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Un pandemonium en el hoyo de golf más ruidoso del mundo: lluvia de latas de cerveza y el descontrol de la gente
El hoyo 16 del TPC Scottsdale es casi una cancha de fútbol donde hay ovaciones y chiflidos
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Dentro de sus tradiciones, el golf maneja la de mantener un respetuoso silencio cuando un jugador va a ejecutar un tiro. Del mismo modo que trata de no moverse para no distraer o sacar de timming al protagonista. Ciertamente, hay torneos que suelen ser más ruidosos que otros, sobre todo aquellos donde se concentra mayor cantidad de público. A veces, hasta los gritos u ovaciones provenientes de otros hoyos generan reacciones imprevistas. Pero lo normal es no apartarse de ese respeto que se inculca desde que alguien pisa por primera vez un escenario de este deporte.
Claro que hay canchas y canchas. Algunas, hasta pareciera que fueron concebidas para lo contrario a lo usual. Una de ellas es la del TPC de Scottsdale, donde se realiza el Phoenix Open, un certamen que ha cobrado repercusión en los últimos años en el circuito del PGA Tour por su particular diseño, en medio del desierto, pero sobre todo por el par 3 del hoyo 16. Casi una cancha de fútbol montada alrededor de este hoy, con tribunas, palcos que albergan a unas 20.000 personas que, precisamente, no respetan los protocolos ni las costumbres del golf. Se transformó, claro, en el más ruidoso del tour. En el preferido para muchos jugadores, por la conexión que tienen con la gente. Que, obviamente, espera el premio mayor de parte de los jugadores: un hoyo en uno.
El fenómeno de este escenario, y en particular de este hoyo, se transforma en un fenómeno económico. Y usualmente se generan espectáculos poco habituales. Sobre todo porque no está vedado al consumo de bebidas alcohólicas y puede suceder que ante un acierto se genere un auténtico pandemonium. Como ayer, durante los terceros 18 hoyos del certamen.
Para tener una idea de lo que generó este hoyo, basta apuntar unos números. En 1987, la primera vez que se realizó el torneo, asistieron cerca de 260.000 personas durante la semana. En las últimas temporadas, la asistencia osciló en los 700.000 aficionados. Y siempre el sábado es el día donde mayor concurrencia y bullicio se genera: normalmente asisten más de 200.000 personas ese día. Obviamente esos números se incrementaron a partir de 2014, cuando se concretó la conclusión del Coliseo del hoyo 16. Ese par 3 de 163 yardas (124 en esta ocasión) que cobra vida como ningún otro, y hasta genera polémica. Fue tanta la demanda que se levantó esa enorme estructura para sponsors, invitados especiales y público en general.
¿Qué pasó en el sábado tan especial de 2022? ¡El pandemonium! Sam Ryder no es precisamente uno de los jugadores más populares del circuito. Con 32 años, está 129 en el ranking de la FedEx y todavía no ganó títulos en el PGA. ¿Pero a quién le importaba realmente? Calculó la distancia, habló con su caddie, hizo el swing tradicional e impactó la pelota. Que voló, voló, picó en el green y recorrió los metros que le faltaban hasta ingresar en el hoyo. ¡Hoyo en uno! ¿Cambió la historia del golf mundial? En absoluto. Pero sí transformó el TPC en un infierno. Estruendo. Euforia desbordada en las tribunas. Y el descontrol en la gente.
De pronto, una lluvia de vasos y latas de cerveza invadieron ese par 3. Una panorámica inesperada. Las tomas de videos desde distintos ángulos permitieron observar la reacción del público. Incluso, la sorpresa de Sam Ryder, que no podía creer lo que veía. El green quedó invadido de “proyectiles” y las reacciones en las redes sociales no fueron todas elogiosas. Muchos celebraron el espectáculo. Otros se indignaron al considerarlo “impropio de la etiqueta del golf”.
“No pude haber elegido un mejor hoyo que éste”', dijo Ryder luego de firmar una tarjeta de 71 golpes, el par. `”No pienso que haya un hoyo que tenga la energía que tiene éste”. Y agregó: “Terminó siendo un wedge perfecto. Todos siempre juegan un poco más corto aquí, por la adrenalina o por lo que sea”. Y agregó un tuit en su cuenta personal: “¿No estás entretenido? Todas las bebidas para mi”, acompañado por el video del hoyo en uno. Con un detalle peculiar: fue el primero que logró en el tour. ¡Vaya escenario para concretarlo!
La locura en el 16
Cuentan los especialistas que en el momento en que el jugador pega desde el tee del 16, no hay matices: se pasa de los gritos desaforados a los abucheos sin contemplaciones, una actitud considerada impropia en la gran mayoría de torneos de golf. Seguramente, una de las ovaciones más fuertes en la historia de este deporte se haya escuchado en el Phoenix Open de 1997, cuando Tiger Woods logró un hoyo en uno en ese tramo de la cancha. Por entonces, el californiano tenía 21 años y meses después ganaría su primer Major, el Masters de Augusta, que lo encaminó definitivamente a ser uno de los más grandes de la historia.
Tiger no paró de festejar desde el momento en que vio cómo su pelota se escondía en la taza y escuchó ese alarido, aunque todavía no estaban construidas las tribunas. Para muchos jugadores es un hoyo realmente intimidante, porque los pone en una situación de presión que no se asemeja a ninguna otra en el golf. A varios, incluso, los lleva a actuar de distinta manera, como ir a chocar palmas con la gente de las tribunas, hacer flamear una bandera, bailotear o estar a favor de los abucheos, tal como reconoció en su momento Anthony Kim, hoy fuera del circo del PGA Tour: “Esto es lo más semejante a estar en el Staples Center o adentro de un domo de fútbol americano”.
Aquel hoyo en 1 de Tiger Woods
“Me encanta ese hoyo. Es en el único momento del año en que nos sentimos estrellas de rock. Es algo increíble”, contó alguna vez el golfista Scott Piercy, una idea que resume un sentimiento. D. H. Trahan coincidió: “Para nosotros es una experiencia única, no hay nada parecido en el circuito. Es un poco loco, pero divertido”. Jonathan Kaye, que ganó en esta cancha en 2003, comenta: “Ellos (el público) saben todo de uno, literalmente. Saben tu día de cumpleaños, cómo son tus hijos, el nombre de tus mascotas. No sé muy bien de dónde sacan esos datos, pero saben todo”.
En esta ocasión, el fenómeno del día fue Sam Ryder. Y se quedará no sólo con esa increíble ovación y el estruendo posterior, sino con esa imagen increíble que partía de las tribunas y terminaba en el mismísimo green.
Al término de la tercera jornada, el estadounidense Ryder se ubica 29°, con un total de 207 (-6). El líder es el local Sahitih Theegala, con 199 (-14), seguido a uno por su compatriota Brooks Koepka. Otra de las figuras, el español Jon Rahm, marcha 20°, con 205 (-8)
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