SAN PETERSBURGO.- Hay una noticia que sobresale. En la inminencia del partido decisivo ante Nigeria, que decidirá su clasificación o no a los octavos de final del Mundial Rusia 2018, la selección argentina transitó el último entrenamiento con una novedad: la inclusión entre los titulares de Marcos Rojo, que no jugó contra Croacia y tampoco había formado parte de los 11 elegidos en la práctica de ayer. Así, la vuelta del defensor al equipo marcará la salida de Eduardo Salvio, por lo que Gabriel Mercado se correrá a la derecha de la línea de cuatro. El detalle marca el perfil que tendrá el equipo: una amplia base de jugadores históricos más Franco Armani y Nicolás Tagliafico, dos de la última oleada de convocados. La decisión es clara: será la vieja guardia la que afronte el peso de un partido que no admitirá grises. Cuando el árbitro marque el final se respirará el alivio del pase de ronda o se configurará una eliminación histórica. Ahora bien, ¿cuánto importa realmente todo eso? Mejor separar en partes justas: hay una segunda lectura que se impone.
En este contexto, la imagen que escenificó la mañana en Bronnitsy, la ciudad base del campamento argentino, fue una conversación que Javier Mascherano y Jorge Sampaoli mantuvieron en la tribuna ubicada al costado del campo de entrenamiento. Se trató del momento previo al comienzo de los ejercicios, cuando la mayoría se terminaba de poner los botines para iniciar el calentamiento. Mientras el técnico sostenía un cuaderno con sus apuntes, el subcapitán hablaba y señalaba la hoja. El momento, captado por la prensa, da inicio al video que la AFA sube diariamente a sus redes sociales sobre los entrenamientos. Allí mismo, días atrás, el entrenador y Claudio "Chiqui" Tapia compartieron una ronda de mate, y los tres arqueros estuvieron sentados charlando...
En un ecosistema que se alimenta como nunca de teorías conspirativas, sospechas y denuncias, y a un día de un partido que tendrá un peso inédito para esta generación de jugadores, la imagen potenció otra de esas verdades que repiten aquellos que gustan de las afirmaciones tajantes. "Mascherano le arma el equipo al técnico" es el comentario más obvio que circula de esas bocas (periodísticas, internas y también virtuales, lo mismo da) desde la mañana, sin importar si se cuenta con elementos concretos y reales para aseverarlo. "Los mejores técnicos del mundo conversan con los jugadores, que al final son los que deciden en la cancha. El técnico quiere saber cuál es tu sentimiento. No se trata de consensuar, sino de decir lo que uno piensa. En este momento necesitamos certezas, no inseguridades", había expresado el jugador un día antes en una conferencia de prensa que giró alrededor del delicado momento que se vive. La referencia, orientada a la reunión grupal que el plantel, el cuerpo técnico y Tapia mantuvieron el viernes a la noche, cobra rabiosa actualidad ahora, con esa imagen de la charla.¿Tiene asidero eso que repiten los sabelotodos sobre el rol de Mascherano, extendido a Messi? No, la decisión sobre la formación del equipo siempre fue tomada por Sampaoli. ¿Influye el punto de vista de los referentes? Sí, el técnico los escuchó siempre, al punto que dio varios giros respecto a esquemas y nombres a partir del ida y vuelta que mantiene con ellos. ¿Es fluida la relación que mantienen? Ya no, el desgaste del año que llevan juntos y los últimos episodios derivaron las cosas a un escenario delicado: "A todos nos conviene que nos vaya bien", reflexionó el Jefe ayer. ¿Fue bueno que se reunieran el viernes? Sí, porque todas las partes salieron de lo políticamente correcto y dejaron caer con crudeza y cara a cara sus pensamientos, el paso necesario antes de "mirar solo hacia adelante", que fue el mensaje que bajaron. ¿Fue positivo que la charla que origina este artículo haya ocurrido a la vista de la prensa, con la seguridad de lo que dispararía? Doble respuesta: no, si lo que se quiere es evitar que se sigan propagando comentarios negativos; y sí, en caso de que los actores y el grupo en general estén tan seguros de sí mismos que ninguna bala externa los vaya a afectar.
Todas las cartas están sobre la mesa. Y al final es tan rico el menú armado por partes iguales entre los jugadores, el cuerpo técnico, los dirigentes, los vectores políticos, los medios y el público que ya no habrá gol de Messi ni título mundial que corra del eje del asunto una conclusión general: si algo falta en todo ese abanico es autocrítica.
Pero tranquilos, nadie la ejercerá.
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