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Tiger Woods está de regreso y mandó una señal de que todavía quedan rugidos en su alma de competidor
El inglés Paul Casey estaba desde hace rato en el Club House, saboreando ese 65 que lo ubicaba al tope del Vaspar Championship con 274 (-10). Nada parecía hacerlo dudar sobre su inminente consagración. Hasta que sintió un escalofrío lo recorrió de punta a punta de su 1,78m y que coincidió con una estruendosa ovación que provenía del hoyo 17. Ese griterío que provocan muy pocos jugadores. Y ni que hablar si se trata de alguien que parecía casi retirado, sacudido por malas decisiones personales, escándalos y lesiones.
Tiger Woods revolucionó el golf y parecía encaminado a llevarse por delante la marca de 18 Majors de Jack Nicklaus cuando alcanzó su 14° gran título. Nadie podía con su mentalidad ni juego. Pero el deterioro lo fue doblegando por múltiples factores: separación de su mujer (la sueca Elin Nordegren) por infidelidades, huida de sponsors, imagen en caída libre, ruptura con su histórico caddie Steve Williams, lesiones de la rodilla izquierda con cuatro pasos por el quirófano y otras cuatro cirugías de espalda. ¡Lesiones del alma! Nunca volvió a tener paz, entre más denuncias de mujeres por su adicción al sexo y nuevos escándalos por conducir ebrio y afectado por sustancias tóxicas. Era una sombra.
"Ojo que en cualquier momento Tiger anuncia su retiro" pasó a ser la frase más escuchada en los torneos. Hasta que empezó a ver la luz, sintiendo sobre todo que tantas jornadas gloriosas no podían terminar de la peor manera. Cumplió 42 años el 30 de diciembre pasado. "Quizá todavía tenga una chance", se dijo, como una tibia arenga interior. Hasta ese hoyo 17 de ayer en Palm Harbour, Florida, en el que el fuego le atravesó el pecho e hizo más incandescente su polo roja.
Tiger estaba a dos golpes de Casey. Ya era una actuación meritoria en su contexto de jugador-leyenda que trata de volver a la ruta competitiva. Retomar el medio del fairway, en el léxico golfístico. En el par 3 de 275 yardas había dejado la pelota a unos 13 metros de la bandera con su tiro de salida. Apenas tocó la pelota, los gritos del público fueron propios de un Major. El viejo-nuevo Woods estaba en escena como en los tiempos en que lucía un N° 1 inexpugnable. Fue birdie y ¡explosión! Por la cabeza de Casey sobrevoló un escenario inimaginado: ¿desempate si baja también el 18?
La tarjeta del norteamericano en la última vuelta estaba signada por los pares: 14, más dos birdies y un bogey. No pudo bajar ese par 4 de 445 yardas, pero igualmente se llevó la última ovación. Ya nadie duda: está de regreso y va a dar pelea.
Casey es el campeón, con 274 (-10). Su segundo título en el PGA después de aquella victoria en Houston en 2009. El inglés superó por uno a Tiger (70) y a Patrick Reed (68). Detrás de Woods quedan nombres como los de Sergio García (-8), Justin Rose y Rory Sabbatini (-7) y Jim Furyk (-6). Falta un mes para Augusta, allí donde Tiger se consagró en 4 oportunidades. Allí donde su figura es casi una religión. "Su cancha".
Tiger se quedó olfateando la victoria. Probablemente intuyó que podía tras embocar ese putt en el 17. Lleva muchísimo tiempo sin alzar trofeos. Son 1680 días desde el triunfo en el Bridgestone Invitational de 2013. "Me estoy sintiendo un poco mejor en la cancha y con un juego un poco más agudo. Hoy no fui tan certero con los hierros como me hubiera gustado, pero sé que volví a tener una buena oportunidad de ganar un torneo. Un par de putts aquí y allá, y podría haber sido una historia diferente", sostuvo Woods, que la semana próxima volverá a intentarlo, en el Arnold Palmer Invitational.
Hace unas semanas, su compatriota Justin Thomas contó una anécdota reciente durante un vuelo con Woods. "Le pregunté cómo se entrenaba a mi edad (24). Y me dijo: corría 6 kilómetros, levantaba pesas, después tiraba pelotas 2 o 3 horas, jugaba 18 hoyos de práctica, corría otros 6 kilómetros y si alguien quería jugar un rato al tenis o al básquet, no tenía problemas. Ese era un día mío normal. Ahora no hago nada de eso".
Tiger está claramente en otra etapa de su vida. Volvió a sentirse su rugido después de mucho tiempo y cuando daba la sensación de ser solo un recuerdo en los links. No podrá borrar muchos pasos en falso de la última década, pero todavía tiene ganas de mostrar las garras.
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