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Con el principal propósito de encaminar el balance anual de los clubes hacia un equilibrio entre el "debe" y el "haber", la Liga Nacional A de basquetbol inaugurará hoy, a las 21, en el estadio de Regatas, de Corrientes, su 16a temporada, la más austera de todas.
Nada menos que el séxtuple campeón y defensor del título, Atenas, de Córdoba, la institución que menos apremios financieros soporta, abrirá el telón de esta ajustada liga enfretándose con Estudiantes, de Olavarría, el equipo que mejor se reforzó y pretende ser protagonista.
La necesidad de imponer una economía de guerra llevó a los organizadores a dictar una serie de normas restrictivas para controlar los presupuestos y, también, el exitismo de los dirigentes por armar el gran equipo sin tener muy en claro cómo sostenerlo financieramente. La imposición, por primera vez, de un límite salarial, que involucra la obligación de registrar ante la Asociación de Clubes (AdC) los contratos de cada jugador, es una de las medidas más notorias del ajuste.
Cada club debió integrar su plantel con sólo 500.000 pesos destinados a los salarios. Un bajo presupuesto que no hizo dudar en armar las valijas a aquellos jugadores que recibieron ofertas del exterior, como Alejandro Montecchia, Andrés Nocioni, Hernán Jasen, Ariel Eslava y Pablo Prigioni, que este año se fueron a Europa, en algunos casos sin haber conseguido el carnet de estrellas en nuestro medio.
Una sangría dolorosa, que probablemente afecte el nivel de juego y de convocatoria de público. Hay un detalle que pinta esta situación: salvo contadas excepciones, los integrantes del último seleccionado nacional desplegarán su talento en otros países.
Y aquellos que se quedaron perdieron mucho dinero. El pivote Rubén Wolkowyski, que cobró 17.000 dólares mensuales en Boca, esta temporada recibirá 7000 en Estudiantes, de Olavarría.
Otros optaron por abandonar la actividad sin ser veteranos aún. Esteban De la Fuente, una estrella de la Liga, que venía de cobrar 18.000 pesos en Boca, rechazó la oferta de 4000 que le hizo Ferro y esperará que desde otro país se acuerden de él. En tanto que Hernán Montenegro, el más convocante de todos, se dedicó a otros menesteres luego de decir: "Por migajas no estoy dispuesto a jugar".
Carlos Prunes, agente de jugadores, fue muy claro: "El sueldo de los basquetbolistas nacionales se redujo en un 60% este año".
Algunos, como Marcelo Milanesio y Pichi Campana, que cuentan con contratos vigentes de la temporada última en un equipo de categoría y poderoso (Atenas de Córdoba), mantendrán sus ganancias cercanas a los 20.000 pesos por mes y continuarán (merecidamente, por cierto) al tope de la escala de salarios. Otros de los pocos privilegiados de esta temporada serán Raúl Merlo y Marcelo Richotti, en Gimnasia y Esgrima, de Comodoro Rivadavia, que cobrarán cerca de 10.000.
Para aplacar la merma de nivel y la ausencia de ídolos nacionales, la AdC decidió que se aumentara de dos a tres el cupo de basquetbolistas extranjeros en esta Liga. Una medida controvertida, repudiada por la Asociación de Jugadores y muchos técnicos que, de todos modos, no se logró detener. El gremio de los basquetbolistas se resquebrajó, perdió unidad y fuerza, hasta desembocar en la renuncia de su presidente, Leonardo Vercesi, que con vehemencia y frontalmente luchó sin éxito por mantener sólo dos lugares para los foráneos.
Evidentemente, con tres extranjeros por equipo (el tercero es opcional, puede ocuparse esa ficha por un argentino o nacionalizado), variante que eligió la mayoría de los 16 clubes, no se garantiza un buen nivel de juego. Puede conseguirse, quizá, mayor espectacularidad, pero si se recuerdan los dolores de cabeza que suelen acarrear estos muchas veces ignotos jugadores, la tercera ficha puede resultar nociva.
Los foráneos no toleran desorganización, insultos del público, falta de pago e, incluso, a veces, exigen más de lo que los clubes argentinos les pueden dar, encima suelen desaparecer del país sin avisar a nadie ni pensar en la camiseta. Históricamente fueron los que más conflictos les trajeron a los dirigentes y entrenadores. Además, muchos dejan abierta en sus acuerdos la posibilidad de irse a Europa o a la NBA si surge alguna oferta. No aseguran estabilidad ni identidad para sus equipos.
"Todo va a depender del nivel de los extranjeros que vengan; si son buenos, la Liga puede mejorar", dijo Enrique Tolcachier, técnico de Ferro.
Con el desarrollo del torneo en sus primeros meses se podrá tener una idea más real de lo que esta medida de la AdC significa. Lo que seguramente no tendrá oposición y redundará en un inmediato beneficio, es el aggiornamiento de los salarios y la correlatividad que tendrá el gasto de cada equipo con los ingresos que genera la actividad. Esto siempre y cuando la AdC fiscalice con rigor el cumplimiento de las normas que dictó hace algunos meses.
Y quizá, muy pronto, pueda afirmarse que el basquetbol de los clubes se autofinancia y permite obtener algún beneficio económico. Será, entonces, el punto de partida para el crecimiento definitivo y tal vez la puerta de ingreso de las sociedades anónimas. Algo así como tocar fondo para renacer con las estructuras saneadas. Este duro ajuste puede resultar otro ejemplo de organización deportiva en nuestro país, como ya lo fue la misma creación de esta Liga realmente federal.
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