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Iba a ver a Intoxicados, se equivocó de estadio y terminó siendo pesista olímpico por ese error
La historia de David Coronel, que en Río 2016 cumplió su segunda experiencia olímpica
Falta una hora para la presentación de la banda Intoxicados en el Patinódromo de Mar del Plata y David Coronel no encuentra la entrada al estadio. Un hombre de seguridad le indica que el recital se movió al Polideportivo, ubicado a pocos metros de allí. Al mismo tiempo, un entrenador de pesas lo saluda y le propone que algún día se dé una vuelta por el gimnasio donde trabaja. Hace solo siete años atrás, Coronel, el único pesista argentino presente en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, nunca había levantado una mancuerna. Por ese entonces, tampoco había terminado el secundario y luchaba por alejarse de algunos excesos.
“En ese momento mucha bola no le di, pero sí me quedé pensando en su propuesta. Me vio gordito, medio grandote. En unos meses tenían un torneo y no había nadie”, le dice Coronel a LA NACIÓN, recordando el diálogo que tuvo con Matías Bernatene, su ex entrenador, durante el ingreso al show musical. El comienzo de su carrera deportiva fue por error. Hasta ese momento, lo único que había practicado este marplatense de 29 años, quien nació con una luxación bilateral congénita de caderas que le causo dificultades motrices en el tren inferior, eran los partidos de fútbol que jugaba en el colegio, donde solía ir al arco.
“Durante toda esa semana estuve pensando y pensando. Me maquiné. Después me di cuenta que no tenía nada que perder. Fui, probé y desde ahí no paré más”, relata desde la Villa Paralímpica, donde convive con 4350 atletas de todo el mundo. “Volviste, gordito”, le dijo Bernatene con una sonrisa que Coronel jamás olvidará. Luego lo pesó en la balanza y lo acompañó a levantar la barra por primera vez. Aquel día logró sostener ochenta kilos acostado y con las piernas sujetas al banco, como se desarrolla la disciplina paralímpica de levantamiento de pesas. Dos meses después fue campeón argentino levantando 105 kilos.
Le fue tan bien que en 2010 se consagró campeón brasileño y debutó en los Juegos Paralímpicos en Londres 2012. Su vida estaba en pleno movimiento.
Lejos, muy lejos, habían quedado esos momentos en los cuales los excesos y la falta de motivación eran protagonistas. “Antes de empezar con las pesas no tenía una vida ejemplar. Tuve malas juntas, donde uno ve cosas que luego imita. Vivía con mi mamá, ella no estaba casi nunca en casa. Al estar solo, me juntaba con algunos chicos, íbamos a la cancha y me convidaban fumar un porro. Así uno se va metiéndose en el alcohol y esas cosas”, cuenta Coronel, quien desde los diez años vivió en Villa Cariño, uno de los barrios más humildes de Mar del Plata.
El quiebre en su vida ocurrió en la recuperación que afrontaba luego de una operación en los aductores. “Estuve un mes en una silla de ruedas. Ese momento me hizo tener otra visión de lo que quería y no quería. Me fui a vivir un tiempo a Tucumán, donde me recuperé muy bien de todo eso”, relata el atleta, que acabó noveno en su categoría de hasta 65 kilos.
Coronel es juez del Comité Paralímpico Internacional. También es instructor de pesas y piensa continuar el profesorado de inglés que había comenzado en 2012. Además de interesarle el marketing, el año pasado terminó el secundario. “Me faltaban un par de materias, de colgado. El primer año dije lo hago el año que viene y fue pasando el tiempo... Mis entrenadores me decían que lo tenía que hacer, así que fui y lo hice”.
Participar en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro no es un momento más en su carrera, significa concretar un objetivo planteado hace años. “Es cumplir el sueño desde que comencé porque, por 2010, cuando solo había levantado algunos kilos, me dijeron que apuntábamos a Río 2016”.
La meditación
Para no cometer ningún error desde que empuña hasta que levanta la barra, Coronel realiza un intenso trabajo mental. El objetivo es conseguir meterse en una burbuja que le permita abstraerse de todo lo que ocurra a su alrededor. Ahí aparece la meditación, una actividad que realiza desde hace años.
Con una persona que lo guíe, en el patio de su casa o hasta sentado en una de las escolleras de Mar del Plata. Habitualmente medita entre dos o tres veces por semana y no tiene un horario fijo. Por lo general acude a ella cuando está estresado o incluso para dormirse, como hizo en las noches previas a viajar a los Paralímpicos. Coronel dice que, durante la competencia, el entrenamiento mental paga.
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