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Novak Djokovic, la leyenda que rompió el embrujo de los Juegos Olímpicos y ya no le queda ninguna zanahoria
En París, el serbio venció a Alcaraz y obtuvo la medalla dorada que se le negaba desde 2008
- 7 minutos de lectura'
PARÍS (Enviado especial).- “La victoire appartient au plus opiniâtre (La victoria es del más tenaz)”. El aforismo que le atribuyen a Napoleón I y que Roland Garros (el pionero de la aviación, no el torneo) adoptó hasta inscribirlo en las hélices de sus aviones, se lee en las tribunas del emblemático court Philippe-Chatrier. Más allá del poder de la mente y de la capacidad para aislarse de (casi) todo, es probable que Novak Djokovic haya levantado su vista más de una vez en la elegante mole de concreto parisina donde se luce la frase (de un lado en francés, del otro en inglés) e, inspirado por viejos combates, haya incorporado la profundidad del concepto. A los 37 años y 34 días, el serbio llegó a lo más alto. Ahora sí. No le queda nada por ganar; no hay nada. La medalla dorada olímpica se le negaba desde Pekín 2008, cuando obtuvo el bronce, pero rompió el embrujo. París 2024 lo alumbra como el más exitoso de todos los tiempos.
Apenas veintidós días después de ceder, abrumado, frente a Carlos Alcaraz en la final de Wimbledon (en sets corridos), el balcánico se reinventó frente al mismo rival. Con más limitaciones físicas que su joven y explosivo rival de 21 años, volvió a ostentar el oficio y la sabiduría de las grandes tardes, la seguridad y la serenidad ante el eléctrico y creativo muchacho maravilla español que esta temporada se adueñó de dos de los tres grandes disputados (en el Abierto francés y en el césped de Londres). Solamente cinco jugadores tienen el Golden Slam (los cuatro majors y el oro olímpico en singles). Steffi Graf, Andre Agassi, Rafael Nadal, Serena Williams y, ahora también, Nole, al triunfar en un bellísimo domingo parisino por 7-6 (7-3) y 7-6 (7-2), en 2h50m.
Se acabaron las discusiones; las comparaciones quedan al margen. Máximo campeón de Grand Slams (24, dos más que Nadal, cuatro por encima de Roger Federer), también ganó la Copa Davis (en 2010) y siete veces el torneo de Maestros (la cuenta pendiente de Rafa). Ya no hay nada más para el actual número 2 del ranking. No existen zanahorias por perseguir. ¿Un 25° grande para superar a Margaret Court? En una mente tan competitiva, quizás. Pero si decidiera retirarse hoy mismo, ya no habría casilleros por completar. Su triunfal vigencia sostenida en el tiempo es asombrosa. Es el más exitoso de todos los tiempos, siendo contemporáneo de Federer y de Nadal, lo que le añade más épica a su hazaña. Observado de reojo por muchos debido a sus irascibles actitudes, hace tiempo que ganó las batallas. Cualquier debate queda inútil.
Ambos tenistas pisaron la final olímpica sin haber perdido sets en la terre battue de París 2024 y con casi la misma cantidad de tiempo disputada: 6h25m, Nole; 6h33m, Carlitos. Pero Djokovic, con dieciséis años más que el murciano y con un cuerpo al límite (en junio se sometió a una cirugía de meniscos de la rodilla derecha y, desde que reapareció en Wimbledon, jugó con una rodillera), entendió sabiamente que no podía mostrarse pasivo ante la fiereza de Alcaraz. “¡Vamos, Carliiitos!”. “¡Idemo, Noleee!”; el público pobló las quince mil butacas del estadio y se involucró, una y otra vez, en forma dividida. Una hora y 33 minutos duró el primer set, en el que Djokovic y Alcaraz se desafiaron en cada punto, en cada peloteo, llevándose de un extremo al otro frenéticamente, tratando de sorprenderse cuando en realidad se conocen a la perfección (el historial, antes de París, estaba 3-3). Pero en ese duelo emocional y estratégico, el serbio fue más lúcido y perspicaz, con impactos limpios y profundos (el revés, una obra de arte) que fueron perturbando al español, algo nervioso y errático.
Después del sexto game, con el score 3-3, se dieron un breve respiro y bajaron la intensidad. Ambos defendieron sus saques con comodidad (4-4). Pero en el noveno game volvieron a acelerar. El murciano tuvo un break-point que Nole salvó tras un punto cinematográfico que tuvo de todo. Alcaraz no se resignó, siguió presionado, contó con un segundo break-point, pero Nole volvió a defenderse. Porfiado, generó una tercera oportunidad de quiebre, pero su revés se escapó ancho. Tuvo una cuarta chance y una quinta también… pero tampoco las concretó. Finalmente, en el decimoséptimo punto, Djokovic pudo sostener su turno de saque (5-4), situación que terminaría siendo clave. A los pocos minutos, Alcaraz sacó 5-6 y Djokovic contó con su primer set point, pero Carlitos se defendió con un buen combo de saque y derecha (deuce). El español, finalmente, sostuvo su saque (6-6) y fueron al tie-break, donde Djokovic casi nunca no falla. Tampoco en París 2024. En break-points concretados, Nole terminó con cero de cinco; Alcaraz, con cero de ocho.
El extenuante esfuerzo del primer set pareció pasarle factura a Alcaraz a nivel anímico; algo cabizbajo, sin iluminarse gestualmente como acostumbra en sus partidos, logró sostenerse y seguir resistiendo ante un sabio rival que empezó a ver el final del camino cada vez con mayor claridad. El murciano había ganado 15 de las 19 finales disputadas, cuatro de ellas en Grand Slams, pero pareció sentir la presión. Ambos pudieron blindar sus servicios y llegaron, otra vez, al tie-break, donde Djokovic, con el objetivo que se le negó durante dieciséis años ahora tan próximo, no mostró dudas. Terminó de concretar una tarea de ensueño, con un nivel muy superior del que venía demostrando: en la temporada no había podido ganar títulos; el de París 2024 es el primero y el 99° individual de su carrera, quedando a cuatro de la línea de Federer (93). Nole había perdido sus tres partidos ante top 5 en Juegos Olímpicos (siempre en semifinales; vs. Nadal en Pekín 2008, vs. Andy Murray en Londres 2012 y vs. Alexander Zverev en Tokio 2020), pero aquello se hizo añicos. Hay una nueva historia. Es, además, el jugador de mayor edad en ganar una medalla dorada desde que el tenis regresó oficialmente al programa olímpico, en Seúl 1988.
“Es doloroso perder así. Tuve mis posibilidades de, probablemente, estar arriba en el partido. Pero no pude soportarlo. Novak jugó muy bien. Él se merece esto. En los momentos duros aumentó su nivel, jugó tiros increíbles. Estoy un poco decepcionado, pero, sinceramente, salgo de París con la cabeza muy, muy alta. Di todo lo que tenía”, apuntó Alcaraz, ganador de la medalla plateada y el más joven en disputar una final olímpica individual desde 1988.
Djokovic creció en un ambiente hostil, en la Belgrado de la antigua Yugoslavia, mientras las bombas de las fuerzas de la OTAN derramaban sangre y sacudían la tierra. Tiene un ferviente apego por sus orígenes y buscaba el oro olímpico por él, pero también por su país. Lloró y tembló no bien ganó; hizo lo mismo al buscar a su esposa y sus hijos en las tribunas. Se le humedecieron los ojos cuando sonó el himno serbio en el Philippe-Chatrier, donde tantas veces el público le dio la espalda.
“¿Si está completo el rompecabezas? Siempre me digo a mí mismo que no es suficiente, porque puedo ser muy autocrítico conmigo. Esa es una de las batallas internas más grandes que sigo librando: que siento que no he hecho lo suficiente en mi vida adentro y afuera de la cancha. Entonces, esta es una gran lección para mí. Estoy súper agradecido por la bendición de ganar una medalla de oro histórica para mi país y de completar todos mis registros. Es verdaderamente un sueño cumplido”, expresó Djokovic, poco después de derrotar a Alcaraz.
Y volvió a escuchar, entonces, si ya era suficiente. Miró a su interlocutor, lo pensó unos segundos y soltó: “Sí, creo que sí. Ya es suficiente”. Es indiscutible.
Wow - have never seen Djokovic this emotional … incredible
— Tommy Beer (@TommyBeer) August 4, 2024
Sports. pic.twitter.com/rJjdDnsITP
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