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Murió Lee Elder, aquel primer golfista negro en el Masters de Augusta e inspirador de Tiger Woods
Lee Elder forzó el avance del golf al ganar su entrada en el torneo del Masters en 1975, siendo el primer jugador negro en conseguirlo, lo que abrió el camino a Tiger Woods y otros.
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¿Cómo se mide la grandeza deportiva? ¿Por el número de grandes victorias y campeonatos inolvidables? ¿O por algo menos obvio, pero quizá más profundo: la determinación de un atleta de ir en contra de la corriente y romper el statu quo tanto en el deporte como en la sociedad, incluso a riesgo de sufrir daños personales?
Si esta última medida es una prueba tan verdadera como cualquier otra, debemos hacer un hueco en el panteón de los grandes de todos los tiempos a Lee Elder. Infatigable golfista afroestadounidense, murió este domingo a los 87 años, casi medio siglo después de que se enfrentara con la mancha embrutecedora del racismo y se convirtiera en el primer golfista negro en jugar el Masters, allanando el camino a nada menos que Tiger Woods.
“Él fue el primero”, dijo Woods, poco después de asombrar al mundo del deporte al ganar el Masters en 1997, a los 21 años. “Era el único al que admiraba. Gracias a lo que hizo, pude jugar aquí, cosa que era mi sueño”.
Qué viaje, qué vida. El duro y tumultuoso arco del deporte en la segunda mitad del siglo XX –de hecho, el arco de la historia de Estados Unidos durante esa época– puede ser trazado por medio de Elder.
Era un hombre negro nacido en el Sur de Jim Crow que aprendió a jugar al golf en campos segregados y pulió su oficio en la gira de golf de los barnstorming, similar a las ligas negras de béisbol.
Soñaba con llegar a lo más alto, pero el golf profesional se tomó su propio tiempo, mientras deportes como el béisbol, el básquetbol y el fútbol americano se integraban lentamente. La Asociación de Golfistas Profesionales mantuvo su cláusula de sólo caucásicos hasta 1961.
Elder nunca vaciló. Se abrió paso en el PGA Tour en 1968, con 34 años. En aquella época, con la batalla por los derechos civiles muy avanzada, el Masters empezó a recibir presiones para añadir al menos un jugador negro a su campo. En 1973, un grupo de 18 representantes del Congreso llegó a solicitar al torneo que lo hiciera. Elder estaba entre los 40 golfistas que más dinero ganaban en el circuito y había jugado en varios US Open y PGA Championship, así que ¿por qué no en el Augusta National?
Pero después de decidir no invitar a destacados golfistas negros, como Charlie Sifford, durante la década de 1960, el torneo estableció un estricto requisito para sus participantes: la victoria en un certamen de PGA Tour.
Elder lo consiguió en el Monsanto Open de 1974, el mismo campeonato de Florida en el que seis años antes se había visto obligado a cambiarse de ropa en un estacionamiento porque a los negros no se les permitía utilizar los vestuarios del club de campo.
Elder poseía una resolución discreta pero firme. No se apresuraba a armar un escándalo por el racismo, pero tampoco tenía miedo de hablar de ello. “El Masters nunca ha querido a un jugador negro, y no paraban de cambiar las reglas para ponérselo más difícil a los negros”, dijo, y añadió: “Me libré de ellos [los que establecían las normas] al ganar”.
Aquella primera participación de Elder en Augusta
Desde su creación, acaecida en 1934, el Masters ha abrevado de los códigos de antaño del Sur de Estados Unidos. Celebrado en el Augusta National Golf Club, de Georgia, en una antigua plantación de añil, tenía a cuidadores y caddies como únicos afroestadounidenses a los que se permitía entrar al campo. Nadie describió el Masters con más veracidad que el columnista de Los Angeles Times Jim Murray. El torneo, escribió en 1969, era “tan blanco como el Ku Klux Klan”.
En los meses previos al Masters de 1975, Elder fue objeto de múltiples amenazas de muerte. “A veces las enviaban al campo donde jugaba, otras veces llegaban a mi casa”, dijo. “Cosas como ‘será mejor que te cuides detrás de los árboles’, ‘no llegarás a Augusta’. Eran cosas malas, pero las esperaba”.
No obstante, el 10 de abril de 1975, allí estaba, en el primer tee, rodeado por una galería de amigos, entre ellos, la estrella del fútbol americano Jim Brown. Cuando Elder lanzó su golpe de salida directamente a la calle, no sólo hizo historia en el Masters, sino que a la vez abrió el enclaustrado y a menudo racista mundo del golf a nuevas posibilidades.
Si miramos los contornos de su carrera más allá de 1975, vemos una solidez constante. Ganó tres títulos más del PGA Tour y ocho en el Senior Tour y representó a Estados Unidos por la Ryder Cup. Siempre será una gran incógnita la altura que podría haber alcanzado Elder si hubiera tenido las mismas oportunidades en su mejor momento, si hubiera podido jugar torneos del PGA Tour en su esplendor personal.
Podemos decir esto con certeza: Elder se estableció en el firmamento de la historia del deporte en el Masters de 1975. Siempre permanecerá ahí, como una estrella del norte para que otros lo sigan.
Woods llegó poco más de dos décadas después, ganando el Masters de 1997 por 12 golpes y anunciándose como el heredero no sólo de Elder sino también de Jack Nicklaus, que ganó en Augusta seis veces. Cuando al recibir la chaqueta verde de campeón por primera vez Woods pasó por delante de una galería de aficionados asombrados, vio a Elder y ambos se abrazaron. El pasado se encontró con el presente, allanando el futuro.
Sin embargo, el camino hacia la igualdad en el golf sigue siendo difícil. El deporte era abrumadoramente blanco en la época de Elder y abrumadoramente blanco cuando Woods irrumpió en escena. Sigue siendo abrumadoramente blanco.
El juego “sigue flojeando bastante” en lo que respecta a la diversidad, dijo Cameron Champ, de 26 años, cuya madre es blanca y cuyo padre es negro, al hablar de Elder esta semana. Champ es uno de los pocos jugadores de origen afroestadounidense en el circuito y uno de los que más han hablado de la necesidad de diversificación.
Hubo que esperar a este año –impulsado por las tumultuosas protestas nacionales sobre racismo y brutalidad policial en 2020– para que el Masters diera su merecido a Elder.
En abril, al lado de Nicklaus y Gary Player, Elder se sentó en el primer tee del Augusta National como titular honorífico del torneo de este año. Los tubos se introducían en su nariz para suministrarle oxígeno. Estaba demasiado cojo como para dar un golpe.
Una grupo de jugadores del torneo se encontraba cerca, rindiendo el debido respeto a un golfista cuya grandeza se extendía mucho más allá de la calle. La fría y crujiente mañana tenía un aire reverente e inolvidable, recordó Champ, cuyo abuelo paterno se enamoró del golf en parte gracias a Elder y luego enseñó el juego a su nieto.
Pero han tenido que pasar 46 años para que el golf honrara a Elder en el Masters. Piense en ello.
¿Por qué no se hizo en 1985, en el décimo aniversario de su paso por la línea de color del Augusta National? ¿O en 1995, 20 años después del hecho? ¿O en cualquier otro momento?
¿Por qué el cambio siempre tiene que tardar tanto?
Por Kurt Streeter
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