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La nueva cara del golf argentino que debutó en el PGA Tour y sueña a lo grande
“En el Honda Classic me quedé con la tranquilidad de saber que puedo estar en la máxima gira y quizás hasta ganar”, señala el tucumano de 27 años
- 11 minutos de lectura'
Martín Contini vino a sacudir al golf nacional de su modorra en los principales circuitos mundiales. Emiliano Grillo, el mejor jugador argentino desde hace varios años, todavía no logra pisar firme en esta temporada del PGA Tour. Y no hubo otro jugador criollo que haya movido la aguja con un gran impacto en el profesionalismo. Así es como este tucumano surgido en el Jockey Club de su provincia empezó a acaparar la atención, a partir de un crecimiento gigantesco en un puñado de meses: de estar completamente estancado, sin tener a dónde jugar, a convertirse en miembro full del Korn Ferry y disputar la última semana su primer torneo en el PGA Tour, al que accedió por la clasificación de los lunes.
Inesperadamente, llegó a ubicarse en algún momento del torneo en el séptimo puesto del Honda Classic –terminó 16º-, ganó 106.000 dólares y ascendió 300 puestos en el ranking mundial, hasta figurar en el 775º puesto. Parece solo el comienzo: su experiencia en Palm Beach Gardens, Florida, es el resultado de su primer trampolín, el Korn Ferry –antesala del PGA Tour-, donde ya cuenta con un Top 10 y hasta aquí aparece 48° en la Race, que finalmente entregará 25 ascensos al circuito más grande. “Todo fue demasiado rápido, de un día para el otro: de no tener absolutamente nada y jugar solo en la tierra de Tucumán a que me informen que iba a disputar la escuela del Korn Ferry, que no tenía ni idea qué era”, jura el jugador de 27 años a LA NACION. Un hombre que ya tiene su permanente sonrisa como marca registrada.
En su etapa de aficionado, Contini representó a la Argentina en el Mundial Amateur, Copa Los Andes, Sudamericanos y el Latin American Amateur Championship (LAAC), entre otras citas. Cuando se pasó al profesionalismo en 2019 se incorporó al Alps Tour, circuito que toca algunos países de Europa y de Africa y está orientado para jóvenes promesas. Asimismo, desde 2014 jugó 11 torneos del PGA Tour Latinoamérica, un ámbito al que nunca le encontró el secreto y donde se frustró al haber fallado muchos cortes. En el medio, la pandemia, que le desbarató su inestable plan: se había quedado sin calendario, pero de pronto se topó con este sorprendente debut en el PGA Tour. Es un entusiasta que se aferra al lema de “nunca dejar de creer”, y que se motiva hasta en las prácticas en el putting green, donde se imagina estar tirando un putt para ganar el Masters de Augusta.
-¿Cómo lograste este despertar golfístico?
-No sé si llamarlo un despertar golfístico. Más allá de la manera veloz en que se produjo todo, es el fruto de muchas horas de práctica, empeño y sueños. Y de mucha ilusión, que viene desde hace más de diez años. Soy tan creyente que, tanto dentro de una vuelta de 18 hoyos como en la vida misma, nunca sé qué me esperará y cuándo. La única certeza que tengo es que hay que seguir trabajando y soñando, por sobre todo. Y después esperar: tener paciencia y fe, esa confianza para que las cosas se te vayan dando. Yo sentía que esto sucedería algún día. No elegís el momento en que las cosas estallan, explotan y salen a la luz. A mí me tocó trabajar más de 10 años para que en estos cuatro meses me estén pasando tantas cosas juntas y tan lindas. Bienvenido sea, pero también juegan la paciencia, la perseverancia y el hecho de que nunca bajé los brazos, aun en los momentos difíciles de tu carrera y tu vida. Por más que todo se vea muy lejano, jamás hay que dejar de empujar y de seguir adelante. Jugar en un torneo del PGA Tour ya es un sueño cumplido, pero no el final. La gran meta es pertenecer a esta gira, que es para lo que trabajo este año.
-¿De qué manera asimilás el impacto de estar jugando con parte de la elite en función de lo que se te viene ahora?
-En el Honda Classic fue muy bueno haberme visto al lado de todos estos jugadores que una semana atrás seguía en la tele. Es muy bueno porque te muestra en dónde estás parado. Al ver mi golf junto al de estos muy buenos jugadores, me quedé con la tranquilidad de saber que puedo estar en el PGA Tour y quizás hasta ganar. El impacto más grande fue sentir esa confianza y seguridad. Porque hasta que a uno no le toca, no sabe y se pregunta: “Che, ¿seré lo suficientemente bueno?”, “¿Qué tal será mi juego en comparación con estos monstruos que vemos en la TV?”. Finalmente, esta experiencia me dio la pauta de que el golf está. De aquí en adelante quedará seguir trabajando y confiando. Y esperar la oportunidad de figurar ahí algún día. O hacerlo incluso mejor de lo que fue la semana pasada.
-Seguramente seguirás apostando al Korn Ferry, ¿pero de qué forma puede modificarse tu calendario? ¿Vas a jugar más Monday Qualyfiers?
-Sí, mi prioridad seguirá siendo el Korn Ferry; esa es la vía y el camino para poder esta en este lugar tan lindo en que me tocó aparecer, el PGA Tour. En alguna semana libre podría apostar a una clasificación de los lunes para jugar en la máxima gira, pero la cabeza está puesta en quedar en el top 25 del Korn Ferry para ser miembro del PGA Tour en 2023. Ese es mi objetivo a mediano plazo: la clasificación y la tarjeta para la gira grande.
- ¿Cuál es el máximo aprendizaje que te llevaste del Honda Classic?
-Lo que vi desde dentro de la cancha durante el torneo: se aprecia un nivel de juego sumamente parejo, todos están en una misma línea. La diferencia entre no pasar el corte y ganar un torneo es muy fina en el PGA Tour. Lo mismo sucede en el Korn Ferry: estoy convencido de que cualquier golfista que participa en esta gira puede ser miembro y triunfar en el máximo tour. Pero en realidad, toda la temporada será de aprendizaje y consistirá en tomar nota de detalles y afinar cuestiones. Son un montón de pequeñas cositas para seguir desarrollando esta carrera, que requiere más minuciosidad de lo que se puede ver desde afuera.
-¿Cómo está organizado tu equipo de trabajo y tu familia para la logística de estar jugando en Estados Unidos? Históricamente, muchos golfistas argentinos pagaron un precio alto por quedarse en el país y someterse a viajes largos.
-Me estoy terminando de asentar en la ciudad de Orlando, en Florida. La idea es hacer todo desde aquí. Es muy difícil en lo que se refiere a los amigos y la familia; no es sencillo dejar a la distancia a todas esas personas que querés, pero es parte de lo que toca para darse oportunidades en condiciones ideales. Mi equipo de trabajo está parte en la Argentina y otra aquí en los Estados Unidos, pero con la tecnología se hace todo superviable. Trataré de traer a mi familia a Orlando las veces que pueda, mientras que mi novia está llegando en estos días para buscar la forma de hacer una vida en este país. Estoy ansioso y contento por su llegada, pero soy consciente de que no es fácil trasladar todo para acá.
-¿Cómo fueron esos comienzos de chico, en el Jockey Club de Tucumán?
-Algunos medios se confundieron al mencionar que yo venía de una familia muy pobre; eso es todo mentira. No soy un tipo de plata ni mis padres son millonarios, aunque jamás en la vida me faltó nada. No me quiero poner en el papel del pobre golfista que salió desde abajo, porque no es cierto. Es una aclaración que quería hacer, la verdad es que jamás sufrí carencias de chico y mi familia pudo cuidarme de la mejor manera. Empecé a jugar a los 6 años con mi papá y mi tío desde chiquito en el Jockey Club de Tucumán: era solo jugar y divertirse y me tomé el golf en serio ya cerca de los 18 años. Agarré a este deporte muy tarde, porque hay muchos jóvenes que a los 14 ya saben que quieren dedicarse al golf como medio de vida y están buscando universidades en los Estados Unidos, además de planificar torneos aquí y allá. Yo, en cambio, solo jugaba con mis familiares y simplemente disfrutaba de eso, hasta que un día me di cuenta de que podía hacer un poco más. Así que aquí estamos hoy.
-En el hoyo 18 de la tercera vuelta mandaste la pelota a la tribuna y protagonizaste una escena graciosa. Justin Leonard te elogió en TV por la manera en que manejaste la situación, hasta lograr el par. ¿Te dijeron algo entre los organizadores o algún jugador?
-Fue un espectáculo. Al día siguiente, en el driving range, Justin Leonard se acercó a felicitarme y a decirme que había manejado muy bien la situación. Que parecía que yo hacía esto desde hacía mucho tiempo y estuvimos charlando un rato. Le agradecí y le dije que hasta fue mejor haber tirado esa pelota a la tribuna que haber hecho águila en ese último hoyo. Pagó mejor, jaja. Fue un momento superdivertido: cuando vi que estaba la cámara, me dije: “Bueno, ya está, hagamos el circo que este momento hay que disfrutarlo porque no sabés cuándo volverá a pasar”. De ahí aquel saludo, luego me senté con la gente; me puse a charlar con el público sonriendo hasta que llegó el árbitro; una situación que no me voy a olvidar.
"I'm still making pars. So it wasn't that hard, you know?"
— PGA TOUR (@PGATOUR) February 27, 2022
Martin Contini will put a smile on your face. 😁 pic.twitter.com/ujAlrT1A8h
-Suena bastante curioso lo que contaste, acerca de que no tenías ni idea de lo que ibas a jugar para entrar en el Korn Ferry. ¿A veces conviene ser más “inconsciente” y simplemente jugar al golf?
- Es que no tenía ni idea de qué se trataba la escuela del Korn Ferry. Llegué a Chicago, donde se disputaba la clasificación, pero no sabía si eran tres o cuatro días, si era un torneo con corte o sin él, cuántos entraban… Me fui enterando todo sobre la marcha. Quizás esa inconsciencia puede llegar a ayudar. No sé si llamarlo desinterés, porque no lo es, pero sí esa cuota de inocencia o ignorancia que lo único que te permite es enfocarte en tu golf, hacer pocos golpes y después ver qué pasa. Por lo menos, las dos primeras etapas que jugué fueron así. Después, en la final tenía un poco más claras las cosas, pero una vez que entré al Korn Ferry seguí enterándome de detalles que hasta el día de hoy desconocía. Casi que no hubo tiempo de entender lo que había pasado… Ahora estoy contento de haber jugado ya cinco torneos del Korn Ferry y desde el 17 de marzo vuelvo a jugar en Broussard, Louisiana.
-Ya varios te apodaron el “Viktor Hovland argentino”, porque tenés la sonrisa dibujada como el noruego, Nº 4 del mundo. Cómo sos de personalidad en la cancha y en la vida? ¿Y cómo te describís como jugador?
-Ya me lo dijeron más de una vez, no me extraña y me encanta. En cuanto a mi personalidad en la cancha y en la vida, me gusta ser feliz y disfrutar, por sobre todas las cosas. No me voy a poner en ese perfil de ese jugador serio, aquel extremadamente metido que no le da pelota a nadie. A mí me gusta pasarla bien: disfruté muchísimo con la gente conocida que tenía en la cancha. Fue de broma en broma, todo el tiempo intercambiando palabras y opiniones con las personas que me acompañaron. Obviamente estoy serio cuando la situación lo merece: ¡no me voy a estar riendo a la hora de tirar un putt! Pero esta sonrisa es lo que soy y lo que no quiero dejar de ser. Eso que vieron el fin de semana pasado es Martín Contini. Y es lo que quiero llevar al PGA Tour, no tengo intenciones de que eso cambie. Si Dios quiere, esa sonrisa va a brillar y a aparecer mucho más en esta gran gira.
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