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José Meolans: “Si tenés un eje y un norte a donde ir, los comentarios de la gente no pueden afectarte como para abandonar”
El cordobés, retirado hace 13 años y gloria de la natación nacional, opina del adiós de la promisoria Delfina Pignatiello a los 22: “tenía todo; ése no es un argumento”
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CÓRDOBA.– Lleva 13 años retirado; en diciembre del 2008 marcó otro récord argentino en los 50 metros libre y a los 30 dijo “adiós” a la natación, disciplina en la que compitió 14 años. José “Tiburón” Meolans se tira a la pileta una o dos veces por semana porque el agua le resulta “terapéutica”. Va al gimnasio, anda en bicicleta al aire libre, se ocupa de su empresa de indumentaria (shorts y sungas), da clínicas de natación y participa en charlas con jóvenes deportistas.
Su mejor momento deportivo se dio en el Mundial Moscú 2002, cuando ganó el oro. Eso lo impactó “para bien” y lo “motivó”. Participó cuatro veces en Juegos Olímpicos (Atlanta 1996, Sydney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008). Fue el primer nadador argentino en bajar de los 50 segundos en los 100 libre (49s86/100); en 1998 ganó el oro en los 50 libre en la etapa de Río de Janeiro por la Copa del Mundo y fue campeón en la misma distancia en Rusia 2002. Un año después se quedó con la medalla dorada en los 100 libre en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo y con la plateada en los 100 libre de Río de Janeiro 2007.
El récord en el día de su retiro
Este 22 de junio cumplió 44 años y sostuvo una conversación para LA NACION, en la que contó que cuando se retiró ya “tenía cerrado el ciclo” en lo personal. “Venía masticándolo, sabía que venía el momento. Esperé a que terminara un año olímpico, y ya estaba”, dijo. Su entrenador pensaba que todavía podía seguir compitiendo. “Mi cabeza me hizo definir que esa etapa ya estaba cumplida; quería proyectar mi vida hacia otro lado”, recordó el cordobés.
Hace unas semanas la nadadora Delfina Pignatiello dijo que daría un “paso al costado” por un tiempo y lamentó los mensajes públicos que recibió por su fallida actuación en Tokio 2020. “Desde fuera, puede gustar o no, se puede estar de acuerdo o no, pero es un tema personal. No se debe buscar culpables. No hay terceras personas, ni porque los políticos no acompañaron o porque en las redes sociales hubo críticas”, afirmó Meolans. Que agregó: “No tiene nada de malo no querer seguir o querer parar un tiempo. Si tenés un eje y un norte a donde ir, los comentarios de la gente no pueden afectarte como para abandonar un deporte para el que tenés muchísimas condiciones, con mucho por dar. Su decisión es personal y es responsable. Delfina tenía todo; no era alguien que no pudiera entrenarse afuera o viajar al exterior. Puede entrenarse donde quiera y competir donde quiera. Ése no es un argumento”.
De chico Meolans iba de vacaciones a Morteros, sudeste de Córdoba. A la casa de sus abuelos, donde había una pileta. Y además su familia tenía otra vivienda, a orillas del río San Antonio. Por “precaución” sus papas decidieron que aprendiera a nadar. A los 6 años participó en su primera competencia en el Club Tiro Federal y Deportivo Morteros. A los 7 se sumó al equipo de la Asociación Gabriel Taborín, en Córdoba y conoció a uno de los entrenadores que lo marcaron, Daniel Garimaldi. A los 12 ya se entrenaba, antes de ir al colegio, de 4.30 a 6.30, y a la tarde regresaba al agua. A los 17 se volvió el primer hombre argentino en bajar de los 50 segundos en los 100 libre. En el 2000 llegó el otro entrenador al que nombra, Orlando Moccagatta.
Ahora toma la pileta “más desde el lado terapéutico que del deportivo”; va al gimnasio dos veces por semana y pedalea otras dos o tres veces. “Cada tanto me anoto en una carrerita”, señaló. Empezó con la bicicleta por recomendación médica, a raíz de lesiones en las rodillas. “Me gusta jugar al fútbol pese a que soy recontra limitado; me divierte. Cuando dejé de nadar empecé a jugar dos veces por semana, e incluso me sumaba a algún torneo. Jugar me llevó a lesionarme las rodillas; nunca me había pasado en mi vida deportiva. Entonces me recomendaron la bici como rehabilitación”, detalló.
Le gustan tanto los deportes individuales como los grupales. “Si me dicen «vení a un partidito» o «a tirar al aro....» me anoto, pero también disfruto los momentos en soledad; llevan a pensar. En la pileta, cuando no hacía trabajos de exigencia, eran momentos de pensar”, repasó. De todas formas, la natación es para él una práctica “en equipo”, y en ese grupo anota a su familia, sus amigos, el deportólogo, el psicólogo y los compañeros con los que se entrenaba en River Plate. “Era un gran equipo; éramos unos 20, que la pasábamos muy bien. Nos apoyábamos, nos alentábamos. El individualismo es sólo en el andarivel y en la competencia. En los campeonatos argentinos viajábamos y teníamos un sentido pertenencia muy bueno”, recordó.
En el balance, Meolans disfrutó de su carrera. Lo más difícil fue mantenerse “equilibrado durante tantos años, con la cabeza y las ganas necesarias para afrontar el deporte. Uno va surfeando olas. A veces va mejor, y a veces, peor, y hay que tratar de salir lo más rápidamente posible. Siempre llegan esos momentos complejos; no hay nadie 100% efectivo, que cada vez que se tira al agua mejore su tiempo. Se convive con eso y las frustraciones son parte del aprendizaje. No deben ser un trauma ni un motivo para decir «hasta acá llegué». Hay que hacer una lectura, una autocrítica, y seguir”, subrayó el Tiburón.
Desde su experiencia, Meolans cree que el deporte amateur tiene, todavía, “muchísimas falencias”. “Hay mucho por mejorar”, advirtió. Y también lo piensa en los casos del deporte social, el formativo, el federado y el universitario. “Todos deben ser más y mejor apoyados. El Cenard [Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo] tuvo en su momento mucha incidencia; estaba buenísimo. No sé si hoy está en esas condiciones; creo que se fue mejorando en general pero queda mucho por hacer. Si entramos en comparaciones, vemos que en lo regional Brasil está lejísimos”, expresó.
Casado y padre de dos hijos, Meolans no se iría a vivir a otro país. “No lo hice cuando estaba soltero y tuve oportunidad, y no lo haría ahora. Debería estar en una situación muy distinta, que no diera para más y que me llevara a buscar algo distinto. Decido quedarme sin dejar de lado las cuestiones que vivimos todos los argentinos diariamente. Deberíamos estar mejor”, aseveró.
Y en ese sentido se encuadra su participación en actividades con jóvenes. Cuenta experiencias que “en muchos puntos no difieren a las de un adolescente de hoy”, con intención de “bajar un mensaje alentador de que el deporte da oportunidades”. Meolans tuvo chances de entrenarse en el exterior y hasta de representar a otro país o a una universidad de Estados Unidos. No las tomó. “Decidí apostar a la Argentina, aun sabiendo que estaba en condiciones inferiores. El desarraigo me costó mucho. Mis entrenadores, el equipo, me llevaron a quedarme”, sintetizó.
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