Más de cuatro mil atletas, más de cuatro mil historias personales de sacrificio y superación deportiva. Agrupadas en poco menos de dos semanas, en torno a nosotros. Los Juegos Olímpicos de la Juventud, la primera experiencia de ese tipo en el país, ya es recuerdo. Tan grato y tan reconfortante como las pequeñas anécdotas de la mayoría de los participantes, que se marchan de Buenos Aires llevándose un sueño cumplido.
"Nunca pensé dejar alguna vez mi ciudad natal. Estaba acostumbrada a creer que Xi’an era el lugar más alejado del planeta. Y entonces volé 30 horas para llegar a la Argentina. Si no hubiera ido a Xi’an en tren alguna vez, probablemente habría sido una niña pastora. El atletismo me cambió la vida: de la escuela a estos Juegos, es como un sueño", asegura la china Xi Ricuo, nativa de la lejana provincia de Shanxi, y ganadora de la marcha de los 5000 metros.
"En casa no comemos dulces porque estamos preparándonos para la competencia y eso no es bueno. Pero aquí comemos dulce de leche", acepta la griega Elina Tzengko, oro en lanzamiento de jabalina. ¿Habrá sido la dulzura local la que le dio el plus para el triunfo?
"Amo esta experiencia, los fanáticos argentinos son tan buenos alentándonos. La reacción aquí es mucho más fuerte que en Suecia, casi que nos sentimos en un estadio de fútbol", confiesa David Ahman, campeón de beach voley.
"Cuando llegamos a Buenos Aires estábamos obsesionados con coleccionar pins. No sé la cantidad que juntamos. Pero me dí cuenta de que se ponía serio cuando mi compañera de cuarto empezó a hablar de los pins en sueños… Decía ‘te cambio este, necesito aquel…’", se reía la ciclista neocelandesa Phoebe Young.
"Fue muy emotivo subir al podio, me voy muy contento de haber podido estar aquí. Yo creo que todos sentimos presión, pero yo la sentí en especial, porque fui el abanderado", aseguró el colombiano Daniel Restrepo García, que luego ganaría un oro en saltos ornamentales.
"Estoy tan contenta por el oro porque es el primer logro de mi vida", reconoció la egipcia Salma Abdelmaksoud, ganadora del pentatlón femenino. "Lloré pensando ‘soy una olímpica’. Es tan poderoso ver lo que el trabajo duro puede hacer de uno", se maravilló la luchadora canadiense Anika White.
El deporte les puso la vida en las manos.
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