La medalla de bronce del equipo de espada femenina que alumbró para Argentina en el Panamericano de esgrima de Lima

En el Campeonato Panamericano de Esgrima, que se desarrolló a fines de junio en Lima, se forjó una valiosa medalla de bronce con las habilidosas manos de las chicas integrantes del equipo argentino de espada.

Este importante resultado del seleccionado nacional alumbró a partir de las actuaciones de Isabel Di Tella -multimedallista en torneos continentales, con dos preseas de oro, dos de plata y cuatro de bronce- Tamara Chwojnik, dos medallas de bronce, además de Datev Nahapetian y la joven debutante en el equipo senior de la especialidad, Juliana Borgarucci, que se dio el gusto de conseguir su primera medalla panamericana.

En el primer encuentro en la tabla de eliminación directa, las argentinas vencieron a Costa Rica por 45 a 33, combates en los que sobresalieron los desempeños de Chwojnik y Di Tella. Ya en semifinales cayeron derrotadas por el poderoso equipo de los Estados Unidos, ex campeonas del mundo, por 45 a 26. Cabe mencionar que en el desarrollo del encuentro, el técnico José Félix Domínguez realizó el primer cambio: fue allí cuando la debutante Borgarucci ingresó por Nahapetian.

Y en busca del podio, en la disputa por la medalla bronce, Argentina se vio máscaras de por medio ante Colombia, conjunto al que superó por 45 a 35 en un encuentro donde las tiradoras albicelestes fueron muy sólidas tanto en sus ataques certeros como a la hora de defender, cuando el equipo cafetero sentía que se les escapaba la medalla.

El futuro del equipo se adivina prometedor: con la base de Isabel Di Tella, una tiradora de nivel mundial, acompañada por Tamara Chwojnik, Melisa Englert -no pudo viajar a este campeonato- y Josefina Méndez, que se está recuperando de una rotura de ligamentos, además de las jóvenes Nahapetyan y Borgarucci. Se suman a ellas las todavía juveniles Margarita Musci (ganadora de la última prueba de ranking nacional de mayores) y Eva Bottazzini, otra de las espadas albicelestes, que se proyectan como nuevos valores.

Un importante antecedente individual

La esgrima femenina había dado un gran impacto en noviembre pasado, cuando Isabel Di Tella logró la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile. Y su victoria a unos metros del Estadio Nacional de Chile obligaron a revisar los libros, porque con su triunfo en espada le dio a la esgrima argentina el primer oro en 44 años en los Juegos Panamericanos, al vencer 15-9 a la peruana María Luisa Doig Calderón en la final. Según dicen las estadísticas, Mario De Brélaz se había consagrado en la cita de San Juan de Puerto Rico 1979, también en espada. Pero hay un dato más: Di Tella fue la primera mujer en vestirse de dorado desde la primera cita panamericana, en Buenos Aires 1951, cuando festejó Elsa Irigoyen.

“Trato de ser constante en el día a día y a lo largo de los años”, afirma Isabel, en la charla con LA NACION desde Boston, donde reside. Después de la gloria en Santiago 2023, en estos últimos meses no pudo concretar la difícil misión de clasificarse para los Juegos Olímpicos, pero se esforzó hasta el final. Al mismo tiempo, la graduada en Matemáticas en la Universidad de Harvard cursa un doctorado en Economía en el MIT (Massachusetts Institute of Technology) y da clases en la misma facultad. Una agenda a tiempo completo, entre el estudio, la docencia y el deporte de alto rendimiento.

Cuentan las chicas desde la intimidad del grupo que la medalla de bronce en Lima no se cristalizó el día del torneo, sino que es el resultado de un trabajo que empezaron desde hace un par de años. Un certamen que empezaron a pergeñar un mes antes de viajar: las cuatro integrantes fueron viendo los inscriptos, analizando qué equipos les podía tocar y prestando mucha atención a las posibilidades de sus contrincantes para llegar a la capital peruana con una idea de combate prestablecida. Sobre todo para el asalto en 8, que era el más importante porque otorgaba el pasaje a semifinales. A partir de ahí, sentían que en el certamen podía suceder cualquier cosa.

“Un mes antes nos tomamos el tiempo de ver quién nos tocaba. Isa (Di Tella) y yo, con quien más compartí representando a Argentina en Panamericanos y en Mundiales, sabemos nuestras posiciones en el equipo. Isabel es la más fuerte y aguerrida y es siempre la que ‘cierra’. Yo soy la del asalto 8, la que tiene una esgrima un poco más dinámica y en el medio del asalto puedo llegar a hacer diferencia y sacar puntos, pero sin tanto riesgo como es cerrar el asalto”, repasa Tamara Chwojnik.

La esgrimista que reside en Milán describe la estrategia del equipo argentino: “En este torneo, el asalto 7 es el que te permite mantener la diferencia. Tanto Datev como Juliana tienen esa característica de ser fuertes en defensa. Cualquiera de las dos podía ir bien. Así que el día previo nos juntamos las cuatro e hicimos análisis táctico y técnico de nuestras rivales. Y dijimos: ‘Bueno ¿qué pretendemos hacer y cómo queremos tirar en base a quiénes nos tocan?’. Analizamos a Colombia porque era el asalto más importante y evaluar si había algún tipo de inseguridad entre nosotras. Solo nos quedaba hacer la mejor esgrima posible para prepararnos para el asalto que realmente importaba: el del tercer puesto contra las colombianas”.

El día de la cita, a la Argentina le costó a batir a Costa Rica un poco más de la cuenta, si bien las ticas se ubican en un nivel inferior. “Yo estaba medio nerviosa por esa tensión de que teníamos que ganar, porque era un asalto factible. Fue un arranque medio complicado, pero cada una confió en la otra pensando en que no estábamos solas, sino rodeada de nuestras compañeras, con la mentalidad de que la otra lo daría todo en el asalto siguiente”, relata Chwojnik.

Se dio lucha en el combate ante los Estados Unidos por las semifinales, pero las tres estadounidenses habían hecho podio en el certamen individual, lo que daba una noción de la extrema dificultad que el conjunto nacional tenía por delante. Y llegó la hora de la verdad: “Cuando hubo que tirar ante Colombia para obtener la medalla, yo ni siquiera estaba cansada, era cuestión de ‘esto es lo que tiene que pasar y cada una sabe lo que tiene que hacer’. Confiábamos en la que cada una era capaz de dar y se dio una armonía entre todas que permitió llegar al bronce. Fue una medalla muy hermosa que hoy todavía no lo creo”, reconoce Tamara, que valoró el carácter deportivo de Isabel Di Tella: “Isa es mi mentora y un ejemplo; el logro fue muy merecido para todas”.

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