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Río 2016: enorme, Pareto entra en la historia con un oro que premia su espíritu guerrero
La Peque obliga a reescribir los libros: es la primera mujer argentina en ser campeona olímpica y en obtener dos metales, sumado el bronce en Pekín 2008; médica y poseedora también del título mundial, a los 30 años llegó a la cúspide
RÍO DE JANEIRO.- En ese salto sobre una de las tribunas para perderse en el abrazo interminable con familiares y amigos están representados más de 20 años de trabajo. En esas lágrimas cuando tartamudea el Himno Nacional y ve izar la bandera argentina, absolutamente conmovida, se exterioriza el sacrificio de aquellos interminables viajes entre zona norte y La Plata para estudiar, mostrando, como afirma orgullosa su entrenadora, Laura Martinel, que "es un roble". Emociona tanto Paula Pareto que hasta termina siendo aplaudida y de pie por los propios brasileños que la ven lagrimear. Es la culminación de un viejo sueño, de los muchos que ha ido consiguiendo. Bronce olímpico, médica, campeona mundial en Astana 2015 y ahora, doble medallista en los Juegos. ¡Campeona! ¡La primera mujer en conseguir el oro sagrado en la historia del deporte argentino! Con el judo como bandera.
Luego de 52 años sin conquistas entre Helsinki 1952 y Atenas 2004, la Argentina lleva cuatro Juegos consecutivos celebrando al menos un lugar de privilegio en el podio. Pero en ninguno de esos casos el oro llegó tan rápido. Era habitual que las competencias fueran desarrollándose, que la inevitable ansiedad creciera en forma progresiva, hasta que aparecía el impacto. Alguno imprevisto, como lo fue en Londres el de Sebastián Crismanich. No fue sorpresivo el de Pareto: ella es parte de la elite del judo desde hace tiempo y que quede fuera de los podios es una excepción. Por eso representaba una de las cartas fuertes del deporte argentino en Río. Presagiar medallas no es tarea fácil, aunque con Pareto es más tentador. Y mostró por qué.
Pequeña gigante que se bate como guerrera durante 4 minutos. Ocho años después de aquel tercer puesto en Pekín con el que mostró sus credenciales, y tras el impacto que significó quedar fuera del podio en Londres 2012, Pareto fue enorme en el Arena Carioca 2 de Barra de Tijuca. Ese 1,50m que se expande y muestra su verdadera grandeza después de ser campeona, ya con la medalla sobre el pecho, cuando se le pregunta qué le pasaba por la cabeza cuando escuchaba a los brasileños alentar a rusas, húngaras, japonesas y coreanas en su camino al título. "Me gustó que mi triunfo haya sido acá en Brasil, porque eso permitió que vinieran a verme más familiares y más amigos. Y también tengo muchos seguidores de este país que me hicieron sentir su afecto. Estoy muy agradecida". Sin chicanas, golpes bajos ni rencores. Campeona en serio, con estatura. Siempre humilde.
No es fácil seguir el judo desde afuera, ganan los nervios porque el reloj parece no avanzar nunca, pero el público disfruta cuando percibe un amague de Ippon, la puesta de espaldas que marca lo que sería el KO del boxeo. Pareto anduvo cerca de sufrir uno en la semifinal con la japonesa Ami Kondo y también a los 10 segundos de la final con la coreana Bokyeong Jeong, situación de la que salió airosa con un agónico medio giro en la caída. Difícil de llevar por delante. Muy cerebral para ver de qué manera podría desequilibrar a las adversarias. Y con un plan específico para cada combate consensuado con Martinel.
Cuando ganó los dos primeros cruces y se instaló en las semifinales, ya había pasado lo peor. No fue fácil la noche del viernes. "Dolores", los llamó. Estrés puro admitiría más tarde. Le pasa incluso a quienes vienen decididos a buscar la gloria, pero que no pueden evitar esa carga psicológica de afrontar lo que tanto persiguen. La mente juega un papel preponderante y la cabeza de Pareto empieza a funcionar antes de los compromisos. La tranquilidad afloró en la mañana misma cuando les dijo a todos: "Me levanté bien, estoy bárbara". Superado el filtro que diferencia una actuación consagratoria de otra sin responder a las expectativas, la Peque estaba lanzada. Con energía y los reflejos intactos. "¿Dormir una siesta mientras espero estas dos o tres horas para las semifinales? No, no creo. Sí comeré algo y descansaré. Para llegar otra vez en plenitud a la lucha por las medallas. Espero tener esta energía".
Quizá no se lo hayan dicho, pero era una gran candidata para ser la abanderada. La preferida de muchos. Por esas cuestiones de calendario, los deseos quedaron en segundo plano: Pareto jamás podría haber estado parada cuatro horas el día previo a la competencia y procesando toda una cuota de estrés que consumen cuatro años de sacrificio. Quizás esa inolvidable experiencia le quede como una cuenta pendiente, pero en la intimidad sabe que nada superará lo que vivió en su sábado dorado.
Debe ser buena la Peque para que la quieran muchas de sus rivales en los 48kg. Alguna vez confesó que en una competencia con la N° 1 de su categoría, Urantsetseg Munkhbat, de Mongolia (eliminada en cuartos de final), en una acción la oponente no forzó una situación de ataque porque se daba cuenta que podía fracturarla. Y con la cubana Dayaris Mestre Alvarez, con quien sostuvo grandes duelos decisivos en torneos relevantes, la afinidad supera todo. Con excepción de los encuentros sobre el tatami, claro está.
Por reglamentación olímpica, los atletas que compiten pueden permanecer sólo 48 horas en la Villa Olímpica. Con la Peque se busca una excepción. El Comité Olímpico Argentino quiere que se quede hasta el final (¡cuánto falta!) y es probable que aproveche para relajarse en familia por Río o sus alrededores, si es que no surge un nuevo plan. Pero la idea de que sea la abanderada en la ceremonia de clausura, el 21, que ya estaba instalada desde antes de que empezaran los Juegos, ahora cobra mayor sustancia. Nada más justo.
Campeona mundial. Campeona olímpica. Médica que en algún momento se abocará a la traumatología. A los 30 años, cabe preguntarse si Pareto estará defendiendo el título en Tokio 2020. "Y, la verdad es que todavía ni lo pensé. Estoy disfrutando de esto. Quiero vivirlo intensamente". Se lo merece.
Pareto llegó a lo más alto del podio tras ganar cuatro combates
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