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La increíble historia del delantero que marcó el gol más rápido de la historia del fútbol argentino
Carlos Seppaquercia convirtió el tanto más veloz y recordó su carrera en Flandria, River, Gimnasia y Deportivo Italiano
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Hace más de cuatro décadas, Carlos Dantón Seppaquercia, el delantero de Gimnasia y Esgrima La Plata, grabó su nombre para la eternidad al convertir el gol más rápido en la historia del fútbol argentino, un récord que todavía se mantiene vigente.
El 18 de marzo de 1979, por la tercera fecha del campeonato Metropolitano, Seppaquercia marcó su gol más famoso contra Huracán a los cinco segundos de iniciado el encuentro y desde mitad de cancha.
Pero detrás de esta veloz obra de arte, se encuentra una vida atravesada por el esfuerzo y el sacrificio. “Todos me recuerdan por el gol contra Huracán porque mi apellido se hizo famoso a partir de esos cinco segundos. Pero pocos conocen la historia de vida y de trabajo que hubo detrás”, dijo el exjugador.
Seppaquercia comenzó a jugar a los 16 años en la liga regional de su ciudad, Luján, como delantero del club Atlanta. Y sus comienzos estuvieron marcados por el empeño y el sudor tanto dentro como fuera de la cancha. “Debuté como profesional a los 18 años porque estudiaba en una escuela industrial y era doble turno, a la mañana y a la tarde. Recién en cuarto y quinto año, cuando ya eran nocturnos, pude arrancar en serio con el fútbol”, recordó.
“Me levantaba a las cinco de la mañana, trabajaba entre las seis y las dos de la tarde como tornero en un taller. Después del trabajo me iba a la práctica y de ahí a la escuela nocturna. Cuando llegué a Flandria, a los 18 años, seguí con ese ritmo de trabajar, practicar, estudiar y dormir”, recordó Seppaquercia.
El delantero debutó profesionalmente en el campeonato de 1973 en el canario de Jáuregui y fue expulsado el mismo día de su presentación “por dos manos siendo delantero”.
Hasta 1977, se destacó como un extremo potente, explosivo y goleador en Flandria, dónde jugó 86 partidos y marcó 38 goles en la Primera División B (hoy Primera Nacional). En el último año, se consagró como el máximo goleador del torneo y despertó el interés de River.
Todavía continuaba como empleado del taller mecánico. “Cuando me fue a buscar River, tuve que pedir una licencia en el trabajo. Les expliqué que me contrataban a préstamo hasta fin de año y que las exigencias iban a ser mayores. Por suerte, comprendieron la situación y no me pusieron ninguna traba”, indicó.
El entrenador del Millonario era Ángel Labruna y el delantero respondió la confianza del DT con goles. Hizo cuatro en la misma cantidad de partidos, razón por la cual, Labruna recomendó a los dirigentes de River la adquisición definitiva de Seppaquercia.
En su primer partido como titular, jugó junto a grandes figuras riverplatenses. Algunos de ellos serían campeones del Mundial Argentina 1978 solo unos meses más tarde. El equipo formó con Ubaldo Fillol; Eduardo Saporitti, Roberto Perfumo, Daniel Passarella y Héctor Lopez; Juan José López, Reinaldo Merlo, Norberto Alonso; Leopoldo Luque, Seppaquercia y Oscar Ortiz.
Sin embargo, las cosas no salieron como él esperaba el club de Núñez dónde hizo seis goles en 17 partidos. En 1978, su incipiente carrera en el Millonario se frustró cuando se quebró el codo en un partido de Reserva contra Quilmes tras chocar contra el arquero Hugo Tocalli, el exayudante de José Pekerman de las épocas dorada de las selecciones juveniles argentinas.
Y al mismo tiempo, Seppaquercia comenzaba a perder terreno en la consideración de Labruna por el surgimiento de un joven riojano con olfato de gol proveniente de las divisiones inferiores del club: Ramón Díaz.
Por esas razones, Seppaquercia decidió aceptar la propuesta de Gimnasia, club en el que logró su gol más famoso. “Estaba por comenzar el partido contra Huracán y veo que el arquero estaba marcando la línea de cal, haciendo las rayas que hacen los arqueros para orientarse en el área. Conversaba con el lateral Jorge Carrascosa, dio dos pasos más para adelante cerca del punto penal, y seguían hablando”, recordó.
El arquero de Huracán era Jesús Borzi, que había jugado solo tres partidos en Argentina antes de emigrar al fútbol australiano dónde jugó 26 partidos en Brisbane City, entre 1976 y 1977. Al año siguiente regresó al país para defender el arco del Globo en 99 partidos hasta su traspaso a Santiago Morning de Chile, en 1982.
“Le dije a Antonio García Ameijenda: ‘Mirá cómo está paveando el arquero. Está distraído. Tocame la pelota para adelante que pateo’. ‘¿Cómo vas a patear de acá? Tomátelas’, me contestó. Por suerte lo convencí y nos paramos al revés. Yo siempre era el primero en tocarla, pero esta vez le pedí que me la diera a mí. Me la tocó para el lado derecho, le pegué de una y la pelota entró por arriba”, detalló sobre su gol, del que lamentablemente no hay registro fílmico.
Borzi fue el involuntario protagonista de la jugada por la que se recuerda a Seppaquercia. El arquero fue el único personaje cuya imagen figuró para la posteridad en la historia futbolera del gol más rápido de nuestro país. No existen imágenes del delantero, solo está la foto en blanco y negro del guardameta que retrocede y que estira su mano derecha en vano mientras la pelota se dirige hasta la red luego de rozar imperceptiblemente el travesaño.
El gol tempranero quedó en la historia así como el regreso del goleador a su casa en colectivo. “Yo vivía en Luján. Ese domingo jugamos en La Plata, como yo no tenía auto, tenía que tomarme el micro que salía cuarenta minutos después del partido. Así que me bañé rápido, me felicitaron mis compañeros, salí rajando y llegué con lo justo a lo terminal”, dijo.
Sobre las repercusiones del hecho histórico para nuestro fútbol, Seppaquercia reconoció que aquella noche le costó dormir. “Cuando llegué a casa, mi viejo me preguntó: ‘¿Te diste cuenta del gol que hiciste?’. Al otro día no entrenábamos, así que leí el diario y vi la trascendencia. Me empezaron a llamar de todos lados. Y ya se hablaba, hay una nota que dice ‘El Lobo empató con récord mundial’”, indicó sobre el recorte que todavía tiene en el cuaderno donde sobreviven sus hitos futbolísticos retratados por el periodismo.
El encuentro entre Gimnasia y Huracán terminó 1-1 porque Carlos Babington empató de penal. El Lobo hizo una campaña tan pobre que al final de la temporada perdió la categoría junto a Chacarita y Atlanta. Seppaquercia, que convirtió apenas tres goles en 16 partidos, jugó muy poco en el club platense debido a un esguince de tobillo. “Fue un torneo raro, muy corto. Estuve enyesado casi un mes y cuando me recuperé ya se había terminado todo”, manifestó.
En 1980, llegó a Deportivo Italiano. Fue su paso más extenso en un club y allí recuperó su costumbre de gritar goles porque marcó 72 en 210 partidos. Pero el contexto socioeconómico del país, en 1985, le jugó una mala pasada. “Era una época de inflación galopante, arreglaba un contrato a comienzos de año y cuando llegaba diciembre, no me alcanzaba ni para comer”, aseguró.
Entonces, decidió abandonar el fútbol para volver a trabajar en relación de dependencia. “No había indexación y sentía que mi sacrificio a fin de año no servía de nada. Fui a hablar con un conocido que era gerente de una empresa y le pedí trabajo. Me contestó que estaban tomando gente“, dijo.
En diciembre de 1985 y con apenas 30 años, Seppaquercia dejó de jugar al fútbol profesional. Y el 1 de enero de 1986, comenzó a trabajar como empleado de una empresa eléctrica de Luján, su ciudad natal, dónde se jubiló como jefe de sector de media tensión.
En la actualidad, disfruta de su familia y vive tranquilo de su jubilación. “Yo me siento contento y orgulloso de que se me nombre, pero ese gol no me cambió la vida en nada”, aseguró. Aunque lamenta no poder ver de nuevo esos gloriosos cinco segundos que transcurrieron en ese hermoso vuelo triunfal que la pelota realizó hacia el arco defendido por Borzi.
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