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Juan Musso: “Este grupo de la selección tiene una virtud: no deja que el ego le arruine sus objetivos”
Un arquero diferente: pieza habitual de Scaloni, vale 20 millones de dólares y está lleno de inquietudes espirituales; del yoga y la religión al show de tiros libres de Messi; los gestos de “Dibu” Martínez y los mano a mano con CR7
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Vive en la parte alta de Bérgamo, en la zona antigua y amurallada. Las caminatas con su perro Tomy son rutinas obligatorias. Casi nunca está solo, casi siempre lo acompañan amigos y familiares. Hasta que en algún momento del día el silencio lo invade todo y el único sonido posible es el de su respiración. Medita. “La vida es mucho más grande que una cancha”, aclara, cuando detalla su preferencia por lecturas sobre inteligencia emocional y los recovecos de la mente. “Estoy lleno de aspiraciones espirituales. Esa es mi meta, aunque públicamente no lo he contado”, confiesa el arquero de los 20 millones de euros. Son dos realidades que conviven. Juan Musso no es místico. Tiene una fuerte vida interior que lo compromete con la sinceridad. No hay poses ni simulacros.
El lector se encuentra con un hombre de 27 años desprovisto de armaduras en el susceptible mundo del fútbol. La intimidad del pase de Udinese a Atalanta lo retrata… “Nos goleaban todas las veces que nos enfrentábamos. Atalanta era el rival que más sufría, al que más le temía… Una vez nos metieron 7, otra vez 4, otra vez 3…. Creo que el colombiano Muriel me hizo ocho goles en cinco partidos. Eso no me pasó con ningún otro equipo. Cuando me enteré que me estaban buscando me puse contento y le dije a mi representante que le prestara atención. Se había acercado algún equipo grande también… Y Atalanta no es un equipo de los llamados grandes, lo sé, pero para mí es un grande porque juega como un grande. No le tenemos miedo a nadie”. No es arrogancia, es convicción.
-¿Qué te pasa cuando pensás que ‘costaste’ 20 millones de euros?
-Los mercados se deprimieron después de la pandemia, y Atalanta no es un club de asumir grandes compras. Sólo por eso, ya se trata de una enorme responsabilidad. Pero no por el monto, que en definitiva es una plata que se la pasan entre los clubes y nosotros no la vemos. Sino por la confianza. Por ese monto Atalanta podría haber elegido a cualquier otro y me eligió a mí. Por supuesto, ahora se me mira mucho más y se me exige mucho más. Y está bien, es lo que corresponde. En los últimos tiempos la Argentina no tuvo un arquero en un equipo importante de Europa y esa también fue una motivación para jugar en Atalanta.
La historia actual de Musso está a la vista. Es el mejor momento de su carrera, pero tal vez esa particularidad no sea lo más atractivo de su vida. “De chico me di cuenta que tenía mucha fe en Dios. Y desde entonces, eso me impulsa hacia todos mis objetivos. Soy un agradecido de la vida. Le dedico bastante tiempo a mi vida espiritual porque estoy lleno de inquietudes. He contado que hago yoga, pero muchos lo interpretan como ir a clases y hacer las posturas clásicas, pero no, es otra cosa lo que busco. Vengo de una familia católica, mi vieja era catequista, y más allá de la significación que puede tener haber nacido en San Nicolás, por la Virgen..., yo encontré mis medios para acercarme a mi interior. El yoga, en realidad, es la ciencia del conocimiento interno y la búsqueda de Dios.
-¿Y qué vínculo tenés con la iglesia?
-Todas las religiones buscan acercarse a la verdad y tienen en común las mismas preguntas: ‘¿qué hacemos en este mundo, para qué estamos, de dónde venimos…?’ Yo respeto todos los caminos, pero creo que acercarse al interior pasa realmente por uno. Y por eso lo busco meditando, inspirándome en Dios, el creador, el que nos da todo… Tengo ese lado muy vivo, esa llama muy encendida. No soy tanto de participar en ceremonias religiosas, aunque tenga mi mentor, porque creo que la verdad y la conexión con Dios está adentro de uno.
-¿Entregarse a la meditación supone desarrollar una fuerte autocrítica? Porque pueden aparecer cosas que no te agraden de vos.
-Claramente, es eso, de eso se trata. Mi fe en Dios no me excluye de culpas, no estoy a salvo de cometer errores. Hay una parte de mi personalidad que me gustaría corregir, porque todas las personalidades son productivas en algún lado y dañinas en otras. Mis errores los observo y trato de no repetirlos, atendiendo aprender algo de cada situación. Y con una obsesión: siempre quiero ir para adelante y evolucionar, y no castigarme con los errores. Porque eso es algo que no comparto con algunas religiones: los excesivos castigos ante los errores y la carga de la culpa.
-¿Qué te gustaría cambiar de vos?
-Tiendo a ser muy perfeccionista y eso me conduce a querer controlar todo. Pretendo que las cosas sean como yo quiero y en los tiempos que yo quiero. Y eso me genera una gran ansiedad. Bueno, voy intentando apagarlo, pero es con lo que vine, tal vez sea mi cruz… Pero más allá de todo, para mí hay una palabra clave que siempre hay que cuidar: la motivación. La motivación es todo. La motivación me empuja. Desde que descubrí que acá todos estamos para evolucionar desde el lugar que nos toque, siento que los límites sólo se los pone uno.
-Remarcás el concepto de motivación. ¿Cómo te motivás en la selección, cuando ‘Dibu’ Martínez alcanzó un alto consenso en el puesto?
-Primero, agradezco. Después, me convenzo de que tengo para dar mucho más de lo que mi ego cree. Hoy juego en un equipo que participa de la Champions, que pelea los primeros puestos en Italia, y era el desafío que quería. Hoy, quizás, me llegan menos que antes, y por eso debo estar más enfocado. Debo responder y ser prolijo. Ya jugar en ese contexto me motiva muchísimo. Y la selección…, la selección es única, no cuenta el pasado, la selección es solo presente. Es otra cosa; no jugar en la selección no es lo mismo que no jugar en un club, uno va y está el país detrás… Tengo una gran relación con ‘Dibu’ y me puso muy bien todo lo que le pasó, pero la selección es presente, y en el presente yo estoy haciendo las cosas muy bien en los máximos niveles. ‘Dibu’ hizo una gran Copa América, pero también es difícil mantenerse. El momento puede llegar, y yo siento que me va a llegar, por eso mi obligación es estar preparado, mi obligación es ofrecer una opción de nivel, especialmente cuando hay jugadores parejos. Todavía no tuve una oportunidad plena en la selección, pero no me lamento ni me quejo, no desaproveché nada. Jugar poco, y hasta no jugar, les ha tocado a grandes arqueros, pero de golpe, de un día para el otro… te toca. Por eso no hay que perder la calma. Ni la motivación. Vuelvo: para mí, la motivación es todo.
-Sobre los gritos, las poses y los festejos de ‘Dibu’, ¿no le decís que se modere, que cruzar una raya es riesgoso?
-Creo que se le ha dado demasiada entidad al caso. Y al final, aburre. Vale cuando las cosas son espontáneas, y yo que lo conozco, sé que esa fue su reacción, genuina. Ahora, todo lo que se armó después, exageraciones incluidas, tiene que ver con lo que empezó a hacer y a decir la gente. Él habló antes de los penales con Colombia, sí, pero estábamos todos gritando, los que estábamos en el banco gritábamos más que ‘Dibu’. Estábamos todos cebados tratado de poner nervioso al rival, me acuerdo que el cuarto árbitro nos advertía en todo momento. Después, el peludo ese que está atrás del arco [se refiere al micrófono] lo hizo quedar a él como al único que gritaba. Todo eso que pasó, cuando termina bien, a los argentinos les gusta mucho. Y si sale mal, no. Nada de eso lo hizo mejor o peor arquero; tuvo la intuición y el conocimiento para atajar esos penales que nos sirvieron y punto. Porque Yerry Mina pateó como había pateado unos días antes, y porque a Borja lo habíamos visto patear al medio, y a Cuadrado patear cruzado… Patearon adonde los habíamos estudiado. No es que le tiraron ‘masitas’ porque él les hablaba. Estuvo atento y explosivo, lo demás es cotillón. Después, él con su vida ya es grande, hace lo que quiere, yo no le tengo que decir qué hacer. ¿Si nos reímos? Si, ¿Si lo jodemos? También. Incluso yo le he tirado más de un chiste. Él es inteligente y podrá ver hasta cuándo y hasta dónde, o lo aprenderá.
-¿La paciencia es tu aliada?
-La mayoría de las veces las oportunidades aparecen cuando uno menos las espera, sino todo sería muy fácil y previsible. El desafío de la vida es prepararse sin saber para cuándo. Cuando estaba Saja en Racing, y después compraron a Orión… y, en ese momento no fue fácil no bajar los brazos: se iba un gran arquero y traían a otro gran arquero…, pero después mi oportunidad se abrió. Que ocurrirá más adelante no lo sé, pero lo que puedo controlar yo es cómo me preparo. Soy un apasionado, pongo el corazón y voy para adelante. No hay excusas para renunciar a nada. Sería injusto y un desagradecido. ¿Querés un ejemplo? Messi. No se le daba en la selección y no se le ocurrió entregarse. Habiendo ganado todo lo que se puede ganar a nivel club, quería regalarse y regalarle algo al país. Y digo que es un ejemplo porque nos enseña también que es más valioso el camino que el resultado. Cuando ya no estemos alguien se acordará, más allá del título en la Copa América 2021, de todo lo que se sobrepuso y cómo insistió Messi para lograrlo. Porque cuando la vida se termine, no nos vamos a llevar los trofeos ni los autos, no, lo que dejaremos serán nuestras experiencias. Y como Messi, hay mil personas que siguen luchando por algo, y si miramos más en detalle, vamos a descubrir que muchas veces han conseguido sus retos en el momento menos esperado. Por eso no se puede renunciar nunca.
-Ahora que sos campeón de América, ¿hace años, cuándo veías desde afuera a la selección, te preguntabas cómo la generación anterior no podía coronarse?
-Un poco sí y un poco no. Porque conozco como es el deporte, como es el exitismo, como se habla con facilidad desde afuera… Perdieron dos finales por penales, una final del mundo en tiempo extra…, entonces sentenciaron que era una generación de fracasados. Esa generación nos mantuvo en la élite varios años, y ese ya es un logro. Juzgar todo por el desenlace de una jugada, cuando además adelante tenés a los mejores entre los mejores… y, me parece una ridiculez. Creo que en esos momentos mucha gente salió a decir cualquier cosa para hacerse famosa, o no sé lo que buscaban. Pero la gente simple lo valoro porque entendió la mínima diferencia que hay en los niveles más altos y al final tiene que ganar uno. Nunca me pareció dramático aquello, al contrario, yo disfrutaba viéndolos. Hay posteos míos del 2014 sobre Messi, sobre Ginobili también, haciendo referencia a la inspiración que despertaban. Una valoración que no depende exclusivamente de los resultados. Para mí, los del 2014 fueron campeones igual por todo lo que nos enseñaron.
-¿Europa termina de formar al futbolista?
-Sí, sí, 100 por ciento así. El fútbol de Europa tiene otro enfoque y mucha más competitividad. Tácticamente es otra cosa, y en los controles de pelota y en los movimientos sin pelota es muy evidente también la diferencia. En la Argentina estamos un poco atrás. Europa modifica al jugador argentino, lo moldea diferente.
-¿Notás tu crecimiento a partir del roce? Vos un domingo enfrentás a Ibrahimovic y después a Immobile, o a Cristiano, a Lukaku hasta el año pasado.
-O te adaptás y estás en ese nivel… o no estás. Y dejás de pertenecer. Sobran jugadores, hay alternativas, si no sos vos, vendrá otro. Si te acoplás a ciertos niveles, sos otro, mejorás. Después de jugar contra la Juve, Inter o el Manchester United sos mejor jugador. Especialmente si jugás con coraje para ganar, ahí está el crecimiento. Distinto es si tu plan es ver qué pasa y resistir.
-Sos de analizar mucho a los rivales, incluso con plataformas tecnológicas. ¿Cuando Cristiano Ronaldo te hace tres goles en dos partidos, por la Champions, se vuelve relativo todo ese estudio?
-Frente a algunos jugadores sirve el análisis minucioso. Repiten conductas que estudiaste. Otros, son tan, tan buenos y tienen tantos recursos que en el momento pensás: patea bien cruzado, busca los postes, espera hasta el último segundo, define de una… y con cualquiera de esas opciones resuelve y resuelve bien. Busco un punto medio: los miro a todos, los estudio, pero a la vez trato de no condicionarme porque en el instante del partido también aparece el instinto, el arrojo. Pero no se trata sólo de atajar, porque ese bagaje de conocimientos también te puede servir para ayudar a tus compañeros, y es cuando les gritas que no los dejen enganchar para la derecha, que no le den la zurda, que tapen el pase filtrado… Más allá de atajar, así también ayudás. Cuando más conozcas del rival, mejor. Pero no descubro nada, todos lo hacen. Quizás los videos de Bilardo fueron algo novedosos, ya no.
Estamos listos 👊🏻🇦🇷 pic.twitter.com/xvAwcLXYt5
— Juan Musso (@musso_juan) September 8, 2021
-Y en esa galaxia, aparece Messi.
-Nunca me lo enfrenté, por suerte. Sólo en los reducidos en la selección y ahí no es por los puntos. Tiene todo, pero todo: es rápido, controla sin que se le distancie, tiene pase, mirada periférica, tiene tiro, filtra o penetra… que te voy a decir de Messi. Aunque parezca difícil de creer, te sorprende más en las prácticas que por tele. Mirá… esto lo hablo con los chicos: con todo lo que ha ganado, en cada entrenamiento da lo máximo, siempre quiere ganarte y hacerte goles, y eso es algo que me llama la atención. Si lo ves a Messi esforzándose para ganar el reducido de un entrenamiento.., ¿qué queda para los otros, para los demás mortales? Tenés que esforzarte porque contagia. Es una bestia que te obliga; pide patear más tiros libres, pide patear más penales… entonces te obliga, te obliga. Y pensas: ‘Qué hice yo en mi carrera para aflojar si este, con todo lo que ganó, no afloja y quiere ganar de nuevo’. Messi te motiva y te empuja todos los días.
-¿Así lidera Messi?
-Hay distintas maneras de liderar porque depende del carácter de cada uno. Messi es líder con el ejemplo. Si Messi, que es único, se esfuerza, bueno…. el resto debe seguirlo. A veces está bien enojarse y hasta tener una discusión, pero liderar no es andar a los gritos ni andar diciendo qué se debe hacer. Liderar es mostrar el camino, y con su estilo, logra que el grupo suba de nivel. Porque obliga, sin imponértelo. Lo ves esforzarse y sabés que tenés que esforzarte también, y más que él. Mejorás vos, mejoran todos, mejora el equipo.
-Sus tiros libres antes de los partidos ya son un show en sí mismo. ¿Alguno le dejás pasar para que entre con toda la confianza?
-Le pega muy buen, muy bien… pero si yo se lo puedo atajar, se lo atajo. Siento que le tengo que dar lo mejor que tengo, a él le gusta eso, que el arquero le ataje de verdad. Es competitivo y perfeccionista, por eso él espera, y lo sé, que uno de lo máximo para que todo sea real.
-¿Qué recordás de tu primer encuentro con él?
-Fue en la gira que hicimos por Madrid y Marruecos, en 2019. Me acuerdo que la primera vez me senté a su lado, pero sin querer… era una mesa larga, y por casualidad lo tenía al lado. Me impactó cómo conocía jugadores, sabía de este del otro, parecía un tipo normal hablando…, me llevé una linda sorpresa. Tiene los pies sobre la tierra y enseguida te das cuenta de eso. Con nosotros es un pibe cualquiera, el actúa como uno más…, obvio que nosotros lo respetamos, es Messi, vamos, pero él no te pone distancia, hasta te diría, yo creo, que se esfuerza porque nos quede claro que entre nosotros es uno más. Y es un mega crack, es un extraterrestre, pero creo que a él le hace bien que lo veamos como a uno más.
-¿Y la virtud de Scaloni cuál es?
-Es inteligente para darse cuenta de los momentos. Él y su cuerpo técnico, gente con muchos años de selección. Scaloni entiende mucho de grupo, de cómo manejarlo, de lo que sirve y de lo que no sirve. Y eso es realmente importante. Después, el sistema táctico y los jugadores que ponga –en una selección con apenas matices entre titulares y suplentes- son detalles. Pero saber cómo tratar a un grupo con tantos jugadores importantes me parece una virtud.
-¿Cuál será la clave para que la selección siga evolucionando hasta Qatar?
-En los altos niveles, el que más desea ganar y menos se caga, ése gana. Cuando el deseo es más fuerte que cualquier pavada, que cualquier rumor, cuando el deseo es más fuerte que el ego…, ése equipo, generalmente, gana. Porque en estos niveles la calidad es muy parecida, la calidad atlética también, mucho no se puede inventar, entonces el deseo es el motor. Cuando la motivación es más fuerte que el miedo a perder, ese equipo es de cuidado. Y esta selección la tiene.
-Mencionaste los egos…
-Claro. Todos los que venimos a la selección argentina somos importantes en nuestros clubes, muchos son figuras casi todos los fines de semana. Entonces, llegar a la selección y en algunos casos tener que tomar un rol secundario, no jugar o jugar mucho menos que en el club, o a veces jugar de una manera diferente y que eso te quite lucimiento con respecto a lo que hacés en tu club… y sí, todo eso te invita y te obliga a dejar el ego de lado para ponerte a ayudar. Pienso: ‘Hoy estoy de suplente, y si mañana estoy adentro voy a pretender el mismo apoyo del que esté afuera’. Son 23, sino llevá a 11 y que jueguen siempre esos 11. Este grupo tiene una virtud: no deja que el ego le arruine sus objetivos. Ser jugador de la selección argentina ya es un prestigio que no se puede subestimar. Hay que entender algo que para mí en sencillo: ‘Me tocó jugar solo 5 minutos, pero en esos 5 minutos hice lo que el equipo necesitaba’, o ‘me tocó quedarme en el banco, pero igual ayudé. ¿Cómo? No poniendo cara de orto ni generado malestar’. Eso hace a un equipo y al bien común. Esa conducta no se ve cuando está consolidada, pero te puedo asegurar que cuando falta se nota demasiado.
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