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“La misma picardía”: el día que Diego Maradona convocó al Pulga Rodríguez a la selección
El delantero de Colón, la figura de la Copa de la Liga, el único que despierta una sonrisa, fue uno de los 108 citados por el eterno número 10 en el equipo nacional, en la antesala de Sudáfrica 2010; la admiración era mutua
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“Me gusta porque me hace acordar a mí”.
El 25 de septiembre de 2009, Diego Maradona era el entrenador del seleccionado. Había regresado de Italia, cuando dio a conocer la lista de los convocados para el amistoso que debía disputar ante Ghana en Córdoba. Era un choque de preparación con la mira en los encuentros frente a Perú y Uruguay, determinantes, por las eliminatorias. La Argentina era una moneda al aire y el riesgo era real: se podía quedar afuera del Mundial de Sudáfrica 2010.
La nómina causó revuelo: llamativa, fuera de contexto. Un mar de jugadores domésticos, entre los que se destacaban el regreso de Ariel Ortega y la sorpresiva convocatoria de Luis Rodríguez, “delantero de Atlético de Tucumán”, se suscribía en el informe. El Pulga era un personaje querible de nuestro medio, un fantasista que no parecía tener piel de selección. “En tres años y medio pasé de la Liga Tucumana a la selección argentina”, decía, sorprendido. Un crack subterráneo, que para los ojos maradonianos, era algo más.
Esa lista verdaderamente fue curiosa: estaban Diego Pozo (Colón), Cristian Campestrini (Arsenal), Ignacio Canuto (Argentinos), Rolando Schiavi (Newell’s), Cristian Villagra (River), Martín Palermo (Boca) y Esteban Fuertes (Colón), entre tantos otros. Cinco días después, con goles de Palermo, el conjunto nacional derrotó por 2 a 0 a Ghana. Pulga tocó un par de pelotas y pasó inadvertido desde que ingresó a los 12 minutos de la segunda mitad por Gabriel Hauche.
El partido contra Ghana
En su ciclo hubo… 108 citados: ninguno como el tucumano
“Lo convoqué porque lo veo con una picardía muy parecida a la mía”. Los especialistas no lo perdonaron a Diego, criticado duramente no sólo por los intérpretes; también, por la cantidad de citaciones. Un DT inexperto, pero con una cabeza de fútbol de excelencia. Tal vez, no daba clases de táctica, pero a los artistas sabía distinguirlos a la legua.
Hoy, ahora mismo, Luis Miguel Rodríguez, a los 36 años, es la figura y el goleador (con cinco tantos, con Federico Andrada) de la Copa de la Liga. El as de espadas de Colón, líder e invicto. Tira caños, sonríe, brinda clases a cielo abierto de felicidad futbolera. Es el jugador del pueblo. Lo quieren todos. Tal vez, hasta los hinchas de Unión.
Cuando fue citado, contó años más tarde, pensó que le habían hecho una broma. No sabía ni dónde quedaba el predio que la AFA tiene en Ezeiza. “Siempre digo que llegar a la selección es el premio que busca todo jugador y lo mío fue una alegría doble, porque llegué a la selección y con el Diego. Me acuerdo el primer día, cuando entró, yo no lo había visto nunca personalmente, y se me apareció de atrás y me dijo: ‘¿Qué hacés Pulga, cómo andas? ¿Todo bien?’. Y yo no podía conjugar dos palabras. Él se dio cuenta, charló dos minutos y se fue…”, contó, en una entrevista con Olé.
Su última función
Maradona fue un genio con la pelota y un docente callejero. Víctor Ayala era un discreto pateador de tiros libres: con Diego, en el Lobo, se convirtió en un especialista. Algo de eso le ocurrió al Pulga años atrás: “En una práctica le estábamos pateando tiros libres a Diego Pozo con Nico Gaitán y se acercó. ‘Está mal armada la barrera’, decía. Y Pozo le decía que no. Pateó y se la clavó en un ángulo: ¡'viste que estaba mal armada’!. Al rato pateó de nuevo y se la clavó otra vez. Y nos dijo que sigamos practicando. Agarramos los botines y nos fuimos a bañar, ¿qué vamos a practicar, a pasar vergüenza?”, recordaba.
“Gracias Dios por haberme permitido conocer al más grande de todos los tiempos. Te amo Diego Armando Maradona”, escribió el hombre nacido en Simoca, tiempo después del fatídico 25 de noviembre. Dos meses antes, lo quiso llevar a Gimnasia. El Lobo precisaba talento y alegría. Maradona lo conocía, cuentan, desde la liga local. Hasta sabía su historia: que trabajaba como albañil y como pintor para ganarse la vida, antes de tirar caños.
“Me cagaron a patadas. Me pegaron dos veces que dije ‘¿otra vez voy a tener que irme dolorido a casa?’. Aparte Paolo (Goltz) se acercaba y les decía “eh, no le peguen así que está viejo’”, se reía el sábado pasado, luego de dos de sus obras maestras en el 2-0 contra Estudiantes en La Plata.
“Cuando estuve en la selección, soñaba con tener una foto con Maradona. Pero cuando llegué a estar con él no me animé a pedirle nada. Sólo tengo una imagen con él parando una pelota y él, a mis espaldas. Esa foto la hice un cuadro y la tengo guardada. Pero no tengo una foto abrazado a Maradona diciendo ‘estuve con el Diego’”, se lamentó. Pero no hacía falta: Diego estuvo ligado al Pulga desde siempre.
Tal vez por eso, todos queremos saber cuándo juega Colón. Para recordar algunas huellas del mejor de todos los tiempos.
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