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La herencia prohibida de Diego Maradona: el lujoso regalo al que ni sus hijos pueden acceder
Un obsequio que El Diez recibió durante uno de los momentos más difíciles de su vida ha quedado fuera de la sucesión y envuelto en una polémica legal
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Diego Maradona era dueño de una gran fortuna representada en propiedades, inversiones y objetos de gran valor económico y simbólico. A partir de su muerte, ocurrida el 25 de noviembre de 2020, sus hijos Diego Maradona Junior, Dalma, Gianinna, Jana y Dieguito Fernando comenzaron el proceso sucesorio de las propiedades de su padre. Sin embargo, hay un bien que sus descendientes jamás podrán heredar.
El patrimonio del campeón del mundo está compuesto por contratos e inversiones de gran valor, viviendas, autos y alhajas, en Buenos Aires, Dubái y hasta en la Habana, Cuba. En esa isla, donde Maradona viajó para hacer un tratamiento de desintoxicación de seis meses que se extendió a cinco años, Fidel Castro “le obsequió” una casa para que él y su círculo íntimo estuvieran cómodos.
El inmueble está ubicado en un complejo urbano del centro de salud La Pradera y fue entregado luego de una reunión que mantuvieron el dictador cubano y el futbolista. La intención de Maradona era pagarle a Fidel por la casa, pero Castro se negó a recibir dinero. La Constitución cubana no admitía por ese entonces la existencia de la “propiedad privada” y la compraventa de propiedades, al menos en los papeles, estaba prohibida.
En 2005, El Diez abandonó Cuba y no volvió sino hasta 2016, cuando murió Fidel Castro. En este tiempo, la familia y los abogados del crack olvidaron la casa cubana y solo reapareció en el debate público tras su muerte.
En diálogo con LA NACION, Mauricio D’Alessandro, abogado de Matías Morla, entonces representante de Maradona, cuenta que tomaron conocimiento de la propiedad el año pasado después de recibir un llamado de Tony Castro, el hijo de Fidel. “Lo llamó a Matías por la casa en Cuba, pero ahí hubo toda una mezcolanza porque en algún momento todos hablaban de la casa de Miramar, pero el médico que la cuidaba la ubica en La Pradera. La casa quedaba en el mismo complejo”, dijo.
La propiedad no se consideró dentro de la sucesión, pero contendría objetos valiosos -en términos históricos y económicos- de Maradona. El letrado aclaró que, aunque podría ser incluida en la herencia, es necesario que antes se den una serie de cuestiones legales vinculadas con las leyes cubanas y apelar a la buena voluntad de la familia Castro.
“La casa podrían heredarla los hijos, pero no está contemplada en la sucesión de Diego. Fue algo que nunca se planteó porque él tenía una relación de amistad con los Castro, por lo cual nunca se le hubiese ocurrido decir ‘denme la casa’. No había intención de parte de Diego de hacer dinero con la casa”, explica D’Alessandro. Según sostuvo, el Diez había dejado clara su relación con la familia, incluso, Tony Castro le insistió a Diego para hacer un negocio relacionado con los habanos, pero él se resistía a llevar la relación al plano comercial: “No quiso porque tenían una amistad que excedía lo económico”, afirmó.
El periodista deportivo y escritor, Ernesto Cherquis Bialo, fue una de las pocas personas que visitó a Maradona en la Habana y conoció los rincones de la “mansión” que contrastaba con el resto de las viviendas de la isla. “Es un chalet, en un complejo que nosotros acá se las atribuimos a un country. Esas casas las usaba el Estado para personas amigas de Cuba y otras que habían padecido grandes problemas neurológicos y podían pagar los costos”, recordó.
La casa de Maradona estaba en medio de otro chalet, adornado con un jardín frondoso, una sala de estar con sillones de mimbre, una mesa de comedor sencilla, ventilador de techo y tres dormitorios. “En el principio de los tiempos, fueron Claudia Villafañe, las dos hijas y los padres de Maradona, don Diego y doña Tota, pero volvieron cuando comenzaron las clases. Diego se quedó viviendo solo en el chalet, pero al lado estaba el de Guillermo Coppola”, manifestó.
Uno de los “lujos” que recuerda Cherquis Bialo era “una pantalla de tv con antena satelital”, que eran sinónimo del poderío en la Isla. “Lo tenían solo Fidel Castro y Maradona en todo Cuba. Era una novedad todo eso”, sostuvo. La casa está ubicada en un predio que ocupa aproximadamente entre seis y ocho manzanas, con acceso pavimentado, y aunque tenía las comodidades que no tiene el resto de la sociedad, “no se trata de nada ostentoso”.
Tras marcharse de la Isla, la casa que tiene la impronta de Maradona plasmada en las paredes con cuadros firmados por el Diez, fotografías y grafitis, quedó al cuidado del director del centro médico que falleció hace dos años. “Era un señor muy agradable que estaba a cargo de la casa porque era el director y un médico muy importante en Cuba. Matías [Morla] fue al complejo y se encontró con que el señor que cuidaba era el dueño de La Pradera”, recordó D’Alessandro.
De acuerdo con el letrado, el caso del inmueble no es tan distinto al de los hoteles extranjeros de Cuba. “Por ejemplo, hay una compañía italiana que iba a hacer un hotel cinco estrellas, esto podría existir, y los bienes son de ellos [no del Estado]. La ley de Cuba no funciona igual para los extranjeros, porque los hoteles de los españoles dentro de la isla son de los españoles”, explicó. Aunque vivió en el chalet durante cinco años, Maradona “no tenía papeles” y no hay nada que compruebe su posesión.
Ricardo Manuel Rojas, un abogado, exjuez penal y experto en derecho cubano, sostuvo que la propiedad podría ser reclamada, aunque el régimen legal tiene sus vericuetos. “Por la Constitución y el orden jurídico cubano no existe derecho de propiedad completo como existe en la mayor parte de los países, sino que es una adjudicación estatal”, aclaró en diálogo con LA NACION.
También añadió que en esa época, a principios del 2000, “la palabra de Fidel tenía fuerza de ley”, pero una decisión que se hizo de forma “verbal” también puede ser revocada por decisión estatal. “Históricamente no ha existido el verdadero derecho de propiedad. El Estado adjudica las propiedades y las puede volver a tomar. Durante mucho tiempo ese derecho no podía ser otorgado a extranjeros particulares”, manifestó.
En esa línea aclaró, que hasta hace algunos años los extranjeros no podían reclamar ese derecho de “pseudopropiedad”. “En la Constitución cubana no está reconocida la propiedad privada como sí lo está en otros países libres. En principio, toda la propiedad es del Estado, de modo que esos derechos que otorga se pueden revocar”, añadió Rojas.
La admiración entre Fidel y Maradona era mutua, tanto es así que el líder cubano accedía con facilidad a los pedidos extravagantes del Diez durante su proceso de recuperación. “El regalo de Fidel Castro a Maradona era que le entregaba esa casa para usarla mientras vivía en Cuba, no sé si sus hijas pueden reclamar algún derecho ahora”, expresó Rojas y aclaró que si los hijos llegan a tomar posesión de la propiedad es solo por una cuestión de imagen política: “El régimen se la reconocería por conveniencia”.
Una de las hipótesis que maneja D’Alessandro es que si bien puede haber una excepción a las leyes de cubanas, “Tony Castro tampoco accedería tan fácil a entregar la casa” por una cuestión de lealtad hacia Maradona. “Él está enterado del supuesto robo que le habían hecho las hijas y Claudia a Diego. Él sabe todo porque eran amigos y ellas no son ultra bienvenidas en Cuba por eso”, aseveró. Maradona murió en medio de múltiples causas entrecruzadas con su expareja y madre de Dalma y Gianinna, a quien denunció por evasión tributaria, estafa procesal y apropiación indebida de 458 objetos que fueron parte de sus pertenencias en su pasado como futbolista.
Si bien la casa de la Habana no tiene un valor intrínseco activo, ya que no está permitida la propiedad privada, existe la opción de convertirla en un museo potencialmente rentable.
La herencia de Maradona
La herencia millonaria de Maradona está compuesta por dos departamentos en Villa Devoto (entre ellos, la recordada vivienda de Segurola y La Habana) otros dos en Puerto Madero y Mar del Plata y casas en Nordelta y Bella Vista (en las que viven sus hermanas y su expareja, Rocío Oliva, respectivamente).
El extécnico de Gimnasia y Esgrima La Plata tenía cuatro autos en el país y dos de lujo en Dubái, que le fueron regalados durante su etapa como entrenador de Fujairah FC: un Rolls Royce Ghost de 300.000 euros y un BMW i8 de 145.000 euros.
Al repertorio millonario también se le suma un anillo de diamantes de 300.000 euros, que utilizó en diversas ocasiones en su paso como DT de Gimnasia; relojes y trofeos, además de un tanque anfibio especialmente diseñado para el ejército denominado Hunta Overcomer, que tiene 2,61 metros de altura y 4,50 metros de largo, pesa 2,3 toneladas, tiene capacidad para siete personas y le fue regalado en Bielorrusia.
La mayoría de estos objetos entrarán en una subasta pública nacional e internacional que se realizará el próximo 19 de diciembre y podrá seguirse vía streaming.
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