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Jugó en Boca, hizo un gol histórico que paralizó al país y un día se alejó: la nueva vida “sin estrés” de Mauricio Pineda
Debutó en Huracán y Mauricio Macri lo pidió para el xeneize; en Italia, pasó del banco de suplentes a ser figura; hoy, vive en Santo Tomé, Corrientes, y apuesta por otra manera de ver el día a día
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“Debuté a los 18 años, me di el gusto de jugar en La Bombonera, me fui a Italia a competir contra los mejores, jugué un Mundial, una Copa América y Juegos Olímpicos. A los 29 tenía que empezar de cero. Si ya viví todo, ¿para qué? Me di vuelta y me fui”, del otro lado del teléfono, Mauricio Pineda hace un punteo de su carrera profesional. Actualmente, en Santo Tomé, en la provincia de Corrientes, aquel sacrificado lateral izquierdo que disputó el Mundial de Francia 98 admite que el fútbol es una etapa terminada.
Con un mate en mano en la soledad de un pueblo de 40 mil habitantes, Pineda se alejó por completo del ruido de la ciudad y también de la pelota. Por un hecho inusual, confió a ciegas en su suegro –a quien no conocía en su momento- para invertir en un campo del cual solo conocía por foto. “Recuerdo que él me dijo: ‘Yo te lo cuido’. Una vez que me retiré del fútbol, donde estaba cansado y desilusionado, viajé y conocí algo completamente nuevo”, aseguró en diálogo con LA NACION.
Nacido en el Hospital Español a dos cuadras de Plaza Miserere, el exjugador de Huracán y Boca siempre mantuvo la chance de retornar a Buenos Aires, aunque no hay con qué darle a la tranquilidad de Santo Tomé: “Acá dejamos la puerta abierta de nuestra casa y de la camioneta. No tenemos stress, que sí lo veo cuando visito a mi papá y se pone a manejar por Buenos Aires. Acá la gente termina de laburar 8 y media de la noche y en 15 minutos llega a la casa, en cambio, en la ciudad entre colectivo y subte demorás mucho más”, sintetizó el padre de Lucas y Malena.
Su carrera comenzó en Huracán, en 1991, cuando él recién terminaba la secundaria. Bajo la tutela de Héctor Cúper, Pineda empezó a tener minutos en Primera División. Ya asentado en el Globo, Mauricio Macri, por aquel entonces presidente de Boca, pidió por él en una negociación que se dio rápidamente.
Con Carlos Bilardo y Héctor Veira –con quien no mantuvo una buena relación- como entrenadores, Pineda se forjó en la institución de La Ribera hasta dar el salto a Europa. “Boca te da prensa, es un lugar importante, la presión que te da jugar ahí te adapta para que juegues en cualquier club”, sostuvo.
Destino Europa: el click en su cabeza y su deseo de volver
En 1997, tras un intercambio verbal con el “Bambino” Veira, Mauricio Pineda perdió lugar en la consideración del entrenador. A un año del comienzo del Mundial, su representante, Jorge Cyterszpiler, lo llamó y aconsejó: “Vamos a Italia a préstamo, aprendés el idioma y cuando el técnico se vaya, te volvés”. Esas fueron las palabras que convencieron a medias al jugador.
Su destino fue el Udinese de Italia. Con una marcada diferencia futbolística y física con el resto de sus compañeros, Pineda no disputó un encuentro en sus primeros cuatro meses de estadía. “Siempre me quise volver. Acá en Buenos Aires tenía la vida perfecta junto a mis seres queridos, no tenía ni la necesidad de irme a competir contra los mejores como era en Italia”, sostuvo.
Con la condición clara de un préstamo de corta duración, se estableció una opción de compra alta para que a los italianos les sea inviable adquirirlo, aunque las vueltas de la vida cambiaron completamente el rumbo. “El presidente del Udinese me amaba. Entraba al vestuario a saludarme, me adoraba. Como no jugaba, me preparé físicamente para cuando volviese a Boca estar en condiciones. En el medio, tras cuatro meses, me llegó la oportunidad de jugar y la rompí. En el último partido de local, el hijo del presidente va a la concentración, me llama después de la cena y me dice: ‘Mauricio tengo una noticia: vamos a hacer el esfuerzo económico y te vamos a comprar’”.
A partir de ese momento, Pineda decidió llamar a su representante: “Cuando me dijo eso me quería morir. Lo llamé a Cyterszpiler y le dije que estos locos me querían comprar, que se fijara cómo hacer para irse de Italia y volver a la Argentina. Ahí se armó un lío bárbaro”.
Tras esa conflictiva situación en la que también medió Macri y Carlos Bianchi, nuevo técnico de Boca, Pineda no tuvo más remedio que seguir en Udinese. A partir de ese momento, su cabeza hizo un click: “Desde ese momento prioricé mi vida personal. Dejé de ser profesional. Puse en la balanza qué quería para mi vida a los 23 años, necesitaba disfrutar y no comportarme como si quisiera estar en la elite del fútbol”.
En esa misma línea, profundizó: “Más allá de que fui titular en todos los equipos donde jugué, no tenía ningún secreto, sabía que era un paquete, un jugador de relleno. No me cuidaba, comía lo que tenía ganas y entrenaba lo justo y necesario. A la noche, en Údine, una ciudad de 100 mil habitantes, había 20 boliches y nosotros éramos el equipo de fútbol de la ciudad, nos trataban como ídolos. En el plantel había 25 jugadores, de los cuales 18 estaban casados y siete solteros, de estos últimos, cinco se cuidaban y salíamos dos″.
“Recuerdo que Jorge (Cyterszpiler) me llamó y me dijo: ‘Mauricio cuando te retires a los 35 años lo vas a poder hacer, ahora tenés que salvar a tus hijos, tus nietos’. A lo que yo le contesté que no me gustaría tener 40 años e ir al boliche sabiendo que tengo hijos. No iba a ser ese. Las cosas a su tiempo, uno es persona y no me interesaba ese discurso, a mi hijo lo voy a ayudar pagándole la facultad, después él se salvará solo”, completó Pineda.
Tras un paso por Napoli, Mallorca y Cagliari, sus valijas se volvieron a armar para retornar al país y vestir las camisetas de Lanús y Colón. A pesar de estar nuevamente en su tierra, Pineda se sintió completamente a disgusto con algunas actitudes del ambiente que lo llevaron a bajar la persiana.
“El ambiente del fútbol me generó mucha desilusión. Por empezar, con los periodistas que hablan bien de un jugador que le cuenta los pormenores de un vestuario, algo que en mi vida hice. Después los dirigentes en Argentina como no son dueños de tu plata, te piden la coima de tu contrato para renovarte: aunque no te toquen tu plata, sabés que te están robando. En Colón me decían ‘ladrón’ y no jugué un partido. No cobré un centavo, ni una Coca-Cola. Todo eso te saca las ganas de seguir, antes en el fútbol argentino todo era sucio, ahora estoy alejado y no sé cómo se manejan”, apuntó.
El gol a Croacia y su actualidad en el campo
En el Mundial de Francia 1998, la selección argentina disputaba un encuentro de fase de grupos ante Croacia para saber en qué posición finalizaba el conjunto nacional. El resultado fue 1-0. ¿El gol? Mauricio Pineda.
Con un festejo alocado, Pineda recibió un abrazo inesperado: el de Gabriel Batistuta, su ídolo en Boca, de quien miraba los partidos por televisión y lo consideraba un gigante.
La carrera de un futbolista transita por distintos momentos. A sus 29 años, él decidió cortar su vínculo con el deporte profesional y alejarse por completo. Inmerso en las tareas del campo, Mauricio encontró una actividad que lo sustenta y le permite vivir con comodidad.
“Hace unos años se dio el boom de la resina en los bosques de pino y económicamente hay diferencia respecto a la ganadería. En este último tiempo les vendí unas hectáreas a una empresa que planta pinos y una parte me lo quedé. Ahora estoy emprendiendo en una nueva actividad en el centro de Santo Tomé, así que vivo tranquilo este momento. Tampoco es que tengo plata para tirar al techo, pero por suerte no me falta nada ni a mí ni a mi familia”, sostuvo, orgulloso.
Tras su retiro repentino, Pineda cambió algunos silbidos en la cancha de Colón por la tranquilidad de un campo en Corrientes. Sin querer entrometerse en ninguna cuestión relacionada con el deporte, se despide de la charla con este medio mientras aguarda que sus hijos retornen del colegio para cebarse un nuevo mate.
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