Jürgen Klinsmann, el alemán que ya no pasa inadvertido en California

NUEVA YORK (dpa) - Desde que tomó las riendas de la selección de Estados Unidos, la misión de Jürgen Klinsmann ha sido cambiar la mentalidad de los futbolistas para que el equipo sea uno de los diez mejores en el mundo.

El plan de Klinsmann parte desde su espíritu desafiante, que busca sacar del punto de comodidad a sus jugadores. Es algo que intentó en la selección alemana y en el Bayern Munich, pero es un estilo que ningún seleccionador tuvo en el pasado en Estados Unidos y no estuvo exento de polémicas y críticas.

Klinsmann se retiró del fútbol luego del Mundial de Francia '98 y desde entonces vive en California con su mujer, la estadounidense Debbie, y sus hijos, Jonathan y Laila. Como en su estadía en Italia, Francia o Inglaterra, Klinsmann se preocupó por adaptarse a la cultura local y perfeccionar el idioma. También por conocer la situación del fútbol local en todos sus niveles.

Incluso, el exgoleador llegó a jugar torneos amateurs en California y firmaba en la planilla como Jay Goppingen (combinó la primera letra de su nombre y la su ciudad de origen en Alemania) para disfrutar del fútbol como anónimo ya pasados los 40 años de edad.Al campeón del mundo en Italia 1990 le gustaba que lo trataran como a un vecino más, poder tomarse un café sin sentirse observado o pasar por el supermercado a comprar verduras en la vuelta a casa.

Una década después, su figura es cada vez más pública. Ya no pasa desapercibido y tiene nuevos retos como hombre fuerte en las selecciones masculinas de Estados Unidos.

Su base de operaciones sigue estando en el condado de Orange, en California, a cuatro horas de avión de las oficinas de la Federación de Fútbol de Estados Unidos (US Soccer), que mantiene su sede en Chicago. Fue el acuerdo con el presidente Sunil Gulati cuando le ofreció el cargo de seleccionador, en julio de 2011. Desde entonces, Gulati fue un enfático defensor del proyecto de Klinsmann.

El trabajo del entrenador alemán se basa en la cercanía con sus jugadores. Le gusta compartir momentos y aprovechar cuando el jugador está permeable para hablarle. Ya son clásicas sus concentraciones de enero, cuando reúne a un grupo de 25 seleccionables para inculcarle la filosofía futbolística que busca, pero también los somete a fuertes cargas físicas, ya que considera que el jugador de selección tiene que ser también un atleta de elite. Otro de los valores que intenta distribuir el exgoleador de Stuttgart, Bayern Múnich, Inter, Mónaco y Tottenham es el de la alimentación sana.

Muchos de los mejores futbolistas de la selección de Estados Unidos juegan en Europa, por lo que Klinsmann cruza el océano Atlántico al menos dos veces por temporada para tener registros más certeros de los jugadores. Es un trabajo que el alemán coordina con su mano derecha, el austríaco Andreas Herzog, con quien compartió plantel en el Bayern durante la década del '90.

La Copa América Centenario marcará el 2016 para la selección de Estados Unidos, que será local compartiendo el Grupo A con Colombia, Costa Rica y Paraguay. Al proyecto de Klinsmann le están pidiendo resultados más allá de mejorar a los jugadores. La frustración en la Copa Oro (eliminados por Jamaica en semifinales) y principalmente la derrota ante México (3-2 en tiempo extra) en el duelo directo por el cupo a la Copa Confederaciones de 2017 pesan sobre sus hombros.

"Tener presión significa que a la gente le importa", comentó Klinsmann en una entrevista con ESPN . "El fútbol ha crecido enormemente en Estados Unidos. De repente, puedes tener conversaciones de fútbol con mucha gente en la vida cotidiana, saliendo del mundo del fútbol", advierte el alemán, que ya no pasa inadvertido mientras va en busca de su café en California.

Uri Stilman

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