Guardiola: se fue uno de los nuestros

Pasadas las 8.30 de la Argentina de este viernes las televisiones del mundo, al menos del mundo en el que el fútbol importa, transmitían en vivo la renuncia de Pep Guardiola como técnico del Barcelona. La noticia era global y tenía la densidad que tienen las tragedias que impactan. Que Guardiola deje la conducción de un equipo que está señalado como el más grande de todos los tiempos puede ser tomado como una tragedia. Y que su sucesor sea su ayudante de campo es otra muestra de como el Barcelona diseña su futuro: saca fruto de sus inversiones y nunca gasta. Barcelona no solamente forma a sus jugadores, sino también a su técnico.

La partida de Guardiola corona una semana en la que el fútbol europeo dominó los ámbitos de discusión, polémica y reflexión en nuestro medio. Podríamos decir que haber estado tan pendientes de como Bayern Munich y Chelsea avanzaron a la final de la Champions League y de las derivaciones de las derrotas del Barcelona y del Real Madrid, podrían ser asuntos de periodistas, panelistas y opinólogos. Pero al ver como los aficionados intervienen en redes sociales al poner al fútbol europeo como centro de su interés , el tema se amplifica con autenticidad comprobada.

El fútbol de Europa es atractivo, poderoso y conquistador. La Euro 2012 seguramente no será de menor interés cuando empiece en junio. Alterará ritmos laborales y muchos cancelarán sus citas con el dentista. Descubrir a esta altura el alcance global del fútbol es descubrir nada. Pero la sensación es que en la Argentina empieza a darse un fenómeno de sustitución: lo que no se encuentra en el fútbol local se toma de lo que viene de afuera, sin que la identidad se vea afectada.

Sublimadores de la posesión del balón y pragmáticos del ganar como sea ya no encuentran material de disputa en el orden interno entonces se valen del Barcelona de Pep y del Madrid de Mou para dirimir sus inquietudes. Ese debate encontraba su versión argentina con las diversas líneas futbolísticas que anidaban en determinados técnicos. Acá ya no se sabe muy bien a que se juega y la preocupación central de los equipos está en no perder para poder pasar una semana tranquila. La novedad del asunto es que si el fútbol argentino no nos da lo que esperamos, sin lamentarlo, vamos y lo tomamos de afuera. Para eso está la grilla televisivas superpoblada y los links de dudosa procedencia.

En ocasiones disfrazamos esa inquietud buscando la conexión sentimental. En ese sentido la final de la Europa League entre el Bilbao de Bielsa y el Atlético de Simeone ofrecerá un suculento doble menú: final europea, en estadios europeos, con repeticiones y estadísticas europeas, con técnicos argentinos para golpearse el pecho de orgullo.

La noticia de la ida de Guardiola tuvo el impacto de las tragedias. Tal vez lo sea porque se va el creador y conductor de un Barcelona que jugó al fútbol como nadie y elevó el nivel de exigencia del espectador. Los medios argentinos transmitieron la renuncia con el tono de gravedad que se aplica para los dramas que nos aquejan. No es para menos: Barcelona, sus rivales, sus amantes y sus detractores son algo tan natural para nosotros como el Apertura y el Clausura. Hemos sido conquistados nuevamente y esta vez con nuestra total aceptación.

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