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Juegos Panamericanos: Rebeca Andrade y Jordan Chiles, resiliencia y la mejor gimnasia del mundo en Santiago 2023
SANTIAGO DE CHILE.- Es tarde en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, sede principal de la mayoría de las competencias en estos Juegos Panamericanos. Y en la zona baja todavía están Rebeca Andrade y Jordan Chiles atendiendo los requerimientos de los periodistas de su país. Miden 1.51 y 1.50 metro, respectivamente. Impactan con la estética de sus cabellos: Rebeca ya se desenvolvió el rodete y lo luce con una cola larga: es afro y por estos tiempos rubio. Jordan, todavía lo tiene sujeto entre colitas y brillos y lo envuelve una cinta que finaliza en un moño. Hablan rápido y son histriónicas. No pasan inadvertidas: la brasileña y la norteamericana son dos de las mejores gimnastas del mundo en la actualidad, y estuvieron acá, en Santiago 2023. El público siempre lo supo y por eso deliró con ellas en cada rutina y con cada pequeño gesto.
En el universo de posibilidades que ofrecen los Juegos Panamericanos verlas en vivo fue una de las más maravillosas. Porque las dos enfrentaron la competencia por primera vez, pero es probable también, que la primera haya sido la última. Rebeca, la imagen de la resiliencia, de esa nena que nació en las favelas y enfrentó lesiones terribles y se prohibió no luchar, fue una de las grandes figuras de la delegación de Brasil. Jordan, la que debe su nombre al gran ídolo del básquet mundial, lo fue de la selección norteamericana y entre ambas captaron la gran atención de estos días en el recinto de la gimnasia.
Rebeca Andrade y Jordan Chiles llegaron a Chile liderando a sus equipos con el mismo objetivo de sumar medallas doradas en la competencia, pero a la vez buscando otros, disímiles: la brasileña, la única que en la actualidad puede enfrentar mano a mano a la extraordinaria Simone Biles y a quien acaba de vencer en el reciente Mundial de Amberes, llegó en busca de más rodaje. La norteamericana, una de las mejores amigas de Biles, vino a buscar consolidarse en ese liderazgo que le implica ser señalada como “la sucesora” de la máxima ganadora de medallas mundiales y mejor gimnasta de todos los tiempos, que volvió a competir este año tras su alejamiento en los Juegos de Tokio 2020 (en 2021) por problemas relacionados a la salud mental. Retos para las dos, de los que gozó el público desde las tribunas.
Rebeca Andrade
Rebeca Andrade nació en una favela de Brasil, en el estado de Guarulhos, en San Pablo, y a los cuatro años ingresó a un gimnasio gracias a un programa de promoción social. Le dijeron que haga un salto y así pequeña deslumbró: era un diamante en bruto. Hasta los 9 caminó grandes distancias cada día de la mano de alguno de sus ocho hermanos para ir a entrenarse. Hasta que a los 13 ganó un primer campeonato brasileño y ya nada fue igual. Fue el momento en el que su mamá Rosa Santos tuvo que decidir si esa nena podía mudarse a Río de Janeiro a perfeccionarse y con miras a los Juegos Olímpicos de 2016, los primeros en Sudamérica.
Sin embargo, ese fue el momento en el que la rodilla empezó a jugarle en contra, la primera vez de las tres en las que luego entró al quirófano. En Río 2016 estuvo lejos de los objetivos y las dos intervenciones que siguieron le quitaron las ganas. Pensó que no era para ella, quiso dejar, pero su familia le prohibió bajar los brazos. Por eso, la pandemia por el Covid-19 le sentó bien a Andrade, que utilizó ese tiempo para recuperarse, para volver a intentarlo.
En 2021, año en el que finalmente se realizaron los Juegos Olímpicos, tomó su oportunidad y se presentó ante el mundo ganando la medalla de oro en salto de potro y la de plata en all around para convertirse en la primera brasileña en ganar dos preseas en la misma cita. Aprovechó la baja Simone Biles, quien llegaba para romper todos los récords y dio un paso al costado a los pocos días del inicio. Se puso ante los focos. Lo de Rebeca Andrade fue puro brillo. En 2022 se convirtió en la primera brasileña en ganar en un Mundial: se quedó con el oro en all around en Liverpool. Este año, ya con Biles de nuevo en escena, la venció en el Mundial reciente de Amberes ni más ni menos que en salto, la prueba estelar de Simone. Y también se llevó la plateada en all around. En Santiago 2023 no disputó todas las pruebas, ya que venía con un arduo trajín de esa competencia y se cuida especialmente de las lesiones, pero cumplió con sus objetivos y se colgó cuatro medallas, dos de oro (salto y viga) y dos de plata (equipo y barras asimétricas).
“Todo lo que pasé valió la pena”, suele decir cuando le recuerdan sus “desgracias” en el deporte y también aclara cuando le recuerdan su historia: “No fue sufrida, fue difícil”. Dice que le gusta ser inspiración de las “meninhas” y no desconoce aspectos básicos de la vida: “A todo el mundo le pasan cosas. Pero como hay tristeza también hay felicidad, la felicidad también llega (…) Apóyense en los que quieren y estén preparados para todo”, dijo alguna vez.
Jordan Chiles
Jordan Chiles es medallista olímpica en Tokio 2020 (en 2021) y campeona del mundo por equipos en 2022, además de dueña de las preseas de plata en salto de potro y suelo. Este año no viajó a Amberes con Estados Unidos, pero la pusieron como líder de este equipo que vino a Santiago justamente, para que se foguee con esa cuestión. Cuando disputó los Juegos en Japón lo hizo porque su amiga Simone Biles atravesaba un momento delicado. Paradoja: Biles la había llamado para trabajar juntas unos años antes y allí inició una gran amistad. Le tocó reemplazarla, aunque había viajado como suplente.
Pero antes que eso, Jordan Chiles fue una nena que ingresó a la gimnasia a los 3 años. Nacida en Oregón, la más chica de cinco hermanos fue desde muy pequeña un talento apuntado que no por eso tuvo un camino de rosas. Ya siendo adulta denunció que un entrenador la abusó y acosó durante años de manera verbal, por su color de piel y por las condiciones de su cuerpo. Aquello le costó traumas que derivaron en trastornos de la alimentación y, como describe, “momentos oscuros”. Además, es una luchadora incansable contra el racismo, como su amiga Biles, otra mujer valiente y “superviviente”. Cuando la gran estrella de la gimnasia se bajó de los Juegos Olímpicos lo hizo colapsada por la presión y el agobio psicológico provocado por los abusos del médico de la Federación Estadounidense de Gimnasia, Larry Nassar, condenado a prisión tras abusar de cientos de deportistas de manera sistemática, un escándalo que se dio a conocer hace un par de años. De Biles, Chiles aprendió mucho, no solo en el deporte.
A los 14 años Jordan ya tenía un título Junior del American Classic y a los 17 era subcampeona. Si Rebeca Andrade tiene la característica de no olvidar sus orígenes en las rutinas (en el último Mundial se presentó con un mix de Beyoncé, Anitta y el tema Baile di favela), Jordan tiene sus gustos: ama los superhéroes y hasta diseñó trajes en homenaje a la Mujer Maravilla o utilizó la música del Hombre Araña. Sin embargo, ella también estuvo a punto de dejarlo todo: en 2018 entró en un pozo deportivo y personal, luego de que su madre fuera condenada a prisión por estafa inmobiliaria: “Perdimos nuestra casa, nuestros autos, perdimos todo. Sentí que también habíamos perdido nuestras vidas”, dijo.
Fue cercano a ese tiempo, que Chiles recibió el llamado que le cambió la vida otra vez: Simone Biles le proponía dejar el estado de Washington por el de Texas, para entrenarse en el World Champions Centre que dirigen los papás de la múltiple campeona y en el que, lógicamente, se prepara. La amistad entre ambas es un plus del que Chiles debe sacar lo mejor para convertirse en esa líder que el equipo necesita, a sabiendas de que Biles no competirá muchos años más allá de París 2024. Ahora, de Santiago 2023, se fue con tres medallas: de oro (equipos), plata (salto) y bronce (all around).
La acción en Santiago 2023
Por estos días, el recinto de la gimnasia latió ante cada presentación de Andrade y Chiles. Si bien el grueso de público es local y copa la escena cada vez que un chileno entra en acción con el ensordecedor “chi-le-lé”, mimó a las campeonas de personalidades expansivas, especialmente Chiles. La norteamericana tiene la característica de interactuar con la gente en todo momento, buscando complicidad y devolviendo gestos. Lo que retroalimenta la admiración.
Estados Unidos ganó la prueba por equipos (Brasil segundo); Chiles el all around (Andrade segunda); Andrade el salto del potro (Chiles segunda); la norteamericana Zoe Miller las barras asimétricas (Andrade segunda, Chiles tercera); Andrade la viga (Chiles no compitió en esta final) y la estadounidense Kaliya Lincoln el suelo (Chiles afuera del podio, Andrade no compitió). Además de ellas se metió en la discusión Flavia Saraiva, compañera de equipo de Andrade: la “otra” brasileña se subió cuatro veces al podio.
La selección argentina, testigo privilegiada
Las gimnastas de la selección argentina Lucila Estarli, Nicole Iribarne, Meline Mesropián, Milagros Curti Ruiz y Leila Martínez fueron protagonistas y a la vez testigos privilegiadas de Andrade y Chiles. Pese a que son rivales, las chicas no pudieron evitar mostrar su admiración por las grandes exponentes de su deporte, en especial por la brasileña, algo que se hace extensivo a las otras integrantes de esa selección, como Flavia Saraiva o Jade Barbosa. “Es muy loco porque somos fans de esas chicas, compartimos con ellas todos los torneos… Bueno, Rebecca no estuvo en 2019 y 2020, pero sí en Tokio y no hay persona que no sienta admiración por ellas, sabiendo todo lo que sufrieron y las lesiones que tuvieron, verlas terminar tres torneos como los que tuvieron este año París, el Mundial y este de pie es lo más lindo que tiene la gimnasia”, le contó a LA NACION Vanesa Molina, entrenadora del equipo argentino junto a Lucía Lamanda.
“Es increíble la dificultad que hacen y lo talentosas que son, Jade (Barbosa), Flavia, Rebecca, ya sabemos bien que las norteamericanas son todas buenas. Pero lo de Brasil es un tema de admiración, somos fanáticas de ellas. Este año estuvimos en Brasil con ellas y es increíble, ayer (por este martes) compartir la final con Rebecca y ver que la presión no le pesa, hacer esos saltos… Es hermoso”, siguió la entrenadora, quien además reconoció que esta situación hace pensar en “lo lejos que estamos de lograr algo así”. Tras sacarse fotos en la zona de abajo de las tribunas, con abrazos afectuosos y muchas risas entre ambos equipos, las argentinas se fueron felices: “Nos conformamos hoy en día con estar en una final de salto al lado de estas cracks que tiene la gimnasia artística. Y soñar y aspirar a un día poder competir con ellas. Ese es el mensaje que les damos a las nenas. Es supermotivador que ellas estén acá, de igual a igual con esas extraterrestres”.
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