Tiger Woods, una batalla contrarreloj y el desafío contra su físico: su camino rumbo al Masters de Augusta

Martes 29 de marzo de 2022, poco más de 13 meses después de haber sufrido un espectacular accidente mientras conducía a alta velocidad su automóvil en un camino sinuoso en Florida, Estados Unidos, Tiger Woods paralizó el corazón de muchos aficionados del golf. Junto con su hijo Charlie y su amigo y también golfista de elite Justin Thomas, el exnúmero 1 del mundo y ganador de 15 Majors pisa la cancha del Augusta National. Casi podría decirse “su cancha”. Pocos jugadores a lo largo de la historia han entendido, y disfrutado, esta gloriosa cancha como él, en la que ganó cinco veces. Con el impacto consecuente de que se estaba a sólo 9 días del comienzo del tradicional Masters. ¿Juega?, es la pregunta que se hacen todos en el estado de Georgia, donde está emplazado el campo de juego, en Estados Unidos en general. En el planeta golf. ¿Vuelve Tiger en Augusta?

Uno de los testigos de su paso por la mítica cancha de las azaleas es el norirlandés Rory McIlroy, también exnúmero 1 y ganador de cuatro Majors, pero al que aún le falta el saco verde de Augusta. Amigo de Tiger. Amigo de ir a la casa y compartir encuentros familiares con él. Y dice: “Pasé un tiempo hace unas semanas en su casa y en ese momento no me pareció posible su regreso. Sin duda ha progresado mucho en las últimas semanas. Lo vi acá en Augusta, se veía muy bien... Tiger es muy medido, no quiere generar falsas expectativas. Pero no tengo dudas de que está haciendo todo lo posible para ver si puede jugar. Sería un logro monumental”.

Ahora bien, más allá de la pregunta de rigor, hay otros interrogantes. ¿A qué fue realmente al Augusta National? ¿En qué condiciones se encuentra para afrontar un torneo de esta magnitud? Con 46 años y una carrera tan exitosa como una vida volcánica que le costó un divorcio, denuncias varias de mujeres, retiro de apoyo de patrocinadores y una disculpa pública por sus acciones que ensombrecieron su imagen excelsa de campeón, Tiger no ha tenido mucha fortuna con su físico, más allá de poseer un estado atlético que cambió los estándares del golf y la preparación de sus colegas. Pero también es cierto que debió pasar numerosas veces por el quirófano para operaciones de la espalda, de una pierna, factores que lo fueron alejando cada vez más del circuito. Su última gesta fue precisamente en Augusta, cuando triunfó en 2019 en una reaparición a lo grande. A su estilo.

Sin embargo, luego de ese impacto que parecía relanzarlo para ir a la caza de la marca de 18 Majors conquistados de Jack Nicklaus, al poco tiempo llegó la pandemia y, cuando empezaban a controlarse los efectos del coronavirus a nivel mundial, protagonizó el accidente en auto que pudo costarle la vida. Tiger volcó y se desplazó cuesta abajo por una pendiente en una colina y el vehículo terminó contra un árbol. Lo salvó el sistema de seguridad del auto, aunque no sorteó las severas lesiones que produjo el accidente. Por poco no tuvieron que amputarle una de las piernas (la derecha), en la que sí le fueron colocados una varilla metálica en la tibia y tornillos en los huesos del pie y del tobillo. Le quedó cierta inestabilidad y la recuperación le demandó largo tiempo.

A fines de 2021 pudo participar en un torneo de exhibición junto con su hijo Charlie. Fue una manera de volver al ruedo, pero lejos de las exigencias del circuito profesional. Pero no se lo veía óptimo y en algunos tramos debía desplazarse en carrito.

Todos lo ven mejor (o quieren verlo mejor). Estuvo hace tres semanas en familia para recibir de la distinción de ser miembro del Hall of Fame de golf y lucía sonriente, sin angustias. pero Augusta no es fácil y Tiger lo sabe. Cuando hace un mes y fracción se empezó a especular con la posibilidad de que Woods reapareciera en el Masters como una suerte de coqueteo con la nostalgia y quizá despedida si las cosas no resultaban como esperaba, no faltó el sarcasmo en los comentarios. “Va a volver, sí, pero para jugar el clásico torneo de Par 3 con Charlie″, fue una de las frases más hirientes que pudieron escucharse o leerse en las redes. Ese certamen se disputa en la antesala del Masters y tiene un tinte muy familiar por cierto, colorido.

Hace más de un mes (algunos hablan de dos meses), Tiger viene practicando en el campo de golf de Medallist. Se trata de un club con apenas 300 distinguidos socios y que se encuentra en las cercanías de la casa de Woods, en Júpiter, Florida. Algún video se filtró, sobre todo para mostrar que recorría la cancha caminando y no en carrito. Pero la cancha del Medallist es plana, sin puntos de conexión con la de Augusta. Con lo cual era una referencia relativa.

Lo que no resultó irrelevante fue una decisión de Tiger: convocar para su práctica en Augusta a su último caddie, Joe LaCava. El asistente principal del jugador suele tener un rol preponderante y por algo Woods lo citó. No era una vuelta más la que daría. Asimismo, si bien conoce de memoria la cancha, Augusta preparó algunos cambios en algunos hoyos para el torneo 2022, básicamente en tres de ellos: 11, 15 y 18 (se retrasó 12 metros la salida). La cancha se hizo 35 yardas (32 metros) más larga, para pasar de 6835 metros a 6867m de longitud. Y también hubo modificaciones en los greens del 3, 13 y 17. Tiger necesitaba ver, pisar y jugar con esos cambios.

Las conclusiones se conocerán en los próximos días, claro. Pero Tiger mejor que ninguno sabe que la cancha de Augusta es muy especial, mucho más para su vapuleado cuerpo. Los desniveles son marcados. De acuerdo con un informe del diario francés L’Equipe, esos desniveles provocan que el ejercicio físico sea mucho más exigente que en otros escenarios. Según unos cálculos muy inteligentes, los expertos del sitio web estadounidense golf.com llegaron a la conclusión de que un profesional recorre una media de un 29% más de distancia que la longitud estricta del tee al hoyo. En ello, ni siquiera se incluye el recorrido desde un green al tee siguiente ni los pasos que dan los jugadores para medir las caídas de los greens. De esa manera, cada 18 hoyos en Augusta representaría una media de 9000 metros de marcha. Esos 2000 metros y fracción de más respecto de la longitud de la cancha tampoco contemplan los desniveles de Augusta. Como se suele decir, “queman las pantorrillas”.

En 2019, el mismo sitio especializado mapeó la altitud en varios puntos del recorrido. La montaña rusa comienza en el hoyo 1, marcado por una larga bajada detrás del tee y luego la subida al green, situado en el punto más alto del recinto, a 90 m sobre el nivel del mar, estando el punto más bajo a 52 m. El segundo hoyo toma la ruta opuesta con una caída de 27m desde el tee hasta el green, mientras que el 8 sube en la dirección opuesta por 21m. Y así hasta que el hoyo 10 desciende unos asombrosos 33 metros, y al final de los 18 hoyos, la conclusión es: “Jugar en el campo de Augusta es como subir y bajar 40 tramos de escaleras”.

A todo eso deberá exponerse Tiger si es que decide volver. Aún cuando la rehabilitación haya sido buena, muy buena o excelente, saltar a la cancha de Augusta sin rodaje previo suena aventurero. ¿Sus pies podrá soportar tamaño desgaste? Y otro punto: no son 18 hoyos, sino al menos 72. Cuatro días seguidos. Un desafío mayúsculo. Monumental, como lo calificó McIlroy. Woods ya no es el 1, sino que está en el puesto 944° del ranking mundial. Anunció en su momento que el martes próximo, previo al comienzo del certamen (arranca el jueves 7 de abril), asistirá a la tradicional Cena de los Campeones, en la que el japonés Hideki Matsuyama tendrá el honor de elegir el menú como último vencedor.

Hay un elemento movilizador adicional. Se trata de un Masters de Augusta muy significativo: se cumplirán 25 años de su primera conquista de un Major, precisamente en este escenario. “Está 944°, sí, pero el juego del golf sigue dependiendo de Tiger. Y lo hace mejor cuando puede jugar y jugar bien”, describió McIlroy.

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