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Inolvidable
Una multitud vibró en la Bombonera por los festejos del centenario de la institución xeneize; Maradona, que portó la antorcha simbólica que recorrió el país, y Bianchi --estuvo ausente--, fueron los más ovacionados
Los gritos de las miles de voces se confunden en una explosión única, irrepetible. El "¡Dale Boca! ¡Dale Boca!" se escucha como tantas otras veces en la Bombonera vestida de azul y oro, colmada por un festejo que esperó 100 años. Allí están todos, glorias del fútbol xeneize de otros tiempos y los actuales; antiguos dirigentes y los no tanto; generaciones de familias unidas por una misma pasión, por ese sentimiento que ayer cumplió cien años de vida.
Por eso aquella antorcha que se encendió el 3 de abril del año último y que recorrió cada rincón del país, desde una punta a la otra, llega a destino en la figura de su máximo ídolo, Diego Armando Maradona. Ahí está el mejor jugador de todos los tiempos en medio de una ovación inolvidable, con flashes que buscan inmortalizar aquella imagen tan soñada en un retrato. El "¡Ole, ole, ole, ole, Diego, Diego...!", desciende desde las tribunas, como un himno que ya es propiedad de la patria boquense.
Las sensaciones se confunden entre la nostalgia y la emoción. Un video con imágenes de otras épocas, como ocurrió anteanoche, en la cena (ver aparte) sirve como disparador de la memoria, y se reflejan en siete pantallas gigantes. Aparece Francisco Varallo y el aplauso surge espontáneo; de inmediato, se transforma en ovación cuando las imágenes son de Diego Maradona, que anoche estuvo acompañado por sus padres, don Diego y doña Tota; sus hijas Dalma y Gianinna; y su ex mujer Claudia Villafañe.
Los más de 45.000 fanáticos observan expectantes, sin perder ni el más mínimo detalle. Vibran con la entrega de medallas para los ex futbolistas, y reprueban con algunos tibios silbidos al presidente Mauricio Macri y al entrenador Jorge Chino Benítez, este último cuestionado por el paso irregular del equipo en el Clausura.
Nada empaña la fiesta xeneize, de todos modos. Se vive con intensidad y entusiasmo. Los hinchas, envueltos en banderas y con bastones inflables azules, responden al ritual de un estadio con clima de fiesta. Algunas bengalas inapropiadas explotan en el cielo de la Boca, que se había tomado una licencia para teñirse de azul y amarillo.
De pronto, la Bombonera se oscurece. Sólo las luces de unas antorchas, sostenidas por los representantes de las peñas del interior del país que ocupan un lugar de privilegio dentro del campo de juego, le dan vida al espectáculo. "¡Y dale Booooo, y dale, dale Boca...", grita La 12, la barra brava xeneize, también protagonista estelar en este festejo. Más aún cuando retira la clásica bandera que cubre las tres bandejas y muestran, como trofeos de guerra, incontables banderas de River, con una actitud desafiante y de mal gusto para un festejo como el que se estaba desarrollando. Pero el público no lo toma así y se entusiasma. "¡El que no salta es una gallina!", cantan. La Bombonera late, como casi todas las tardes de fútbol. En un rincón y en el otro.
Pero las manos se frotan cuando llega la hora señalada, ese momento tan esperado por los hinchas xeneizes. La ansiedad se percibe a la distancia. Todos preparan sus cámaras fotográficas y de video. Y por los alto parlantes llega el anuncio: "¿Qué falta que la fiesta sea completa? Señores, señoras, el deportista más importante de la historia de Boca", dice Ari Paluch, el conductor, mientras Diego Maradona ingresa al campo de juego por el túnel, como una figura emblemática. Explota la Bombonera, en una mágica noche de cánticos y fuegos de artificios. El hombre, con la antorcha más preciada en sus manos, transita a paso lento hasta el escenario principal. Allí, abraza al titular del club y le entrega la antorcha en mano; luego, saluda a los integrantes de la comisión directiva.
Increíblemente, el estadio se enmudece, algo que parecía imposible segundos antes. Sólo se escucha una voz: la de Maradona. "Hola muchachos, pueblo boquense: me siento orgulloso de estar acá, y le agradezco a la comisión directiva que me invitó. Los mejores son ustedes, muchachos, los hinchas de Boca... Y eso que le quede claro a todo el mundo. El resto alienta, pero nosotros tenemos una pasión que nadie tiene", dice el astro y se va.
Es momento del adiós. Las luces de la pirotecnia iluminan la Boca y lentamente se apagan. El festejo por los 100 años de vida se diluye poco a poco, pese al esfuerzo de los hinchas por prolongar tanto entusiasmo. Igual ya habían gozado un festejo inolvidable.
500 pesos el valor por una platea en la reventa para la fiesta en la Bombonera; valían $ 5
310 los efectivos de la seguridad privada afectados al operativo en el estadio
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