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Scottie Scheffler ganó el Masters de Augusta: el triunfo del método y cómo se consolidó en el Nº 1 del mundo
Logró su primer major, después de una progresiva carrera rumbo al estrellato en el PGA Tour
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AUGUSTA.- Se tapó la boca y rió, casi avergonzado, porque no podía creer lo que le estaba sucediendo. El objetivo estaba ahí, apenas a centímetros, pero no podía embocar el putt para ganar. Pasó una vez. Y otra vez. De repente, la multitud que estaba alrededor del green se levantó, aplaudió y lo ovacionó para darle aliento, el último empujón anímico que le faltaba. Debía salir de esa pesadilla; su misión era acertar en ese hoyo que ahora parecía tener una circunferencia en miniatura. Finalmente, Scottie Scheffler gritó campeón en el Masters de Augusta a los 25 años y cristalizó una campaña progresiva perfecta rumbo a su primer major, con una vuelta final del 71 (-1) y un total de 278 (-10), tres de diferencia sobre el norirlandés Rory McIlroy, que presionó en la jornada de domingo con un score de 64 (-8).
Es el triunfo del método, porque todos sus éxitos en el golf se le fueron dando con religiosa puntualidad, a partir de una plataforma de trabajo previsible. Ganador del US Junior Amateur en 2013, estrella de la Universidad de Texas y Novato del Año del Korn Ferry y del PGA Tour. Profesional desde 2018, se convirtió en hombre clave en la última victoria de los Estados Unidos sobre Europa en la Copa Ryder. Este año, directamente arrasó: tres títulos en el máximo circuito (Phoenix Open, Arnold Palmer Invitational y el Match Play del World Golf Championships), antes de ingresar directo en los libros del golf al imponerse en Augusta.
Se trata del ascenso meteórico que cualquier golfista soñaría; la consumación del esfuerzo desde el anonimato hasta la notoriedad, codeándose con los mejores. Quizás con poco carisma, pero seguramente destinado a ganar mucho de aquí en más. Un verdadero maestro en el Edén del golf, pero también magistral en lo que se refiere a su estabilidad emocional. Admirable porque ninguna dificultad lo paralizó: no lo amilanó haber quedado atrapado en los árboles del hoyo 18 en la tercera vuelta, ni tampoco la amenaza real que encarnaba el australiano Cameron Smith, su principal perseguidor a tres golpes a 18 hoyos del final.
De campeón a campeón. Hideki Matsuyama le coloca el Saco Verde a Scottie Scheffler. #elMasters #themasters pic.twitter.com/mBBpdBpAjc
— The Masters (@TheMasters) April 11, 2022
“Parecía calmo, pero no me sentía tan así. Pude ponerme en una posición de estar en control del campeonato. Sabía que si hacía mi parte podía ganar. Empecé a soñar con la chance de triunfar el viernes a la tarde, pero mi sueño, en realidad, siempre fue venir acá a competir. Ahora me siento realmente cansado, aunque el honor de haber ganado este torneo significa muchísimo”, le dijo Scheffler a Fred Ridley, el presidente del club Augusta National, en la ceremonia de entrega del saco verde.
La pulseada con Smith
La contienda decisiva estuvo animada por los dos mejores jugadores de 2022, por fuera de cuestiones de carisma, idolatría o antecedentes históricos. Los números de la furiosa actualidad, irrefutables, los ponían bien arriba, como candidatos naturales: Scheffler venía de llevarse sus tres primeros torneos del PGA Tour en siete participaciones este año en el máximo circuito, racha de éxitos que lo catapultó hasta el Nº 1 del ranking mundial. En tanto, Smith se había adjudicado recientemente dos títulos en cuatro actuaciones, uno de ellos nada menos que en The Players, considerado en forma extraoficial como el “Quinto Major”. Desde ese punto de vista se podía esperar todo de ellos; la cuestión era ver cómo asumirían la presión, en un torneo que exprime las capacidades al máximo y saca lo mejor y lo peor.
Scheffler partió con una ventaja de tres golpes sobre Smith, aunque se sabía que la diferencia podía esfumarse en un solo hoyo, dadas las contingencias que siempre trae Augusta National los domingos, cuando hay tanto en juego y los alaridos del público se hacen sentir como nunca.
The 86th Masters champion slips on his Green Jacket. #themasters pic.twitter.com/zq4r9CFnKc
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Smith abrió con dos birdies, pero después se metió en problemas más de una vez, sin poder transformar su vuelta en una persecución firme y real ante el puntero. Lejos estuvo de tomar envión, sino que debió emparchar situaciones desde afuera del fairway en varias ocasiones. Nada se le hizo sencillo. Scheffler, en tanto, pasó el trayecto de ida con dos birdies (3 y 7) y quedó libre de bogeys, respaldado con su gran juego alrededor del green. Su juego no era un lecho de rosas, pero mantenía su juego a raya. Tuvo el temple necesario para lograr esa aproximación desafiante a la bandera o embocar ese putt comprometido para salvar el par. Cada vez que tuvo que salir a su rescate, aprobó. Y el increíble chip que conectó en el 3, aquel primer birdie, fue la pauta más certera de que estaba para cosas grandes.
El hoyo traicionero
El gran punto de quiebre de la definición se dio en el hoyo 12, el par 3 encantado que a lo largo de la historia del Masters se encargó de arruinar el torneo a varios jugadores. Sucedió que el australiano cayó al agua tras su tiro de salida, un colapso parecido al que sufrieron Jordan Spieth en 2016 o el italiano Francesco Molinari en 2019, por citar a solo dos de una larga lista. El triple bogey que soportó Smith, frente al trabajado par que obtuvo Scheffler, amplió la diferencia e inclinó la balanza para el golfista nacido en New Jersey. O al menos, en el contexto de esa suerte de match play que entablaban hasta allí los dos animadores de la última salida.
Surgió McIlroy
Pero varios hoyos adelante aparecería una estrella que vendría a terciar en el duelo: Rory McIlroy desató un rugido en el bosque mágico de Augusta, después de cerrar su vuelta con un espectacular birdie, gracias a una fenomenal sacada de búnker y una pelota que ensayó una larga parábola deslizándose sobre el green, para terminar hundiéndose en el hoyo. El norirlandés festejó ese acierto en el 18 casi como un título, mientras que los espectadores bramaban al grito de “¡Rory! ¡Rory! ¡Rory!”.
McIroy había comenzado el domingo con un total de +1, pero tuvo una tarde idílica y concretó un águila y seis birdies, para una vuelta definitiva de 64 (-8). Fue una lástima que el jugador europeo no se haya inspirado antes en el certamen; el mundo del golf espera con ansias que McIlroy, de 32 años, concrete el denominado “Grand Slam”, porque el Masters es el último major que le falta. Desde 2014, cuando ganó el Open y el PGA Championship, Rory espera completar la colección de títulos grandes y subir un escalón más en su espectacular carrera.
What a way to finish. McIlroy holes out on No. 18 to put pressure on the leader. #themasters pic.twitter.com/L5fWWbR9cj
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Sin mayores problemas
Casi descartado de la lucha Smith, el rival con el que había lidiado golpe por golpe en la misma salida, Scheffler sabía que la vara la había fijado entonces McIlroy, ya con un total de -7 en el Club House. Con estos números sobre la mesa, debía suceder un desastre para que el puntero no superase ese global. Pero nada de eso ocurrió: más allá del bogey en el 10, no tuvo dificultad alguna para seguir a todo tren rumbo a su primera gran conquista, al margen de esa desconcentración propia de los nervios que lo llevó a fallar dos putts muy accesibles y cerrar el torneo con un doble bogey.
No había peligro: llevaba cinco golpes de ventaja y tenía suficiente colchón para equivocarse..., al borde del papelón. Después, llegaría el alivio: el abrazo con su familia detrás del hoyo 18, la caminata con su mujer para firmar la tarjeta y la ceremonia del saco verde, la prenda que le calzó el japonés Hideki Matsuyama, campeón 2021.
A partir de hoy, Scheffler se consolidó como N°1 y ya alcanzó otra dimensión de jugador, en un circuito que demuestra cada vez con más énfasis que los veinteañeros no se detienen frente a los jugadores-leyenda y trazan su camino.
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