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Juntos son dinamita: la sociedad más exitosa del Super Bowl va por más gloria
Después de cinco temporadas en Cleveland Browns, Bill Belichick aterrizó en Nueva Inglaterra a principios del siglo XXI para firmar su contrato con los Patriots propiedad de Robert Kraft, quien le entregó poderes plenipotenciarios como presidente de operaciones y entrenador. Su primer desafío fue en la noche del Draft celebrado el 15 y 16 de abril de 2000. Dick Rehbein, entrenador de mariscales de campo, fue designado por Belichick para ojear a los quarterbacks universitarios.
Tom Brady no era uno de los principales prospectos de aquella clase. "Pobre físicamente: flaco, baja estatura y poca fuerza física. Le falta movilidad y la capacidad para evitar a los defensores. No tiene un brazo muy fuerte y no puede conducir a una ofensiva. Es un jugador de sistema, quien puede quedar expuesto si se lo presiona. Se lo puede derribar fácilmente", coincidían los reportes de aquella época. Brady fue elegido en la sexta ronda con la 199a selección por Belichick y Rehbein. Como novato, apenas disputó un partido y completó uno de los tres pases que intentó.
Drew Bledsoe era el símbolo de New England. Elegido por los Patriots en el primer puesto del Draft de 1993, se convirtió automáticamente en el mariscal de campo titular. Con Brady en el plantel y Belichick al frente del equipo, en marzo de 2001 firmó un contrato por entonces récord de 103 millones de dólares por una década. Con 28 años, Bledsoe era el futuro de una franquicia que durante aquella primera campaña del nuevo trío no se clasificó a los playoffs: Brady era el cuarto mariscal de aquel plantel.Pero todo cambió en la tarde del domingo 23 de septiembre de 2001, semanas después del ataque al corazón que se cobró la vida de Rehbein: Bledsoe sufrió el corte de un vaso sanguíneo en el pecho, un accidente que lo tuvo al borde de la muerte. Ante la urgencia y en un arranque convulsionado, Belichick le entregó el comando de su ofensiva a Brady, ya convertido en el primer suplente: New England finalizó la temporada regular con el mejor récord de su división y alcanzó la final de la Conferencia Americana. Frente a Pittsburgh Steelers, sufrió una lesión en una rodilla y Bledsoe protagonizó un regreso estelar para conseguir el boleto rumbo al Super Bowl .
Un 30 de enero hace 17 años, Belichick tomó una decisión sobre la que se construyó la dinastía de los Patriots: con ambos recuperados, Brady fue designado como titular frente a St. Louis Rams, completó 16 de sus 27 pases, consiguió un touchdown y no fue interceptado. New England consiguió el primer título de su historia gracias a un gol de campo de 48 yardas de Adam Vinatieri y Brady recibió el premio al jugador más valioso de la final. Bledsoe fue transferido a Buffalo Bills.
Dos décadas más tarde, Belichick y Brady son la dupla más exitosa de la historia. Este domingo protagonizarán su 9° Super Bowl en busca de su sexto título. Será la tercera final consecutiva de la legendaria sociedad, la cuarta en el último lustro. Juntos trazaron una hegemonía incontestable e intentarán quebrar nuevos récords en Atlanta: Belicihck, de 66 años, podría convertirse en el entrenador de mayor edad en ganar el trofeo Vince Lombardi. Brady, con 41, quebraría la marca de Peyton Manning, quien se consagró en la edición 50a al mando de Denver Broncos con 39 años.
Será un Super Bowl de contrastes: el dominio absoluto, hito impensado en una de las ligas más parejas del deporte profesional, que trazaron Belichick, Brady y los Patriots con un mismo estilo será examinado por la juventud y la rebeldía de Los Angeles Rams, que en tres años fabricaron a una franquicia capaz de alcanzar una final.
Si desde aquella final en 2002 New England Patriots se estableció como una fuerza dominante, los Rams recorrieron un calvario: desde 2005 hasta 2016 redondearon 12 años con récord negativo y un global de 60 triunfos y 131 derrotas. Sumidos en una historia de constantes decepciones, en 2015 los Rams regresaron a Los Angeles tras dos décadas en St. Louis. Sin embargo, su rendimiento en 2016 fue nuevamente frustrante: sumaron apenas cuatro triunfos en 16 partidos.
En busca del hombre indicado para encauzar a un equipo desangelado, Sean McVay apareció en el horizonte. Nieto de John McVay, GM que construyó a los San Francisco 49ers que conquistaron cinco títulos entre 1981 y 1994, fue receptor en la Universidad de Miami, pero nunca llegó a la NFL. Si consumó su objetivo como entrenador: después de un par de campañas como coordinador ofensivo de Washington Redskins, fue elegido como head coach de los Rams. Con 30 años, 11 meses y 19 días, McVay se convirtió en el entrenador más joven de la historia de la NFL: este domingo también se convertirá en el más joven en dirigir en un Super Bowl.
McVay es un genio: revolucionó a Los Angeles con un modelo que las demás franquicias intentan replicar. Innovador, transfiguró a la peor ofensiva de la liga en una de las mejores gracias a sus formaciones condensadas, las ejecuciones que sorprenden desde el diseño y un ritmo frenético que desdibuja a los rivales. Líder absoluto, edifica desde el convencimiento y el diálogo con sus dirigidos. Planifica semana a semana y ajusta tanto en ataque como en defensa de acuerdo con el rival. Además, vive cada partido con intensidad: un integrante del cuerpo técnico está permanentemente atento a que no entre en el campo de juego.
Jared Goff, de 24 años, es el lugarteniente de un ataque que puede avanzar tanto por aire como por tierra. En su primer Super Bowl juntos, McVay y Goff necesitarán la mejor noche de sus incipientes carreras para imponerse frente a la experiencia, la jerarquía y las mañas de Belichick-Brady.
Un show atravesado por la política
Colin Kaepernick disputó su último partido en la NFL como mariscal de campo de San Francisco 49ers el 1° de enero de 2017. Convertido en paria por su gesto célebre de arrodillarse ante el himno de Estados Unidos en la previa de cada partido como protesta por la brutalidad policial contra la población afroamericana, se transformó en uno de los jugadores más influyentes de la liga: simboliza la resistencia de los oprimidos.
Enemigo público de Donald Trump, ninguna de las 32 franquicias decidió contratarlo. Sí lo firmó Nike, quien lo convirtió en el ícono de su histórica rebeldía frente al poder: "Cree en algo. Incluso si eso significa sacrificar todo", reflexiona Kaepernick en sus publicidades.
Rihanna y Cardi B, dos de las cantantes más populares de la escena actual, rechazaron las invitaciones para participar en el espectáculo durante el entretiempo del Super Bowl en apoyo a Kap. Maroon 5, la banda liderada por Adam Levine, aceptó el reto: "El espectáculo es la música. Hablamos a través de la música", se justificó en una entrevista con Entertainment Tonight después de cancelar la clásica conferencia de prensa previa al evento. Roger Waters, piedra basal de Pink Floyd, le pidió a Maroon 5 que se hinquen: "Los convoco a que se arrodillen en el escenario ante los ojos del mundo en solidaridad con Kaepernick, por cada chico asesinado en las calles", escribió en un comunicado.
Gladys Knight, la Emperatriz del Soul, entonará el himno nacional. Activista en la United Negro College Fund (UNCF), criticó a Kaepernick: "Es desafortunado que nuestro himno nacional haya sido arrastrado a este debate cuando el himno nacional y la lucha por la justicia deben ser independientes".
El choque esperado
New England Patriots y Los Angeles Rams protagonizarán el 53° Super Bowl este domingo, a las 20.30 de la Argentina, en Atlanta. Los Patriots disputarán su tercera final consecutiva en busca de revancha tras la derrota sufrida el año pasado frente a Philadelphia Eagles. El match será transmitido por ESPN y por Fox Sports. Se celebrará en el Mercedes-Benz Stadium, espectacular estadio para 71.000 personas inaugurado en agosto de 2017 y que también es la casa de Atlanta United, último campeón de la MLS y que tuvo la dirección técnica del argentino Gerardo Martino.
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