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La Argentina, obligada a reaccionar para evitar la caída más temida
Israel se impuso en el dobles y se adelantó 2-1 en Sunrise; hoy, Mayer y Berlocq deben imponerse en sus singles para que el equipo nacional se mantenga entre la elite
SUNRISE, Estados Unidos.- No hay margen de error. Ya no se puede dudar más. No puede pesar el brazo. Un paso en falso de cualquiera de los singlistas argentinos frente a Israel significaría el descenso. Increíble, ¡el descenso a la Zona Americana!, con tanta riqueza que el tenis criollo supo lucir por los courts del mundo; por París, Londres, Nueva York, Melbourne... Insólito, pero hay que aceptarlo. Se está sobre el filo del abismo. Hay muchos motivos por los cuales la Argentina llegó a esta situación, a estar a un punto de abandonar la elite luego de 12 años, pero no es ahora el momento de desmenuzarlos. Aún queda una última jornada, a todo o nada.
"No nos sorprende este resultado. Sabíamos que podíamos estar 2-1 abajo el sábado", dijo Martín Jaite, el capitán que se despedirá aquí. Tiene razón: hasta ahora, los tres puntos acabaron con marcadores lógicos. Pero el dobles que ganaron dos veteranos con oficio como Jonathan Erlich (37 años) y Andy Ram (34), por 6-3, 3-6, 6-1, 3-6 y 6-3, en 3h27m, a Horacio Zeballos y Federico Delbonis, no fue una extrañeza, precisamente, por la falta de espontaneidad que tuvo el armado de la pareja. Una responsabilidad de Jaite y Mariano Zabaleta, claro, conductores desde hace tres años. Puede pecar de oportunista analizar el dobles con el diario del lunes en la mano. En este caso, no lo es, ya que las cartas estaban sobre la mesa, sobre todo luego de que Leonardo Mayer y Carlos Berlocq alcanzaran los cuartos de final del dobles del último US Open (con las mismas condiciones que en Sunrise: superficie, clima, pelotas?). Pero Jaite, desde el primer día de ensayo, sentenció que no estaba en su sistema que un jugador actuara las tres jornadas, aunque ello significara prescindir de la mejor raqueta de la serie, el Yacaré. Más allá de las buenas intenciones que pudieran tener los zurdos, no contaban con el rodaje necesario para batallar ante dos expertos del dobles.
Los rioplatenses (Erlich nació en Buenos Aires y Ram, en Montevideo) reemplazaron sus limitaciones atléticas (Ram, retirado del circuito desde enero, terminó acalambrado y sacando a muy poca velocidad) con tesón y correctas ubicaciones en la cancha. Le pusieron pimienta a cada golpe y se contagiaron del pequeño pero bullicioso grupo de israelíes. En una semana de entrenamiento, por más intenso que sea el ensayo -de hecho, así lo fue desde que arribaron a esta ciudad-, hay detalles que una pareja de dobles no puede adquirir. Delbonis, que debutó oficialmente ayer en la Copa Davis, suele competir en el circuito con otro zurdo como Facundo Bagnis, pero con Zeballos no jugaban juntos desde 2011, en un Challenger alemán.
"Tengo una sensación de tristeza. Me sentí incómodo con el saque de Ram, porque estoy acostumbrado a recibir un tiro más rápido y me vi desorientado. Además, el compañero (por Erlich) se movía bien en la red. El nivel tenístico no fue bueno, se notó", reconoció Zeballos. Habituado a jugar dobles en la Copa Davis junto con David Nalbandian o Eduardo Schwank, esta vez, por experiencia, el marplatense tenía que ser el sostén de la pareja, pero tuvo un rendimiento opaco, muy pobre. Le quebraron el saque en cinco oportunidades, cometió doble faltas, falló con el revés y terminó muy nervioso, arrojando la raqueta contra el cemento un par de veces. Fue Delbonis, dentro de la mediocridad de la tarea, el más inspirado de ambos. El azuleño fue más confiable con su servicio, pero sufrió cuando los israelíes le jugaron pelotas bajas (mide 1,90m, y allí nace una de sus falencias). Mientras Erlich y Ram se movieron en la red como peces en el agua -se cruzaban con coordinación-, los argentinos jugaron de fondo y no pudieron aprovechar los pequeños impulsos.
"Los nervios de la primera vez siempre están, lógico. Eso implica jugar la Davis, ¿no? Estar más nervioso que en el circuito. Pensamos que podíamos ganar el partido, pero se nos hizo duro", se lamentó Delbonis. "Confiamos en Leo y en Charly. Leo está jugando un gran nivel de tenis", se esperanzó Zeballos, que luego del partido, con menos pulsaciones, no ensayó ningún reproche para Ram, que por sus gesticulaciones, bailecitos y gritos -el ¡vamos! se oyó fuerte y en español- por momentos irritó al marplatense. Ram, en Tel Aviv, es endiosado precisamente por su capacidad tenística y también por los ademanes, cual si fuera el checo Radek Stepanek.
Las dos raquetas que hoy tendrán, acaso, la mayor responsabilidad de sus carreras, vivieron el punto de dobles con comportamientos distintos. Berlocq fue un apoyo constante para Delbonis y Zeballos. Ubicado detrás de Jaite, el jugador nacido en Chascomús se mostró eufórico, iniciando, más de una vez, los cánticos en favor de la Argentina. Les pidió calma a sus compañeros de equipo ubicándose los dedos índice en la cabeza y se marchó frustrado, pero confiado. De hecho, tras la victoria israelí, se entrenó en el court central. Mayer, mucho más sereno, practicó en una de las canchas auxiliares mientras se jugaba el dobles. Después, tras una ducha, se unió a sus compañeros y el cuerpo técnico.
Sería muy injusto para Mayer que, en la mejor temporada de su carrera, en la que logró despojarse de lesiones y obstáculos periféricos al juego, perdiera el cuarto punto. Hoy, desde las 13.30 de la Argentina (una hora menos en esta ciudad), el correntino se medirá, por primera vez, con el eléctrico Dudi Sela. Si hay algo que Mayer deberá conservar es la paciencia -y evitar la ansiedad que mostró anteayer-, porque el mejor jugador israelí, que en el año ganó 14 partidos sobre superficie dura, no tendrá ningún apuro. Es más, conoce a la perfección cómo competir con la desesperación y la velocidad del rival. Claro que Mayer, con el servicio y el drive calibrados, tiene muchos atributos para superarlo. En ese caso, a continuación, Berlocq tendría la responsabilidad, ante el juvenil Bar Botzer, de cerrar una serie muy riesgosa. La Argentina se acostumbró a maldecir por la Copa Davis y sus trampas. La alarma está encendida; ojalá, por el bien del deporte de las raquetas en nuestro país, no se inicie un incendio.
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