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La pelea que ni Maravilla ganará
Aunque no se lo propongan, el deporte y sus derivaciones son un espejo del país. La imagen que devuelven retrata a la Argentina. Actitudes y frases alrededor de un juego reflejan cómo somos. Conforman la hoja de ruta del serpenteante recorrido que atraviesa miserias y grandezas. Y todo se exacerba si sobreviene un hecho que excede lo cotidiano.
"Es un ejemplo de persona"; "Le fue bien porque se fue de acá"; "Los detalles de su vida agigantan su figura"; "Matoncito de esquina"; "Es campeón no sólo por ser el mejor en el ring, sino por su gran humildad"; "Noqueó a la AFIP porque vive en España. Aquí no van a ver un verde de él"; "Qué fácil hacen la plata algunos". Sergio Maravilla Martínez y su victoria ante Julio César Chávez Jr. provocaron muchos más comentarios, la mayoría laudatorios. Son públicos. Surgieron espontáneos apenas el argentino se consagró campeón de los medianos del CMB el sábado, en Las Vegas. Están lejos de ser unánimes. No tendrían por qué serlo. La uniformidad achata. Pero la descalificación destruye.
Entre el resultado deportivo y los juicios subjetivos irrumpe la ironía, el endiosamiento y la temeridad sin límites. Ávidos de ídolos, flamantes aduladores se cuelgan de Maravilla. A unos y otros los une un hombre que, solo con su circunstancia, quiso cumplir un sueño, el de él y nadie más. "El único lugar donde el éxito está antes que el trabajo es el diccionario"; "Paren de inflarlo. No peleó con nadie"; "Nos enteramos de que tenemos un crack por el programa de Marcelo Tinelli"; "Los que seguimos el boxeo lo conocemos de siempre". Se multiplican las voces con aspiración de verdad definitiva. ¿Quién se permitiría no hablar de lo que hablan todos? "Con 37 años está muy bien, pero es el momento de pelear con el más grande"; "Déjense de joder. Tiene casi 38 años. La edad justa para el retiro. Además, no es tan Maravilla. Quedó claro que si lo embocan, se cae"; "Peleó contra un paquetito"; "Mordió la lona dos veces y lo salvó el gong".
Su desempeño no sólo revivió el boxeo en la Argentina. También le abrió la puerta a la consuetudinaria catarsis nacional. Las frases apenas son un testimonio. "Es un bocón que no cumplió con sus amenazas"; "No tiene mano, al lado de Monzón, nada que hacer", se esgrime para relativizar la coronación. Maravilla Martínez no eligió ser ejemplo de nada ni nadie. Quiso ser campeón del mundo. Lo consiguió. Cuando bajó del ring encontró otro rival y una pelea que no buscó. El resultado lo saben todos.
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