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Jeremy Lin se descubrió solo
"No se puede jugar tan bien y venir de ninguna parte o ser un desconocido", afirmó Kobe Bryant, la estrella de los Lakers, cuando lo consultaron sobre la fulgurante aparición de Jeremy Lin, el base de New York, que el miércoles pasado volvió a convertirse en figura de su equipo (19 puntos y 13 asistencias) en el triunfo ante Cleveland. La décima victoria de los últimos (y únicos) 13 partidos en los que el descendiente de taiwaneses ingresó como titular.
En medio del escándalo mediático que provocó su insólita irrupción en la NBA, Kobe recurrió a una reflexión más fuerte: "Está claro que Lin tiene algo que nadie supo ver y que debería hacer rodar varias cabezas. Si yo fuese propietario de un equipo, despediría a quienes lo descartaron".
Vale recordar que Lin jamás recibió una oferta de beca deportiva de ninguna universidad norteamericana y que, cuando jugó en Harvard, tampoco hubo ojeadores y buscadores de talento que lo consideraran con posibilidades de llegar al máximo nivel. "Quizá porque no tiene el estereotipo del basquetbolista que busca la NBA", justificó Lisandro Miranda, el reclutador argentino que hace diez años trabaja para Dallas Mavericks. "Nosotros lo tuvimos jugando en una liga de verano. Es un chico muy humilde, inteligente y educado, que conoce el juego, es inteligente y tiene una fuerte mentalidad, pero lamentablemente Dallas sólo pudo ofrecerle un año de contrato garantido porque la posición de base la teníamos muy bien cubierta con Jason Kidd y el puertorriqueño Barea", agregó Miranda.
No hay dudas de que el nuevo ídolo de los Knicks carece de los condimentos atléticos que consumen en Estados Unidos y que por eso los scouting lo desecharon. No es un portento físico, no le sobran músculos, no es rápido ni salta demasiado… Casi ni puede volcar la pelota. No es espectacular ni súper habilidoso.
Está claro que Lin no da con el perfil buscado, como ocurre con los jugadores sudamericanos o europeos, que sólo llegan a la NBA si antes se destacaron en algún club importante del resto del mundo (tales los casos de Manu Ginóbili, Luis Scola, el Chapu Nocioni o Carlos Delfino). Siempre fue así. A la NBA le cuesta valorar lo que no se ve a simple vista. Esto de Jeremy Lin seguramente servirá de escarmiento y reflexión para muchos caza-talentos. La mentalidad ganadora, el liderazgo, la inteligencia táctica y el espíritu de superación también son elementos que hacen a un buen basquetbolista. Lin lo está demostrando y su repercusión podrá seguir creciendo, especialmente en Asia, pero difícilmente sirva para cambiar el modelo, el prototipo. La NBA siempre va a preferir el show y el espectáculo por encima de todo. Es otro básquetbol, está claro.
mromano@lanacion.com.ar
Twitter: @migromano
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