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Jorge Valdano: “El físico le irá quitando protagonismo a Messi, pero los genios son reincidentes hasta con un bastón”
“Gallardo impuso una idea atractiva en medio de un contexto impaciente hasta la histeria”, analiza el campeón del mundo en México 86; “Bielsa es una demostración heroica de cómo el fútbol puede expresar valores de vida”, reflexiona en una entrevista exclusiva, desde Madrid
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Las convicciones de Jorge Valdano son incorruptibles, pero entrena el disenso para crecer. “Tengo amigos en las ideas con los que hablo con frecuencia para llenarme de razón y otros con los que confronto para no pasarme de razón. También contacto con viejos compañeros de batalla a los que les tengo afecto y admiración personal, sin importarme en qué onda estén”, resume desde Madrid. La Argentina lo asalta en su agenda diaria, aunque se haya marchado hace… ¿medio siglo ya? Casi. “Internet, la tecnología en general, ha cambiado mi relación con la nostalgia. La distancia con Argentina sigue siendo la misma que cuando yo llegué a España, pero el sentimiento de lejanía se ha atenuado”. Su receta es atractiva. Construye reflexiones sin desperdiciar ingredientes: inteligencia bien amasada, porciones de calidez y algunas gotitas de acidez. Jamás rodea, siempre se involucra. En los temas que lo llenan de esperanza y en los que se incomoda y hasta avergüenzan. Porque se incluye en las respuestas, no se perdonaría el sopor del embajador lejano.
–¿Homosexualidad y fútbol siguen siendo tabú? ¿Es la incomunicación que más expone al fútbol?
– Es el ejemplo más bochornoso de cómo el juego sigue anclado en el pasado. Ni siquiera atendemos a la gran lección que nos está dando el fútbol femenino, mucho más valiente y desacomplejado. A estas alturas parece increíble que sigamos con semejante complejo de macho.
–¿El fútbol está cada vez más vanidoso, más frívolo? Redes sociales, exhibición…
–En efecto, la necesidad de exhibirlo todo terminó con algo que yo creo que dignifica a las personas: la discreción. Y con la discreción se perdió la magia del misterio, que es una gran constructora de leyendas y mitos. Dicho esto, cada generación es hija de su tiempo y tiene que vivir como le de la gana.
–También hay jugadores como Toni Kroos, una voz crítica de la organización de Qatar 2022, o Ander Herrera, que descalificó a la Superliga europea incluso antes de su disolución…
–Es que las redes subieron al escenario el mundo entero. Y el escenario pone en evidencia todo: la inteligencia, la estupidez, la sensibilidad, la vanidad… Los que se suben a las redes son los mismos seres humanos de siempre, sólo que ahora están al descubierto. No es, por ejemplo, que haya más idiotas que antes, sino que ahora los podemos identificar y contar.
Siempre ha destacado Jorge Valdano que en la cabeza de Lionel Messi está el fútbol de todos los tiempos. Dirá que no hay méritos en elogiarlo, dirá que es un ejercicio de obviedad. Vale bucear en una dimensión diferente, en las emociones del crack. Hay un Messi más rebelde en los últimos años, escucha Valdano. Paradójicamente, el hincha medio argentino ahora lo acepta mejor, ahora lo incorpora como propio. ¿Eso habla más de nosotros que de él? “Habla mal de los dos: de nosotros y de él. Amo al Messi que se niega a caerse cuando le pegan, al que gana partidos solo como si fuera algo normal, al que mete tres goles y al día siguiente lleva a sus chicos al colegio como si fuera un tipo cualquiera. Al que hace mejor que nadie lo que hacen todos y hace, además, lo que nadie hace. En perder el control no hay ningún mérito”, describe Valdano.
En otra charla con LA NACION, hace un tiempo, Valdano contó: “Los genios son líderes aunque no quieran. Messi ejerce una tremenda influencia en los compañeros”. A la selección argentina llegó una nueva generación, que convive con el ídolo del poster. Para esas esponjas que todo el tiempo miran al capitán, ¿no encierra un riesgo que crezcan viéndolo discutir con algunos árbitros, rivales, y hasta haciéndoles gestos a entrenadores adversarios con una periodicidad desconocida…? ¿O al compañero nada de eso le importa? La pregunta la escucha Valdano, que fue socio de un ‘irreverente’ como Maradona, con el que muchas veces no habrá compartido sus tonos ni sus formas… “Una cosa es ser líder futbolístico y otra cosa es ser líder social. El primero, pesa dentro de la cancha, y el segundo, fuera. De la pregunta parece inferirse que Leo es un delincuente social. Los hechos antideportivos en su carrera son excepcionales y, en general, no son más que respuestas fuera de lugar ante grandes decepciones. Si liderar es influir… ¿Quién influyó más que Lionel Messi en los últimos 15 años en el fútbol mundial?”, cuenta. Y se afirma.
–Algún día, llegará. ¿Cómo te imaginás la curva descendente de Messi en la cancha?
–Los genios son reincidentes hasta con un bastón. El físico le irá quitando protagonismo, pero siempre encontrará tiempo y espacio para una nueva maravilla.
–Cristiano Ronaldo se destacó en Inglaterra, España e Italia, y Messi siempre en Barcelona. No sabemos si es audacia, ambición o simples leyes del mercado. ¿Alcanza para decir que se trata de un registro donde CR7 aventaja a Messi?
–Cristiano no conoce los límites. Su capacidad de superación es admirable por todo. Por conquistar tantas ciudades, por construirse un físico nuevo, y por disputarle el trono a un genio sin ser un genio. Ante un jugador así hay que descubrirse. Lo acusan de ególatra, si fuera verdad estaríamos ante el ego más rentable de la historia del fútbol.
–¿Alguna vez tuviste contacto con Marcelo Gallardo? A la distancia, ¿qué sensaciones o curiosidad te despierta su suceso deportivo?
–No lo conozco personalmente, pero valoro su esfuerzo por tratar de imponer una idea atractiva en medio de un contexto impaciente hasta la histeria. Hacerlo en un grande aumenta el mérito. No veo tanto fútbol argentino como para ponerle mucho más criterio a esta reflexión.
–Dijiste hace un tiempo que el fútbol europeo le hará ‘pagar’ a Gallardo una aduana en algún club intermedio antes de darle la chance en la elite. ¿Será inevitable?
–Pregunta: ¿Creés que esa ‘aduana’ es por arrogancia o porque si aceptamos que en Europa están los mejores, dirigirlos también reclama ofrecer adaptación y progresos hasta adquirir las credenciales? En Tabárez, Cagliari precedió a Milan; en Pellegrini, Villarreal precedió a Real Madrid; en Cúper, Mallorca y Valencia precedieron el desembarco en Inter. En la pregunta está la respuesta. En Europa también hay miedo e impaciencia y a los entrenadores que llegan de afuera se les pide una prueba de fiabilidad dentro de un ámbito que tiene singularidades que le diferencian de Sudamérica. No veo arrogancia sino prevención. Han sido muchos los entrenadores que acusaron un cambio cultural entre un continente y otro.
–Lionel Scaloni al frente de la Argentina. ¿Su potencial suceso quemaría los manuales de la dirección técnica…, o pone la trascendencia de los roles del fútbol en su lugar?
–Es un misterio. Pero la historia del fútbol está llena de casos excepcionales. Lionel puede ser uno de ellos. A la distancia mi sensación es que se ha ganado la confianza y el respeto de los veteranos y de los jóvenes. Si eso es así, todo le resultará más fácil. Siguen debutando jugadores, señal de que aún está en un período de búsqueda.
–”El fútbol es de los futbolistas”…, crecimos con ese valor de propiedad. ¿Esa ecuación ahora se niveló con el entrenador o, incluso, advertís un mayor intervencionismo? Tal vez cierto desinterés del futbolista lo permite…
–Sí, el futbolista cada vez le pide más soluciones al entrenador. Tiene que ver con una formación académica que suplantó a la calle y con entrenadores mucho más metódicos que convierten a los futbolistas en piezas de una máquina. Se fueron perdiendo conceptos que servían para cualquier sistema y sofisticaciones desequilibrantes como la gambeta, el amague o la pausa, que definían al futbolista distinto. Lo llaman evolución.
–¿Cómo observás el recambio generacional de la selección? ¿Qué expectativas te despierta la nueva camada, Lautaro Martínez, Martínez Quarta, Nico González, Paredes, sólo por nombrar a algunos?
–Me gustan todos y yo agregaría a Ocampos y Acuña, que la están rompiendo en el Sevilla, pero salvo Lautaro, a los demás les está costando alcanzar protagonismo en los grandes equipos europeos donde el roce en las alturas ayuda a la evolución. Desde ese punto de vista, hay un retroceso. Hubo un tiempo en que, aún sin grandes sucesos de la selección, el prestigio del fútbol argentino estaba defendido cada semana por grandes talentos que se exhibían en grandes equipos. Del país de Di Stéfano, Maradona y Messi, uno siempre espera más.
–El fútbol es talento, sí. ¿Pero la elite cuántas cosas más exige? Rebeldía, fortaleza emocional, rigurosidad profesional… ¿Podrías jerarquizarlas?
–Al final, cuando un jugador está en fase de formación, todo consiste en tener más ilusión que los demás. La pasión es lo único que lleva al talento hasta el límite de sus posibilidades. Y en cuanto al oficio depende, como en cualquier artesano, del rigor profesional, de la fortaleza emocional y de la inteligencia para convertir en lecciones todo lo que nos va pasando. Dicho esto, el futbolista es el resultado de muchas variables y, algunas de ellas, se traen de la cuna. Sin esa predisposición no hay voluntad que valga. Cientos de millones de niños sueñan con ser futbolistas, pero no alcanza con tomar la decisión de serlo.
–En la competencia directa, mundiales y Mundial de Clubes, Europa se aleja cada día más de Sudamérica. ¿Sólo cabe esperar que se acentúe esta línea?
–El consuelo es que en Europa también hay tercer mundo futbolístico. La idea de la Superliga reducía Europa a tres países: Inglaterra, España e Italia. Y si disparamos la imaginación quizás hubieran tenido cabida Francia y Alemania. Más de cuarenta países europeos se convertían en remotos espectadores. La respuesta a la pregunta final es: sí. Hay un imperialismo futbolístico europeo y el dinero no hace más que fortalecerlo cada temporada. Pero aventajan no sólo porque compran sino también porque hacen. La fortaleza de la Liga y la Bundesliga es la consecuencia de una revolución formativa. Todos los países de Europa están tomando notas y evolucionando en este punto.
–Algunos días, ¿te preguntás si realmente es cierto que Maradona se murió? ¿Qué creés que se dirá de él en 100 años?
–Diego ocupaba demasiado espacio como para no sentir su vacío. No sé si existirá el fútbol dentro de cien años. Esta es una percepción nueva en mí. Siempre creí que el fútbol tenía propiedades que lo harían eterno. Ya no. Pero Diego fue un genio en su ámbito, y los genios perduran. Duele hablar de Diego porque su final fue muy doloroso y envuelto en una paradoja brutal: por un lado, uno no sabía a quién darle el pésame porque había roto con sus afectos más grandes, y por otro lado daban ganas de darle el pésame a todo el país, que estaba conmocionado por su muerte.
–¿Qué sensaciones te dejaron la Liga que ganó Simeone y la final de la Champions?
–Los grandes de la Liga están en fase de transformación y eso favoreció al Atlético, que tiene un plantel profundo y maduro al que Simeone sostiene con su sentido práctico del fútbol. El Madrid aguantó hasta el final y el Barça se perdió en el camino. El único consuelo de los “perdedores” es que hicieron debutar a jóvenes prometedores. La final de Champions demuestra que el dinero de la Premier League le está sacando ventaja a los demás campeonatos.
–En la era moderna, los llamados revolucionarios del fútbol llegaron de la mano del éxito. Pensemos en Guardiola-Mourinho como síntesis, al margen de escuelas. ¿Sin victoria no hay suceso?
–Este es un momento en el que nadie influye sin ganar. Pero solo ganar no alcanza para influir. Muchos entrenadores ganaron con mérito y dejaron una huella estadística, pero el fútbol pasó por ellos sin inmutarse. No cambiaron nada. Emocionaron a sus hinchas con buenos resultados, que es su primer deber, pero dejaron indiferentes a los neutrales y, por supuesto, a la posteridad. Se me acusa de defender a Guardiola y es verdad, admiro sus ideas, sus obras y la calidad de su influencia. Equipos organizados, con sentido de la aventura, apasionados y ambiciosos que alegran la vista respetando la pelota. Sus equipos siguieron la secuencia lógica: primero fueron admirados y luego emulados. Hay quién elige matarlo porque perdió una final de Champions, como si llegar hasta ahí fuera fácil.
–¿Entonces revolucionario es Marcelo Bielsa, a quien puede medírselo por su huella y no sólo por sus resultados?
–Bielsa es una demostración heroica de cómo el fútbol puede expresar valores de vida. Sólo por hacer de ese esfuerzo ético una cruzada, hay que sacarse el sombrero.
“Triunfan los que llevan la entrega al grado de obsesión”
El vacío de las canchas estremece a Valdano. El cemento mudo. Esa sensación de orfandad que impuso la pandemia y lentamente intenta espabilar. “No hay manera de acostumbrarse. Es un fútbol mutilado, desnudo, carente de energía. No ayudó a nadie”, y suena una queja de bandoneón. Si ese tema lo angustia, el VAR lo rebela. “Yo sigo siendo contrario a la herramienta porque pone a los goles entre paréntesis, le quita autoridad al árbitro, interrumpe, invita a que se peguen patadas preventivas en zonas inocentes del campo porque todos saben que el comisario tecnológico está en el área… Y además porque la tecnología, cuando entra en un ámbito, lo termina invadiendo por completo”, critica.
Y avanza, tan insubordinado como dolido. “Hemos entrado en la dictadura de las minucias. Cualquier manita o empujoncito es penal, un centímetro te engancha en el fuera de juego… Es desesperante. El VAR mutiló la definición de Javier Marías (”el fútbol es salvaje y sentimental”). No hay salvajismo con tecnología”.
Curioso, inquieto, desobediente. Activo en los medios, en todos los formatos y plataformas. Ese espíritu docente que lo acompaña hace años, ahora le exige hechos a Valdano. Nace Oxygen (www.oxygen.education), una universidad del deporte en la red para ayudar en la profesionalización de las tareas. “El fútbol ha crecido como industria y, sin embargo, la educación para gestionarlo, dentro y fuera de la cancha, no creció al mismo ritmo”, diferencia. Capacitarse, de eso se trata. Entrenadores como Julio Velasco y Ettore Messina entregarán sus enseñanzas, y Juan Pablo Varsky y Carlos Martínez –prestigioso relator del fútbol español– ofrecerán cursos de periodismo. Y la norteamericana April Heinrichs estará al frente de la escuela de dirección técnica de fútbol femenino. Y Estanislao Bachrach conducirá el entrenamiento del cerebro. Y Valdano oficiará de guía para el día después, cuando la vida reclama una reconversión.
–¿Tenés alguna posición en la dicotomía generacional de los técnicos? Están los Roy Hodgson (73 años, Crystal Palace), Tabárez (74), Jorge Jesús (66), Manuel Pellegrini (67)… y Nagelsmann (33), Arteta (39), Pirlo (41)...
–No hay dos casos iguales. A unos la edad les sienta genial porque suman experiencia y a otros les sienta fatal porque pierden la ilusión, que es creadora de energía. Ahora bien, a la edad que sea solo puede ser entrenador quien está dispuesto a entregarle la vida a la profesión. Triunfan los que llevan la entrega al grado de obsesión. Solo por eso merecen lo que ganan.
–Zidane y Guardiola son dos contraejemplos de una tendencia que podría comenzar en Pelé y Maradona, ¿por qué es tan difícil que un futbolista genial marque época también como entrenador?
–Seguramente porque el genio lo trae casi todo puesto y sus golpes de inspiración no son traspasables. En cambio, el jugador normal necesita estar todo el tiempo pensando en cómo sacar ventaja y de ahí nace el conocimiento del juego. De los grandes de la historia creo que nadie sumó tanto entre las dos profesiones (jugador y entrenador) como Cruyff. En cuanto a Zidane y Guardiola, responden a patrones distintos. Zidane es un humanista que crea ambientes felices y competitivos. Es simple en el mejor sentido, comunicador distendido que cruza las tormentas con una sonrisa y se las arregla para que sus equipos terminen logrando una especie de equilibrio ecológico. Guardiola es el último genio de su gremio. Gana, atrae, inventa, influye… Convirtió en una costumbre construir equipos maravillosos en países con distintas culturas futbolistas.
–Queda la sensación de que la Superliga se autoboicoteó desde su arrogante subestimación de la escena. Vos, que tendés puentes entre el fútbol y el mundo empresarial, ¿creés que es necesario un cambio…?
–Los puentes entre lo viejo y lo nuevo todavía no están tendidos. La selva, que es el juego mismo, y la civilización, que es la industria, no acaban de entenderse. La Superliga es un buen ejemplo: empresarios de los grandes clubes vieron el atractivo económico de una competición entre equipos de la súper élite, pero los aficionados se opusieron porque entendieron que el fútbol perdía su esencia. Por otra parte, existe la tentación de hacer el juego más dinámico para acercarlo a las nuevas generaciones, que son de digestión rápida y se les hacen largos los 90 minutos. Yo creo que “modernizar” el fútbol es un error. Es su fuerza primitiva y emocional lo que lo hace atractivo, porque conecta al hombre que somos con el animal que fuimos. Así dicho parece una idea poco civilizada, pero los juegos deben servir también para contentar la trastienda animal que hay en todos nosotros.
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