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Eduardo Gallardo deja a los Gladiadores: “Puedo aportar desde otro lado, será un hasta pronto”
Luego de un ciclo de nueve años y dos meses al frente del seleccionado de handball, y tras el 18° puesto en el Mundial, decidió dejar el cargo
Nueve años y dos meses. Ni siquiera en el por varios años exitoso básquetbol masculino duró tanto un entrenador de seleccionado nacional. Eduardo Gallardo estuvo desde noviembre de 2007 al frente del equipo de handball de varones. En ese tiempo la Argentina ganó Juegos Panamericanos, accedió por primera vez a Juegos Olímpicos, tumbó a un poderoso en su mundial (Suecia 2011), generó un mayor interés por su deporte en las escuelas y en el público y se ganó el mote “Los Gladiadores”... que provocó mofas en el reciente mundial de Francia.
Al conjunto que tiene como referentes a Diego y Sebastián Simonet, Gonzalo Carou y Matías Schultz, entre otros, le fue mal en tierra gala. Bastante mal. Concluyó 18º sobre 24, con dos éxitos y cinco caídas (varias, muy dolorosas, por inesperadas o contundentes), cuando esperaba tener su mejor desempeño histórico. Para Dady Gallardo es, ahora, tiempo de aportar desde otra posición, ya no como seleccionador.
–¿Qué saldo te dejó el Mundial?
–No fue lo que esperábamos ni mucho menos. Queríamos superar el mejor puesto de la Argentina en los mundiales, el 12º. Para eso teníamos que estar todos en un momento muy bueno, y no fue el caso. Hubo grandes falencias en la definición y eso condicionó todo. El partido con Polonia [por 17º lugar; la Argentina lo ganaba por 22-17 y lo perdió por 24-22] fue fiel reflejo de lo que resultó el Mundial para la Argentina. No jugamos en el nivel que queríamos.
–¿Por qué ocurrió eso?
–Todos debíamos estar en un momento excelente en lo individual para transmitirlo a lo grupal. Pero cada uno anduvo con sus temas personales, que afectaron el nivel de juego. Incidieron en el rendimiento cuestiones anímicas: uno por ser padre, otro por temas personales...
–¿Cómo tomaste el tuit en el que Sebastián Simonet, uno de los referentes, escribió “mátennos, pero con respeto”?
–Es algo que corre muy individualmente. Los más jóvenes viven más de las redes sociales, los más grandes jugamos con esa historia pero no nos altera demasiado. Hubo gente que nos bancó en todo momento y gente que nos criticó. Cuando a uno le va bien, lo elogian; cuando le va mal, lo critican, y hay que bancársela. Lo que más molestó fue la crítica malintencionada, lo de esconderse y tirar m... innecesaria. Hubo pseudónimos de gente cobarde y de gente que no está en el ambiente y quiere estar, y que opera para estar. No es la forma de manejarse, de trabajar en el seleccionado. Nos han causado gracia muchas cosas ridículas que han puesto; son gente de cuarta que se esconde. Si lo dijeran de frente estaría bien. Pero eso no nos sacó de foco. Quizás hayan sido muy encarnizados con alguno y eso lo haya sacado de foco, pero nadie lo hizo público y no afectó grupalmente.
–Tu contrato expiró antes del Mundial. ¿Qué piensan hacer la Confederación y vos?
–Estamos evaluando en qué lugar puedo aportar más al handball argentino. Fui el primero que planteó cerrar el ciclo y aportar desde otro lado, ver qué es lo mejor para el handball argentino y para mí personalmente. Se definirá en estos primeros 20 días de febrero. Puedo aportar desde otro lado y no dirigiendo, al menos por un tiempo. Estoy alejándome a los 47 años, una edad en la que los entrenadores empiezan a dirigir internacionalmente, y lo hago con buenos resultados al cabo de diez años. Quiero tomar aire y hacer lo mejor posible. Será un “hasta pronto”. Hay muchas personas de acá y del exterior que pueden continuar el trabajo que se hizo y darle una vuelta de rosca.
–¿Cuál es el balance de estos nueve años en el seleccionado?
–Asumí tras la no clasificación para Pekín 2008. Desde 2005 hasta 2007 me encargué de los cadetes y los juveniles. El saldo es excelente, dejando de lado este mundial, que no fue el ideal para cerrar el ciclo. Tuvimos un equipo representativo de todo el handball argentino. En el mundial juvenil Bahréin 2007 alcanzamos una semifinal con esta camada; en el sub 21 de 2009 fuimos sextos. Participamos dos veces en Juegos Olímpicos, ganamos los Panamericanos de Guadalajara y quedamos en el puesto 12 en dos mundiales. Y conseguimos el reconocimiento de la gente. Y en lo internacional, pasamos de ser un equipo inexistente a uno respetado. En lo personal, fui el único entrenador americano ubicado entre los cinco mejores del mundo en 2011, y la Argentina fue reconocida como el país que más había evolucionado. Hubo un gran apoyo dirigencial y los jugadores creyeron en el sistema.
–¿Cómo ves el futuro del equipo nacional?
–Se han insertado chicos, como [Lucas] Moscariello y [Julián] Souto Cueto. Con desarrollo de juveniles, buena estructura y competencia internacional, va a andar bien. Teniendo una estructura amateur, competir contra profesionales es muy difícil; acá el fútbol es profesional y el resto se dedica cuando se puede. Se necesita capacitación de profesores, infraestructura, material de primer nivel. Que el chico pueda llegar a un alto nivel depende de su dedicación y su cabeza y de su profesor. La capacitación de los profesores de base y la infraestructura son lo más urgente; no se puede avanzar lo suficiente jugando en canchas de cemento.
–¿Cómo analizás la nueva conquista de Francia, con la generación más exitosa de la historia?
–Tiene una estructura deportiva increíble, de 24 polos deportivos de alto rendimiento para 24 chicos de edad de colegio secundario en cada uno. Juegan un día para el polo deportivo y otro para su club. Están estimulados y se les mejoró la técnica individual y las cualidades físicas. Eso les dio resultados y han seguido. El sentido de pertenencia es fundamental, pero acá también lo tenemos. Sí son fuera de serie ellos en sus destrezas.
–¿Qué te llevás de tu proceso?
–Fueron diez años de logros. Nosotros guiamos, pero las ganas, el sacrificio y la ambición de los jugadores llevaron a Argentina a donde está. Y lo dirigencial sostuvo el proyecto a largo plazo; los directivos nos bancaron cuando otros querían corrernos. Si no hubieran estado las tres patas unidas en un objetivo, nunca habría existido el desarrollo que hubo.ß
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