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Gonzalo Higuaín: “Me iré del fútbol cuando deje de jugar, sería un masoquista si me quedara en el ambiente”
“Ahora hago la cola como cualquiera, volví a ser una persona normal”, cuenta el goleador, a los 33 años, desde Miami, en la antesala de la temporada de la MLS; “Con el tiempo, en la Argentina van a valorar más lo que hice”; las burlas, su hija, la salud de su madre, el retiro
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En abril de 2021, Gonzalo Higuaín se adaptaba a su nueva vida en Miami, adonde había llegado para jugar en Inter, de esa ciudad, luego de quince temporadas en la élite europea, donde se cansó de hacer goles y de levantar trofeos de campeón. En ese momento, atendió a LA NACION a través de una videollamada, y recorrió su vida repleta de éxitos en una charla a corazón abierto, en la que no esquivó hablar de los temas más incómodos. Había logrado cicatrizar algunas heridas, sobre todo de las críticas impiadosas y descalificaciones a las que había sido expuesto. Y también habló del retiro. Y de cómo transitará ese estadío al que hoy le puso fecha.
Difícil Navidad de 2006 en Madrid. El Real se había desplomado en la tabla de posiciones y el brasileño Ronaldo se marchaba, enfrentado con el entrenador Fabio Capello, para clausurar la era de los Galácticos. En ese mercado de invierno aterrizaban tres apuestas desde Sudamérica: Marcelo, Fernando Gago y Gonzalo Higuaín. “Acababa de llegar al Real y estábamos en una cena institucional cuando les dije a mis viejos y a mi hermano Nicolás que íbamos a salir campeones. Me trataron de loco, quedaban cinco meses de competencia y estábamos muchos puntos abajo. No se todavía por qué, pero también se me ocurrió decírselo a Beckham…, y también se rió. ¿Y qué pasó? Fuimos campeones. Hace un tiempo se lo comenté a David y se acordaba: ‘Es verdad, es verdad…’, me decía. Salimos campeones en una de las ligas más mágicas que me tocó ganar”, revela Gonzalo. Aquel de Madrid tenía 19 años recién cumplidos, y éste de Miami anda por los 33. Beckham, ayer y hoy, siempre fue Beckham, y si entonces como compañeros le arrebataron la Liga al Barcelona de Ronaldinho y Messi en el debut europeo de Higuaín, hoy comparten otro desafío. El inglés es ‘the boss’, el patrón del Inter Miami de la MLS; el argentino es el jugador franquicia, la estrella. Beckham y Gonzalo nuevamente juntos.
Higuaín es otro, y no se trata del aspecto. Reflexivo, íntimo. Dispuesto al diálogo franco, todavía dolido con algunos temas pero para nada huidizo. Se abre. “Ese primer año en Real Madrid yo no hablaba mucho. Imaginate, era tímido…, que es algo que se perdió ahora. Yo no veo que los pibes de 19/20 años vean a uno de 33 y se quedan obnubilados. Yo los miraba y me quedaba obnubilado ante Beckham, Roberto Carlos, Casillas, Raúl, Cannavaro o Ronaldo, antes de que se fuera… Yo tenía una vergüenza, ni abría la boca, ni iba a la camilla de masajes, nada...”, cuenta entre sonrisas.
Beckham se marchó del Real después de ese título. Ya no se cruzaron, salvo en un amistoso de pretemporada cuando el inglés estaba en Los Angeles Galaxy. Tampoco Gonzalo se enfrentó con Phil Neville [se retiró en 2013 en Everton], su nuevo entrenador en Inter Miami. La búsqueda es una tentación porque durante 15 años, Higuaín jugó con todos. Dominios de la elite. De Benzema, Kaká, Van Nistelrroy, Robben, Sneijder, Özil, Morata y Modric, a Sergio Ramos, Dani Alves, Chiellini, Donnarumma, Mertens, Insigne, Xabi Alonso, Buffon, Hazzard… Cristiano y Messi, pero ese es un capítulo en sí mismo. “La lista es larguísima, podría estar todo un día hablando de todos ellos”, cuenta Gonzalo.
Fueron 14 años en Europa. También 14 títulos y más de 300 goles. Burlas, destrato, bronca y angustias. “… El otro día pensaba todo lo que quedó atrás, los años de exigencias, de responsabilidades, de cambios de países, de mudanzas, que, quieras o no, te desestabilizan la cabeza. Y la verdad es que ahora me siento muy, muy contento porque logré lo que quería, que era salir de esa burbuja de las presiones, de las exigencias, de que la prensa estuviera hablando de mí en todo momento, del acoso de los hinchas… Acá es otro palo, acá el fútbol no es prioridad, hay otros deportes que se llevan esas presiones. La liga está creciendo y va a seguir creciendo. Pero acá, la gente por las calles no te juzga porque erraste o metiste un gol, no te juzga si te echaron o no te echaron. Y lo mismo sucede con la prensa. Entonces, vivo tranquilo. Algo que buscaba. Algo nuevo para mí. Ahora voy y hago la cola como cualquiera, volví a ser una persona normal acá. Por momentos te choca, pero por momentos digo ‘qué bueno, porque es lo que quería vivir’. Estoy muy contento porque soy feliz. Feliz con la decisión que tomé”.
-El argentino más caro de la historia -90 millones de euros, de Napoli a Juventus en 2016- y el único argentino que quebró la barrera de los 100 goles tanto en España como en Italia…, ¿se convirtió en un tipo cualquiera?
-Totalmente, totalmente. Algunas personas te miran, te sacan la ficha, quizás algún latino que es hincha del Madrid, pero si te cruzan es con un respeto increíble y siempre me regalan palabras de gratitud y felicitaciones. Nadie se te tira encima, respetan tu momento. Si estás con tu hija, nadie te aborda. Te saludan, levantan una mano y punto.
-¿Indefectiblemente hay que pagar un precio para pertenecer a la elite?
-Sí, y el precio es muy alto. Es verdad que hoy la gente me ve y dice: ‘Higuaín, ¿de qué se queja con la plata que tiene? Tiene salud, tiene a su hija, vive donde quiere…’ Si, pero Higuaín está desde los 9 años, desde las inferiores, rompiéndose el traste para que le vaya bien. La plata que tengo no me cayó del cielo, me la gané, día a día, sudor a sudor. La plata ayuda, sí, pero no hace a la felicidad. Podés tener toda la plata del mundo, pero si sos un mal tipo, ¿con quién la disfrutás? Te quedás solo. Y sí, pagás un precio muy alto… Yo jugué en Madrid, en Nápoles, en Juventus, en Milan, en Chelsea, de nuevo en Juventus y vas compartiendo tus cumpleaños con compañeros distintos, las Navidades con compañeros distintos, y a tus amigos de toda la vida los ves poco y nada, y a tus padres los ves poco y nada… Te tenés que comer el maltrato de la prensa -no toda, claro, aprendí a diferenciar-, el maltrato de los hinchas… Todos te juzgan, y ya no futbolísticamente, porque hace algunos años que ni los medios ni los hinchas te juzgan futbolísticamente, sino si estás gordo, si estás flaco, si estás pelado… Me pelé y me dejé la barba larga y me convertí en noticia, pero nadie se pregunta cómo estaré futbolísticamente. Te pelás y sos noticia..., bueno, eso habla de la importancia de uno también. Sí, es alto el precio a pagar, pero convivís con eso y siempre supe que iba a suceder. No puedo decir que me sorprendió.
-¿Y cómo se sigue adelante? ¿Qué hacés con el rencor?
-Ahora ya estoy más allá, estoy más allá de la crítica, del atosigamiento, pueden decir lo que quieran. Antes me dolía, no voy a negarlo, no sería sincero negarlo, he sufrido y la he pasado mal. Pero digamos que desde la llegada de mi hija, que va a cumplir 3 años, ella me fue cambiando un poco mis sensibilidades. Con ella terminé de entender que hay cosas mucho más importantes que ‘el qué dirán’ de uno. Estoy en una etapa en la que me da igual, estoy más allá de lo que digan. Ya lo que digan no me entra.
-Cuando dijiste que la camiseta de la selección es la más difícil de vestir…
-[Interrumpe] …Que se entendió mal, se entendió mal el mensaje… Yo no quise decir que me pesaba la camiseta de la selección, me refería a la presión que representaba estar jugando por todo un país. Nunca me pesó la camiseta argentina, me refiero a la responsabilidad que representa todo lo que hay atrás. Con la camiseta de tu equipo tenés a una ciudad detrás, y con la selección tenés a 40 millones de personas que te pueden hacer sentir que su felicidad depende de vos.
El gol más importante de la selección argentina desde Italia ’90 lo convirtió Higuaín. A Bélgica, en Brasilia, porque permitió romper el hechizo de los cuartos de final para meterse entre los cuatro mejores de Brasil 2014. La tarde que Alejandro Sabella patentó el “cruzamos el Rubicón…” ¿Le importa a alguien, alcanza ante el tribunal de juzgamiento popular? No. Para llegar a las finales de las Copa América 2015 y 2016, en semifinales marcó él. La noche del diluvio con Perú (2-1), la noche eterna de Martín Palermo…, el primer gol lo hizo él, en su debut en la selección. De sus 31 goles para la Argentina, 22 fueron ‘útiles’ entre eliminatorias (10), mundiales (5) y Copas América (7). El soberano bien podría asumir su malvado ensañamiento…
-¿Esperás ser valorado alguna vez en la Argentina?
-Yo creo que sí, creo que sí, que todo se va a acomodar con el tiempo, que va a costar un huevo volver a llegar a una final del mundo. No es fácil, no vas a un Mundial y la jugás. Con el tiempo van a valorar más lo que hice, no tengo ninguna duda, pero ninguna. Pero todavía es reciente, habrá que dejar pasar el tiempo y ya se valorará. Después de tres mundiales, metí goles en dos fases eliminatorias: a México, en Sudáfrica 2010, y a Bélgica, en Brasil 2014.
-Lo que Messi no ha podido lograr en sus cuatro mundiales…
-El paso del tiempo es el que pone todo en su lugar.
-Solo 13 futbolistas han jugado con Messi y con Cristiano. Siete son argentinos, pero ninguno ha jugado tantos partidos con ellos como vos. ¿Qué ha representado, ha sido una responsabilidad extra sentir que debías estar a la altura?
-Mirá, mi respuesta está en tu pregunta. ¿Sabés por qué? Porque vos me estás diciendo que soy el que más he jugado con Leo y con Cristiano… Si fui el futbolista que más jugó con los dos, entonces fui el que más entendió a los dos. Entender a Cristiano y entender a Messi…, el problema no es de ellos, el problema es tuyo. Si yo fui el que más jugó con ellos, es porque entendí a la perfección a los dos. Sabía qué les gustaba, qué no les gustaba, cómo se sentían más cómodos, cómo se sentían más incómodos… Y creo que a ellos les gustó de mí que yo…, ¿cómo decirlo para que no suene presumido…? Que yo no quería jugar el 100% de las pelotas con ellos. Entonces ellos sentían que también se podían apoyar en mí. Cuando tienen al lado a un jugador que se apoya el 100% en ellos, no se sienten desligados de todas las responsabilidades. En cambio, creo que conmigo sí tuvieron la sensación de que se podían apoyar en mí. Son dos jugadores totalmente distintos, y tuve el privilegio de disfrutar y aprender de los dos.
-¿Qué le dirías, qué advertencia le harías a Lautaro Martínez como ‘heredero’?
-Primero le diría que esté tranquilo, tranquilo que esto es largo. Por ahora, para Lautaro son todos mimos en la selección. Que es lo que me pasó a mí hasta la final de Alemania. Hasta el 2014 fui el mejor número 9 del mundo, y después de Alemania se acabó todo. Hasta entonces, había metido nueve goles en las eliminatorias, algo que nadie dice, porque no nos olvidemos que tenés que meter goles en las eliminatorias para llegar a un Mundial. A Lautaro le diría que esté tranquilo, porque ahora es todo color de rosas con el… Y Lautaro, y Lautaro, y Lautaro…, pero puede llegar el momento, tal vez en un Mundial o en una Copa América, que te toca la desgracia de errar un gol clave, y ya Lautaro no es más Lautaro. No sirve más, y esto y lo otro. Le diría, entonces, que ni hay que creerse el mejor ni creerse el peor.
-¿Qué valoración hacés de vos?
-Yo nunca me creí mejor que nadie, nunca, nunca. Pero no me creí peor que nadie, nunca tampoco. Y eso, creo, me llevó a ser el que fui. Nunca creerte superior porque ese es el peor pensamiento. Pero tampoco creerte el peor, porque eso te va a rescatar de las malas. Yo por todos los clubes que pasé y jugué puedo volver a entrar. A todos. Una vez, alguien que había ganado muchos títulos, me dijo: ‘Es feo que no te abran las puertas de los clubes donde jugaste’. Y a mí siempre me importó más que me recuerden por haber sido una buena persona que por los títulos que pude haber ganado. Podés haber ganado cinco Champions, pero si fuiste una mala persona, ese club no te va a permitir volver a entrar. Entonces, vos decis: ‘¿Qué es más importante en el fútbol, ser buena gente o ganar todo? Y los valores, para mí, valen más que los títulos.
-¿De donde sacás hoy la motivación para jugar?
-Yo juego para ganar. Salí campeón en todos los clubes que jugué, ¿vos te creés que vine al Inter Miami a pasear? Jamás, jamás me lo perdonaría. Quiero ser campeón en Inter Maimi para ser campeón con todos los clubes de mi carrera. Y para quedar en la historia siendo campeones en el segundo año tras la fundación del club.
-¿Te imaginás el día después del retiro?
-Uno siempre mira para adelante, claro que espío el futuro.
-¿Y qué ves?
-Claramente, que no voy a estar adentro del fútbol. Lo tengo decidido. Cuando dejé la selección me comencé a preparar para el futuro, y ya supe que ese futuro no sería en el fútbol. Mi vida va a ir por otro lado. Sería un masoquista si dejo el fútbol por todo lo que sufrí, por las exigencias, y me vuelvo a meter en el ambiente del fútbol. No, no, no concuerda con lo que pienso. Iré por otro lado. Primero, disfrutaré mucho de mi gente, de mi familia. Y después, lo que me vaya gustando hacer, lo haré. Pero insisto: estoy convencido de que en el fútbol no voy a estar.
-¿Y qué te gusta, qué vas a hacer?
-…Me gustaría estudiar cocina, enología…, me atrapa el tema de los vinos, son dos actividades que me gustan. Me gustará jugar al paddle, que me encanta y ahora claramente por el fútbol no lo puedo hacer. Y después iré viendo. Pero primero pienso disfrutar mucho de mi familia, que tanto se aguantó, ¿no?
-¿Ese futuro incluye a la Argentina?
-Sí, sí, claro, a la Argentina voy siempre, siempre. Y voy a ir siempre. A pasear. A ver a mis viejos, a ver a mis amigos…, y me volveré.
“Prácticamente, a mi hermano no lo conocía”
James Harden, una de las estrellas de Brooklyn Nets es, simplemente, ‘La Barba’ en el mundo de la NBA. Alguna vez explicó que no sabe bien por qué se la dejó crecer y que estaría dispuesto a quitársela con fines solidarios, a cambio de… 10 millones de dólares. Higuaín sonríe con la comparación. “No, no hubo inspiración en Harden –aclara–. Siempre tuve la fantasía de pelarme, para ver qué onda. Y me pelé, y me dejé crecer la barba. Me fue gustando, me pareció más cómodo y así quedó. Por momentos pica, sí, pica, pero me gusta. Mientras a mi hija le siga gustando, ahí quedará. Cuando me diga ‘pa’ fuera’, para afuera se irá. Manda ella, lo tengo muy claro. Y me hace feliz”, confía.
El look es otra muestra de que está relajado. De que ya no le importa lo que opinen los demás. Solo lo movilizan los afectos, y ahí aparece Alma, su vida. La auténtica razón del cambio, su hija, que llegó en mayo de 2018, poco antes del Mundial de Rusia. Si alguna vez pareció huraño, gruñón, Higuain se muestra cálido, cercano, involucrado con la conversación. Seguramente siempre fue sensible, solo que ahora lo deja ver. Nancy, su mamá, es el otro faro de emociones. “La vieja está bien, la vieja está bien, rezando siempre por ella, sigue siendo un momento duro, pero es una tora, es una tora, va a estar bien”, relata. Hace años que batalla contra un cáncer, arropada por ‘sus hombres’, Jorge Nicolás, o ‘Pipa’, su marido, y Nicolás, Federico, Gonzalo y Lautaro, el póker de hijos varones. “Es una tora”, repite. Elige definirla así, mientras por única vez en la charla se traslada con la mirada vaya a saber adónde.
La familia brota a cada instante. La temporada de la MLS comenzará el próximo viernes –Inter Miami recibirá a LA Galaxy el domingo– y Gonzalo compartirá el plantel con Federico, de 36 años. Ya coincidieron en el cierre del torneo pasado y ahora tendrán todo el año por delante. La historia recuerda que compartieron la reserva de River, y hasta dos partidos en Primera. El primero, el 26 de mayo de 2005, día del debut de Gonzalo en River, que fue titular de la mano de Leonardo Astrada como DT en la caída 2-1 ante Gimnasia. Y Federico entró por Radamel Falcao a 20 minutos del final. La segunda ocasión fue el 17 de junio de 2005, también con derrota, ahora ante Vélez. Arrancaron en el banco e ingresaron en el segundo tiempo. Más tarde, Gonzalo comenzó a afirmarse en Primera, pero Federico se marchó a Nueva Chicago.
“Nos agarra en otro momento –abre Gonzalo–. Él con tres hijos, yo con una nena. Ambos con otra madurez y otros pensamientos, ahora coincidimos en más cosas, ya que cuando éramos más jóvenes, tal vez no coincidíamos tanto. Ahora estamos disfrutando lo que nos quitó el fútbol, el fútbol nos separó 15 años, y hoy el fútbol nos vuelve a unir. Gracias a Dios, ahora tendremos algunos años para disfrutar del día a día juntos. Yo, prácticamente, a mi hermano no lo conocía, salvo por los pocos momentos que podíamos compartir para algunas fiestas familiares. Ahora puedo estar en los cumpleaños hasta de mis sobrinos, y él en el de su sobrina. Estamos recuperando cosas que el fútbol nos quitó”, cuenta.
Federico Higuaín jugó seis partidos en River. Luego, Chicago, Besiktas (Turquía), América (México), Independiente, Godoy Cruz, Colón y el arribo en 2012 a la MLS. Casi una década entre Columbus Crew, DC United e Inter Miami, más de 200 partidos y 60 goles. “Fueron muchos años viéndonos con Federico dos o tres días por año; bueno, ahora vamos a recuperar esa vida que no tuvimos”, completa Gonzalo.
Un detalle más, que no es casual y descubre la esencia de Higuaín. Jugó con estrellas, enfrentó a todos los cracks de su época. Excluyendo a Messi y a Cristiano Ronaldo, ¿a quién elige? Un nombre le resulta imposible, claro. Mejor, varios. Sorprende el perfil de sus favoritos, y la elección habla de él. “Pedro Rodríguez –exBarcelona y Chelsea, hoy en Roma– me pareció siempre superlativo, alguien a quien no se le dio el valor que merece tener, me parece un jugador extraordinario; juega con las dos piernas, entiende el fútbol, me parece un jugador total. Con Mertens, en Napoli, me entendía a la perfección. Con Guti, en Real Madrid; con Jorginho en Napoli; con Insigne, con Callejón, jugadores que me han ayudado mucho, mucho...”, relata Gonzalo Higuaín. El hombre que prepara el reposo.
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