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Secretos de un campeón: cómo hizo Phil Mickelson para ganar un major a los 50
El zurdo de San Diego sorprendió al mundo el domingo al triunfar en el PGA Championship; su “reseteo” lleva algunos años y se transformó en el ganador más longevo de un campeonato grande
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Cada vez que falló, cerró los ojos, respiró hondo, se abstrajo del mundo y reacomodó su mente en modo zen. Mantuvo la mirada hiperconcentrada en el objetivo, jamás perdió el equilibrio. Ni siquiera cuando la masa detrás de él, camino al green del hoyo 18, lo apuraba a los gritos para consumar la victoria en el PGA Championship. Ya había recibido un consejo decisivo de Tim, su hermano y caddie: “Si vas a ganar esto, tendrás que hacer swings comprometidos”. Finalmente, contra cualquier pronóstico, Phil Mickelson reescribió la historia del golf al consagrarse el domingo como el jugador de mayor edad en obtener un torneo grande. Un hito al borde los 51 años –los cumplirá el 16 de junio- que lo sitúa todavía más alto en el Olimpo de este deporte.
"PHIL DEFEATS FATHER TIME." pic.twitter.com/24QN2M9xRU
— CBS Sports (@CBSSports) May 23, 2021
Hace dos semanas, el zurdo de San Diego había escrito un tuit premonitorio: “Fracasé muchas veces en mi vida y en mi carrera. Pero en lugar de sentirme derrotado en innumerables ocasiones, lo he usado como combustible para impulsarme a trabajar más duro. Así que únanse a mí para aceptar nuestros fracasos. Usémoslos para motivarnos a trabajar aún más duro”. No fue un mensaje soltado porque sí en las redes, sino una idea madre que resignificó su carrera y le dio nuevos bríos a su fabulosa trayectoria en el PGA Tour.
Fascinación por el juego
La pregunta es cómo logró Mickelson reinventarse y pisar más fuerte que golfistas de jerarquía comprobada que hoy andan entre los 20 y 40 años de edad. Todo parte de una condición natural: la pasión que lleva dentro y su motivación para seguir compitiendo, en una etapa en la que podría dormirse en los laureles con 44 títulos en la máxima gira, cinco títulos grandes -antes de triunfar en este PGA Championship-, una familia consolidada, el ingreso al Salón de la Fama en 2012 y 95 millones de dólares solo en premios oficiales.
Sucede que el viejo Phil es un entusiasta a toda prueba y no acepta abandonar el Gran Circo. Para él no es tiempo aun de convertirse en comentarista o navegar sin grandes presiones en el Champions Tour, la gira de veteranos. “La pasión es lo que lo distingue”, asegura a Golf Digest Michael Lardon, un psicólogo deportivo de San Diego que trabajó con él durante su victoria en el Abierto Británico de 2013. “Siempre me sorprendía cuando pasaba tiempo con Phil. Hoy está tan emocionado como Will Zalatoris, el chico de 24 años que terminó 2º en el último Masters”. Lardon agrega: “Y es tanto en el golf como en la vida. Si le hablás de cualquier tema que no esté relacionado con el golf, como la política, la neurociencia o la astrología, igual se muestra muy excitado, casi de manera infantil. Eso es parte de su genio”.
La sensibilidad con el putter
Felicitado luego del triunfo en Carolina del Sur por Tiger Woods (“¡Verdaderamente inspirador”!, escribió el ex Nº 1), otro de sus secretos para dar este gran impacto es su fiabilidad y vigencia con el putter, el primer palo que suele traicionar cuando ya volaron muchas hojas del almanaque. A la pérdida del control motor fino de los brazos, que afecta el balanceo del palo, empieza a sumarse el deterioro de la visión, que perjudica la lectura de los greens. Mickelson todavía se sostiene en ambos aspectos y exhibe otros dos grandes atributos: olvida rápido los malos putts –un karma que suele extender la pesadilla a los hoyos siguientes- y a su edad se anima a conservar un agarre normal del palo, nada de esos putts-escoba que son tendencia entre los mayores de 40. Cuando la pelota reposa a solo unos metros de la bandera, Lefty todavía puede sentirse confiable.
La mente como un músculo
La labor mental es preponderante y Mickelson también se ocupó de mejorar en esta cuestión. “Estoy tratando de usar mi mente como un músculo y expandirlo. A medida que envejezco, me resulta más difícil mantener un enfoque nítido, una buena visualización y ver el tiro”, comentó durante la última cita. Nada más complicado que desprenderse de ruidosos estímulos externos, como aquella caminata hacia el green del 18 para rematar el torneo, con los fanáticos agitándose en el espejo retrovisor. Sin embargo, el californiano se enseñó entre la multitud con una compostura meditativa, regulando la respiración y mentalizado en esos putts finales que le asegurarían el título. Como encapsulado en su única meta.
“El golf es muy difícil porque la mente está constantemente inundada de procesos y desafíos que dificultan la concentración. Si le agregás un campeonato importante, es brutal”, explica a Golf Digest el psicólogo deportivo Bhrett McCabe, que trabaja con varios profesionales del PGA Tour.
Un cambio radical en las comidas
El otro punto clave se relaciona con la alimentación. Con tan solo verlo jugar, vestido con ropa más ceñida al cuerpo, queda en evidencia la transformación física que fue tallando en los últimos años. Pero nada de fórmulas mágicas: todo conllevó un sacrificio que, lógicamente deberá mantener si es que pretende seguir siendo competitivo. Ser aliado de la balanza tiene su precio.
Although I believed it was possible, I can’t believe this happened 👍 pic.twitter.com/lysjjrPqyb
— Phil Mickelson (@PhilMickelson) May 24, 2021
"Aunque creí que era posible, no puedo creer que esto sucediera"
Phil Mickelson
“No estaba educado ni consciente, o bien no quería saber las cosas que ponía en mi cuerpo: si era una bebida dietética y cuán tóxica era, o el dato de la cantidad de azúcar y cuánta inflamación podía causarme. A todas esas cosas les cerré los ojos”, reconoce el gran héroe del domingo en Kiawah Island. Su ecuación es sencilla: ahora come menos de todo y mejor en general, una buena regla para cualquiera que busque perder peso. “Fue una bendición porque me siento más saludable, no me siento hinchado y me despierto sintiéndome bien. Es un sacrificio que vale la pena”.
Específicamente, Mickelson estructura su alimentación en torno a ayunos periódicos, con el objetivo de restablecer su sistema inmunológico, lo que él denomina “un duro reseteo”. La dieta semanal que le funciona es: un día y medio de ayuno para limpiar y desintoxicar su cuerpo y recuperarlo, más cinco días y medio de nutrición más saludable, sobre la base de frutas, verduras, nueces y semillas. Ya en julio de 2019 asombró en las redes al mostrarse con una figura más moldeada. Entonces, explicó que sus ayunos consistían en la ingesta de agua y un café energético que preserva los antioxidantes naturales. En esta línea, obsesivo para cada proyecto que aborda, desarrolló junto con el famoso coach Dave Phillips el producto “Coffee for Wellness” (Café para el Bienestar), que lleva el logo de su famoso salto de rana que dio cuando ganó el Masters 2004.
Elasticidad y potencia
A su disciplina alimentaria le sumó el yoga, largos paseos a pie y más horas de entrenamiento con los aparatos, lo que progresivamente le permitió reducir ese físico que lucía cada vez más ancho y con pérdida de musculatura. “Trabajo más duro físicamente para practicar todo el tiempo que quiera. Paso más horas en el gimnasio, como bien, practico mucho… no hay ninguna razón para que después no pueda ponerlo todo en los 18 hoyos”, explica Mickelson, que trasladó esta nueva energía a la cancha: el domingo, en el 16 pegó un bombazo de 366 yardas, el más largo en ese hoyo entre todos los participantes en el torneo. Para lograr mayores distancias, profundizó en ejercicios de elasticidad de sus extremidades y adaptó nuevos materiales para sus palos, una ayuda esencial que viene de la mano de la tecnología.
El lunes, Mickelson se despertó con la noticia de un salto desde el 115º al 32º puesto del ranking mundial. Una realidad sorprendente, aunque no tanto: es el mismo crack del golf que ganó su primer torneo en el PGA Tour en 1991 y que, 30 años después, dio un impacto de los grandes para ratificar que quiere seguir generando ruido entre los mejores.
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