Para llegar a "La Milagrosa" hay que atravesar tres puertas de seguridad en el complejo penitenciario de San Martín. Resaltan los alambres de cuatro metros de altura con rollos de púas en sus partes más altas. Muros que desde abajo asoman gigantes, con torres vigiladas por policías con armas largas. El silencio sólo se interrumpe por el crujido de los portones. Los guardias acompañan el recorrido. Hasta que aparece "La Milagrosa", verde, brillante por los rayos del sol. "La Milagrosa" es, desde ayer, la segunda cancha de rugby de pasto sintético en una cárcel del país. Así como los Espartanos ya tienen la suya en la Unidad 48, hoy disfrutan de su espacio los Gladiadores en la Unidad 47.
Rugby en las prisiones. La idea de llevar adelante Espartanos surgió en 2009, de la mano de Eduardo Coco Oderigo, un abogado penalista que jugó en el SIC. Ya con una fundación, Espartanos es una organización sin fines de lucro que busca bajar la tasa de reincidencia delictiva promoviendo la integración, socialización y acompañamiento de los reclusos a través de la educación, el trabajo y la espiritualidad. Actualmente, el programa funciona en 50 unidades de 15 provincias argentinas, con 1800 jugadores entre varones y mujeres. Además, la motivación traspasó fronteras y se replicó en una cárcel en Santoña, España. Y desde Portugal iniciaron contactos.
Para llegar a la cárcel de San Martín hay que tomar el camino del Buen Ayre y pasar por el predio de CEAMSE, que ocupa 500 hectáreas y a su vez resulta el espacio que recibe más basura por día en Sudamérica: 17 mil toneladas. A pocos metros se encuentra el Servicio Penitenciario que se divide en tres unidades: la 46, la 47 y la 48. En esta última, de máxima seguridad, se inauguró la primera cancha de césped sintético del mundo el 1º de julio del 2017. Acá, el crecimiento de los Espartanos fue constante. Fuera de los muros jugaron contra policías, jueces y fiscales -varios habían condenado a prisión a los Espartanos- y diversos clubes de Buenos Aires.
En 2015 ya eran 50 jugadores. Al año siguiente visitaron al Papa y el proyecto abarcó 20 penales de la Argentina. En 2017 duplicaron el número. Este año también recibieron a los All Blacks. La premisa será la misma para los nuevos Gladiadores. "El deporte te saca del encierro. Cuando juegan se olvidan que están presos. Y dejan de hablar de robos, peleas y facas para hablar de tackles. A estos chicos había que darles una oportunidad", dice Oderigo.
Una idea de su amigo José Cilley despertó en Oderigo el sueño de hacer algo por los demás: en 2009, el ex jugador del SIC quería visitar una cárcel. Y llegaron hasta San Martín. La cabeza de Oderigo hizo un click inmediato. Pidió permiso al director. De entrada lo miraron de reojo y con cierta desconfianza. Le dieron el sí. En aquella primera jornada, recuerdan, apenas asistieron diez reclusos al entrenamiento. "Con el deporte reciben valores y crecen como personas", aporta Santiago Phelan, ex jugador y entrenador de Los Pumas. "Una de las premisas de nuestro deporte pasa por compartir con los demás. Y es una cualidad que se les está inculcando a ellos", resalta Tati.
Los Gladiadores es un equipo que se formó en noviembre de 2016 y ya cuenta con aproximadamente 100 jugadores, que crecieron rodeados de delincuencia y lo único que aprendieron fue a robar. Muchos de ellos están detenidos por este tipo de delito y la juventud se refleja en los rostros de la mayoría. "Son jóvenes adultos", los describen desde adentro. El equipo está activo toda la semana: el martes entrenan con profesores y el resto de los días lo hacen por su cuenta, con una rutina específica preparada por los entrenadores. "Salir a practicar es estar en libertad", aseguran.
Hasta hace poco tiempo, esta cancha de la Unidad 47 no era más que un campito pedregoso en desnivel, con escombros y vidrios. "Los chicos salían todos cortados, lesionados. Hasta que surgió el proyecto hace dos años. Empezamos con 30 personas y fue creciendo. Inclusive, el penal está más tranquilo", explica Gustavo Lozada, integrante de la fundación.
"Adentro de este terreno de juego va a pasar de todo, pero todas cosas positivas. El rugby tiene valores. Uno se cae y se tiene que levantar, como en la vida misma. Queremos cambiar a estos chicos. La vida les está dando una salida. Hay gente que quiere ayudarlos sin pedir nada a cambio. Ellos pueden tacklear, cuando se animan se dan cuenta de todo lo que pueden conseguir", remarca Oderigo.
Asoma el verano de una buena vez. En las paredes hay graffitis de Maradona y Messi. Se dibujan varias sonrisas. Personal del Servicio Penitenciario reparte empanadas y gaseosas. Se viene la acción. Aparecen algunos jugadores de Alumni, último campeón de la URBA. Entre ellos, su entrenador Santiago Van der Ghote. Se arma el Seven. "Esto es nuestro, vamos a disfrutarlo", pide Chengue, uno de los más experimentados de Gladiadores en la ronda previa. Le rezan a la figura de la Virgen del Rugby. Sebastián Laterza tiene 34 años y es uno de los más experimentados porque ya jugó con Espartanos antes de su traslado a la Unidad 47. "Acá aprendí a ser más paciente, a pensar todo un poco más. Cometí muchos errores en mi vida. El deporte ayuda, te despeja, te brinda compañeros. Te hace sentir que realmente formás parte de algo. Esto nos ayuda mucho para no estar todo el día pensando en boludeces, en hacer cosas malas. Todo el mundo dice que la mayoría de las cárceles forman delincuentes, pero creo que este proyecto lo que forma es personas de bien", dice Laterza. Del otro lado del alambrado los reclusos lo ovacionan: "¡Olé, olé, olé, olé, Diente, Diente!".
"Yo, yo no me doy por vencido/ Yo quiero un mundo contigo/ Juro que vale la pena esperar, y esperar y esperar un suspiro/ Una señal del destino/ No me canso, no me rindo, no me doy por vencido"
Una banda musical de la Unidad 47 canta un tema de Luis Fonsi. Mientras, Laterza sigue con su reflexión. Nunca deja de sonreír. "Me siento un pibe nuevamente. La mayoría de los que están acá encerrados son mucho más chicos que yo, pero el rugby me ayuda a emparejarme. Y creo que a todos les brinda herramientas para cambiar sus actitudes ante la vida y su forma de ser. Antes de estar preso jugué al fútbol y al básquetbol, aunque en ninguno había encontrado los valores que aporta la ovalada".
Al salir de prisión, la mayoría de los jóvenes toma una chance tan valiosa como única: la de reinsertarse en la sociedad. Hay números que llenan de orgullo a quienes componen Espartanos. En la Argentina, el índice de reincidencia delictiva se acerca al 70 por ciento. Pero cuando se hace hincapié en el equipo de rugby del penal el registro baja al 5 por ciento. En la actualidad, hay 174 Espartanos en libertad que están trabajando en 57 empresas. Calculan que se generaron 248 puestos de empleo. Para dar una mano surgieron compañías como YPF, Dass y Subway.
Integración. Futuro. Esperanza. El deporte como motor para dejar atrás la bronca y el rencor. Espartanos es una realidad. Ahora es tiempo de los Gladiadores. Uno de ellos observa un graffiti del pabellón: "La libertad no es un sueño, es una realidad que alcanzaremos".
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