Brenda Rojas, la palista olímpica que empezó en el canotaje por una rifa y se emociona cuando habla de su mamá soltera
Surgida de un humilde barrio de San Pedro compite en sus terceros Juegos Olímpicos sin olvidar el esfuerzo que hizo con su familia para llegar a la elite
¿Cuántas tortas hay que vender para llegar a Río de Janeiro? ¿A cuántas rifas equivale un pasaje a Tokio? ¿Cuántas cenas hay que organizar para conocer París? En la Escuela de Canotaje de la Cooperativa Las Canaletas, el humilde club del barrio que lleva el mismo nombre en San Pedro, no ahorran esfuerzos para que cada niña y niño que reman en la institución pueda entrenarse, competir, alimentarse y soñar con recorrer el mundo a bordo de un bote. En esa barriada de la ciudad del norte de la provincia de Buenos Aires, a la vera del río Paraná, todos quieren ser Brenda Rojas, la deportista estrella que rompió cual barrera se le pusiera en frente y está pronta a debutar en París 2024 en sus terceros Juegos Olímpicos.
Las luces que iluminan la capital francesa son mucho más ampulosas que las que, no hace tanto, alumbraban su camino a unos 160 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. En el riacho de San Pedro, uno de los tantos brazos del afluente más importante de la Argentina, el sol, las lluvias, el frío y el calor fueron testigo de su propia exigencia. Es que esta joven de 28 años no es una prodigio del canotaje y, con el empeño de nunca bajar los brazos, porque tuvo etapas en las que quiso soltar la ‘pala’, y de un sacrificio inconmensurable propio y ajeno, primero cumplió el sueño de llegar a la selección argentina y luego se sentó en la mesa de las mejores de la historia de nuestro país con su amiga Sabrina Ameghino.
En ese sendero siempre caminaron detrás de ella sus entrenadores, el club y, sobre todo, su mamá, Patricia. Por eso, Brenda llora como una niña cuando habla de ella: “Fue fundamental y lo sigue siendo. Lo de lucharla y lucharla es porque siempre la vi a ella. Siempre la tengo presente porque surge un problema y sus palabras siempre están ahí. De mi mamá me cuesta hablar (se emociona). Me demostró que se puede salir adelante, siempre la luchó conmigo y mis hermanas siendo mamá soltera. Fue mi inspiración de ver que sí se puede. Por eso siempre digo que no importa si es deporte o trabajo, uno siempre puede remarla y salir adelante, no hay excusa”.
Patricia fue la que, junto a otras madres, vendió tortas y rifas y organizó cenas, por mencionar solo algunas iniciativas, para recaudar fondos para los deportistas de la Escuela de Canotaje de Las Canaletas. Si bien ya no está en el día a día ni se sube a los colectivos para acompañar a la delegación en los encuentros y torneos, sigue colaborando. Lo hizo desde que se fundó la escuela en 2008, por y para sus hijas y y sus compañeros. Así, Brenda pudo dedicarse a la actividad y construir una admirable carrera en un deporte que en la Argentina no es redituable económicamente. “Si bien ahora me puedo mantener con el deporte, en su momento cuando arranqué, mi familia era el apoyo para cumplir mi sueño. Si no tenía el apoyo, el sueño se cortaba ahí”, rememoró. Su mamá, en el mientras tanto, crio a ella y a sus tres hermanas -Celina, Giuliana y Morena- en soledad con su trabajo en la casa del niño del barrio el Amanecer -al lado de Las Canaletas-, y en el Hospital Municipal previo a quedar a cargo de la limpieza del mismo nosocomio y, ahora, de la intendencia.
La deportista tiene muy presentes sus orígenes en Las Canaletas, el barrio que la vio nacer y crecer, donde es una referente y regresa después de cada competencia: “Es mi todo. Ahí crecí, es mi barrio, voy siempre al mismo lugar a ver a los chicos que sueñan y a mostrarles que se puede”. Es ahí donde recibió los abrazos más cálidos después de cada una de sus cinco medallas panamericanas (bronce en Toronto 2015; una plata y un bronce en Lima 2019; y dos segundos puestos en Santiago 2023) y donde la esperarán luego de su travesía en París. Esa barriada, frente al riacho de San Pedro, es actualmente una visita obligada para sampedrinos y turistas por la calle de adoquines que caminan, corren y pedalean a diario los mismos vecinos que se esforzaron para urbanizarla y darle una identidad única en la ciudad. Mucho antes, fue el primer asentamiento precario de la zona y su nombre, Las Canaletas, proviene de, justamente, las canaletas ubicadas entre las barrancas y el río para cargar los barcos que atracaban en un antiguo puerto.
"Voy siempre a Las Canaletas a ver a los chicos que sueñan y a mostrarles que se puede"
La cercanía con el agua fue, justamente, la que empezó a forjar a esta atleta olímpica de canotaje. Como toda niña, probó otras disciplina. Pero una rifa lo cambió todo: “Tenía el río muy cerca, viví toda la vida frente al río y un día me vendieron una rifa, me invitaron a remar al club y ahí conocí el deporte. Si bien no crecí en una familia que era muy deportista, junto a mi hermana Celina éramos bastante inquietas y probamos hacer de todo, pero nos enganchamos con el canotaje. También iban muchos chicos del barrio y al principio iba por la amistad con ellos, por el grupo. Después ya me picó el bicho de la competencia”.
La Escuela de Canotaje de Las Canaletas, como suele manifestar con orgullo la propia Brenda, no tiene los mejores botes, el mejor gimnasio de pesas, la mejor rampa ni las mejores comodidades. Pero es el patio de su casa y, aunque gran parte del año está a cientos de kilómetros por su compromiso con la bandera argentina, un mural suyo con los anillos olímpicos de fondo la hacen presente las 24 horas del día. Desde allí se catapultó a la selección nacional y es el ejemplo de un montón de chicos -entre ellos de su sobrina Pía- de que, más allá de esas condiciones, se puede: “Entré al equipo mayor de velocidad en 2014, cuando me clasifiqué para estar en el K4 del Panamericano de México. Fue mi sueño, el sueño que siempre tuve desde que arranqué a remar”.
Desde entonces pasó una década con cientos de regatas, decenas de torneos y otras tantas medallas. Para dimensionar su presente, nunca antes una mujer argentina representó al país en más de una cita olímpica. Y la sampedrina llegará a tres cuando debute este miércoles 7 de agosto en el estadio náutico de Vaires-sur-Marne, a 39 kilómetros de la Villa Olímpica de París 2024. Estuvo en Brasil (K4 500 metros junto a Magdalena Garro, Ameghino y Alexandra Keresztesi) y Japón (K1 500) y participará en Francia en K1 500 gracias a que obtuvo una plaza en el Clasificatorio Olímpico de las Américas 2024 que se realizó en abril en Sarasota, Estados Unidos. El otro boleto fue para la brasileña Ana Vergutz.
-¿Qué significa para vos representar al país?
-Es mi vida, es lo que hago día a día. A veces una no se da cuenta porque siempre va queriendo más, pero cuando me pongo a pensar un poco estoy haciendo lo que amo, represento a mi país, a mi pueblo (San Pedro) y es impagable. Lo es todo.
-¿Soñabas con tener tres Juegos Olímpicos a los 28 años?
-Lo máximo que soñaba era estar en la selección argentina, era mi sueño mayor y me costó bastante. Entré en 2014 y en 2015 haber clasificado a Río 2016 fue muy impactante. Fui paso a paso. Después fui creciendo e iba soñando que podía estar nuevamente en unos Juegos Olímpicos. Ahora voy por el tercero, muy contenta. No sé si lo imaginaba así, pero se dio.
-Antes del Preolímpico de Sarasota, ¿veías cercana la posibilidad de clasificar a París 2024 o fue una sorpresa para vos?
-Me veía en París 2024, lo quería. Cuando fuimos al Preolímpico fueron todas pálidas. En el K2 con mi compañera Candelaria (Sequeira) no se nos dio y tampoco a los varones (N. de R.: Gonzalo Carreras y Manuel Orero quedaron a un paso de París 2024 en K2 500). Ahí uno empieza a dudar o pensar en no clasificarse con toda esa presión, miedos y mezcla de sensaciones antes de la competencia. Cuando se dio y gané la plaza lo disfruté muchísimo más, por creer que no podía pasar.
-¿Los terceros Juegos te llegan en el mejor momento de tu carrera?
-No sé. Creo que todos los procesos son buenos y me siento bien. Tengo mis altos y bajos, pero estoy contenta y me entrené a fondo para París 2024.
-¿Cómo llevaste adelante la preparación?
-Por momentos me costó más entrenarme y en otros, menos. Siempre pienso dar lo mejor, sacar lo mejor de mí y aprender de cada paso vivido y de cada viaje. Siempre hay que seguir aprendiendo y dejar lo mejor hasta el último día. Remé e hice mucho gimnasio, hicimos la última etapa de la preparación en Europa y ya nos quedamos para los Juegos Olímpicos.
¿Cuál es el objetivo para París 2024? ¿Con qué resultado te conformás?
-Estoy un poco más grande, con más experiencia. Tengo los objetivos más claros, quiero dar lo mejor, que salga lo mejor posible y que sea mejor que Tokio 2020 (N. de R.: se ubicó 29ª). Quiero mejorar lo anterior, ser finalista y medallista, pero soy realista y sé dónde estoy. En mi caso no estoy entre las mejores palistas del mundo, como sí el caso de Agustín Vernice, que es el otro representante argentino. Pero lucho para cambiar eso y ver qué se puede hacer para lograrlo. Hay una persona que lo puede hacer, entonces yo también puedo lograrlo y hay que trabajar muy duro. No lo veo ni cerca ni lejos, sino que trabajo día a día para estar ahí.
-¿Existen los momentos de incertidumbre o el miedo previo a una competencia?
-La incertidumbre siempre está porque una se puede sentir de una manera y después sale de otra. A veces también sale para bien, como en el Preolímpico que no me sentía de la mejor manera y así y todo me clasifiqué a los Juegos Olímpicos. Uno a veces piensa que le va a ir de una manera y le va de otra. Siempre pienso en dejar todo en el agua.
-¿Cómo te preparaste psicológicamente?
-Hace ya un tiempo que empecé psicología por mi cuenta, no tanto por lo deportivo, pero termina afectando. Siempre lo emocional afecta al día a día, que en mi caso es entrenarme, y por eso empecé terapia. No hace tanto que empecé, lo estoy trabajando y me ayuda un montón. Suma mucho, antes estaba negada a eso, pero sirve.
-¿En que se basa la alimentación de una palista que va a competir en los Juegos Olímpicos?
-Está todo guiado por la nutricionista del equipo nacional. Me alimento con todo tipo de proteínas, carbohidratos, tubérculos, frutas, verduras, huevo, queso; es variado. Ahora estoy tratando de dejar las harinas refinadas porque me hacen mal, aunque a veces cuesta porque tengo algunos deslices. La alimentación es fundamental. Antes de una competencia no cambia tanto, pero uno empieza a comer menos cantidad porque no entrena tanto. El cuerpo mismo no te pide tanto como cuando entrenas varios turnos. Hay permitidos también, no siempre pero, por ejemplo, después de una competencia me permito comer helado o algo frito.
Brenda Rojas está tan concentrada en su objetivo de París 2024 que no piensa en su futuro y, tampoco, la preocupa. El desembarco de Javier Milei al Gobierno nacional, como cada vez que se cambia de proyecto político en la Argentina, puso en alerta al mundo del deporte porque el presidente manifestó que “no hay plata” y ajustó los presupuestos de diversas áreas. Sin embargo, es difícil, y más en un año olímpico, determinar específicamente en qué se recortó y cuál es el plan a futuro para los atletas. En una entrevista que brindó a LA NACION en marzo pasado, el director general del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard), Diógenes de Urquiza, dejó en claro que hay fondos, pero que se distribuirán de manera diferente a la que se hizo anteriormente: “La plata está, pero la estamos redireccionando, evaluando cómo se ejecuta y determinando hacia dónde tiene que ir”.
-¿Con qué apoyo estatal contás para dedicarte al canotaje?
-Desde que ingresé al equipo nacional tengo una beca y desde entonces me mantengo con esas becas. Si no sería imposible sostener esto. Pasaron tres gobiernos diferentes (kirchnerismo, macrismo y, ahora, Milei) y siempre conté con la beca. Lo que cambia es que quizás algunas veces cobramos antes o más tarde, depende cómo se van acomodando, pero no puedo hablar de que no tengo apoyo. Sé que antes de que yo ingrese al equipo no había tanto respaldo económico. Desde que estoy no tuve problemas, por eso pude seguir también en el deporte porque la familia o la Escuela de Canotaje de Las Canaletas llegó un punto en el que ya no podían apoyarme para que haga el deporte. Hubiese tenido que ir a trabajar, pero gracias a las becas estoy acá.
-¿Te preocupa cómo puede ser la realidad luego de París 2024?
-Sinceramente no escuché nada, que pase lo que tenga que pasar. No me asusta, no hago esto por plata, sí me ayuda en el deporte y lo puedo invertir en lo que hago. En todo caso habrá que cambiar de vida.
Cuando Brenda Rojas se aliste en la partida en el Lac de Vaires-sur-Marne, en Las Canaletas no habrá un alma durmiendo. Y en su casa familiar, la de su mamá Patricia, se habrán juntado sus hermanas, sobrinas y demás familiares a comer pizza, como es tradición, y alentarla como lo hicieron en Río de Janeiro 2016 y Tokio 2021. Es que, como ya se hizo habitual en cada ciclo olímpico, la estrella del barrio los obliga a repetir una rutina cargada de nervios, emoción, euforia y, sobre todo, orgullo.