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Río 2016. El león que luchará contra su otra patria: Luca Massó, la sangre belga de la Argentina
Nació en Bruselas y desde el año pasado juega para el seleccionado argentino de hockey; hijo de Eduardo Massó, ex tenista argentino radicado en Bélgica, y nieto del mítico ciclista Eddy Merckx
RIO DE JANEIRO - La experiencia de Luca Massó en Río 2016 parece guionada por un cineasta. Es una historia circular, llena de coincidencias y connotaciones familiares entre Bélgica y la Argentina. Massó es un delantero de 22 años que nació en Bruselas; es hijo del cordobés Eduardo Massó -llegó a jugar la Copa Davis para el equipo belga en la década del '80- y nieto de Eddy Merckx, considerado el ciclista más prestigioso de todos los tiempos, ganador de cinco Tours de Francia, cinco Giros de Italia y una vuelta de España.
Con doble nacionalidad, Luca quedó fuera del seleccionado rojo luego de participar en el Mundial Sub 21 (Nueva Delhi, 2013), se quedó sin perspectivas y el año pasado no dudó en aceptar la propuesta del Chapa Retegui para sumarse al plantel argentino. Llegó a estos Juegos como jugador de reserva, pero las lesiones de Matías Rey y Matías Paredes le abrieron la chance de disputar hoy la final contra... Bélgica. Ironías del destino, este picante delantero se pasó de los Red Lions belgas a los Leones argentinos.
“Estoy muy contento de estar acá, con toda la cultura deportiva que tenemos en la familia. Porque incluso mi tío, Axel Merckx, ganó una medalla de bronce en Atenas 2004 en ciclismo de ruta. Ojalá pueda llevarle la medalla de oro a mi abuelo ”, comenta Massó, para saldar lo que nunca logró en el olimpismo “El Caníbal”, tal el apodo de Eddy Merckx
-¿Qué mirada hacés de tu decisión de defender los colores argentinos?
-Fue a la inversa de mi padre, que un día eligió representar a Bélgica. Para mi mamá, Sabrina Merckx, no fue sencillo porque ella no tiene nada que ver con Argentina, salvo que se casó con mi papá. Se trata de un país muy lejano y además no tenía garantías de que yo formara parte de los Juegos Olímpicos. Pero toda la familia apoyó mi decisión y me dio libertad.
-¿Qué cosas tenés de argentino?
-Me encantan la carne, la siesta y el fútbol; soy hincha de Boca. Además, el clima caluroso me gusta mucho. Mi papá siempre me hablaba en castellano y yo le respondía en francés, pero cuando llegué a la selección tuve que mejorar mi pronunciación, que no es perfecta. En realidad, la primera vez que visité Argentina fue hace cinco años, cuando festejamos una Navidad en Bell Ville, Córdoba. Y conocí Buenos Aires recién en enero de este año.
-¿Cómo es la relación con tu abuelo?
-Muy buena, lo veo dos o tres veces por semana pero es un tipo muy ocupado; ahora está organizando el tour de ciclismo sobre ruta en Qatar. Los sábados almorzamos juntos en su casa y nos encanta mirar fútbol por TV, nos enganchamos con la liga inglesa, española o belga. Y desde que me decidí por Los Leones me llama: “El argentino”, ya no Luca. Pero se puso contento cuando quedé en la lista para Río 2016.
-¿Y qué sabés de su trayectoria como ciclista?
-Un montón, de chico miré cerca de veinte veces una película sobre su vida deportiva que se llama “La course en tête”, estrenada en 1974. Es un documental que habla de sus hazañas en el ciclismo a principios de los '70. Noto que el pueblo belga lo toma como una leyenda, como el deportista más conocido de la historia en Bélgica, y eso me enorgullece.
-¿Qué cosas te inculcó en cuanto al espíritu deportivo?
-Siempre me dice que hay que tener una buena calidad de vida, y que con el trabajo y la voluntad se llega a obtener cualquier logro. Y sobre todo, mantener la humildad. Cuando vas a su casa no ves todos los trofeos exhibidos en el living; los tiene guardados en un altillo.
-¿Y tu papá?
-Jugué al tenis a eso de los 10, 11 años, y me gusta. Una vez le pregunté si algún día llegaría a ser profesional y me dijo que no, fue sincero. Entonces dejé el tenis y me metí más de lleno en el hockey. Con la bicicleta también probé, pero después ya empecé a tener más compromisos con mi club y con la selección belga de hockey.
-¿Qué diferencias de hábitos encontraste cuando empezaste a convivir con los Leones en giras y concentraciones?
-Y... por ejemplo la merienda en Bélgica no existe, porque allí cenamos a las 19. Con los argentinos agregué una comida. Al principio no comía porque no tenía hambre, pero hace tres meses que estoy con los pibes y ahora me animo hasta a tomar mate dulce. Lo que definitivamente no me gusta es el fernet, es algo muy raro. Pero la carne me puede...
-¿Cómo harás para encontrar la sintonía rápido en esta final olímpica, al no haber jugado un minuto durante los Juegos?
-Sinceramente no imaginé que iba a participar, ya que era jugador de reserva. Aunque estuve siempre mirando los partidos desde la tribuna y estoy totalmente metido en esta final. Bélgica es un equipo que creció mucho durante el torneo, muy completo. No hay un jugador muy peligroso; son todos buenos y se conocen hace mucho. En estas horas previas estuve hablando con los dos que juegan en mi club, Gauthier Boccard y el capitán John-John Dohmen. Será muy difícil, pero la sensación de poder jugar es increíble.
gs/ae
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