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Juan Román Riquelme y la relación con la barra de Boca: de no hablarse en la época de jugador a hacer banderas con su nombre
El vínculo de uno de los principales referentes del club de la Ribera con los integrantes de la segunda bandeja viene de larga data
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La imagen dio la vuelta al mundo y mostró la peor cara del fútbol argentino. De un lado, los barras de Boca. Del otro, los de Gimnasia. En el medio, Juan Román Riquelme, presidente e ídolo del Xeneize, intentando evitar la barbarie. La escena tuvo lugar este miércoles en la cancha de Newell‘s, donde Boca obtuvo el pasaje a semifinales de la Copa Argentina y dejó varios interrogantes por responder: ¿Qué hubiese ocurrido si Riquelme no mediaba entre los violentos? ¿Hubiera sido distinta la situación si quien buscaba interceder entre los barras era Jorge Amor Ameal, antecesor en el cargo de Román y actual vicepresidente de la institución? ¿Por qué la barra respetó a rajatabla el pedido del 10? ¿Cuál es la relación que une hoy en día a uno de los máximos referentes de Boca con el grupo comandado por Rafael Di Zeo, Mauro Martín y Marcelo Aravena?
Si bien Riquelme se mostró históricamente distante a la barra brava de Boca, lo cierto es que su vínculo con los integrantes de la segunda bandeja viene de larga data. De hecho, hasta llegó a participar en eventos organizados por la 12 durante su etapa como futbolista y los elogió antes, durante y después de su carrera presidencial. “Hubo una situación que fue fabulosa, que los barras de atrás del arco nuestro comenzaron a llegar a ese lugar y me ayudaron a que la gente se calmara, a que cuidáramos a los hinchas de Boca. Hay que tomarlo en cuenta y darles las gracias. Por más que a veces critiquen mucho a la barra de nuestro club, se comportaron de maravilla y cruzaron desde atrás del arco a la platea para ayudar a nuestros hinchas, y eso se tiene que valorar mucho”, sentenció este jueves el presidente de Boca en Radio 10.
Durante los disturbios en Rosario, Riquelme junto a los integrantes del Consejo de Fútbol (Marcelo Delgado, Raúl Cascini y Mauricio Serna) y los encargados de la seguridad del plantel de Boca impidieron que el cruce entre barras del Xeneize y del Lobo pasara a mayores; cosa que ni la propia Policía fue capaz de frenar. Sin embargo, llamó la atención el modo en que los barras de Boca acataron la orden de Riquelme cuando estaban a punto de trenzarse con los efectivos, que reprimían la avanzada con gases lacrimógenos.
Entre los violentos que obedecieron la directriz del presidente no se encontraba Rafael Di Zeo, quien tiene prohibido el ingreso a los estadios, aunque sí otros personajes de la primera línea de la 12 como Fabián “Topadora” Kruger, histórico ladero de Di Zeo, y Fernando “Lana” Gatica, histórico de la facción de Lomas de Zamora y mano derecha de Marcelo Aravena, el líder de ese grupo que estuvo preso por el crimen de dos hinchas de River luego de un superclásico disputado en la Bombonera.
Durante su primera etapa en Boca, entre 1996 y su venta a Barcelona en 2002, Riquelme no tuvo trato directo con los barras más allá de cruzarlos cada tanto en el club y compartir sala de espera en algún aeropuerto. Pero todo cambió a partir de 2007, cuando retornó de Villarreal para conducir a Boca a su sexta Copa Libertadores. En 2005, Di Zeo había sido condenado a cuatro años y tres meses de prisión por coacción agravada por el uso de armas contra hinchas de Chacarita, en un amistoso jugado en marzo de 1999 en la Bombonera. La barra, en consecuencia, quedó en manos de Mauro Martín, otro de los capos, quien reinó en el paraavalanchas hasta 2013, cuando también cayó preso por el crimen de un vecino de su cuñado.
El 16 de diciembre de 2008, cuatro días antes del partido clave ante San Lorenzo que definió el Apertura en el estadio de Racing, Riquelme asistió a un evento en Luján organizado por la 12, que recolectó cerca de $ 30.000, unos $ 10.000.000 al cambio de hoy. El nexo con la barra venía por el lado de su hermano Cristian, quien tenía amistad con los “Mellis” José Luis (el más famoso) y Miguel Ángel Fernández, adláteres de la vieja barra del “Abuelo” José Barrita que estuvieron con todas las conducciones y mantienen cercanía con la actual dirigencia del club. Aquella noche, previo paso por la Basílica de Luján, Riquelme asistió a una cena show para 500 personas montada por Mauro Martín y sus adláteres en el Polideportivo del Gremio de Trabajadores Municipales. Si bien se anunció que el dinero recaudado sería destinado a la compra de una silla de ruedas y de varios bolsones de alimentos para comedores comunitarios de la zona, la realidad es que la 12 armó su propio negocio en torno a la figura de Román. La foto con el ídolo costaba $ 20.
Riquelme primero negó haber participado de la cena y luego, cuando aparecieron las primeras imágenes, admitió su presencia en el lugar. “A la gente de Luján le mando un saludo muy grande, les estoy agradecido porque me trataron muy bien. A mí no me interesa si es hincha de Boca o quién es el que invita”, dijo. “Si la invitación viniera de un narcotraficante, ¿también irías?”, le consultó un periodista, a lo que Román se desentendió y replicó: “Qué importa quién me invitó. Me invitaron a un lugar para ayudar a unos chicos que necesitaban una silla de ruedas”.
La relación entre Riquelme y la barra pareció quebrarse cuando La 12 arregló con Diego Maradona y Carlos Bilardo para ser la barra “oficial” de la selección argentina en el Mundial de Sudáfrica. Para esa misma época, incluso, se disputó el famoso partido ante Arsenal en el que Riquelme asistió a Martín Palermo para su gol récord con la camiseta de Boca y decidió no celebrar el tanto junto al Titán por su amistad con los líderes de la hinchada xeneize. Días atrás, la barra había apretado a los jugadores tras un entrenamiento en la Bombonera y uno de los que peor la había pasado había sido Javier García, arquero del equipo e íntimo amigo del 10. “No me salió festejar el gol detrás de ese arco, por eso salí corriendo para festejar con la platea”, explicó, aunque a fines de ese año volvió a decir presente en otro evento organizado por La 12 del que también formaron parte Sebastián Battaglia y Matías Caruzzo, en el restaurante El Fogón de San Fernando.
“Con la barra tenía una relación normal. Me decían ‘hola’, me pedían plata y no les daba. Yo nunca les di. Se la doy a mi papá, a mis amigos, al de la esquina que está limpiando un vidrio. Yo la plata que gano se la doy a quien quiero. Y eso está mal evidentemente, es ser raro. Pero prefiero ser raro”, contó Riquelme en 2016. Con Di Zeo, es cierto, el vínculo fue distante hasta su asunción como vicepresidente a finales de 2019. Rafa, incluso, intentó llevarlo varias veces al pabellón 6 del Complejo Nº. 1 de Ezeiza, donde Di Zeo cumplía condena junto a otros miembros de la cúpula de la 12, aunque Riquelme jamás asistió.
La mano cambió con el triunfo de la fórmula Jorge Ameal-Mario Pergolini-Juan Román Riquelme en las elecciones de 2019. Di Zeo, Martín y compañía jugaron para la lista oficialista, comandada por Christian Gribaudo, sobre todo el grupo de Mauro Martín, mientras que los exjefes Christian “Fido” De Vaux y Maximiliano Mazzaro, quienes habían manejado la barra durante el presidio de Martín, apoyaron al trinomio vencedor. Aun así, no hubo lugar para todos. Y Di Zeo, a quien esa misma noche se le negó el ingreso al búnker de Riquelme, se la rebuscó para seguir estando al frente de la hinchada que más dinero factura en la Argentina: reventa de entradas, merchandising ilegal, trapitos, puestos de comidas y todo tipo de negocios vinculados al mundo barra.
En diciembre de 2022, Riquelme encabezó su primer acto político en Boca con el lanzamiento de su agrupación “Soy Bostero”, con los que competiría en los comicios de 2023, ahora como candidato a presidente. Con claro perfil de candidato, Riquelme agradeció el respaldo de los más de 10.000 personas que lo acompañaron en el playón del club e hizo una mención especial a la barra, dejando en claro quiénes mandarían en la tribuna durante sus cuatro años de gestión: “Nuestros jugadores están recontra agradecidos por el recibimiento que les dan ustedes cada domingo, cada miércoles. Es una fiesta nuestra casa y eso es por culpa de ustedes y de los muchachos de atrás del arco, a quienes también les agradezco por cómo se están comportando, cómo están cuidando a nuestro club”.
Un año más tarde, ya en la recta final de la elección, Riquelme encabezó una caravana de hinchas desde Parque Lezama hasta la Bombonera para mostrar el peso de su popularidad y dejar un mensaje contra la avanzada del macrismo. Una multitud siguió los pasos de Román, que realizó el trayecto a bordo de la caja de una camioneta pick-up junto a Blas Giunta, Marcelo Delgado, Diego Soñora, Antonio Barijho, Silvio Rudman y… Carlos Sebastián Maciel, integrante de la primera línea de La 12 que ofició en todo momento como seguridad del ídolo. En abril de este año, “Skeletor”, como se lo conoce a Maciel en la popular, quedó imputado junto a Di Zeo en una causa por tenencia ilegal de arma compartida luego de una requisa de la Policía de Córdoba a los micros de la barra de Boca en la previa de un partido frente a Estudiantes, por lo que también se le aplicó el derecho de admisión. El día de los comicios, Maciel secundó a Riquelme en su llegada a la Bombonera.
Este miércoles, las imágenes del horror en el “Coloso” Marcelo Bielsa también mostraron en acción a dos hombres vinculados a la seguridad del club: Marcelo Ferreyra, encargado de la custodia del plantel, y el hijo de Alejandro Vocos Giménez, exoficial de la Policía Federal y subcomisario de la seccional Nº. 24 que tiene jurisdicción sobre la Bombonera y que maneja informalmente la seguridad de Boca pese a tener causas judiciales que lo vinculan con la barra, y particularmente con Di Zeo.
Este domingo, cuando Boca reciba a Riestra en la Bombonera, La 12 desplegará seguramente alguno de sus varios telones con el nombre de Riquelme, como el que reza “Nací bostero gracias a mi papá y me voy a morir bostero como todos ustedes”, estrenado en marzo de este año en un partido frente a Belgrano. Una muestra más de que Riquelme y La 12 juegan para el mismo equipo.
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