Tucumán. Hay una anécdota con Diego Maradona de cuando éramos compañeros que no la olvidaré nunca”, se adelanta antes de recuperar de entre sus memorias la experiencia de haber sido compañero de Chilavert y haber integrado uno de los planteles más recordados de Vélez, en uno de los momentos culmines de su carrera.
Mientras repasa los recuerdos más vívidos del fútbol, dice, atesora uno con el campeón del mundo, cuando ambos integraban el plantel de Boca. “A Diego le gustaba Bob Marley y uno de los hijos de Bob lo invitaba a Jamaica para ir a jugar un partido, pero él decía: ‘Sabés a cuántos lugares me invitan’. Entonces yo le decía que me encantaría que me invitaran a mí. Eso me lo contó él, Diego”, dice. Los compromisos que tenía el Diez eran tales que no le daban los tiempos para asistir a todos los lugares que lo convocaban. “Yo todavía no fui a Jamaica, puede ser que en algún momento vaya. Cuando uno está involucrado en esto todo es más tranquilo; simplemente se respeta y se es respetado”, asegura.
Estar detrás de un arquero de la talla de Chilavert fue una gran enseñanza para Guzmán. No solo por lo que significó él para sus compañeros de equipo, sino por todas las cosas que le dio a Vélez en su época dorada. “Todo fue muy positivo, porque él fue una figura tan grande. En general, estar en ese equipo con otras figuras iguales se valoraba. El haber estado en ese plantel significó mucho”, añade.
El fútbol requiere del trabajo en equipo, donde todos trabajan bajo una meta conjunta: el éxito de uno es el éxito de todos. Es así que Guzmán rescata el compañerismo que se genera dentro de los planteles, que en su caso le sirvieron para sus posteriores emprendimientos. “Ese equipo de Vélez fue grande y hubo mucho compañerismo; tenía buena relación con todos, incluso, con Chilavert. Ese era un grupo humano excelente”, califica.
“Te saqué para protegerte”
Así es como sale la recordada frase que empleó ‘Bambino’ Veira para reemplazarlo en el entretiempo del partido entre Boca y Deportivo Español y que quedó para la posteridad: “Te saqué para protegerte”. Desde aquel día, no volvió a defender el arco xeneize. Para él, esta anécdota forma parte de algo muy lejano. “El técnico tiene derecho a sacar y poner cualquier jugador. Hoy le doy la derecha y en el momento lo acepté”, afirma.
En el medio de su cuestionada carrera futbolística, comenzaba a hacer otro tipo de deportes que lo ayudaban a conectar cuerpo y mente, como las acrobacias, artes marciales mixtas y otros deportes individuales, que con el correr de los años se convirtieron en sus principales actividades. “Fui emprendedor de cosas más allá del fútbol, ahora veo otra realidad de la vida. No digo que el futbolista vive en una burbuja, está muy encerrado en el fútbol. Es un trabajo y le demanda entrenamientos, concentraciones y viajes. Esto te aleja de lo que son otras cosas de la vida y cuando uno deja el fútbol, la vida continúa”, reflexiona.
Aun cuando en su memoria tienen cabida cada vez menos episodios de su paso por el fútbol, la gente en la calle lo “sigue saludando” y le recuerda las glorias de las que formó parte en los años dorados de El Fortín. “Muchos hinchas de Vélez se atienden conmigo y me dicen que me recuerdan, eso me enorgullece. Me da ánimo y esperanza para salir adelante”, asegura. Cuando se retiró del fútbol, Guzmán incursionó en varios rubros para ganarse la vida y encontrarse a sí mismo.
Reinventarse
“Durante unos 10 años tuve un kiosco en Ramos Mejía. Hace 20 o 25 años estoy insertado en el veganismo y en el tema de no consumir alcohol”, afirma. En estos años también se ganó la vida cantando reggae y siendo DJ. La incursión en esta industria no fue casualidad: después de atajar en los tres palos, usó los dreadlocks o rastas, por la cultura rastafari que adoptó y que tienen que ver con un proceso “espiritual”. Según recuerda, durante once largos años no se cortó el pelo y los dreads le “llegaban a los tobillos”.
Esto se convirtió en una situación casi insostenible para su cuerpo que se contrapone con sus creencias. “Me los tuve que cortar; tenía mucha presión en mi cuello. En el rastafari hay una regla que dice que todo lo que oprima hay que sacarlo. Los tengo guardados. Me estaban sacando bastante rendimiento”, asevera. Pese a lucir una figura completamente renovada y más parecida a los años futboleros, siguió ligado a la cultura que promueve un nuevo paradigma.
Las aventuras siguieron sumándose de a montones para uno de los personajes más particulares que dejó el fútbol argentino. Con su música recorrió varias provincias del país, donde hizo presentaciones y recitales en vivo, pero también, dice, editó el disco Jah Sandro.
Pese a haber dedicado una gran parte de su vida al fútbol, hoy sus prioridades pasan por otro lado. Incluso, asegura que “no mira los partidos” porque el deporte en sí ya no le atrae. “Me dejó de gustar. De la Selección miro los goles, a la noche, para ver cómo salieron, pero hoy no tengo tanta paciencia”, expresa. Si bien se resiste a hablar del deporte más popular de todos los tiempos y todo lo que está ligado a él, afirma que existe una gran diferencia a todo lo relacionado con esto y la percepción que se tiene desde afuera actualmente. “Ha cambiado todo, un dólar de antes no es lo mismo que ahora, los contratos y todo cambió. Pero yo no vivo la realidad del dinero, gracias a dios puedo trabajar”, dice.
En promedio, un futbolista profesional de la actualidad puede jugar una media de 15 años, pero durante décadas, un jugador de 33 años que había debutado a los 18, era considerado “viejo”. De esto es consciente Guzmán, que finalizó su carrera como arquero a los 32 años, en la década del 2000. “La vida del jugador no es muy larga; se termina muy rápido y hay que estar preparado para seguir. Y yo seguí con la mía, que hoy está ligada a la medicina: estudié osteopatía y quiropraxia”, cuenta.
La medicina alternativa
Desde hace siete años, Guzmán comenzó a poner en práctica todo lo que aprendió en el fútbol respecto de las lesiones musculares que se pueden presentar. Estudió en el Instituto Estar bien de Morón y Centro Argentino de Investigaciones y hoy pone en práctica todo lo estudiado en el consultorio ubicado en Haedo. Su interés por esta rama comenzó cuando todavía era deportista y buscó ayuda con un osteópata. “Me atendía para ajustar mi cuerpo y me gustó lo que hacía. Así que un día me largué a estudiar y me di cuenta que me reconforta darle alivio a la gente que viene con problemas y tiene mejoras”, asevera.
Su vieja profesión también lo ayudó a ampliar los horizontes en el nuevo emprendimiento, incluso, hoy agradece las bondades de la popularidad que le dejó el fútbol, que lo ayudan a sumar clientes. “Hay jugadores que me han mandado a otros amigos para atenderse en el consultorio”, afirma.
La disciplina también sirvió para implementar algunas técnicas en los pacientes que buscan en la medicina alternativa una respuesta a sus dolencias. “Me especializo en problemas de columna. Atiendo a muchos deportistas que vienen con lesiones articulares, de rodilla y tobillos. Trato de sacar y curar ciertas dolencias y esto lo implemento en el día a día. Mis sesiones abarcan 2 horas aproximadamente, con sesiones de elongación y osteopatía; los hago hacer un mini entrenamiento. Voy sacando algunas cositas propias de los deportistas”, explica.
A lo largo de sus 50 años, Guzmán ha vivido una constante transformación que él mismo promueve a través de sus múltiples aventuras y conocimiento dentro y fuera de la cancha. Sin embargo, pese a que el fútbol lo hizo popular, no es la carrera que volvería a elegir. “Si tuviera una segunda vida y pudiera elegir entre una de las carreras, elegiría solo la osteopatía. Amo que la gente pueda mejorar y no tenga dolores de cabeza y de su cuerpo”, relata.
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