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La fórmula de Zeballos: "La mente en el tenis es todo y es fundamental mantenerla despierta"
A los 32 años, el zurdo marplatense es una de las raquetas del país más destacadas de la temporada y vive un momento de plenitud, que hasta le permite pedirle selfies a sus rivales
Durante cada verano, siendo chico, Horacio Zeballos se acercaba a las escalinatas de Playa Grande, en Mar del Plata, para estudiar los movimientos y escuchar a Guillermo Vilas . El hombre que popularizó el tenis en la Argentina realizaba clínicas allí, firmaba cientos de autógrafos y explicaba la técnica de sus tiros, utilizando un micrófono adosado a la cara. El público disfrutaba del espectáculo, frente al mar. Horacio, en medio de una multitud de turistas, asistía con entusiasmo para tratar de aprender los secretos del ídolo familiar. Horacio Zeballos padre había abierto un club en la ciudad, el Edison Lawn Tenis, en 1984; un año después, nació su hijo Horacio. Casi por carácter transitivo, uno de los primeros objetos que tomó el actual 60º del ranking individual (42º en dobles) fue, lógicamente, una raqueta. “Mi viejo nunca me obligó a jugar al tenis; fue a mí al que le encantó criarse en el ambiente de club. Desde los nueve años soy socio/jugador del Buenos Aires Lawn Tennis Club; casi todos los fines de semana veníamos a jugar Interclubes. Era el viaje más esperado de los chicos en Mar del Plata. Mi viejo tenía una Traffic, juntaba a 15 chicos y veníamos a Capital; jugábamos en el Buenos Aires, en Deportes Racionales, en el Darlin”, recuerda el zurdo, uno de los argentinos más destacados de la temporada ATP, que esta semana jugará el ATP 250 de Ginebra.
–Como marplatense, ¿padecías la invasión de turistas durante los veranos?
–El marplatense, en el verano, está radicado en el interior de la ciudad. Yo no iba a las playas más concurridas; me iba bien al sur. El marplatense, por lo general, vive del verano. Por suerte tenemos un gran turismo y es importante para todos, inclusive para mi papá, porque el alquiler de las canchas es una fuente importante de ingresos.
–Tenés 32 años, fuiste padre hace trece meses, conseguís buenos resultados en single y dobles, y se te ve muy relajado. ¿Es tu momento de mayor plenitud?
–Sí, sí, realmente. Quizás no tengo mi mejor ranking, he tocado el 39º (en 2013), pero me siento jugando mejor, con ganas de viajar y sin problemas en tener que quedarme varias semanas o meses afuera. Antes, a los 22 o 23 años, el dilema, sobre todo de los sudamericanos, era la distancia. Era común, después de dos o tres semanas de gira, querer volver. Se inventó esa famosa frase: ‘Estoy quemado, me quiero volver a ver a mi familia, a mis amigos’. Hoy no me pasa, porque además tengo la posibilidad de viajar con mi mujer y mi hijita. El año pasado viajé cinco semanas sin ellas y me volví loco, la pasé mal. Estoy más tranquilo, le quité un poco de importancia a las derrotas. Hoy pierdo y no me afecta como cuando tenía 23 o 24 años y el tenis era mi único interés. Estoy disfrutando del tenis como nunca. Económicamente estoy más cómodo, entonces puedo hacerlo. Pero era raro, porque en ese momento no tenía tanta plata y quería volver, lo que significaba tener que comprar otro pasaje de avión.
–¿En qué rutinas o pasatiempos te apoyás para no pensar tanto en el tenis?
–Juego mucho al ajedrez. Antes del nacimiento de mi nena leía y miraba muchas series. Ahora, imposible. Pero el ajedrez me fascina. Cuando estoy en Buenos Aires y tengo tiempo voy a un club que hay cerca de mi casa y la paso muy bien. Me mandan mails todo el tiempo cuando hay torneos. Tengo cierto nivel, pago la inscripción y juego. Los socios se juntan los sábados a jugar; yo pago el día y juego. El ajedrez me lo inculcó mi viejo de chico y me fascinó siempre. Hay muchos tenistas que juegan; Djokovic, uno de ellos. También hay entrenadores. El tío Toni (Nadal) es crack, es Rafa (Nadal) en el ajedrez. Lo vi jugar. Además jugué varias veces contra Pepo Clavet, el entrenador de Feliciano López, y él, que me ha ganado varias, pierde contra Toni. Toni Nadal es el Roger Federer del ajedrez. Es una actividad que nos sirve para seguir trabajando la mente, como leer. Yo quiero hacerlo de acá hasta que tenga 80 años; si después me ayuda para el tenis, mejor. La mente en el tenis es todo y es fundamental mantenerla despierta.
–Hoy es común observar a tenistas treintañeros en posiciones importantes. En el top 100 hay 39 jugadores con 30 años o más. ¿Por qué? ¿Cuál es la razón?
–Hay varios factores. Uno de los principales es que físicamente estamos todos mucho mejor. Le damos más importancia a la parte física y a la alimentación. Eso te ayuda a tener menos lesiones. Otro factor es la parte económica. La ATP está incrementando los premios todos los años y es un incentivo para seguir jugando. Si me preguntás a mí, hoy me veo jugando mucho mejor que a los 24 años.
–Además, se te nota con mucha menos tensión. Este año te sacaste selfies con Djokovic y Nadal inmediatamente después de perder contra ellos en Doha y Barcelona. ¿Cómo se te ocurrió hacerlo?
–Las selfies surgen a partir de que año tras año comparto un montón de vestuarios, de restaurantes, de salones con los jugadores, me queda todo en la cabeza pero ningún recuerdo físico. Entonces dije: ‘¿Por qué no?’ Estoy pasándola bien, soy lo más profesional que puedo, pero también es un privilegio tener a Djokovic enfrente. Yo los admiro un montón, a Nole, a Murray, a Roger, a Rafa, a Wawrinka. Entonces, ¿por qué no me voy a sacar una foto? Yo nunca miro los cuadros, entonces nunca sé contra quién juego. Cuando llegué a Doha, Nole ya estaba ahí. Yo quería una foto con él pero nunca me había animado a pedírsela. Juego el martes en la primera ronda (contra Florian Mayer) y en medio del partido veo que en la tribuna estaba su entrenador. Dije: ‘Uh, la pucha, si gano voy a jugar contra él. Si no, no estaría viéndome’. Cuando terminó el partido contra Novak (el serbio triunfó 6-3 y 6-4) me dijo algo con muy buena onda en la red y dije ‘Me la saco acá nomás’. Y ahí lo hice. Tuvo una gran repercusión porque él la compartió en su Twitter. Dos horas después de haber perdido en Doha salí para Nueva Zelanda, porque no llegaba al siguiente torneo, apagué el teléfono y cuando llegué, lo prendí y me explotaba. Tuve como siete mil Me gusta. Dije ‘Puta madre, ¿qué pasó acá?’ Hasta que me di cuenta lo que había generado.
–Se puede llegar a pensar que esa actitud no tiene demasiada seriedad. ¿Lo escuchaste? ¿Qué opinás?
–Sí, me lo han dicho. Cada uno tiene su opinión. Antes y durante los partidos soy lo más profesional. Y después, la vida sigue. Si el de enfrente es mi ídolo, ¿por qué no le voy a pedir una foto? A los que me critican les pregunto si ellos no se hubieran sacado una foto con sus ídolos. Son cosas que estoy disfrutando hoy, que ya no me queda tanto rodaje.
–Este año, con el chileno Julio Peralta, ganaron el dobles del ATP de Houston, eliminando en semifinales a leyendas como los Bryan. ¿Qué valor tuvo?
–Uh, eso fue único. Yo llegué con tiempo a Houston, entrené a full el single y un día le dije a Julio: ‘Che, les voy a decir a los Bryan de entrenar, para ver qué podemos aprender’. Les dije y se coparon. Los flacos son súper profesionales, admirables. ¡El ritmo con el que entrenamos me cansó más que cualquier práctica de single! Fue una hora y cuarto casi sin parar, casi no tomamos agua. Después nos tocó enfrentarlos, eran completamente favoritos, había mucha gente alentándolos y jugamo s sueltos, fue una gran victoria.
–En febrero estuviste citado para la serie contra Italia, por la Copa Davis, no jugaste por una lesión, pero sin embargo apareciste el mismo fin de semana actuando en el ATP de Quito. ¿Qué pasó?
– Sí, yo sabía que se iba a hablar de eso, pero lo había analizado antes con Orsa (Daniel Orsanic, el capitán). Es más, él mismo me vio entrenándome el día previo a irme a Quito. No estaba completamente lesionado, pero no estaba al 100% y lo que más miedo me daba era tener que retirarme en medio de un partido. Yo he jugado Copa Davis y sé la presión que se siente, jugás mucho más tenso, más nervioso. Tenía miedo de estar jugando, resentirme de la lesión y abandonar. Hablé con Orsa, le dije que estaba al 70%. Si me ocurría en Quito no pasaba nada, porque me pasaba a mí. Me sucedió hace poco, jugando un Challenger en Sarasota contra Jürgen Melzer: mi hija había tenido fiebre y de dos a cinco de la mañana no había dormido, fui al partido, perdí 7-6 el primer set y dije: ‘Me voy’. No daba más. Pero si me hubiera pasado en la Davis afectaba al equipo.
–¿La Copa Davis debe hacer cambios estructurales?
–Sí, hay que hacer un cambio en la Davis. Lo mejor sería hacer algo como la Copa Mundial que se hacía en Düsseldorf; algo que dure una semana, en un lugar neutral. La Davis, así, es muy agotadora. Agarrá dos jugadores que hayan tenido una serie de Copa Davis exigente y fijate cómo les va en el circuito después. A Leo Mayer y a Joao Souza, que en el 2015 jugaron ese partido de casi siete horas, les costó muchísimos meses volver. Es un desgaste mental muy grande. Es un desgaste que no estás acostumbrado a vivir.
–¿Cuántas veces volviste a ver la final que le ganaste a Nadal en Viña del Mar 2013?
–Mil veces, mil. La miré muchas veces cuando estaba bajoneado. El otro día, que jugamos en Barcelona (Rafa se impuso por 6-3 y 6-4), volví a ver el video para recordar qué había hecho ese día. Pero en ese partido cerré los ojos y entraron todas. Eso fue lo que hice (se ríe). Me preguntás cómo fueron los últimos cuatro games y me los acuerdo de memoria. Eso fue en febrero, después llegó Madrid, entrenamos juntos y me ganó 6-1. Cuando le doy la mano le digo: ‘Rafa, mierda, qué bien que estás jugando’. Y me dice: ‘Sí, sí, pero el importante lo ganaste vos’. Y yo me quedé helado. El tipo, con lo grande que es, me generó mucho orgullo.
–Después de ese partido perdiste en 16 primeras ruedas de ATP. ¿Por qué te costó enfocarte?
–Me costó volver a concentrarme dentro de la cancha. Dije: ‘Uy, le gané a Rafa, gané mi primer ATP, estoy 40 del mundo, estoy para seguir creciendo’. No puse los pies en la tierra, cuando tendría que haberlo hecho, y entrenar más. Me confundí. Pero me pasó siendo joven. Ahora lo hubiera tomado de otra forma. Como este año en Miami, que llegué tras los octavos de final en 2016 después de haberle ganado a Del Potro y Verdasco, y lo encaré como un torneo más.
–¿Qué más te gustaría hacer en el tenis?
–Me gustaría jugar contra Federer en Wimbledon. Una selfie en la Catedral estaría muy bien.
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