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Juan Manuel Vivaldi, en Tokio 2020: las últimas atajadas de un León de oro y su solución para mejorar el VAR del fútbol
El arquero de la selección argentina de hockey encara sus cuartos y últimos Juegos Olímpicos; la difícil transición de un equipo que se consagró campeón en Río y tuvo muchas contramarchas hasta hoy
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TOKIO.- Juan Manuel Vivaldi no se aferra al pasado, pero sus bíceps le recuerdan todo el tiempo que fue campeón olímpico en Río 2016 con los Leones. Además de los anillos, lleva tatuados el logo de aquellos Juegos brasileños y la palabra “gold”, una huella imborrable de una hazaña tan inesperada como inolvidable para el deporte argentino. El apellido Vivaldi, de 42 años, es un clásico del hockey sobre césped nacional: 11 veces campeón del Metropolitano con Banco Provincia, nominado a Mejor Arquero del Mundo en 2014, 2016 y 2017 y guardián del arco de la selección en tres Juegos anteriores.
Aquel que a los 16 años llegó a subirse al escenario de Cemento como vocalista de la banda Nosferatu, se presenta hoy como uno de los referentes ineludibles del equipo dirigido por Mariano Ronconi. “Unos Juegos Olímpicos no te dan margen de error para nada. Es un torneo donde tenés que estar focalizado todo el día”, avisa el hombre que observa el hockey detrás de las rejas de su casco.
-¿Qué tan complicado fue el tránsito de esta selección desde Río 2016 hasta hoy?
-No quedamos nada conformes con el rendimiento del equipo en el Mundial de India 2018. Visto en retrospectiva, pudimos haber hecho algo más y avanzar en ese torneo. Pero por otro lado, estoy convencido de que el hockey masculino es hoy muy parejo entre los primeros ocho equipos del ranking mundial. Y esa paridad se define para un lado o para el otro en los campeonatos, con los presentes de los equipos y de los jugadores. Antes nos tocó a nosotros en instancias decisivas. Siempre buscamos evolucionar y volver a ser competitivos; todo en el medio de un recambio y las dificultades de este último año y medio, con la imposibilidad de viajar para competir.
-¿Los Leones es un equipo más fuerte o más débil que el campeón de Río?
-Muchas veces lo charlamos entre nosotros, porque es inevitable comparar con la previa al debut en Río 2016. Y la verdad es que son equipos completamente diferentes. En el ciclo hasta Río cambiamos un montón de hábitos y de costumbres, tanto en la manera de entrenarnos como de alimentarnos. También, de poder viajar, afianzar jugadores y consolidar una forma de juego. Fue un equipo que consiguió una medalla de bronce en el Mundial 2014 que fue histórica en el hockey masculino más las finales de la World League, con resultados muy valiosos. Todos esos factores terminaron construyendo nuestro camino, que se vio reflejado finalmente en Río. En cambio, en esta última preparación el equipo jugó muy poco en el último año y medio y no llegaron a disputarse 10 partidos. Hubo un cambio de cuerpo técnico y la lista se definió a último momento, con lo que el proceso de formación tuvo otros tiempos. Son realidades diferentes y hubo situaciones que fueron cambiando la identidad final de esta selección.
-¿Pero igual sos optimista?
-Siempre: creo que tenemos la capacidad de poder adaptarnos e ir sorteando todas las adversidades que van apareciendo para intentar dar nuestra mejor versión. El grupo que nos tocó es muy difícil y parejo. Son cinco partidos muy cerrados contra equipos muy buenos, no solo en nuestros enfrentamientos, sino también entre ellos. Seguramente se resolverá en la fecha final porque no hay un gran favorito; la realidad es que todos pueden ganarles y perder con todos… será partido a partido.
Vivaldi con LA NACION
-Tenés 42 años. ¿La postergación de un año de los Juegos te hizo a dudar acerca de tu continuidad en el plantel?
-En principio sí, porque no poder entrenarse ni tener la certeza de cómo se normalizarían nuestras vidas me hizo reflexionar un montón de cosas. Pero una vez que retomamos las prácticas y tuve un día a día como deportista parecido al de antes, se acomodó todo rápidamente. No soy una persona a la que le cueste levantarse para ir a entrenarse, así como tampoco los dobles turnos ni las giras; eso no me afecta para nada. Siento un compromiso con el seleccionado y finalmente lo manejé sin problemas.
-¿Y el paso natural de tu edad?
-No es algo que lo tenga en la cabeza sino todo lo contrario, porque lo mejor de mi carrera se vio en los últimos años, con más experiencia y en un puesto tan particular como el de arquero. Siempre busco ser lo más serio posible en cuanto a mi estado de forma, mi puesta a punto y acá estoy, listo para otro desafío.
-Por la velocidad en que viaja la pelota y los reflejos que hay que tener, da la impresión de que un arquero de hockey tiene todavía más exigencias que uno de fútbol…
-Sí, requiere de todo eso. Pero por otro lado, la experiencia y los años te permiten ir leyendo mejor el juego, ir entendiendo por dónde puede progresar la jugada, dónde terminarán definiendo, cómo puede ser el tiro y para dónde va a salir el rebote. Hay muchas cosas que complementan a los reflejos y a la agilidad, que hacen al puesto de arquero.
-¿Qué primera imagen olímpica se te viene a la mente entre todas tus experiencias en Juegos?
-Los de Río son el recuerdo vivo y más fuerte. Es un torneo que vivimos de principio a fin. Desde que llegamos a la Villa Olímpica había ahí dando vueltas entre nosotros una cuestión de que podíamos conseguir algo importante. Nos tocó debutar contra Holanda justo el día de la inauguración de los Juegos, así que nos juntamos abajo en nuestro edificio y vimos cómo iban saliendo para desfilar todos los países con sus vestimentas tradicionales. En ese momento tuvimos una charla muy linda, mientras que tomábamos mate, en la que cada uno decía lo que sentía y le parecía. Y todos coincidíamos en que estábamos allí para hacer historia y llevarnos algo. Vivimos todo muy intensamente y llegó a su fin de la mejor manera, con la medalla de oro.
-¿Qué debe hacerse y qué no en una cita olímpica?
-Unos Juegos Olímpicos no te dan margen de error para nada. Es un torneo donde tenés que estar focalizado todo el día, todos los días que estés en la Villa. Ofrece muchas tentaciones y es fácil que te den ganas de ir a ver otro deporte o caminar la Villa para ver si te encontrás con tal o cual atleta. O ir a recorrer la ciudad. Entonces, para poder ser competitivo hay que estar cien por ciento mentalizado, convivir con tu grupo esas dos semanas y no gastar energía en cosas que después no te van a ayudar a tu mejor performance en la cancha.
-¿Te tentaste?
-Sí, obviamente que sí, en mis primeros Juegos Olímpicos todo era un sueño. Me tocó justo una ciudad como Atenas, con un montón de historia y de atracciones turísticas para conocer e ir a ver. Quizás en ese momento yo no tenía la conciencia de ir a competir en unos Juegos Olímpicos y estaba en otra posición dentro del equipo. Era el arquero de reserva y sabía que no iba a tener mucha oportunidad de jugar. Así que viví Atenas 2004 de otra forma: salí a recorrer, anduve por la Villa a cambiar indumentaria con atletas de otros países y fui a la ciudad. Ya con el paso del tiempo entendí que para obtener logros debés estar con cuerpo y mente full time y no podés regalar un segundo para distraerte con nada.
-¿A quiénes les pediste autógrafos?
-Recuerdo que en Atenas, yendo a cambiar ropa, caí en la habitación de un jugador de voleibol griego que estaba lesionado y con muletas. Después resultó que era un voleibolista muy importante y yo lo había tratado como un pobre pibe que se había lastimado la pierna… Pero uno va caminando y son todos monstruos: recuerdo a Serena Williams y nuestros intentos en Londres 2012 de tratar de sacarnos una foto con Usain Bolt, que era imposible porque caminaba con un séquito de diez personas alrededor que impedían que se le acercaran. El tipo no paraba, entonces tenías que hacer la foto desde lejos y caminando en medio de los deportistas. También en esos Juegos recuerdo al equipo de la NBA, que se había prestado a sacarse fotos con todo el mundo en una plaza. Tengo una con Kobe Bryant, que la guardo especialmente por el impresionante basquetbolista que era y por lo que lamentablemente sucedió después con su fallecimiento.
-Suena curioso que ostenten el título de campeones olímpicos por cinco años, un período muy largo, pero así lo impuso la pandemia.
-Siento que ya pasó mucho tiempo; es otra realidad y otro equipo. Si bien uno todavía tiene este título, porque es así y es real, creo que ya está, hay que soltar estas cosas y seguir para adelante. No me gustar estar muy agarrado a lo que ya pasó, aquello fue el premio más valioso que uno puede anhelar como deportista.
-¿Cómo sentiste el impacto del logro de los Leones en el país hace cinco años?
-Al principio fue importante la medalla dorada en cuanto a lo mediático y la gente en la calle, en los programas de televisión, en la radio, que te inviten de todos lados… Fue muy movilizador pero termina siendo efímero: la vida sigue normal, con las actividades de siempre. En su momento sentí que tuvo un impacto en la gente más grande, porque muchos no sabían que existía el hockey masculino y lo descubrieron. Por lo menos en mi club, Banco Provincia, muchos chicos se acercaron a jugar de manera natural y hoy en día tenemos a unos cuantos en las divisiones menores. Pero todo este fenómeno no se ha acompañado y quedó aislado, y más con el paso del tiempo. Lo mismo ocurrió con las chicas, que vienen de muchos más años de triunfos. Ahí quedó el oro olímpico y fue algo que no se aprovechó; ojalá que con el paso del tiempo se valore mucho más.
-Hace cuatro años decías que Argentina no tenía peso internacional en la FIH ¿Sigue siendo así?
-Sí totalmente. Porque la Federación Internacional está manejada por todo los países sajones y son ellos quienes toman las decisiones. Argentina está muy lejos de todo eso; en ese momento, en una ceremonia oficial de la FIH de entrega de premios no se había reconocido al DT del campeón olímpico en Río (Carlos Retegui), al capitán (Pedro Ibarra), al goleador (Gonzalo Peillat) ni a mí, que también estaba nominado como Mejor Arquero. Yo me saco de las distinciones, pero no me pareció bien esa indiferencia. Sobre todo entendiendo lo que era el hockey masculino argentino en aquel momento para el hockey mundial. Hubiera venido bien un reconocimiento “simbólico”.
-¿Cómo actuó la Confederación frente a esta indiferencia?
-Me parece que es muy difícil que la Federación abra filas como para que entren dirigentes de nuestro país, más allá de su capacidad o falta de conducción; es complicado que te abran esa puerta y te inviten a su mesa.
-¿Y qué opinás del regreso de Aníbal Fernández a la CAH?
-Ayudó mucho en los tres años que estuvo al frente. Mostró su vocación y sus ganas de colaborar con el deporte; es una persona que está vinculada al hockey desde toda la vida y, con su capacidad de gestión, puede acercarnos a esa mesa chica de las potencias o países más desarrollados. Justamente, creo que lo que ha faltado en este tiempo es gestión y él la tiene. Ojalá que su regreso nos traiga beneficios para el bien del hockey, para que se desarrolle y crezca la base de chicos en el país.
-¿Cómo manejás la imagen que ofrece él en el plano político y el rechazo que genera en sectores de la sociedad y la oposición?
-Mi conocimiento y mi trato con él es como presidente y dirigente del hockey. Lo evalúo como tal. Es una persona que tiene un gran recorrido, sus valores y su poder de palabra para responder a lo que sea. Yo no tengo que decir nada fuera de lo que a mí me corresponde, que es su gestión dentro del hockey. Como digo: en su momento hizo mucho y ojalá que en esta nueva etapa pueda seguir consiguiendo cosas para nuestro deporte.
-El de ustedes no será un seleccionado que esté tan bajo la lupa, en cuanto a la exigencia del público argentino. No es bueno hablar de relajamiento o conformismo, pero… ¿cómo llevan eso, sabiendo que al mismo tiempo ya alcanzaron lo máximo?
-Si ocho de los chicos campeones en Río estamos hoy acá es porque nos mueve el mismo deseo de seguir compitiendo y representando al hockey argentino para continuar ganando cosas. Nos moviliza eso y poder estar de nuevo arriba de un podio en un torneo tan importante. Es una ambición que hemos tenido toda la vida, desde que éramos 10º del mundo y también cuando fuimos los primeros del ranking. Si trazamos un recorrido hasta acá, muchos ya grandes, con hijos, es porque lo vivimos y lo sentimos así, de una manera muy fuerte. Por eso estamos en Tokio, ése es el motor que nos lleva a levantarnos temprano y estar lejos de nuestras familias durante mucho tiempo en el año.
-¿Qué opinás de la ausencia en el plantel de Gonzalo Peillat, goleador de la etapa anterior?
-Lo único que puedo decir es que un jugador como Gonzalo, con su especialidad y siendo seguramente el mejor tirador de córners del mundo, si no está acá con el equipo es por una decisión personal de él, no por otra cosa. No tengo mucho más para agregar por su situación porque tampoco sé sus argumentos. Pero es una lástima que no pueda ser parte de la selección y seguir representando a la Argentina. Por otro lado, se han podido sacar a especialistas también como Leandro Tolini y Maico Casella, que son grandes tiradores de nivel internacional. En este tiempo supimos tener dos armas en los cortos con ellos dos.
-¿Qué observás en la conformación del plantel, con mitad olímpicos y la otra mitad debutantes?
-Me gusta que haya un equilibrio, siempre lo destacamos entre nosotros. Esto de tener una experiencia y la base de chicos que se van incorporando. Ellos nos dan ese toque de frescura y de renovación que necesita todo equipo. Estamos bien balanceados, pero uno de los desafíos es volver a ser un equipo sólido en la parte defensiva y física. Será fundamental para poder alcanzar un nivel alto, más con las características de este torneo, en el que habrá muchísimo calor y humedad. Y lógicamente, confiar en nuestros tiradores, que fue lo que nos dio la medalla en Río.
-¿Cómo manejás los nervios antes del arranque oficial?
-Crecen a medida que llega el debut, pero la idea es manejarlos con muñeca para que no te afecte cuando empiece la competencia. Aunque siempre sabiendo que serán los últimos Juegos Olímpicos para mí, con la idea de disfrutarlos y hacer un buen cierre, dentro de este marco particular que estamos viviendo. En la espera leo mucho, me traje un libro sobre la mentalidad zen, que por ahí está bueno para la respiración y las posturas. Ayuda a bajar la ansiedad, manejar los nervios, vivir el presente y mantenerse enfocado. En mi caso es algo clave para poder rendir de la mejor manera. Hice cursos de meditación y trato de aplicarlos para reducir toda esa carga, además de dejar de lado tantas cosas que tenemos en la cabeza. La idea es que todo fluya.
-¿Qué vas a hacer tras el retiro del hockey competitivo?
-Me recibí de periodista deportivo, ahí hay una carrera. Me gusta leer sobre entrenadores, fútbol, técnica y táctica. En las giras voy leyendo el material y veo después en qué lo puedo aplicar. También me apasiona entrenar a equipos de hockey; de hecho voy a estar vinculado con este deporte y veremos cómo se acomodan las piezas.
-¿Cómo compararías el Video-Ref del hockey con el VAR del fútbol?
-Aplicar el Video-Ref del hockey en el fútbol sería la mejor manera de quitarles la responsabilidad y la lupa a los árbitros. Cuando uno ya le deriva la responsabilidad al equipo, ya ahí cambia el sentido del VAR. En el fútbol estamos con que “esta jugada sí, esta no, que este criterio sí, este no…”. Y me parecería bueno poder imitar al hockey, en donde los propios jugadores del equipo tienen la potestad de pedir un Video-Ref para una jugada dentro del área, una infracción, un córner corto, un penal o un gol. Entonces, si ese equipo acierta con el pedido tras la revisión, mantiene la chance de seguir reclamando; si no, la pierde, tal como es en mi deporte. Con este cambio desligarías al referí del fútbol. Si no, siguen todos bajo sospecha y la tecnología no ayuda a lo que es el juego.
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