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Hacia la globalización
-Qué conclusión le deja el triunfo de Y. E. Yang en el PGA Championship?
-Es una hazaña que levantará al golf, lo jerarquizará aún más. Será un deporte más globalizado todavía. Es un disparador tremendo, tanto económico como social, y ya lo comprobé en carne propia: no bien ganó Yang, un grupo de veinte coreanos me vino a tocar la puerta de mi casa en Ranelagh. Festejaban como locos, pero estoy seguro de que ninguno de ellos sabía muy bien, en realidad, de qué se trata esto del golf.
-¿Lo sorprendió el desenlace?
-Por supuesto, nadie imaginó que se impusiera el surcoreano. Entre ellos estaba yo, que creí ver en Tiger Woods a un sólido campeón.
-¿Qué cree que le pasó al N° 1 del mundo?
-A diferencia de los dos últimos torneos que se llevó (Buick Open y Bridgestone Invitational), jugó muy mal en el green. No metió un putt, ¡ni uno! En cambio, sí anduvo perfecto en el juego largo, que últimamente venía mostrando deficiencias. En la columna anterior habíamos calificado a Tiger como el "amo y señor del green". Al menos por lo que pasó este fin de semana, habría que dar de baja ese calificativo.
-¿En dónde estuvieron las virtudes de Yang?
-En la precisión y la calma con que jugó la última vuelta, y eso que compartió la salida con Tiger. Además, tuvo la valentía de pegar tiros riesgosos en los últimos dos hoyos. En el 17 estuvo cerca del agua y en el 18 pasó por arriba de un árbol de manera magistral y la dejó para birdie. Les dio una lección a varios pesos pesados que se perdieron en el camino: Padraig Harrington, Ernie Els, Vijay Singh, Phil Mickelson...
-¿Cómo cree que habrá repercutido en Tiger esta frustración?
-Seguramente sintió lo que muchos jugadores experimentan en todos los torneos: la impotencia de no meter putts en los momentos justos.
-¿En cierto sentido fue malo para el golf que el californiano no se haya adjudicado su 15° Major?
-No, para nada. Si Tiger volvía a ganar no iba a ser muy bueno para este deporte, porque él se convertiría en "el dueño de la pelota" y en cada participación en un torneo aparecía como el candidato excluyente a ganar. Y nadie quiere ver al campeón de entrada, sin otras alternativas. Lo que la gente busca ver es lucha y suspenso antes de la definición.
-¿En otras épocas pasaba algo similar?
-No, porque estaban, por ejemplo, Nicklaus y Palmer, que eran candidatos a pelear entre ellos por el título. Ninguno de los dos era un favorito de fierro a la victoria como podría llegar a ser Tiger en un futuro. Además, la gente los seguía con atención porque era una pulseada entre dos norteamericanos. Hoy, con tantos jugadores de otros países, es bueno que las atracciones se multipliquen y que no gire todo alrededor del N° 1.
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