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Las Leonas lucharon hasta el final ante los Países Bajos y se quedaron con la medalla de plata
Cayeron por 3 a 1 ante el campeón mundial y le dieron a la delegación la segunda presea en Tokio 2020; buscarán el esquivo oro olímpicos en los Juegos de París 2024
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TOKIO.- Un torbellino de emociones: en un principio, las lágrimas de desconsuelo, la desazón por la oportunidad perdida. Aquí y allá, abrazos finales que intentaban curar el alma y apaciguar el dolor. La angustia que calaba muy hondo, el vacío. Poco después, el restablecimiento del ánimo. En medio de ese debate interno, entre lo triste y lo reconfortante, una certeza: las Leonas deberán esperar hasta los Juegos de París 2024 para tentar otra chance de conquistar la esquiva medalla dorada olímpica, una deuda histórica de esta selección.
Muy pronto, durante ese largo peregrinaje de la vuelta a casa, terminaron de valorar una medalla de plata que tiene un gran significado, porque es el símbolo de la resiliencia y la capacidad para reponerse, después de mil y un complicaciones extradeportivas relacionadas con la pandemia. Ya en el podio habían empezado a renacer en las chicas las sonrisas y surgieron espontáneos los aplausos hacia la tribuna en señal de agradecimiento; se sentían gratificadas por haber ofrecido todo. De a poco, iban procesando sus sentimientos.
Los Países Bajos ratificó su condición de monarca femenino: se impuso por 3-1, ganó el oro en Tokio 2020 y agregó otra gema a su impresionante historial, después del título del Mundial 2018. Las Leonas se quedan con un subcampeonato que hasta quizás no estaba en los planes, a juzgar por las condiciones en que había llegado el equipo. Lo mejor: no haberse rendido jamás, dentro de un partido siempre adverso. “¡Para adelante, para adelante!”, gritaba desde el arco Belén Succi en el tramo final, como muestra de que no contemplaban la bandera blanca de rendición.
Entregaron todo para intentar revertir un partido imposible. Porque lo que siempre estuvo claro es que la Argentina partía desde un escalón inferior a nivel colectivo y se encontraba ante el desafío de concretar prácticamente una hazaña. No lo consiguió, pero su aventura por Tokio resultó altamente positiva y mantiene a las Leonas en la elite del hockey mundial. Además, volvió a los primeros planos en citas grandes después de las frustraciones en cuartos de final en los Juegos de Río 2016 y el Mundial 2018.
Mientras que las neerlandesas saltaban eufóricas en lo más alto, las Leonas se sacaban la foto definitiva tal como llegaron a Tokio: unidas en ese doble objetivo de disfrutar y llegar a la cima del hockey sobre césped mundial. Con su cámara, Noel Barrionuevo improvisaba una selfie masiva para el grupo y cada una sostenía su ramo de flores. Todavía se secaban alguna lágrima, pero después empezaron a acariciar y a besar sus medallas de plata como si fueran de oro. Es cierto, todavía recordaban la superioridad en la mayor parte de esos 60 minutos ante las mejores del planeta, aunque pronto cayeron en la cuenta de que no solo habían intentado luchar de igual a igual en una final olímpica, sino que también le habían aportado a la misión argentina la segunda medalla –y la de mejor metal- después de la que consiguió la selección de Rugby Seven en la primera semana.
Definitivamente, acababan de respetar el legado de un equipo que ya acumuló cinco medallas en los últimos seis Juegos Olímpicos, desde aquellas aventureras de plata de Sydney 2000 que provocaron el boom de las Leonas, hasta éstas que no se conformaron con haber arribado al partido decisivo, sino que pretendían asestar uno de los grandes golpes en Tokio 2020, si se consideraba que la prensa mundial daba como claras favoritas a las dirigidas por la australiana Alyson Annan.
“Lucimos con mucho orgullo y mucho placer esta medalla. Estamos tristes porque queríamos ganar la final, pero felices porque tenemos esta medalla que vale mucho para el país. Es para toda la gente del hockey y para todo el pueblo argentino, que no dejó de alentarnos. Para los Juegos de 2024 falta mucho, ahora hay que disfrutar este momento, luego vendrán las vacaciones y después veremos”, mencionó Noel Barrionuevo, que con 37 años encontró un incentivo para seguir en el seleccionado y cuenta con el respaldo de Carlos Retegui para mantener la cinta de capitana.
El futuro es prometedor, a partir del material humano y ese ADN que se mantiene innegociable con el transcurso de los años, el del espíritu a toda prueba y el del fuego sagrado. Todas quieren formar parte de este seleccionado, nadie se quiere ir, como tampoco Succi pretende abandonar el arco ahora mismo. Sucede que hay un mensaje de superación deportiva que se transmite de generación en generación. Pero estará en manos de la dirigencia de la Confederación Argentina de Hockey, comandada por Aníbal Fernández, en darle una nueva dirección a los seleccionados nacionales (incluidos los Leones).
Un factor clave será reflotar la detección de talentos con la creación de centros de desarrollo regionales, para que todas las chicas sientan que cuentan con la misma chance de llegar a la selección y, que no circunscriba solo al epicentro de Buenos Aires. O que no se vean obligadas a abandonar sus provincias y venir a la gran ciudad para ser consideradas dentro del sistema. Los resultados deportivos están; falta fortalecer la estructura para que la selección pueda aumentar su condición adquirida de potencias. Ensanchar la pirámide. Otra cuestión será la conformación de los nuevos cuerpos técnicos, aunque para los nombres designados todavía falta.
Para las Leonas fueron los Juegos Olímpicos de algunas confirmaciones, como el temple de la tiradora Agustina Gorzelany, autora de cuatro goles de córner corto y máxima artillera del torneo en ese rubro, quien descontó el marcador adverso por 3 a 0 y motivó a que la Argentina luchara por seguir acortando la diferencia. También, la aparición de Valentina Raposo, una salteña de apenas 18 años que asumió a la perfección la responsabilidad de jugar como central y augura muchas temporadas en la selección. “Antes de la final, en la pieza, empecé a caer y me emocioné muchísimo. No puedo creer lo que me pasó este año, y terminarlo así es una locura. En Salta se juntaron en mi club para verlo”, apuntaba “Rapi”, a quien apodaron así irónicamente por su pausado ritmo para sus cuestiones domésticas. Fueron acertadas, también, las apuestas para Victoria Sauce, Eugenia Trinchinetti, Agostina Alonso, Julieta Jankunas y Sofía Toccalino, otras de las debutantes en el olimpismo y que garantizaron la renovación del plantel.
“Hay muchas chicas en Argentina que van a nutrir a las futuras Leonas. Jugar contra los Países Bajos en el hockey femenino es como medirse contra Estados Unidos en la NBA. Son las mejores del mundo”, decía después Retegui, que terminó sacándose una selfie en la conferencia de prensa con la directora técnica de los Países Bajos, Alyson Annan, aquella ex jugadora de Australia que el Chapa asegura haber admirado en tiempos de Sydney 2000, cuando él también era jugador. “Ojalá esto sirva para que los chicos en la Argentina se sumen cada vez más al deporte, sea el que fuere. Sacar un pibe de la calle vale más que una medalla olímpica”, completaba el DT, que nunca pudo encontrarle la vuelta a un partido desfavorable de principio a fin, pero que encadena su tercera final olímpica, después de las Leonas en Londres 2012 y los Leones campeones olímpicos en Río 2016.
El plantel emprendió un rápido regreso a casa; estaba previsto que lo hiciera en la madrugada posterior al partido. Ya con las valijas hechas y las medallas guardadas, cada una empezaba a diseñar sus nuevos sueños de Leona, después de esta aventura por Oriente que las terminó ubicando como protagonistas en el choque decisivo del torneo más importante para este deporte. Una experiencia para celebrarla y pensar, más temprano que tarde, cómo acortar distancias con la selección anaranjada, que siempre estará dispuesta a conquistar nuevos títulos.
Siempre desde la adversidad
A la Argentina le costó acomodarse en los primeros minutos del cuarto inicial. Los Países Bajos enseguida encontró la forma de desplegar a sus jugadoras en todo el frente del ataque y rodeó al equipo nacional, que vivió el primer sofocón con un córner corto que impactó en el travesaño. Pero después, plantó bases en el terreno de juego y mantuvo a raya al campeón del mundo, que suele activar cada movimiento siempre en función de un nuevo ataque. Incluso, las Leonas tuvieron su primera ocasión de riesgo con un tiro defectuoso de Micaela Retegui. Entonces, el desarrollo se insinuaba equilibrado, una sensación que duraría poco.
El aliento del grupo celeste desde las tribunas –todos allegados, por supuesto ningún hincha- empezó a hacerse sentir en el estadio. “¡Olé, Olé, Olé, cada día te quiero más!”. Y las Leonas, que apostaban al pase filtrado al corazón del área neerlandesa, empezaron a sufrir de nuevo a partir de las incursiones permanentes al círculo defendido por Succi. Frederique Matla, la jugadora más peligrosa, generó continuos dolores de cabeza y, promediando el segundo cuarto, arrastró para anotar el primer tanto, cerca del poste derecho de la arquera del CASI.
El acoso fue total en ese segundo período, al punto de que los Países Bajos volvió a anotar de córner corto, esta vez a través de Caia van Maasakker. Faltaba muchísimo todavía, aunque daba la impresión de que el partido estaría definido: las naranjas eran un conjunto sólido en todas las líneas, incisivo en cada sector, mientras que las Leonas quedaban sujetas a las continuas agresiones, apenas apostando a algún arresto individual y siempre bajo presión. El efecto devastador se agravó con el tercer gol de Maasakker y así se estaba yendo un segundo cuarto fatídico para el conjunto nacional, que padeció 3 de 5 oportunidades desde la jugada fija. Así y todo, Agustina Gorzelany se las arregló para descontar justo antes del final de la primera mitad, tras una bocha de córner corto que le pasó entre las piernas de la guardavallas.
La Argentina necesitaba profundidad para seguir acortando distancias en el tercer cuarto y ponerse a tiro del partido. Agustina Albertarrio, María José Granatto y Delfina Merino hacían lo imposible para abrirse camino, pero había que desarticular el dispositivo propuesto por la directora técnica Alyson Annan. Todo era muy cuesta arriba, a fuerza de coraje, garra, pero también lucidez para encontrar los puntos débiles del rival.
El último período mostró a las Leonas decididas a conseguir ese segundo gol que podía desestabilizar anímicamente a las neerlandesas. Más allá de los buenos intentos y la búsqueda incesante de las chicas, los Países Bajos fueron un justo ganador y postergaron una vez más el sueño de Leonas, que volverán a intentarlo en París 2024. No contemplan otra posibilidad.
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