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Jugó en Boca, les hizo goles a los cinco grandes y ahora busca trabajo: la eterna reinvención del “Tweety” Carrario
Integró 19 equipos, fue bailarín de folklore, trabajó como guardavida y ayudó a sus padres en una imprenta; sus conmovedores recuerdos de Maradona
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En la década del 90, Silvio “Tweety” Carrario se definía como “goleador” y su sed de gloria lo mantuvo en la permanente búsqueda de un lugar donde pudiese desplegar todos sus dotes y sumar nuevos desafíos. En los 15 años que duró su carrera profesional pasó por 16 clubes entre los que se contaron Talleres de Córdoba, Racing, Boca y Olimpo de Bahía Blanca, y otros tantos de distintas categorías del fútbol argentino, que le permitieron hacerles goles a casi todos los equipos nacionales. Después de tres décadas de su debut profesional y de haber jugado junto a Diego Maradona, está desempleado desde la llegada de la pandemia de coronavirus.
El Tweety es sinónimo de reinvención. Más allá de que en el mundo deportivo se lo conoció como “el salvador” de los clubes por su eficiencia en la definición, antes de incursionar en las canchas fue profesor de folclore, trabajó como guardavida “sin saber nadar”, fue director de deportes de Bell Ville, Córdoba, y tuvo un paso frustrado por la política allá por 2019. Cuando se retiró en el Club Bolívar, de Bolivia, en 2008, decidió alejarse a cuentagotas del fútbol en un proceso que se extendió con muchas idas y vueltas hasta sus 41 años, mientras resolvía su carrera como entrenador.
“No estoy haciendo nada desde hace rato. Estoy buscando para poder dirigir y estoy entrenándome para eso. El último club que dirigí fue el Inter de Ibiza, un equipo de la cuarta división. Después me vine a Carlos Paz a terminar la casa por dos o tres meses, pero se vino la pandemia de Covid-19”, cuenta en conversación con LA NACION.
Oriundo de Bell Ville, intentó ayudar a su padre en una imprenta de ploteado y también se midió como legislador provincial por el departamento de Unión en la lista Somos cambio, del binomio Mario Negri y Héctor Baldassi, en las elecciones de 2019. “No pude meterme de lleno en la política porque no tengo ambición de sacar algo o llegar a algo más. Quise hacer las cosas que están en el reglamento y no se pudo. Estamos en un país raro”, sostiene sobre su frustrada postulación. Su deseo de ayudar a la gente se mantiene intacto y lo hace a través de sus propias iniciativas.
Sin embargo, antes de medirse en las urnas ocupó un importante cargo como funcionario provincial. “Me ofrecieron la secretaría de deportes como para poder llegar a Buenos Aires y la candidatura a la Legislatura me la ofrecieron después. Me gustó y todo, pero no la gané. A mí me gusta gestionar, hacer cosas, traté de cambiar la imagen para no que no fuera tan política, pero no pudo ser. Me gusta conseguir cosas para la gente, hacer más reuniones con los que realmente necesitan y que no esté tan abstraída de todo”, señala.
En ese ínterin, dice, ayuda en silencio a quienes más lo necesitan y sin que trascienda. “A veces hago empanadas, café y llevo a las plazas cuando hace mucho frío. Lo hago de corazón, no para nada especial y lo hago yo solo”, afirma. Durante su gestión, Bell Ville fue nombrada como la “Capital Nacional de las Pelotas de Fútbol”, tras una iniciativa que presentó el diputado nacional Andrés Guzmán (PJ), que obtuvo media sanción en noviembre de 2016 en la Cámara de Diputados y en mayo de 2017 consiguió la aprobación del Senado de la Nación. El reconocimiento se debe a que en esa ciudad se hicieron las primeras pelotas de fútbol que se usaron en el Mundial de Italia 1934.
A lo largo de su carrera deportiva, Tweety Carrario hizo 144 goles en la Primera División y Nacional B. Pasó por un total de 19 clubes de distintas categorías y era considerado un “goleador nato”. “Me encantó haber pasado por todos los clubes por los que pasé. Uno le toma aprecio a todos, pero se va siempre al que mejor le paga y, para mí, en ese momento era un trabajo. Yo tenía que rendir como en el club de mi pueblo del cual era hincha, pero también pensaba que por eso salí del pueblo, para ir a un lugar donde mejor podía hacer mi vida. Por eso fui cambiando de equipo”, explica. El hecho de haber integrado distintos planteles y grupos de personas lo ayudaron a manejarse mejor psicológicamente, dice. “Detrás de tantos grupos empezás a conocer a las personas y cómo se va gestando todo. Estuve en clubes maravillosos y en otros feos. También estuve en clubes con mucha presión y en otros sin presión. Pero todo eso me sirvió para desarrollar el tema psicológico y lo que pasa en cada grupo”, afirma.
-¿Le hiciste goles a todos los equipos argentinos?
-Creo que el único equipo que me faltó fue Vélez. No recuerdo haberle hecho un gol a Vélez, en serio. Sí, a Vélez no le hice goles. Le hice cuatro o cinco tiros en los palos y no me acuerdo de haberle hecho un gol. Pero a los clubes a los que más goles les hice fue a San Lorenzo, Argentinos Juniors y Boca.
El primer fichaje de Macri en Boca
En promedio, el Tweety estuvo un año por club. Su historia como “nómada deportivo” comenzó en 1993 cuando debutó en Central Córdoba de Rosario y el año siguiente dio el paso a Talleres de Córdoba. Su desempeño lo llevó a fichar por Racing hasta que Carlos Bilardo, por aquel momento técnico del Xeneize, se interesó en su perfil, de igual forma lo hizo él, quien aspiraba a ser dirigido por uno de los mejores técnicos del fútbol argentino de todos los tiempos. “Estaba emocionado porque Boca es un club grande, con el que uno sueña desde chico. Ellos me compraron; recuerdo que en ese momento de Independiente también estaban hablándome y Carlos [Bilardo] me dijo: ‘¿Por qué no habló conmigo antes de venir, de esta forma no me gusta’. Ahí medio que se me cayeron las ganas de haber firmado, pero no me arrepiento de haber estado en un plantel como Boca”, sostiene.
El Tweety fue uno de los primeros fichajes que hizo Boca en la era de Mauricio Macri como presidente del club. Su coincidencia hizo que ambos establecieran cierto acercamiento que los llevó, incluso, a compartir el picadito del domingo y una admiración mutua. “Cuando llegué a Boca el club estaba destruido. Entrenábamos en Parque Sarmiento y hoy Boca es un lujo. Macri hizo un cambio extraordinario. Como Presidente [de la República] no fue tan bueno como se esperaba, pero lo hizo mucho mejor que esto de ahora [el Gobierno actual]”, compara.
Fue también su paso por el club de la Ribera que le permitió compartir su día a día con Maradona, de quien hoy atesora una de sus más importantes enseñanzas que le dejaron aquellos años. “Un día estábamos entrenando y llegó a las 10 con sanguchitos de miga para festejar y nos fuimos con él al mediodía. Recuerdo su generosidad. Lo pasábamos bomba, ver jugar a Diego era maravilloso. Era una persona increíble, un tipo sensacional con nosotros como compañeros. Lo idolatrábamos; cuando te hablaba Diego de fútbol uno se paralizaba y escuchaba”, afirma.
La relación entre él y Maradona fue aún más cercana, tanto que compartieron más allá del entrenamiento y la diaria del club. “Una vez me invitó a jugar un partido a beneficio y me dijo: ‘Quiero que estés vos’. Que él me participara de esas cosas, de verdad, era algo muy lindo porque era alguien a quien veía desde muy chico y era impresionante”, asegura.
El 25 de noviembre de 2020, cuando se conoció la noticia de la muerte de Maradona, al Tweety se le cruzaron todos los recuerdos de los momentos que compartieron juntos entre el fútbol y la vida misma. Por ejemplo, el día en que el Diez lo hizo hacer una presentación de folclore delante de Evo Morales en medio de su propio agotamiento. “Cuando murió Diego estaba sentado, escuché la noticia y empecé a llorar solo. Recuerdo que llegó un amigo y me preguntó qué me pasaba, le dije que nada porque no podía hablar. Lo tomé mal, con un poco de bronca e impotencia”, asevera.
Profesor de folclore
A través del zapateo y las boleadoras del folclore, danza de la que fue incluso profesor, Tweety aprendió sobre la coordinación de sus pies, a moverse con destreza dentro del campo y a marcar mejor su corrida, esa que le salía a lo Charles Chaplin. “El baile me dio ritmo y el manejo del cuerpo; me ayudó a marcar las pausas, al igual que en el fútbol. Solo que el baile es más dinámico y tenés que crear. En mi vida hice una conjunción que me ayudó en la parte motriz, acelerar, mover el cuerpo y pensar”, explica.
Su conexión con este género se lo debe a su infancia en el campo, en donde aprendió desde muy chico a coordinar su cuerpo, tal vez, motivado por un rato de ocio y el orgullo de la cultura compartida. “En los pueblos sobra tiempo y yo era un poco hiperactivo. No sabía qué hacer y me mandé por la energía del folclore. Hasta los 17 años que estuve en Bell Ville estuve en folclore y latinoamericano en paralelo al fútbol. No lo volví a retomar profesionalmente, pero lo bailo como cualquiera”, narra.
El folclore, dice, le ayudó a sacar fuerza en las piernas, pero su velocidad en la cancha también fue producto de las tareas que se hace en los pueblos. “Todo eso me dio coordinación para manejar el cuerpo. Yo camino como Chaplin. Ahora estoy un poco más controlado, pero cuando corría era como mi mamá con chancletas, iba con las piernas para afuera”, relata entre risas.
Contra la corriente
Su perfil polifacético también lo llevó a ser guardavidas “sin saber nadar”, de donde guarda una absurda anécdota antes de desembarcar en el fútbol. “Lo hice porque estaba loco. No sabía nadar y tenía a un compañero de trabajo, Javier Elías, que medía como dos metros y él sí era nadador. En ese momento se hacía el campeonato Neder-Nicola, que ahora se llama CAI Aymar, en Corral de Bustos. Recuerdo que los jugadores de River se tiraron y justo había una bajada pronunciada en la pileta y estaban justo en la parte honda que medía 3,40 metros… Eran las 9.30 y estábamos justo limpiando las sombrillas y cuando los vi me tuve que tirar. Tragué más agua… me iba hasta el fondo, me acercaba al chico y lo tiraba para arriba y lo iba acercando. Estuve toda la mañana escupiendo agua como si fuera una fuente”, rememora.
El Tweety no es ajeno a las adversidades que atraviesan muchos deportistas para poder llegar a primera. En su caso, antes de hacerlo se las rebuscó como empleado de un supermercado, trabajo que consiguió con la ayuda de sus suegros, sin imaginar que esta relación lo iba a llevar a encontrarse con su primer club profesional, Central Córdoba de Rosario. Además, en el medio ayudó a sus papás en una imprenta donde instalaban publicidad y propaganda en altura. “Una vez estaba colgado de una máquina a 4 metros, tratando de poner un letrero y dije: ‘Chau’. Casi me caigo, estaba colgado y me pregunté: ‘¿Qué hago acá?’. Otra vez, estábamos ploteando un colectivo y por apurado pasé y me caí adentro de la fosa. Me reventé la rodilla, el codo, todo. Por suerte no fue nada grave”, cuenta.
Las dificultades físicas no fueron lo único que lo ayudó a superar el fútbol. Hubo también otras cuestiones que aprendió a sobrellevar con el deporte, como que “los problemas se patean para arriba” y que para superar las adversidades y lograr cosas se necesita de la ayuda de un grupo de confianza para salir. “Estoy preparándome para tener otra oportunidad para dirigir y tratar de hacer lo que realmente me gusta que es ver y enseñarles fútbol a los chicos. Extraño mucho eso y siento que es lo necesito y que hoy me falta”, cierra.
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